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LA REALIDAD

Tratamos con hechos todo el tiempo, pero así y todo no hay consenso acerca del significado de la
propia palabra hecho, en especial si se parte que en el leguaje corriente a menudo se cofunde “hecho”
con dato o verdad. Es posible que esta confusión derive del sánscrito cuya palabra satya significa
existente como verdadero. En consecuencia, hay lugar para los enigmas. ¿Las leyes y las reglas son
hechos? ¿Las construcciones sociales tales como los códigos legales son hechos? ¿Es un hecho que
2+2=4? ¿Cómo se relacionan las proposiciones con los hechos del mundo externo?

Estos enigmas acerca del significado del término “hecho” no son solo juegos de palabras
lexicográficos, porque la manera correcta de tratar con un elemento X depende de manera decisiva de
la naturaleza sobre X. Si X está en el mundo externo, quizá tengamos que actuar sobre X, en tanto que,
si de un constructo se trata, tal vez tengamos que someter a X a un análisis conceptual. De manera
precisa, examinaremos brevemente los conceptos de cosa, propiedad, estado, cambio de estado, ley y
apariencia, así como las doctrinas materialista y realista y sus opuestas.

1.- Cosa.

Al tratar con los hechos debemos empezar por examinar el concepto de cosa, porque hecho es todo lo
que involucra una cosa. He aquí la razón, tal como la enunciara el gran sociólogo Durkheim (1988):
“todo objeto científico es una cosa con excepción quizá de los objetos matemáticos”. En una
cosmovisión científica, entonces, el mundo está constituido por cosas. Esta fue también la concepción
de los antiguos atomistas griegos e hindúes, de los nominalistas medioevales y de los materialistas de la
Ilustración.

El enunciado de que el mundo es una colección de cosas es difícilmente controvertible. Sin embargo,
no hay palabra más vaga que “cosa”. En consecuencia, resulta aconsejable elucidarla. Comencemos
con el más amplio de todos los sustantivos, el término neutral objeto. Se admita, por lo general, que los
objetos pueden ser o bien materiales (concretos), como los pájaros y las escuelas; o bien inmateriales
(abstractos), como los conceptos y las teorías. A los objetos concretos también se les llama “cosas” o
“existentes” o “entes”; y a los objetos abstractos se les llama “(objetos) ideales” o “constructos”. De
modo correspondiente, de las propiedades de los objetos concretos, como por ejemplo la viscosidad y
la productividad, puede decirse que son sustantivas, en tanto de que las pertenecientes a los objetos
ideales, como por ejemplo la consistencia y la transitividad, puede decirse que son formales. Toda cosa
real posee diversas propiedades; algunas son intrínsecas: independientes de otras cosas, otras
relacionales: al estar relacionadas con otras cosas. En tanto algunas propiedades son esenciales otras
son accidentales.

Con todo, las distinciones cosa/constructo y sustantivo/formal pueden interpretarse más como
diferencias metodológicas que como diferencias ontológicas. La razón de ello es que, en una filosofía
no platónica, los constructos son creaciones humanas y, en consecuencia, son dependientes de las cosas
concretas llamadas “pensadores”. Además, en tanto que los constructos como deidad, caballero
demediado y universo paralelo son ficciones desbocadas, otros como los conceptos de conjunto y
función son ficciones controladas y, más aún, ficciones indispensables para comprender y manipular
las cosas concretas. Por ejemplo, las clases naturales, como las especies químicas y biológicas, pueden
interpretarse como conjunto y muchas propiedades de cosas concretas, tales como la velocidad y el
tamaño poblacional, pueden analizarse en término de funciones. Así pues, nos enfrentamos a la
paradoja de que necesitamos ficciones (del tipo controlado) para dar razón de las cosas concretas, así
como podemos usar las ficciones desbocadas para crear la ilusión de escapar a la realidad.
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Hasta aquí hemos utilizado la palabra “cosa” como si designara una idea clara y distinta, pero no es así,
ya que a menudo se la confunde con “objeto”. Por lo tanto, debemos intentar definirla con alguna
precisión. La perspectiva tradicional es, desde luego, la de Descartes: una cosa concreta, a diferencia
de una abstracta es una res extensa. Pero mientras que la extensión espacial puede predicarse de los
cuerpos sólidos, no es pertinente para electrones, fotones, campos, familias, empresas y muchas otras
cosas. Ninguna de ellas tiene posición, volumen o forma precisa. Además, en una teoría relacional del
espacio físico, este último es la estructura de la totalidad de las cosas. En cuanto a la caracterización
vulgar de “material” en términos de forma, masa y solidez es aún menos apropiada, porque en el
universo los sólidos son algo excepcional y existe materia sin masa como los fotones.

Sostengo que Platón tenía razón en este caso. Según él, en tanto que las ideas son inmutables (cuando
se las considera en sí mismas), las entidades materiales son “corruptibles” (mudables”). Pero, por
supuesto, Platón estaba equivocado al restringir la mutabilidad al mundo sublunar; el cambio es
universal. En otras palabras, sostengo que la mutabilidad es la única propiedad compartida por todas las
cosas concretas, ya sean naturales o artificiales, físicas o químicas, biológicas o sociales, perceptibles o
imperceptibles. La variedad y el cambio son hechos que lo penetran todo en el mundo (todas las cosas
están cambiando); además, el cambio se debe a la variedad, y la variedad es a su vez simplemente el
resultado del cambio. En otras palabras, supongo el:

- Postulado 1.1 Para todo x ( x es material = x es mudable ). (1)

Nótese que la materialidad no se predica exclusivamente de las cosas o entidades: las propiedades
también quedan incluidas. Por ejemplo, puede decirse que la posición en el espacio-tiempo, la densidad
y la productividad son propiedades materiales porque son propiedades de objetos concretos. De modo
semejante, puede decirse que las relaciones, ya sean vinculantes como la “atracción”, ya sean no
vinculantes como “encima”, son materiales y los que las mantienen son objetos materiales. Sin
embargo, las propiedades y las relaciones solo pueden ser materiales de manera derivada, vale decir en
virtud de la materialidad de las cosas involucradas: no hay propiedades ni relaciones en sí mismas,
salvo las abstracciones. Lo mismo vale para eventos y procesos: puede decirse que estos tipos de
cambios son materiales si tienen lugar en cosas materiales. Así pues, la propagación de calor, el
metabolismo, la ideación han de admitirse como materiales puesto que son procesos de cosas
materiales.

Como todos los universales, la mutabilidad (o materialidad) puede conceptuarse por extensión. O sea,
podemos definir “materia” como el conjunto de todos los objetos materiales presentes, pasados y
futuros. Nótese que, por ser una colección “materia” (el concepto) es inmaterial. Lo mismo vale para
“hidrógeno”, la colección de todas las moléculas de hidrógeno y “humanidad”, el conjunto de todos los
humanos

Puesto que el concepto de energía, como propiedad de las cosas o entes físicos, está relacionado con la
capacidad de interaccionar con otras entes, originando cambios de estado en ellos, la fórmula (1) puede
reescribirse como el

- Postulado 1.2. Para todo x : ( x es material = x posee energía ).

Dependiendo de la escala, que es lo convencional, un valor de energía puede ser positivo, negativo o
nulo. Además, hay muchas clases de energía: mecánica y térmica, cinética y potencial, eléctrica y
magnética, nuclear y atómica, gravitatoria, química, elástica y así sucesivamente. Esta variedad es tal
que sobrepasa cualquier capítulo de la física. En efecto, la física no define el concepto general de
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energía. Este es el motivo de que Richard Feynman afirmara que la física no sabe que es la energía. Lo
cual sugiere que el concepto general de energía, como los conceptos generales de cosa, hecho y ley, es
ontológico.
Dicho una vez más, la energía no es sólo una propiedad entre muchas otras, es la propiedad universal,
el universal por excelencia. Más aún, la energía es la propiedad inherente a todas las cosas.

Entre paréntesis, la energía, la propiedad que poseen todas las cosas, no debe confundirse con los
diferentes conceptos (predicados) que se utilizan en la ciencia y la tecnología para representarla en el
plano conceptual. Cualquier propiedad puede estar conceptualizada o representada por un atributo o
predicado, que constituye una categoría especial de conceptos.

Puesto que la energía es un universal, resulta tan insuficiente como “ser”, ”existente” o “cosa” para
caracterizar una cosa en particular. Para hacerlo son necesarias otras propiedades. De hecho, cada vez
que describimos una cosa en particular hacemos una lista de alguna de sus propiedades, como cuando
caracterizamos ciertas frutas como redondeadas, jugosas y de color naranja cuando se las ilumina con
luz blanca.

Más aún, las propiedades no se combinan de un modo azaroso. Así pues, en el ejemplo anterior, la
redondez y la jugosidad van con la solidez: las frutas líquidas o gaseosas son imposibles. De modo
semejante, la democracia funciona mejor con igualdad y libertad y no funciona para nada en
condiciones de desigualdad extrema y tiranía. Resumiendo, las propiedades forman grupos. Más
precisamente, cada propiedad se combina con algunas otras propiedades. En otras palabras las
propiedades se representan en paquetes o sistemas.

Con todo, las propiedades dentro de un grupo de propiedades no están todas en el mismo nivel: en tanto
que algunas son esenciales, otras son accidentales; mientras que algunas son fundamentales, otras son
derivadas (o dependientes de propiedades fundamentales) y en tanto que algunas propiedades son
primarias (o inherentes a las cosas), otras son secundarias (o dependientes de un ser sensible). Por
ejemplo, tener cilindros y trasmisión son propiedades esenciales de un coche estándar, en tanto que el
color y el precio son ambas propiedades accidentales y secundarias, ya que se las puede modificar sin
que la cosa deje de ser un coche. En otras palabras, las propiedades accidentales de una cosa, a
diferencia de las propiedades esenciales, pueden agregarse o quitarse una a una. Una vez más, las
propiedades esenciales de una cosa constituyen un sistema, se presentan en paquetes. De manera
equivalente, toda propiedad esencial está relacionada con otra propiedad de su clase. De allí que
cualquier cambio en alguna de ellas con seguridad modificará alguna de las otras.

Otra distinción interesante desde el punto de vista filosófico es la que se hace entre propiedades
invariantes (o absolutas) y no invariantes (o relativas). Las primeras son las mismas para todos (de
manera relativa a todos) los marcos de referencia, tales como laboratorios y constelaciones de estrellas.
En consecuencia, estas propiedades también son las mismas para todos los observadores que se mueven
unos con respecto a otros. Ejemplos paradigmáticos de ellas son la existencia real, la carga eléctrica y
la entropía en una cosa física, y la composición y la estructura de un sistema.

Otras propiedades como la masa y la frecuencia, así como la posición y la velocidad, dependen del
sistema de referencia. Por ejemplo, la masa de un cuerpo aumenta con su velocidad y la frecuencia de
la luz disminuye en la medida que su fuente se aleja del marco de referencia (efecto Doppler). La
dependencia del marco de referencia es objetiva: ocurre tanto si el marco de referencia en cuestión está
habitado por un ser sensible como si no lo está.
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Por otro lado, propiedades secundarias como color, olor y sabor, son dependientes del sujeto, el mundo
en si no es coloreado, ni tiene sabor ni olor.

2.- Hecho

En el lenguaje corriente la palabra “hecho” denota más o menos cualquier cosa. Hasta algunos filósofos
famosos la han utilizado de manera descuidada. Por ejemplo, el idealista Husserl propuso el lema
“Züruck zu den Sachen”, o sea, “De vuelta a los hechos”. Por supuesto que Husserl (1931) ponía “entre
paréntesis” el mundo externo y consideraba que el realismo es absurdo, lo que quería decir con
“hechos” era, presumiblemente, fenómenos, tales como visiones y olores, en lugar de objetos físicos
tales como los átomos , o sociales como las familias. En todo caso, dada la ambigüedad de la palabra
“hecho”, será conveniente elucidar su significado.

Supóngase que un gato está de hecho (realmente, verdaderamente) sobre la alfombra . El que el gato se
halle sobre la estera es un hecho que incluye al menos tres cosas concretas (o materiales): el gato, su
alfombra a y el suelo que está debajo. (Si el entorno no cambia de manera apreciable durante el tiempo
de interés o si esos cambios no tienen ninguna consecuencia significativa para el gato, la estera o el
suelo, no es necesario referirse a ellos de manera explícita.) Un momento después, el gato se levanta y
se va. El primer hecho, el gato está sobre la estera, gira alrededor del estado del gato, en tanto que el
segundo hecho orbita alrededor del movimiento del animal, el cual es un cambio de estado particular.
Llamamos a estos cambios eventos (sucesos o acontecimientos) si son únicos y rápidos, procesos
cuando ocurren como una cadena de eventos. Aún los eventos más simples de partículas son en
realidad procesos.

En resumen, de manera corriente distinguimos hechos de dos tipos :

- Hecho estático = cosa(s) en estado dados


- Hecho cinético = cambio(s) en el estado de la (s) cosa (s).

Nótese que en ambos casos los hechos en cuestión consisten o bien en estados o bien en cambios de
estados de cosas concretas. Sin cosas no hay hechos. Así pues, el análisis de todo hecho debe
comenzar con la identificación de la (s) cosa (s), como en los casos de los reactivos en una reacción
química y del cerebro en un proceso mental.

Lo que vale para el análisis empírico también vale para el análisis conceptual, en particular para el
análisis semántico. Este último se inicia con la identificación de los referentes de los constructos en
cuestión. Vale decir, se comienza estableciendo de qué se está hablando. Por ejemplo, los referentes de
la afirmación “Los edificios son más altos que las persona”, son los edificios y las personas. Y la
afirmación describe un hecho o, mejor dicho, toda una colección de hechos, aún cuando la relación
“más alto que ”no sea vinculante.

En suma, un hecho es el ser de una cosa concreta en un estado determinado o que cambia de un estado
a otro. No hay estados ni eventos en sí mismos, por la sencilla razón de que por definición, todo estado
(o estado de cosas) es un estado de alguna cosa o ente y que todo evento es un cambio de estado de un
ente individual concreto. Así mismo no existen propiedades en sí mismas, porque análogamente, son
propiedades de alguna cosa o ente.

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