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2.

¿Por qué observar, escuchar, participar y escribir son facultades esenciales del oficio
y del quehacer de los antropólogxs para la producción de conocimiento social?

Son facultades esenciales para la producción de conocimiento científico en antropología,


puesto que, a partir de observar, escuchar, participar y escribir es como interpretan los
fenómenos sociales quienes practican la antropología. Las mencionadas facultades las
concebimos también como facultades del entendimiento sociocultural utilizado por todas las
ciencias sociales. Con el fin de darle rigor científico a lo que uno registra en el diario de
campo, se debe denotar todo lo suficiente para lograr entender lo exótico que uno pretenda
analizar. Dicho ejercicio científico es registrar información con el objetivo de comprender y
no de juzgar moralmente desde la posición privilegiada de nuestra propia cultura, pretende,
más bien, una intersubjetividad, un encuentro de mundos/realidades/horizontes.

A partir de lo anterior, nos disponemos a describir puntualmente cada facultad esencial del
quehacer antropológico, empezando por el observar: Herbert Baldus es un antropólogo que
utiliza el término “naturaleza muerta” para referirse al ejercicio de leer el entorno; de
encontrar información en el mero hecho de alzar la mirada y localizarla en todo el espacio
para sospechar y entablar preguntas, pues, no todo es como parece que es, y es ahí donde
“con una mirada debidamente sensibilizada por la teoría disponible” (Cardoso, 2015, P. 2) se
interpreta y analiza, pues, los entornos hablan por sí mismos, la organización del espacio, la
arquitectura, etc, generan dudas frente a la familiaridad a la que uno está acostumbrado por su
propia cultura.

Continuando con la descripción de los pilares del oficio del antropólogo, el escuchar es una
facultad importante para la investigación antropológica, puesto que, complementa el
observar, permite que las dudas surgidas por la mirada teórica se solucionen, pues, “la
obtención de explicaciones, dadas por los propios miembros de la comunidad analizada,
permitiría llegar a aquello que los antropólogos llaman el ‘modelo nativo’, la materia prima
para el entendimiento antropológico” (Cardoso, 2015, P. 4). Es decir, a partir de ese modelo
nativo es que uno encuentra ese choque cultural entre mi horizonte y el de quien el
antropólogo se propone analizar, haciendo entrevistas para forjar una relación entre el
informante e investigador, es un encuentro intersubjetivo en pro del registro.

Ahora bien, otra facultad importante es el participar, el cual, parte del someterse a la
experiencia del fenómeno a analizar. A partir de dicha experiencia, el investigador se deja
afectar por el trabajo de campo, permite que se desarrolle un sentimiento de sorpresa ante la
extrañeza de la cultura que se analiza. El participar concibe un periodo práctico para ponerlo
al servicio de lo personal/existencial, “la subjetividad y la carga afectiva que viene con ella,
dentro de la rutina intelectual de la investigación antropológica, es un dato sistemático de la
situación” (Da Matta, 1999, P. 175-176) que ayuda a la concreción de datos fundamentales y
trascendentales. Es decir, a partir de la subjetividad y carga afectiva se repiensa lo sucedido
en campo, acudiendo a la nostalgia instrumentalizada en teoría para concretar un dato tras la
escritura en soledad, en casa.

Por último, la escritura, como mencioné, es un ejercicio que nace en soledad, pues, para el
investigador es de vital importancia digerir los datos obtenidos, conversarlos con pares
académicos y repensarlos en pro de asignarles la descripción más certera en detalles y
experiencia una vez que la investigación de campo se acaba y se llega a recordar a la oficina.
Puesto que,“lo que vuelve al texto etnográfico más singular cuando lo comparamos con otros
textos dedicados a la teoría social, es la articulación que pretende realizar entre el trabajo de
campo y la construcción del texto” (Cardoso, 2015, P. 8). Para dicho objetivo, es de gran
importancia la hermenéutica entendida por autores como Heidegger o Gadamer, pues,
alejarse en distancia y tiempo de los datos logra que, desde la posición que me de mi cultura,
analice y efectúe la metodología, que, aunque es imposible limpiarle la subjetividad
etnocentrista, es la mejor metodología para hallar esa fusión de horizontes.

3. ¿Cuáles son los elementos, por lo menos 3, que definen y particularizan la etnografía
y el trabajo de campo como metodología privilegiada de la antropología?

La etnografía es uno de los elementos más importantes de la antropología. Con esta los
antropólogos han logrado evolucionar de un método anticuado, como lo es la observación
neta o la revisión de artículos, que a lo largo de los años diferentes autores dejaron claro que
los datos eran superfluos e insuficientes. La falta de interactividad cortaba con la naturalidad
de las experiencias estudiadas y hacía que el antropólogo se quedará con sólo una parte de las
historias que se buscan conocer. Además, gracias a las etnografías logramos tener
definiciones más certeras de las comunidades, se logran entender e interpelar los contextos
reales de las comunidades gracias a que conocemos el “esqueleto de la sociedad”
(Malinowsky, 1973) haciéndonos parte de esta misma sociedad y rompiendo las barreras del
yo ajeno y viendo desde el punto de vista de un nativo.
Y esta es precisamente una de las cualidades o elementos más importantes de la etnografía;
dejarse interpelar o como lo diría el autor Favret-Saada, esta característica describe
inmiscuirse dentro de las experiencias comunitarias. Pero ser afectado no significa
involucrarse emocionalmente o cambiar nuestras formas de pensar, significa estar en las
realidades de las personas, como el caso de la magia, hay que entenderla y hacer parte de los
ritos de la “magia” y así entender cómo funcionan las ideas y por qué las personas se afectan
en algún sentido. Explicar los universos de las comunidades para encontrar los significados
de la afectación, para así “desarrollar una cierta clase de conocimiento” mientras somos parte
de las vivencias únicas que hacen de la comunidad lo que es, es fundamental experimentar el
sistema y poner la propia persona en él.

Otro elemento fundamental ya mencionado es el estar presente. Dejar la observación e ir con


las comunidades para durante un tiempo convertirse en parte de las sociedades. Es vincularse
con el pueblo para así ponerse en los zapatos de la persona regular de la comunidad para
comprender en absolutamente todos los detalles que lo componen, para esto hay que darle
importancia a la cotidianidad, entender que es normal para las personas y como esto hace su
rutina diaria.

Esto implica participar y poner lo normal como extraordinario y lo extraordinario como


normal y así cosas simples, como los ejemplos de los significados de guiñar un ojo de
Gubber, pueden significar elementos diferentes en sociedades, lo que permite profundizar aún
más en estos significados de mundo, siendo lo que más interesa al antropólogo. Darle valor a
la cotidianidad, ya que como dice Malinowsky “hay fenómenos de gran importancia que no
pueden recogerse mediante interrogatorios ni con el análisis de documentos, sino que tienen
que ser observados en su plena realidad”. De nuevo es dejarse interpelar y ser para entender.

Por último, y no menos importante, es fundamental mencionar el esfuerzo por eliminar los
prejuicios y juicios de valor frente a las comunidades, esto también explicado por Rossana
Gubber cuando reconoce los privilegios de los relatos de los individuos y sus historias más
allá que el del investigador. Desvincularse de esa supuesta superioridad es fundamental para
poder entender el mundo de los investigados y desvincular el mal inicio de la antropología
como ciencia colonial. Dejar las preconcepciones y abrirse al conocimiento es lo ideal para
que como investigadores combinemos todos los elementos hablados y así producir un
conocimiento tácito, fuera de prejuicios y con un rigor científico que aporte al conocimiento
y ayude a las comunidades investigadas.
Bibliografia:

Guber, Rosana. «MÉTODO, CAMPO Y REFLEXIVIDAD», 2001, 47.

Malinowski, Bronislaw, Antonio Desmonts, y James George Frazer. Los argonautas del
Pacífico occidental: un estudio sobre comercio y aventura entre los indígenas de los
archipiélagos de la Nueva Guinea melanésica. Barcelona: Planeta DeAgostini, 1986.

«Jeanne Favret- Saada: “Ser Afectado” Como Medio De Conocimiento En El Trabajo De


Campo Antropológico». Avá. Revista de Antropología, n.o 23 (2013): 49-67.

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