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MARIA MONTERO-RIOS
Psicóloga Especialista en Psicología Clínica.
Pedagoga especialista en prevención infantil y
comunitaria. Trainer y supervisora.
La posibilidad del trabajo con los objetos diría que permite desde la visión de
la patología trasladar a los objetos la conflictualidad básica de la psicopatología: la
relación de Objeto.
Y esta la hipótesis de trabajo de la que parto aumenta su operatividad si
contempla una visión diferencial y estructural, de diagnostico e intervención, ya que
diferencial y estructural es también el continuum madurativo del desarrollo humano
tanto en el plano biológico como en el psíquico, donde asentaron los conflictos
específicos y las respuestas defensivas particulares. La introducción de objetos, entre
otros casos, adquiere mayor sentido precisamente cuando la relación de objeto no se
ha establecido satisfactoriamente: estructuras carenciales más nucleares, o esta
elaborándose o re- elaborándose: niños y adolescentes.
En general todos los objetos pueden moverse por una amplia gama de
matices y gradaciones en la intensidad y compromiso de su implicación. Cuanto y
qué, se quiere desnudar. Evitan la presión de los mecanismos de defensa, al tiempo
que por idéntico motivo nos ofrecen un contenido sutil y menos protegido, más abierto
y autentico. De ahí su utilidad en estructuras más débiles, o en aquellas otras más
rígidas y acorazadas, que toleran mal el análisis caracterial y acentúan al máximo las
defensas. Es por ello que siguiendo la línea básica propuesta para el análisis del
carácter - entendido como sistema defensivo- por W.Reich, el síntoma no es atacado
directamente, como en reeducación, las defensas en cuanto tales habrán de ser
respetadas, lo que significa no forzar para no provocar una acción como
contrarreaccion. Lo que importa es permitir el movimiento de los procesos internos a
través de los cuales la persona realiza, pasa a tomar realidad, buscando para si sus
propias formas de resolución y elaboración de los conflictos. La relación con los
lenguajes artísticos integra pues en un plano de mayor distancia y densidad algunos
de los procesos más significativos de la maduración humana: el paso de no ser a ser
- la individualización, la elección y concreción de la forma - la definición, su desarrollo
y transformaciones sucesivas – alcanzar la plenitud, su interacción con otras
formas existentes – la trascendencia. Asumir el vacío, verticalizar una escultura, dar
la emoción precisa a un personaje...,no son trivialidades, como tampoco lo es la
permanencia y la concentración en el proceso creativo, ese profundo dialogo entre la
persona y su obra.
Tampoco podemos sorprendernos por la aparición de las resistencias, lógicas
en todo proceso que busca un cambio, pues sabemos que el cambio, aun desde
una organización patológica supone el paso por ese ingrato territorio de la sin
forma, hasta llegar a consolidar un orden nuevo. Las resistencias tendremos que
tratarlas con constancia, pero sobre todo con “cariño” rodearlas y señalarlas dentro
del espacio simbólico ambiguo que sorprende al paciente y al terapeuta.
El recorrido simbólico aparece como anticipador de la evolución del sujeto. El
proceso de transformación y de relación con la producción genera situaciones de
resolución de conflictos, o de evidencia de los mismos, favoreciendo la decodificación
egositonica caracterial, y abriendo también vías menos contaminadas por la coraza,
en lenguaje reichiano, para la expresión del Yo. Y, tal como aportó W.Reich
acercarnos al análisis no solo de lo que se dice sino de la forma, del como se dice,
donde el lenguaje analógico y el cuerpo aparecen como sustrato del inconsciente.
El hecho que cada lenguaje artístico se sitúe en unos códigos e implique una
diferente relación con la producción permite un abrir la percepción y trascender vías
de comunicación incluyendo no solo la palabra sino la acción del sujeto, en cuanto
protagonista y observador de su obra. La Arte Terapia permite el análisis del como en
el terreno de la propia producción, también la alianza del terapeuta que observa
conmigo mi obra, y de ahí favorece la toma de contacto con uno mismo y con los
conflictos situados ya fuera de mí y fuera de mi soledad. Pensamos que
metodológicamente, el análisis de la obra interviene para sustituir a la interpretación
analítica en un encuadre educativo o psicosocial, con el fin de no provocar una
ruptura violenta de las defensas, un emergente forzado de los conflictos.