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Briefing de Una sutil venganza, por Luciano Lasserre.

Hay novelas de protesta, libros de denuncia, donde sus personajes se nos vuelven
queribles, como amigos de toda la vida. Así, a lo largo de la historia, best-sellers como
El Fuego, de Henri Barbusse; Sin Novedad en el Frente de Erick Maria Remarque; más
recientemente Las Malas, de Camila Sosa Villada; han sabido explotar la propia
experiencia de sufrimiento para generar una obra de ficción donde no sólo quedan en
evidencia los horrores de la guerra o el día a día a los que se enfrenta una persona
travesti; sino también, se convierten en obras de arte llenas de momentos que
perdurarán en la memoria, de innumerables escenas espantosas y otras llenas de
gracia, donde al lector se le hace imposible escapar, detener la lectura, respirar.

Una sutil venganza es una novela testimonial, un grito que denuncia la explotación en
la industria de la comida rápida, escrita en tiempo presente y en primera persona.

Ambientada en el “más reconocido shopping de Once” y posteriormente en el centro


comercial de Recoleta, Bautista, su protagonista adolescente, narra sus vivencias
trabajando en el armado de hamburguesas. Su lugar de trabajo es M.., donde lo
mantienen condicionado por los Manuales de todo tipo.

Bautista sobrevive en la lucha diaria con sus jefes, hecha posible por la presencia de
ángeles en medio del infierno: algunos de sus compañeros y compañeras. Ese terrible
ecosistema es M.., donde trabaja a lo largo de un año.

La novela inicia con el protagonista avergonzado por su nuevo uniforme de trabajo,


bromeando con Kevin y Franco. Es allí, en Puerto Madero y durante la firma de
contrato para ingresar a M.., donde conoce a dos nuevos amigos.

Kevin, un muchachito que se come las “s”, machista y líder del bando “rebelde”; un pibe
flaco, aunque ancho de hombros y porte rudo, que será el mejor amigo de Bautista. Su
proyecto es ser policía. Sin embargo, al final de la novela, lo terminarán despidiendo
por un supuesto robo dentro del local. En el desarrollo de la novela también será padre,
teniendo un hijo con Daniela, una de sus compañeras.

Por su parte, Franco Perluzzo es el compañero que siempre tiene la información


precisa, los nuevos chimentos que se generan dentro y fuera del local; “parece un espía
de la CIA o KGB”. Cursa las primeras materias de arquitectura pero su destino será
migrar, aproximadamente en la mitad de la historia, a Europa. Es que su padre,
trabajador mecánico, sufre por la economía del país y su madre está cansada de la
inseguridad que rodea su hogar, el barrio de Lanús.

Otra protagonista, desde que conoce a Bautista, es Sofía. Estudiante de Diseño Gráfico
en la UBA, feminista, centrada, y oportuna a la hora de frenar las ideas contrapuestas
de Kevin; será parte del “grupo de los cuatro”, siempre unidos a pesar de las
diferencias; dispuestos a debatir la forma de venganza más apropiada para utilizar en
contra de Nicolás.

Por su parte, Nicolás es la encarnación del mal. El típico compañero que se transforma
en patrón. Corredor de Turno, superior a ellos, de mayor poder y al mismo tiempo un
personaje lleno de vileza, maldad y frialdad. Causa de renuncia para Francisco, y
culpable, al final de la novela, del despido de Kevin.

Sin embargo, será con Maxi, estudiante de filosofía en la UBA, con quien Bautista será
feliz, aunque jamás lo hubiera pensado. Se conocen yendo al depósito a buscar
mercadería. Maxi, pequeño de estatura y usando la boina roja del uniforme, “parece un
duende”. Comienza como alguien callado, tímido, que con el pasar del tiempo se
transformará en un bohemio, alguien con quien Bautista puede discutir acerca de la
productividad, de las guerras, del poder de los medios, de Voltaire y Primo Levi;
discutirán si Maradona debe estar impreso en los billetes; será quien despierte en
Bautista la idea de esa “sutil venganza”.

Como forma de vengar todo lo ocurrido, desde las primeras “forreadas” hasta el haber
culpado a Kevin de “chorro”, Bautista decide armar un plan magnífico, algo así como
una explosión organizada en contra de Nicolás. De igual manera a como los ingenieros
en explosivos colocan minas para estallar toda una ladera, de forma organizada y
meticulosa; así es como Bautista organiza su último día en M..,: una especie de
venganza terrenal, provocando gritos espantosos por parte de “la uniformada”, la
supervisora, y dejando en ridículo a Nicolás.

Sin embargo, en la página final de la novela nos daremos cuenta que esa venganza no
será la única, ni la más apreciada. Bautista prepara algo más importante, más sutil:
vengarse a través de una novela. Siendo escritor.

POR QUÉ PUBLICARLA


Una sutil venganza no sólo pretende representar a los cerca de 50.000 jóvenes que se
desempeñan en locales de comida rápida a lo largo y ancho de nuestro país. Más
todavía, se propone describir una generación: aparece la temática vegetariana y vegana;
al mismo tiempo, uno de sus protagonistas, Maxi, decide hacerse la vasectomía,
desencantado con el mundo, que él considerada amenazado por la contaminación, las
guerras, y la concepción de los hijos como propiedad. Por otro lado, a través de los
diálogos, aparecen temas vinculados a Carlos Menem, la eterna inflación argentina,
entre otros.

En fin, Una sutil venganza está bien situada en Buenos Aires, con sus personajes
típicos: un librero, un mendigo, una señora que habla sola y Bautista la persigue para
investigarla; un saxofonista en la vereda de Vicente López y Uriburu; el cementerio de
Recoleta, lugar de escape y distracción diaria para bautista; Plaza Francia, donde fuma
porro con un compañero y discuten ¿para qué existe el arte?

Por otro lado, el contexto argentino, con sus problemas económicos de siempre; que
impactan de lleno a la juventud (cercana a los personajes de la novela, sobre todo por
sus diálogos coloquiales, informales, hasta discusiones sobre sexo y “pajas por día”),
hacen que la novela sea cercana, fácil de leer, pero no por eso menos profunda,
filosófica, cuestionadora o perspicaz.

Asimismo, la denuncia a la explotación se vuelve por momentos irónica, con anécdotas


graciosas relatadas por los personajes (por ejemplo cuando Sofía detalla la tarea de
limpiar los baños de hombres, o cuando Bautista, folleteando, termina
inesperadamente y en plena calle, con el brazo extendido entre los cuerpos de dos
enamorados que se besan).

En resumidas cuentas, el minimalismo expresado en Una sutil venganza, la transforma


en una novela tan agradable como entretenida para su lectura.

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