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EL PENSAMIENTO PEDAGÓGICO DEL TERCER MUNDO

Hasta este momento presentamos las ideas pedagógicas de la educación


“universal”, que han sido desarrolladas principalmente en Europa y en los países
del llamado “Primer Mundo”.

Ahora hablaremos del pensamiento pedagógico del “Tercer Mundo”, aquel


pensamiento originado por la experiencia educativa de los países colonizados,
básicamente los de América Latina y los de África. Ellos construyeron una teoría
pedagógica original en el proceso de las luchas por su emancipación.

Europa colonizó a los dos continentes, dividiendo territorios según sus


intereses económicos, políticos e ideológicos, haciendo a esos países cada vez
más dependientes y manteniéndolos en el subdesarrollo.

Los colonizadores combatieron la educación y la cultura nativas,


imponiendo sus hábitos, costumbres, religión, esclavizando a indios y negros, con
el único fin de unirlos a una religión universal.

Mientras tanto, ese programa, llevado a cabo por las iglesias, fracasó en
África porque la tradición europea religiosa estaba basada en el valor de la palabra
escrita, al paso que la tradición cultural africana está dominada básicamente por la
oralidad. Además de eso, África es esencialmente un continente agrario. En las
tabancas (aldeas), la comunidad no tiene interés en alfabetizarse ya que no utiliza
lo que aprende.

Los países africanos que en los años setenta de este siglo consiguieron
liberarse de la metrópoli portuguesa hicieron enormes campañas de alfabetización
que, desde el punto de vista europeo, serían consideradas verdaderos fracasos.
Los resultados obtenidos fueron enormes si consideramos la falta de condiciones
y la multiplicidad de lenguas habladas.

La historia del pensamiento pedagógico latinoamericano registra


contribuciones importantes y variadas como la del educador cubano José Julián
Martí (1853-1895), de los llamados “estadistas de la educación”, entre ellos el
mexicano Benito Juárez, el argentino Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) y
el uruguayo José Pedro Varela (1845-1879) que predicaba la educación como
“locomotora del progreso”. Además de ellos, también merecen ser destacados los
marxistas: el argentino Aníbal Ponce (1898-1938) y el peruano José Carlos
Mariátegui (1895-1930).

Los tres históricos “estadistas de la educación” (Juárez, Sarmiento y Varela)


defendieron, en sus respectivos países, una educación cuyo centro fuera la
formación del ciudadano, en la línea del pensamiento pedagógico ilustrado y
liberal, así como la extensión de la escuela para todos, como Varela defendió en
su libro La educación del pueblo (1874). Postulaban un orden social que
permitiera superar el atraso económico, orden fundado en la educación y en la
participación.

Uno de los mayores difusores del pensamiento pedagógico liberal europeo


en América Latina fue el argentino Lorenzo Luzuriaga (1889-1959). Fue uno de
los más fecundos y destacados pedagogos en los países de lengua española,
desde la década de 1920. Propagó de manera infatigable e inteligente la Escuela
Nueva en la Revista de la Pedagogía, publicada durante muchos años en España.
En una de sus últimas producciones – Reforma de la Educación – Luzuriaga
pretendió llevar los principios de la pedagogía activa a todos los niveles de
enseñanza y sectores de la educación.

En sus obras, Luzuriaga abordó los diversos aspectos de la psicología y de


la educación de la infancia, la adolescencia y la juventud y sus relaciones con las
enseñanzas primaria, secundaria y universitaria, así como con el
perfeccionamiento y la preparación del magisterio y del profesorado.

Se puede decir que, en el período de 1930 a 1960, predominó en América


Latina la teoría de la modernización desarrollista. A partir de la década de los
sesenta, con las luchas de liberación, surge la teoría de la dependencia, que
negaba la teoría anterior. Era una educación denunciante, de crítica radical a la
escuela, al aparato ideológico y a las desigualdades sociales.

1970 Fue una época en que predominó el desencanto con la escuela: lo


que importaba era cambiar la sociedad. En consecuencia, surgieron muchas
iniciativas no escolares.
La década de 1980 no presenta teorías o paradigmas pedagógicos
dominantes. Hay un creciente desarrollo de la posgraduación en educación y un
aumento de organizaciones no gubernamentales, que se constituyen en el marco
teórico-práctico de la década.

La práctica de enfrentamiento de la crisis parece juntar dos corrientes


fuertes: por un lado, los defensores de la escuela pública; por el otro, los
educadores ligados a los movimientos por la llamada educación popular no
escolar.

En el contexto de la educación popular latinoamericana se destacan los


educadores: los chilenos Antonio Faundez y Marcela Fajardo, la ecuatoriana Rosa
María Torres, los argentinos Carlos Alberto Torres, Adriana Puiggróss, autora de
Hacia una pedagogía de la imaginación en América Latina (1992), Isabel
Hernández y Enrique Dussel, el peruano Oscar Jara, el colombiano Orlando Fals
Borda, autor de Conocimiento y poder popular (1986) y el español Francisco
Gutiérrez.

Tanto en África como en América Latina, el pensamiento pedagógico se


desarrolló sólo cuando se liberó de la educación del colonizador y de la tutela del
clero. El desarrollo de la escuela pública y la expansión de la imprenta
desencadenaron la popularización de la enseñanza.

Las luchas por la independencia que destruyeron el régimen colonial no


sólo apuntaban hacia un nuevo modelo económico-político, sino también hacia
una nueva valorización de la cultura nativa y hacia la expansión de la educación
popular.

En conclusión, la pedagogía originaria del “Tercer Mundo”, es básicamente


política, por ende, no especulativa, sino práctica, teniendo como objetivo la acción
entre los hombres. Es lo que Paulo Freire llama la “pedagogía del oprimido”, Por
otro lado para facilitar el estudio de las fuentes básicas del pensamiento
pedagógico del Tercer Mundo, lo dividimos en dos partes: pensamiento
pedagógico africano y pensamiento pedagógico latinoamericano. Con excepción
de la teoría educativa japonesa reciente, que incluimos en el penúltimo capítulo, y
que ya no puede ser considerada de “Tercer Mundo”, el pensamiento pedagógico
asiático tuvo hasta ahora poca influencia entre nosotros.

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