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ISSN:

“Más allá de la ilegalidad”: Una aproximación


sociológica hacia el microcomercializador de
drogas del distrito de Villa el Salvador (Lima)

Edith Bastidas Ccopa*


Fecha de Recepción:
Fecha de Aprobación: del 2021

Resumen
El principal objetivo de esta investigación es dar a conocer a la persona detrás del microcomercializador de
drogas del distrito de Villa el Salvador, yendo más allá de la actividad ilegal que realiza, pero sin descuidar
nuestro interés en su relación con la venta de drogas. Este estudio fue realizado desde el paradigma cualitati-
vo, usando como estrategia de investigación los estudios de caso, y la población de estudio estuvo compuesta
por jóvenes microcomercializadores de marihuana, cocaína y pasta base (PBC), de 20 a 28 años, que residen
en el distrito de Villa el Salvador. Asimismo, las teorías situacionales y de control que explican la disuasión
del cumplimiento de la ley ayudaron a encaminar nuestros hallazgos hacia la elaboración de un marco teórico
que se ajuste a la realidad actual de los jóvenes que se dedican a la microcomercialización de drogas.

Palabras clave: Microcomercializadores de drogas, proyecto de vida, vínculos sociales, ilegalidad, y estra-
tegias.

Abstract
The main objective of this investigation is to make the person behind the drug micro-merchant in the Villa el
Salvador district known, going beyond the illegal activity it carries out, but without neglecting our interest
in its relationship with the sale of drugs. This study was carried out from the qualitative paradigm, using the
case studies as a research strategy, and the study population was made up of young marijuana, cocaine and
base paste (PBC) micro-marketers, aged 20 to 28, who reside in the district of Villa el Salvador. Likewise,
the situational and control theories that explain the deterrence of law enforcement helped guide our findings
towards the development of a theoretical framework that is adjusted to the current reality of young people who
engage in drug micro-marketing.

Key Words: Drug micro-marketers, life project, social ties, illegality, and strategies.

Edith Bastidas Ccopa. Licenciada en Sociología de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Especializada en investigación
cualitativa sobre temas de ilegalidad y medio ambiente.
Correo: edith.bastidas@pucp.pe

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“Más allá de la ilegalidad”: Una aproximación sociológica hacia el microcomercializador de drogas del distrito de Villa el Salvador

Introducción

El presente estudio aborda el perfil del microcomercializador de drogas del distrito de Villa el
Salvador, a través de los testimonios de vida de 10 jóvenes, de 20 a 28 años de edad, del distrito de
Villa el Salvador1 que venden o han vendido, a pequeña escala, alguna droga ilegal recientemente2,
específicamente marihuana, cocaína y/o pasta base de cocaína.
A modo de introducción, debemos empezar por señalar el contexto en el cual se desarro-
lla el tráfico o microcomercialización de drogas. Tradicionalmente, las investigaciones sobre estos
temas se han concentrado en su aparente carácter marginal, vulnerable, o incluso criminal, debido
a la abundante literatura que sostiene a la actual política mundial contra las drogas, extendiendo y
reforzando la creencia de que están asociadas a la falta de control, violencia, crimen y marginación
social. Sin embargo, luego de una minuciosa revisión bibliográfica de diversos académicos espe-
cializados en el tema de drogas, podemos afirmar que existen muchas pruebas para señalar que di-
cha política podría estar causando más daños que el mismo abuso de drogas. Es decir, encontramos
que las medidas prohibicionistas y punitivas que sostienen la política actual en contra de algunas
drogas generan un tráfico ilícito vinculado directamente al fortalecimiento de organizaciones cri-
minales, a la corrupción de gobiernos, al debilitamiento de las instituciones y a la expansión de
una violencia que afecta en mayor medida a grupos socioeconómicos y étnicos más vulnerables
(Boville 2000 y Luna-Fabritius 2015).
Por otro lado, aunque nos hallamos en un escenario en donde el mercado de la marihua-
na está viviendo cambios, a nivel internacional, orientados hacia su regularización y legalización3,
lo cierto es que en el Perú, la microcomercialización de esta y otras drogas como la cocaína y el
PBC, es ilegal y está penalizada. En consecuencia, el abordaje teórico de este tema partió de una
revisión de teorías sobre desviación del cumplimiento de la ley; más allá de teorías sobre el crimen
y la delincuencia, ya que se considera que estos términos simplifican y criminalizan al microco-
mercializador de drogas; y ello evita comprender y analizar una realidad que es más bien compleja,
flexible y diversa.
Cabe señalar que la realización del trabajo de campo fue simultánea a la construcción
del marco teórico. En este sentido, esta última fue modificándose a medida que nuestros hallazgos
se iban ordenando. Finalmente, encontramos que las teorías de disuasión, abordadas por autores
como Robinson y Darley (2004), Sykes y Matza (2008), y algunos aportes de la teoría de las opor-
tunidades Felson, Marcus y Clarke, Ronald (1998) y la teoría del control Hirschi (1935); resultan
1. Se eligió el distrito de Villa el Salvador porque se tenía mayor acceso a este espacio y cercanía con los posibles infor-
mantes clave, de modo que se podía obtener una información más confiable y exquisita respecto a la actividad ilegal que
realizan. Asimismo, se consideró interesante el hecho de explorar en la heterogeneidad de la vulnerabilidad en un distrito
que es considerado marginal, cuando realmente se percibe por experiencia propia que esta marginalidad y/o vulnerabilidad
no es compartida de igual manera por sus habitantes.
2. Se recogió información desde enero del año 2019 hasta febrero del año 2020.
3. Revisar: “La OEA recomienda despenalizar el consumo de drogas en América”. El País. 17 de mayo de 2013. https://
elpais.com/internacional/2013/05/17/actualidad/1368819280_847932.html; y “¿En qué países del mundo es permitida la
dosis mínima de drogas?”. El Tiempo. 5 de septiembre de 2018. 26
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de vital importancia para entender al microcomercializador de drogas, aunque sus premisas deben
de aterrizarse cuidadosamente a este fenómeno en particular.
Así pues, nuestro marco teórico parte del hecho de que la persona que incumple la ley
no es necesariamente alguien marginal, antisocial, ni mucho menos irracional. Más bien se trata
de sujetos que racionalizan su accionar a determinados contextos, considerando las limitaciones,
posibilidades de acción, y las posibles consecuencias de la infracción de la ley en dichos contex-
tos. Además, evalúan de manera consciente o inconsciente el impacto que estas decisiones tienen
sobre sus vínculos sociales más significativos; lo cual puede motivar o constreñir la decisión de
llevar a cabo una actividad ilegal. Asimismo, estas influencias pueden estar presentes desde mucho
antes incluso, desde los primeros años de vida del posible infractor de la comisión del “delito”,
en el momento previo a ello, y a largo plazo cuando se evalúa si se continuará involucrado en una
actividad ilegal y hasta cuándo.
En conjunto, resulta evidente la importancia de investigar ¿cuál es el perfil del micro-
comercializador de drogas en el distrito de Villa el Salvador?, a través del análisis profundo de sus
diversos testimonios de vida, para de esta manera explicar cuáles son los factores que median la de-
cisión de dedicarse a la venta de drogas a pequeña escala, en jóvenes de 20 a 28 años de edad, que
residen en Villa el Salvador. Así pues, fue relevante explorar a través de cada caso, las condiciones
socioeconómicas, motivaciones y conexiones que caracterizan las diversas trayectorias de vida
de estos jóvenes; y así poder analizar y exponer las continuidades y variaciones de las dinámicas
alrededor de esta actividad ilegal.
Entre los objetivos de esta investigación se encuentran: 1) Rastrear y analizar cómo
estos jóvenes se inician en la microcomercialización de drogas, 2) Explicar los factores que inter-
vienen en las trayectorias de vida de estos jóvenes para llegar a vender drogas ilegales a pequeña
escala, 3) Exponer y explicar qué recursos usan estos jóvenes para disminuir el riesgo de ser un
microcomercializador de drogas, 4) Examinar cómo y por qué estos jóvenes desisten o continúan
llevando a cabo dicha actividad ilegal, y 5) Exponer y explicar cómo varían los perfiles de los mi-
crocomercializadores de drogas.
Por consiguiente, se llevará a cabo esta investigación a partir de una perspectiva cualita-
tiva. Tal como expone Creswell (2009), la metodología cualitativa es apropiada cuando se propone
investigar las perspectivas de los actores sociales, los condicionamientos de la vida cotidiana, o
se busca brindar una descripción detallada de la realidad delimitada de un grupo de individuos.
Dentro de este enfoque, se ha optado como estrategia de investigación el estudio o análisis de caso.
Llevar a cabo una investigación cualitativa a través de un estudio de casos nos permite explotar al
máximo la coherencia con la realidad, ya que a través de ella podemos obtener descripciones den-
sas, tanto en la recolección como en el análisis de los datos, debido a la cantidad de casos. Además,
se beneficia del desarrollo previo de proposiciones teóricas que guían la recolección de los datos
y el análisis, y de esta forma permiten su construcción o refinamiento (George y Bennett 2015).
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Finalmente, los estudios de caso permiten visibilizar las redes socales que configuran el
fenómeno estudiado en este caso la microcomercialización de drogas, pues las probabilidades de
que los actores de nuestro objeto de estudio se conozcan entre sí son mayores (Small 2009). Ello
implica que podamos analizar mejor los puntos de diferencia y convergencia en las acciones de los
microcomercializadores en torno a la venta de drogas, dando luz así, no solo a los diversos perfiles
del microcomercializador, sino también sobre características y dinámicas de la actividad ilegal.
Para este estudio de caso se recogió evidencia a través de observación participante con
un carácter etnográfico, debido a la cercanía con los sujetos de investigación y con el entorno don-
de estos jóvenes llevan a cabo algunas de sus actividades relacionadas a la venta de drogas4. Así
también, se realizó entrevistas semiestructuradas a 105 microcomercializadores de drogas de 20 a
28 años de edad (1 entrevista a cada uno como mínimo6). Al respecto, cabe mencionar que cada una
de las entrevistas fue grabada, transcrita y codificada, con el objetivo de proteger la anonimidad y
confidencialidad de los/as entrevistados/as. Para ello, se han modificado los nombres de los jóve-
nes, y se han borrado las referencias contextuales que permiten identificarlos.
Por otro lado, cabe mencionar que las investigaciones que tienen como sujeto de estudio
a personas que realizan actividades penalizadas se enfrentan con la dificultad de ubicar a dichas
personas y establecer con ellas lazos de confianza hasta el punto en que estos no consideren que
dar información al investigador sea un riesgo (Adler 1990; Becerius 2007; Carrabine, et.al 2009).
Sin embargo, en esta investigación como ya se ha señalado existe un acercamiento previo entre la
investigadora y los sujetos de estudio, lo cual facilitó poder encontrar nuevos informantes clave, y
además abordar temas privados con mucha confianza y confidencialidad. Debido al conocimiento
anticipado del entorno en el que se lleva a cabo esta investigación y a los vacíos teóricos previa-
mente expuestos, el análisis de la información se realizó desde el modelo de la Teoría Fundamen-
tada (Glaser y Strauss 2006), donde se usa el método inductivo para descubrir teorías, conceptos y
proposiciones, partiendo directamente de los datos y no de prenociones; para de este modo conse-
guir construir el conocimiento basado en la experiencia de propios sujetos de investigación.
Finalmente, sostenemos que el conjunto de resultados de la presente investigación es
tanto válido como confiable, debido a que la información obtenida es de primera mano, por el
contacto directo y prolongado de la investigadora con los sujetos de estudio y con el espacio donde
estos desarrollan sus principales actividades, las descripciones a profundidad de la información
obtenida, así como también la retroalimentación permanente de la conceptualización emergida
y validada constantemente con nuevos datos (Creswell 2009). De igual modo, cabe resaltar que,
4. La investigadora reside en el mismo distrito que los sujetos de investigación, y además conoce a muchos de los/as infor-
mantes previo al desarrollo de la investigación, Así también, conoce los espacios donde estos suelen relacionarse (discote-
cas, puntos de encuentro, etc.) y sus círculos de amistad.
5. Se eligieron a 10 informantes clave porque el método de estudio de caso recomienda una cantidad limitada de casos, ya
que estos no son considerados una muestra representativa del fenómeno a nivel estadístico, sino que su valor reside en que
explota al máximo la coherencia con la realidad, y que a través de ella podemos obtener descripciones densas del fenómeno
estudiado. Por ello, se considera que a partir de 7 casos un estudio de caso cobra solidez, pues luego las evidencias suelen
ser similares.
6. Esto depende de la información que tenga cada individuo. Se ha llegado a realizar hasta 3 entrevistas a una sola persona. 28
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aunque los hallazgos no se pueden generalizar en términos estadísticos7, sí es posible realizar una
generalización en términos teóricos y analíticos sobre las características conceptuales del proceso
estudiado8.

Antecedentes y marco teórico

Encontramos que las teorías de disuasión, abordadas por autores como Robinson y Darley (2004),
Sykes y Matza (2008) y algunos aportes de la teoría de las oportunidades Felson, Marcus y Clarke,
Ronald (1998) y la teoría del control Hirschi (1935); resultan de vital importancia para entender
al microcomercializador de drogas, aunque evidentemente sus premisas deben de aterrizarse cui-
dadosamente a este fenómeno en particular. Por otro lado, se ha dicho mucho respecto al carácter
antisocial y/o desviado de quien incumple la ley, así también se le ha acusado de ser irracional e
ir en contra de todo el sistema normativo. Sin embargo, a través de Sykes y Matza, encontramos
que quien comete un acto ilegal no es necesariamente alguien antisocial. Por el contrario, comparte
gran parte de los valores y normas de su sociedad. Así pues, el hecho de que alguien realice una
actividad ilegal no significa que rechace completamente el sistema normativo dominante.
Sucede más bien que los valores y las normas se presentan como guías para la acción,
contextualizadas y de aplicabilidad limitada en función del tiempo, del espacio, de otros indivi-
duos y de las circunstancias sociales. En este sentido, el sistema normativo de nuestra sociedad
se caracteriza por ser flexible, es decir, no consiste en un conjunto de reglas que se consideran de
cumplimiento obligatorio en todas las circunstancias9. Esta flexibilidad, de hecho, es inherente al
derecho penal, en el sentido de que existen los denominados “atenuantes de culpabilidad” que pue-
den promoverse en las declaraciones de culpabilidad o inocencia del acusado; por ejemplo, minoría
de edad, necesidad, demencia, ebriedad o defensa propia, entre otros (Sykes y Matza 2008, 166).
Así pues, estos autores consideran que gran parte de los delitos se basan en lo que cons-
tituye una prolongación de los atenuantes de culpabilidad que se manifiestan como justificaciones
de la “desviación”. Estas justificaciones comúnmente se describen como racionalizaciones. En
este sentido, quien lleva a cabo una actividad ilegal reconoce la validez del sistema normativo do-
minante, pero restringe algunos de sus mandatos, y considera que ciertas violaciones son “acepta-
bles”. A este tipo de justificaciones del incumplimiento de la ley se les ha denominado “técnicas de
neutralización”. En relación con la microcomercialización de drogas, encontramos que los jóvenes
microcomercializadores hacen “uso” de las siguientes “técnicas”: “La negación de la existencia de

7. En los estudios de caso la generalización no se apoya en una muestra estadística, sino en la profundización de uno
o pocos casos, abordado de manera holística. Giménez, Gilberto. “El problema de la generalización en los estudios de
caso”. Cultura representaciones. Vol. 7, No 13 (2012), http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pi-
d=S2007-81102012000200002.
8. Este tipo de generalización permite abstraer y teorizar sobre el fenómeno de investigación, de tal manera que dicha teo-
rización pueda dialogar luego con otros trabajos de investigación que aborden la misma problemática.
9. Por ejemplo, el principio moral que desaprueba el acto de matar, por ejemplo, no rige para el enemigo en combate en
tiempos de guerra, a pesar de que la prohibición se vuelve otra vez válida para un enemigo que se toma prisionero. 29
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una víctima”, “la negación del daño” (se considera que un acto puede ser ilegal, mas no inmoral10),
y “la condena a quien condena” (se alega que quienes condenan su accionar son hipócritas, o des-
viados encubiertos).
Esta última idea es compartida por Robinson y Darley (2004), quien afirma que la re-
putación del sistema de justicia penal relativa al trato justo y respetuoso de las personas es central
para su capacidad de conseguir que las personas cumplan voluntariamente con la ley. En este sen-
tido, cuando se percibe que el trato del sistema de justicia representado por diversas instituciones
o agentes de la ley es injusto, inapropiado, grosero o abusivo, se origina una pérdida importante
de su legitimidad, y ello influye negativamente en el respeto y cumplimiento de la ley11. Hasta este
punto se ha desarrollado que quien incumple una ley no es necesariamente alguien antisocial, ni
mucho menos irracional.
Asimismo, Robinson y Darley (2004) añaden que, aunque el sujeto es consciente del
carácter ilegal de la actividad que realiza, y de las posibles consecuencias penales; éste considera
que existe una baja probabilidad de sanción. Por consiguiente, la imposición de responsabilidad
penal no es un evento común o inmediato; y por ello no influye con la inmediatez que lo hace,
por ejemplo, el paso de un coche patrulla. Además, aunque los posibles infractores no tienen un
conocimiento exacto del Derecho Penal, sí tienen un conocimiento práctico sobre los riesgos que
enfrentan al dedicarse a una actividad ilegal. Sin embargo, lejos de rechazarla por completo, ven
las maneras de evitar o disminuir estos riesgos.
En consecuencia, en base a sus experiencias previas y/o las de sus allegados/as, evalúan
consciente o inconscientemente cómo actuar en circunstancias en las que se ve amenazado. No
obstante, cabe recalcar que su reacción no es necesariamente premeditada, más bien se trata de un
“saber práctico” o “conciencia práctica” respecto a cómo desenvolverse en este tipo de situaciones.
El saber práctico es un concepto acuñado por Giddens (1984), y hace referencia a un saber tácito
o implícito, adquirido por los individuos en el transcurso de su actuar en determinados contextos
sociales, los cuales presentan sus propias “reglas” y “recursos”, los cuales deben ser identificados
por los sujetos involucrados en dichos contextos.
Cabe señalar que las “reglas” son aquellas que constriñen y limitan la acción (costum-
bres, normativas, instituciones, el lenguaje, etc.); y por su parte, los “recursos” son medios que
posibilitan y habilitan la acción. Es decir, la dualidad entre los límites y las posibilidades de ac-
ción, característicos de un contexto, son tomados en cuenta por el individuo y racionalizados en
el momento de desarrollar alguna acción, obviamente para su beneficio. En este sentido, el saber
10. Esta cuestión existe incluso dentro del Derecho Penal, que establece la distinción entre delitos que son mala in se y
aquellos que son mala prohibita, es decir, entre actos que son en sí mismos “malos” y aquellos que son ilegales pero no
inmorales. El delincuente puede hacer la misma distinción al evaluar la “maldad” de su comportamiento. Ver más en: Sykes,
Gresham y Matza, David. “Técnicas de Neutralización: una teoría de la delincuencia”. Caderno CRH, vol. 21, núm. 52
(2008), p. 167. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=347632174012.
11. Para mayor conocimiento revisar: Bastidas Ccopa, Edith. “Más allá de la ilegalidad”: Una aproximación sociológi-
ca al perfil del microcomercializador de marihuana, cocaína y pasta (PBC) en el distrito de Villa el Salvador. Tesis de
Licenciatura, Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), 2020. pp. 16 - 17. https://repositorio.pucp.edu.pe/index/
handle/123456789/179181. 30
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práctico incluye la capacidad del sujeto de identificar, tanto las posibilidades como las limitaciones
de acción en un contexto determinado, así como también las consecuencias o efectos que tendrían
sus posibles acciones sobre él y sobre dicho contexto. Por tanto, la conciencia práctica enfatiza en
la capacidad de acción y de adaptación de los individuos (aunque no sitúa necesariamente dicha
capacidad a situaciones conflictivas o adversas).
A partir de lo desarrollado, se ha optado por situar las técnicas de neutralización como
“recursos” que posibilitan la disuasión del cumplimiento de una ley; y por su parte, señalamos que
las leyes y el ejercicio procedimental del sistema de justicia a través de instituciones o agentes de
la ley son las “reglas” que constriñen el incumplimiento de la ley. Por otro lado, encontramos que
aquellos jóvenes que llevan a cabo alguna actividad ilegal, no se cuidan únicamente de ser descu-
biertos por agentes de la ley sino es usual encontrar que también lo ocultan a su familia, más aún
cuando viven con ella. Cabe resaltar, entonces, que también para este tipo de situaciones, en las
que corren el riesgo de ser descubiertos por sus familiares, existen “recursos” y “reglas” que son
instrumentalizadas por los jóvenes para disminuir tal riesgo. De este modo, se podría decir que el
sujeto, al instrumentalizar y adaptarse a estas situaciones de riesgo, desarrolla ciertas estrategias.
Hasta el momento se ha hablado principalmente de los significados y posturas asociadas
a la toma de decisiones orientada al desarrollo de una actividad ilegal, pero no se ha ahondado en
el porqué de estas posturas, es decir, las razones detrás del por qué dentro de un mismo espacio
con un sistema normativo compartido, solo algunos opten por dedicar parte de su tiempo a una
actividad ilegal, mientras que otros no. Para responder a esta cuestión, es importante mencionar las
siguientes consideraciones. A partir de y en discusión con la teoría situacional de las oportunidades
(Felson, Marcus y Clarke, Ronald 1998), sostenemos que el espacio en el que se desarrollan los
hechos sí es relevante, en última instancia, al momento de decidir si se incumple una ley, en tanto
se observa que físicamente existen menos riesgos de ser descubierto; y que además “cualquiera”,
independientemente de su condición socioeconómica12 en condiciones favorables para no ser des-
cubierto, podría llegar a incumplir una ley. No obstante, discutimos esta afirmación de la siguiente
manera.
Consideramos que un espacio también cuenta una realidad social, y por ello no debe
ser entendida como algo que se evalúa únicamente por sus características físicas, sino también por
su bagaje histórico y sociocultural, puesto que lleva implícito un conjunto de creencias e inter-
pretaciones compartidas en menor o mayor medida por los grupos sociales que lo conforman. Así
pues, en la presente investigación se comparte la idea de que el espacio y sus características físicas
pueden constituirse y ser percibidas como “oportunidades”, previamente a la comisión de un acto
ilegal, y son importantes al momento de decidir si se incumple o no una ley, tal como lo señalan
estos autores; pero se debe agregar que son aún más importantes las razones por las cuales quienes
incumplen la ley perciben ciertas situaciones como oportunidades, o incluso crean sus propias
12. Se considera importante dicha premisa porque discute la idea de que quien se desvía de la ley es siempre marginal,
pobre o un desadaptado. 31
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oportunidades a partir de ciertas situaciones13.


Sostenemos que estas razones están más ligadas al proceso social en el cual los su-
jetos construyen su personalidad, y se enfrentan a un conjunto de experienciasque, en menor o
mayor medida, lo llevan a normalizar ciertas actitudes o acciones ligadas a una actividad ilegal.
Sin embargo, también consideramos importantes aquellos conocimientos que, a simple vista, no
tienen relación alguna con ninguna actividad ilegal, pero que, en determinadas situaciones, y al ser
instrumentalizados por los sujetos, son de gran ayuda para evitar o disminuir los riesgos que esta
implica. Además, cabe resaltar que estos conocimientos pueden ser habilidades muy desarrolladas,
que incluso ya forman parte de la personalidad de estos sujetos.
Por otra parte, se cuestionan las teorías de control Hirschi (1935) que tienden a ubicar
las influencias de control en influencias internas (autocontrol y personalidad) o externas (familia,
etc.), señalar que unas pesan más que otras; pues en esta investigación sostenemos la idea de que
el impacto del control o la influencia externa principalmente por parte de la familia y los grupos de
pares y el impacto del control interno; están en constante comunicación, e influyen en conjunto y
de manera caótica y diversa en las decisiones de los posibles infractores. Así también, es importan-
te resaltar que estas influencias pueden orientar tanto al cumplimiento como al incumplimiento de
la ley, dependiendo las circunstancias, y no siempre de manera consciente.
Al respecto, cabe mencionar a Hirschi (1935) quien muestra principal interés en el rol
que tienen los vínculos sociales de los individuos al momento de decidir si llevar a cabo una ac-
tividad ilegal; así pues, menciona que lo que impide que el individuo se entregue a sus deseos de
cometer un acto ilegal14, para satisfacer ciertas necesidades, es el compromiso con ciertos vínculos
sociales que, en caso descubrieran su falta a la ley, se rompería parte o la totalidad de dicho vínculo.
Por consiguiente, el sujeto debe cumplir ciertas expectativas de aquellas personas que tienen una
presencia significativa en su vida. En este sentido, el posible infractor debe evaluar que estaría dis-
puesto a perder de sus vínculos sociales, en caso se descubra que se dedica a una actividad ilegal.
Así, encontramos que, mientras más fuerte es el vínculo con estas personas, y más tienen que per-
der si quiebran sus expectativas, más se internalizan dichas expectativas como propias; y orientan
al individuo a rechazar el incumplimiento de la ley y buscar un proyecto de vida más convencional.
Se comprende, entonces, la idea de que las aspiraciones legítimas de los individuos son
un factor crucial para aislar a alguien de la actividad ilegal. Es decir, son una “apuesta en confor-
midad” que atan al individuo al orden social convencional, al menos cuando él o ella ha invertido
en la búsqueda de tales objetivos en lugar de simplemente desearlos (Hirschi 1935, 117). Entonces,
se entiende que las expectativas propias sobre el cumplimiento de nuestros objetivos están bastante
ligadas a las expectativas de aquellas personas, cuya presencia es significativa en nuestras vidas.
13. Esto se desarrollará con mayor nimiedad en los hallazgos.
14. Hirschi parte de la idea de que las personas se ven orientadas a buscar un mayor beneficio con la mayor facilidad posi-
ble, y por ello tienen, de manera universal, una atracción por las tentaciones ilegales. Esta suposición, aunque sea bastante
cuestionable, resulta útil - al igual que la teoría de las oportunidades - por partir desde una visión que no criminaliza a quien
incumple la ley; sino que, por el contrario, se cuestiona por qué hay quienes cumplen la ley; situando así un punto de partida
más comprensivo y analítico respecto al accionar del posible infractor. 32
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Sin embargo, tal como lo menciona el autor, los vínculos con estas personas no son estáticos; su
presencia y fuerza varía con el tiempo, y ello también genera cambios en la toma de decisiones
de los individuos, y el hecho de que pueda retirarse y volver, dependiendo las circunstancias, a la
comisión de la actividad ilegal.
Adicionalmente, es importante añadir que, en un escenario real, las personas importan-
tes para el posible infractor de la ley, no siempre están en conformidad absoluta con el cumpli-
miento de la ley15, y en caso lo estén no siempre son capaces de romper el vínculo con el posible
infractor, debido a la fuerza del vínculo. Así pues, aunque rechacen este accionar, muchas veces
deciden continuar presentes en sus vidas. No obstante, son un referente de vital importancia cuan-
do los posibles infractores se plantean qué harán con sus vidas a largo plazo, y ello está ligado a la
pregunta de ¿hasta cuándo continuarán involucrados en una actividad ilegal?
En síntesis, nuestro marco teórico parte del hecho de que la persona que incumple la ley
no es necesariamente alguien marginal, antisocial, desadaptado, ni mucho menos irracional. Más
bien se trata de sujetos que racionalizan y adecuan su accionar a determinados contextos, teniendo
en cuenta las limitaciones, posibilidades de acción, y posibles consecuencias de su infracción en
dichos contextos. Así pues, también se toma en cuenta de manera consciente o inconsciente el
impacto que estas decisiones tienen sobre sus vínculos sociales más significativos; lo cual puede
motivar o constreñir la decisión de llevar a cabo una actividad ilegal. Además, estas influencias
pueden estar presentes desde mucho antes incluso, desde los primeros años de vida del posible
infractor de la comisión del “delito”, en el momento previo a ello, y a largo plazo cuando se evalúa
si se continuará involucrado en una actividad ilegal y hasta cuándo. De igual modo, cabe resaltar el
hecho de que dichas influencias no deben ser entendidas de manera absoluta como externas, ya que
se pueden llegar a internalizar al punto de sentir las expectativas ajenas como propias.
Por otra parte, es necesario aclarar, antes de presentar nuestros hallazgos, que el concep-
to que se maneja del microcomercializador en esta investigación no está determinado por la defi-
nición que brinda el Código Penal, donde se hace referencia exacta a la cantidad de droga que, en
posesión de una persona, lo convierte en microcomercializador/a de droga (según el tipo de droga
ilegal vendida). En este estudio se entiende que el microcomercializador de drogas es aquel que
vende drogas ilegales en pequeñas cantidades y a nivel local, o sea, la distribución de la droga ocu-
rre generalmente o siempre en su distrito. Por último, cabe mencionar que no se busca desarrollar
categorías estrictas y cerradas de los “tipos” de microcomercializador de droga que existen, más
bien se usarán estas categorías como herramientas para otorgar coherencia analítica a la compleja,
y a veces caótica, realidad de los microcomercializadores de drogas.

15. Estas personas, incluso, pueden estar también involucradas en actividades ilegales, pero aun así rechazar este accionar
en los jóvenes microcomercializadores de drogas (que pueden ser sus hijos, sobrinos, etc.). Así también, existen presencias
significativas en la vida de los posibles infractores que pueden llegar a motivar, en ciertas circunstancias, de manera directa
o indirecta (como consecuencia no buscada) que estos lleguen a incumplir la ley. 33
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Hallazgos

En primer lugar, encontramos que existen ciertos “valores” que suelen caracterizar a los micro-
comercializadores de drogas. Con frecuencia, estos jóvenes son muy hábiles para socializar, son
simpáticos, curiosos (pero también cautelosos), elocuentes, atrevidos e ingeniosos, además de ser
muy populares (y disfrutan serlo). Estas características no son en sí mismas “estrategias16” para
disminuir el riesgo de ser capturados por agentes de la ley, o para conocer más vendedores17 o
consumidores18 de drogas, sino que forman parte de su personalidad y de su estilo de vida. Sin
embargo, es cierto que reconocen que estas características les ayudan a tener mayor éxito en esta
actividad, y por ello le sacan provecho a estas “cualidades”.
Es importante mencionar que todas estas características son de naturaleza “ideal”. No se
pretende homogeneizar la personalidad de los jóvenes microcomercializadores de drogas, ya que
no necesariamente todos los microcomercializadores cumplen con todas estas características, ni
mucho menos se presentan en igual medida en todos los casos, así como tampoco debemos preten-
der que siempre se comporten de acuerdo a estos valores. En este sentido, cabe aclarar que, aunque
estas características suelen estar presentes en la personalidad de todos los casos aquí revisados, no
todos cumplen con absolutamente todas estas características, ni se debe esperar que siempre actúen
bajo estos ideales.
Por otro lado, la mayoría de los jóvenes comparten la idea de que, si bien la microco-
mercialización de drogas es ilegal, no es inmoral, ya que no existe una víctima19 a la cual le están
originando un daño, ni se ven a sí mismos como victimarios. Más bien comparten la idea de que se
trata de un acuerdo de compraventa entre el microcomercializador y el comprador, además que los
compradores son los que suelen acudir a ellos, y ellos nunca obligan a nadie a comprarles. Incluso
encontramos que, en los casos de la venta de pasta, los mismos microcomercializadores de esta
droga aconsejan a sus amigos a dejar de consumirla, e incluso en ocasiones les han negado la venta.
Habría que señalar también, que todos los sujetos de esta investigación comparten un
rechazo hacia los agentes de la ley; serenazgos y policías, primordialmente estos últimos. Así, se
considera que los serenazgos no tienen poder alguno y se les puede burlar fácilmente en cualquier
intervención, de hecho, no se esfuerzan siquiera en fingir un respeto. Por su parte, en el caso de los
policías, los microcomercializadores tienen la idea compartida en la mayoría de casos de que son
“delincuentes con uniforme20”, o los catalogan como “hambrientos” o “soplones”; ya que tienen
16. Sin embargo, sí les pueden facilitar el llevar a cabo ciertas estrategias, aunque ello nunca se da forzosamente, sino
más bien de manera fluida.
17. Los jóvenes podrían estar interesados/as en conocer y tener un vínculo de confianza con otros vendedores de drogas para
que estos puedan ayudarlos por sí mismos, o a través de sus contactos (vendedores de droga de mayor rango), vendiéndoles
una cantidad significativa de droga, y así ellos puedan empezar a vender por su cuenta.
18. Es de vital importancia que el microcomercializador conozca regular gente que consume el producto que vende, y es
mejor aún si tiene una relación estrecha y de confianza con estos contactos.
19. Al menos en los casos de la venta de marihuana y cocaína.
20. Palabras usadas por los mismos sujetos de informantes clave en conversaciones informales y entrevistas. 34
CHAPAQ - Revista de la Escuela de Posgrado de la Policia Nacional del Perú. N°. 01, diciembre 2021, pp
Edith Bastidas Ccopa

la seguridad de que estos agentes no actúan por vocación, sino por un interés personal y corrupto,
pues en su experiencia los policías han buscado sacarles dinero a cambio de dejarlos ir, e incluso
les han propuesto “trabajar” en conjunto (en el sentido de recibir de su parte un dinero mensual
para que los microcomercializadores puedan vender sin ser molestados, e incluso avisarles sobre
las intervenciones que podrían suscitarse para que se encuentren preparados y no ser descubiertos).
Así pues, consideran que los policías usan el uniforme y la ley como excusas o “re-
cursos” para cubrir sus intereses personales, los cuales están lejos de ser morales. Es decir, se
considera que no tienen en absoluto un interés genuino en hacer respetar la ley. Por otro lado, los
microcomercializadores los llaman “soplones” porque señalan que no se puede confiar en ellos,
ya que, así como traicionan los valores que dicen defender con su uniforme; así también, aunque
los micro comercializadores o vendedores de drogas de mayor nivel les paguen una cantidad de
dinero mensual para “vender tranquilos”, ello no les asegura que en cualquier momento el policía
los acuse, si se ve presionado a hacerlo, por alguna razón personal.
A partir de lo desarrollado hasta entonces, podemos decir que los microcomercializa-
dores de drogas justifican o más que justificar, señalan su perspectiva respecto a la actividad ilegal
que realizan, primordialmente de dos maneras: 1) Consideran que los valores contextualizados en
la actividad ilegal que realizan no se perciben como netamente inmorales o como si le hicieran
daño a alguien, pues no existe una víctima como tal, sino un acuerdo de compraventa; y 2) Creen
firmemente que el sistema legal penal representado de manera inmediata por los agentes de la ley
le reduce legitimidad a dicho sistema, y por ello no es digno de ser respetado. En ese sentido, ha-
llamos que sí existen técnicas de neutralización, tal como lo denominaría Sykes y Matza (2008), ya
que la perspectiva de los microcomercializadores es que no existe una víctima ni un daño originado
por su accionar ilegal, y que del mismo modo quienes lo condenan son hipócritas y merecerían
ellos más bien ser condenados (“la condena a quien condena21”).
Igualmente, encontramos que Robinson (2004) tiene razón al señalar que la percepción
sobre qué tan justo y correcto es en la práctica el sistema de justicia representado en ciertas institu-
ciones y agentes de la ley influye en cierta medida en cuán respetuosos de la ley son los sujetos. Al
respecto, encontramos un caso donde uno de nuestros informantes clave fue capturado por vender
drogas, e incluso llegó a participar en una audiencia; donde le sorprendió el hecho de que la fiscal
lo haya dejado libre; y luego se le haya acercado para aconsejarle que “deje de hacer lo que estaba
haciendo, que le estaba dando una oportunidad porque ve que es un joven aún, y que además se ve
que cuenta con el apoyo de su familia y puede encaminarse22”.
Luego de este acontecimiento, nuestro entrevistado indica que abandonó por una buena
cantidad de tiempo la venta de drogas, y además volvió a su casa y comenzó a buscar un trabajo
de manera legal. Cabe decir que se puede argumentar que ello también ocurrió por el temor que
este episodio le causó al estar muy cerca de irse preso, pero consideramos que es importante no
21. Este es el término que usan Sykes y Matza (2008) para describir el hecho de que el infractor de la ley le resta culpa a su
accionar ilegal señalando que quien lo condena merece con más razón ser condenado, por diferentes razones.
22. Se ha parafraseado lo que nuestro entrevistado señala que le dijo la fiscal. 35
CHAPAQ - Revista de la Escuela de Posgrado de la Policia Nacional del Perú. N°. 01, diciembre 2021, pp
“Más allá de la ilegalidad”: Una aproximación sociológica hacia el microcomercializador de drogas del distrito de Villa el Salvador

restarle valor a la influencia que probablemente tuvo las palabras de la fiscal, pues como lo señala
el entrevistado dichas palabras sí resonaron sobre su accionar.
Por otro lado, tampoco se resta importancia al efecto que tiene sobre el infractor el temor
causado por este tipo de experiencias, donde se ve enfrentado directamente con las consecuencias
de su accionar ilegal, y ya no lo ve como un suceso lejano o poco probable, pues se ha abordado
también en nuestro marco teórico, a través de Robinson (2004), que ello tiene influencias directas
sobre su accionar. De tal modo, puede abandonar esta actividad de manera definitiva, por un buen
período de tiempo, o cuidarse más a la próxima, evaluando qué errores lo llevaron a ser capturado
la última vez para en un evento futuro no volver a cometerlos. De esta manera, el microcomer-
cializadores, mediante estas y otro conjunto de experiencias que va teniendo tanto dentro como
fuera de esta actividad ilegal, va desarrollando nuevas estrategias para disminuir el riesgo de ser
descubierto.
En este punto, cabe hacer hincapié en la idea de que el microcomercializador de drogas
no solo se cuida de ser descubierto por agentes de la ley. Como ya se anticipó en nuestro marco
teórico, la presencia de algunos familiares considerados referentes de autoridad, y otros vínculos
sociales significativos, como una pareja estable e hijos/as, también orientan las decisiones de estos
jóvenes respecto a seguir o no involucrados en una actividad ilegal; y mientras continúan en ella,
también usan ciertas maniobras o estrategias para no ser descubiertos por estas personas.
En esta misma línea de argumentación, cabe resaltar que, aunque los microcomerciali-
zadores no consideran que la actividad ilegal de la microcomercialización de drogas no tenga, por
sí misma, tenga una víctima; sí comparten la idea de que el hecho de dedicarse a esta actividad
puede llegar a preocupar a sus seres queridos, debido a que se ponen en riesgo ellos mismos. Ade-
más, muchos de sus vínculos sociales significativos rechazan el consumo y la venta de sustancias
ilícitas. No obstante, en gran parte de los casos lo han llegado a saber y a tolerar23. Cabe decir que
no por ello no hacen lo posible por hacer que los jóvenes abandonen dicha actividad; como acon-
sejarles, castigos como restringir sus permisos o mandarlos de viaje para alejarlos de “influencias”
que consideran negativas y que incitan o mantienen al joven en un círculo donde continuará ven-
diendo drogas.
De igual modo, es importante mencionar que los jóvenes coinciden en el hecho de que
aquellas personas con quienes tienen vínculos sociales y emocionales significativos, son en sus
vidas un soporte emocional importante, y señalan que, aunque rechacen su accionar ilegal, saben
que de necesitar su ayuda (si son capturados por la policía, o se encuentran en peligro de estarlo)
ellos estarán presentes de manera incondicional para apoyarlos24. Así pues, se considera que los
familiares y vínculos cercanos, más allá de rechazar el consumo, y principalmente, la venta de sus-
23. Incluso, encontramos dos casos en donde se han llegado a beneficiar directamente del dinero que es producto de esta
actividad ilegal, cuando en un inicio se rechazaba por completo.
24. Hay casos en que esto ya se ha suscitado. Revisar: Bastidas Ccopa, Edith. “Más allá de la ilegalidad”: Una aproximación
sociológica al perfil del microcomercializador de marihuana, cocaína y pasta (PBC) en el distrito de Villa el Salvador. Tesis
de Licenciatura, Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), 2020. pp. 145 -149. https://repositorio.pucp.edu.pe/
index/handle/123456789/179181. En esta sección están ubicados los testimonios que ilustran esta afirmación. 36
CHAPAQ - Revista de la Escuela de Posgrado de la Policia Nacional del Perú. N°. 01, diciembre 2021, pp
Edith Bastidas Ccopa

tancias ilícitas por considerarlas inmorales, lo que sucede realmente es que temen por la seguridad
y libertad de estos jóvenes25.
Asimismo, cabe señalar que la familia no influye de una única manera en la vida de
estos jóvenes y su decisión de continuar o no en la microcomercialización de drogas. Para resu-
mir, hallamos que la presencia de la familia es significativa, desde los primeros años de vida de
estos jóvenes tanto la presencia como ausencia de ciertos familiares26 así como también se toma
en cuenta el efecto que tiene su accionar ilegal sobre este vínculo en el período en el que los jó-
venes venden drogas ilícitas. Y, por último, las expectativas que tienen ciertos familiares (u otras
personas con quienes tiene un vínculo emocional significativo) sobre las acciones de estos jóvenes,
están directamente relacionadas con las propias expectativas que ellos tienen sobre su futuro, es
decir, sus aspiraciones a mediano y largo plazo; y por ende las formas que usan para cumplir con
sus proyectos de vida.
Así pues, encontramos que, en algunos casos, ciertos familiares; como padres, herma-
nos, tíos, etc., han estado involucrados en el consumo y venta de drogas ilícitas (o incluso otras
actividades ilegales), y además existe una ausencia relativa o absoluta por parte de uno o ambos
padres, en la mayoría de las trayectorias de vida de estos jóvenes. En conjunto, estas circunstancias
han llevado a normalizar ciertas actividades relacionadas con las drogas, además de internalizar el
hecho de que estos familiares no tienen autoridad moral para cuestionarlos.
Sin embargo, frente a la ausencia de autoridad por parte de los padres, otros familiares
surgen como referentes de respeto y autoridad generalmente bajo una figura femenina como las
tías o abuelas y son quienes, en conjunto o no con los padres, influyen en mayor medida sobre la
decisión de abandonar la microcomercialización de drogas, o cuidarse más de ser descubiertos por
dichos familiares. Cabe mencionar, además, que estos familiares no apoyan a estos jóvenes única-
mente de manera emocional, sino también económica, y mientras es posible cubren sus necesida-
des de vivienda, alimentación y estudios27, o les ayudan a conseguir un trabajo legal.
Por último, se ha encontrado, a través de los discursos de nuestros entrevistados, sobre
sus aspiraciones a mediano y largo plazo, y lo que tienen pensado como proyecto de vida, que
toman en cuenta en gran medida la opinión de aquellas personas con quienes tienen lazos más
estrechos, y quienes esperan más de ellos. No obstante, esto no significa que siguen al pie de la
letra sus recomendaciones sobre qué hacer con su futuro, ya que muchas veces estas influencias no
comparten o no consideran suficientes las metas que tienen estos jóvenes a largo plazo, por no estar
vinculadas directamente con estudios o considerarlas ilusiones.

25. Cabe resaltar que no es que no lo rechacen, sino que consideran otras cuestiones de mayor prioridad.
26. Se suele observar una ausencia relativa o absoluta de los padres - mayormente del padre - en la mayoría de los casos
revisados. Sin embargo, otros familiares, representados generalmente en las figuras femeninas de la familia (tías, abuelas,
hermanas, etc.) cubren estos vacíos y se constituyen como referentes de autoridad importantes en la vida de estos jóvenes.
27. No siempre es posible cubrir estos gastos en su totalidad por falta de dinero, o por falta de interés en los estudios de
parte de los jóvenes, pero cuando tienen un interés legítimo en el estudio por ser un medio (en ciertos casos) para alcanzar
sus proyectos de vida, y también los padres u otros familiares cuentan con disponibilidad económica para apoyarlos, sí se
cubre esta necesidad. 37
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“Más allá de la ilegalidad”: Una aproximación sociológica hacia el microcomercializador de drogas del distrito de Villa el Salvador

Aun así, los jóvenes saben que, de conseguir dichas metas, estas personas se sentirán
orgullosos y orgullosas. Entonces, cuando el joven aterriza que quiere como proyecto de vida y
qué debe hacer para conseguirlo, la influencia de estos vínculos es bastante significativa; y es en
gran medida quien lo impulsa a querer tener un proyecto de vida fuera de lo ilegal. De este modo,
la actividad ilegal de vender drogas es solo un medio para conseguir dinero y otros beneficios
temporales, que pueden o no ser parte del camino para conseguir otros objetivos más ligados al
cumplimiento de sus metas a mediano y largo plazo; y una vez conseguidas dejar definitivamente
esta actividad ilegal.
Por consiguiente, hallamos que la microcomercialización de drogas es una actividad
marginal y temporal en la vida de estos jóvenes, es decir, lo adaptan a sus tiempos y necesidades,
mientras que simultáneamente pueden estudiar, trabajar legalmente o dedicarse a su familia (pareja
e hijos). Además, los jóvenes de este estudio comparten el rechazo hacia el hecho de dedicarse a
largo plazo a esta actividad, es decir, no ven en absoluto la posibilidad de escalar en la venta de
drogas como si de una carrera criminal se tratase. Y, en tercer lugar, encontramos que sus acciones,
y no sólo sus palabras, demuestran que estos jóvenes desean cumplir proyectos de vida, no aso-
ciados a una actividad ilegal. Para cerrar esta idea, resulta interesante mencionar que gran parte de
nuestros entrevistados manifestó querer emprender y tener un negocio propio, que puede estar o no
ligada a una carrera académica28.
En este sentido, se ha comprobado que, tal como defiende Hirschi (1935), las aspira-
ciones legítimas de los individuos son un factor crucial para aislar a alguien de la actividad ilegal,
al menos cuando él o ella ha invertido en la búsqueda de tales objetivos en lugar de simplemente
desearlos; y además es cierto que la influencia de los vínculos sociales significativos de los indivi-
duos es relevante al momento de decidir sobre su futuro. Para terminar, se expondrán los “tipos” de
microcomercializador de drogas en Villa el Salvador, según su rango y tipo de droga vendida. Cabe
resaltar que esta clasificación categórica se da únicamente con fines metodológicos, para ordenar la
diversidad y complejidad del perfil del microcomercializador, puesto que realmente no existe una
relación escalar o cronológica entres estas diferentes categorías.
El “rango” hace referencia a qué tan “independiente” es el microcomercializador de
drogas en el desempeño de dicha actividad ilegal. Asimismo, el rango también está vinculado a la
cantidad de ganancias que se obtiene por la venta de drogas y al poder simbólico o fáctico del ven-
dedor de drogas dentro de este mercado. Existen dos tipos de microcomercializadores de drogas,
según su rango, estos son: el “perro” y el microcomercializador de drogas independiente. Un perro
o chacal es quien se encarga de vender al por menor29 la droga de otro vendedor.
Todo producto, independientemente de su carácter legal o ilegal, tiene un costo menor
28. Cabe mencionar que existen antecedentes sobre este tipo de información, en donde se vincula al microcomercializador
de drogas con el autoempleo. Revisar: Fairlie, Robert. “Drug Fairlie, Robert. “Drug Dealing and Legitimate Self-Employ-
ment”. Journal of Labor Economics, Vol 20, No 3 (2002): 538-567. https://doi.org/10.1086/339610.
29. Vende los “cox” de marihuana o cocaína que suelen tener el precio de diez soles, y/o los quetes de pasta, que tienen
un costo de un sol. Esta es la cantidad mínima que se suele vender de estos tres tipos de drogas, como si se tratase de una
unidad. 38
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cuando es adquirido en grandes cantidades, y el dinero invertido se recupera y multiplica al dis-


tribuirse al por menor. Por esta razón, el vendedor de drogas de mayor nivel opta por conseguir a
alguien - uno o más perros- que realice el trabajo de distribuir la droga, ya que aun pagándole por
su “trabajo de distribuidor” continúa percibiendo ganancias económicas, además de obtener otros
beneficios, como disminuir la carga del trabajo y algunos riesgos implicados en la venta de drogas
a pequeña escala (aunque exponiéndose a otros), y contar con más tiempo para dedicarse a otras
actividades.
En este sentido, alguien es “perro” únicamente cuando no cuenta con el dinero para
comprar su propia cantidad de droga para distribuirla él mismo. Así, un perro siempre va a ga-
nar menos por el mismo trabajo de distribución/venta de drogas que un microcomercializador de
drogas independiente o un vendedor de drogas de mayor nivel (que maneja montos grandes de
drogas), ya que el perro debe entregar la mayor cantidad del porcentaje de las ganancias de la venta
a la persona para la cual trabaja. En contraste, un microcomercializador de drogas independiente
hace una sola inversión en la compra de una cantidad de droga al por mayor, y al distribuirla él
mismo al por menor obtiene todos los excedentes de la venta.
Por otro lado, cabe mencionar que a un “perro” no se le paga directamente con dinero,
sino con droga; es decir, es decisión suya si lo usa para consumo o para venta. Sin embargo, es su
responsabilidad convertir la droga que se le ha encargado para vender (la que corresponde a las
ganancias del vendedor de mayor nivel) en el dinero al cual es equivalente. Así pues, si se incum-
ple esta regla implícita siempre hay consecuencias; aunque cuando la venta de droga es local y a
pequeña escala estos problemas se suelen resolver sin violencia30.
Por otra parte, se ha encontrado que, aunque cualquiera puede ser un “perro”, los vende-
dores para los cuales trabajan suelen preferir tener como perros a menores de edad, ya que corren
menor riesgo de ser descubiertos por la policía debido a su apariencia poco sospechosa, y porque
además suelen ser liberados rápidamente, de ser capturados por algún agente de la ley. De este
modo, la persona a cargo de dicho “perro” ya no tiene que gastar dinero en pagar por su libertad.
Así pues, se entiende que el vendedor de drogas a mediana escala o el microcomercializador de
drogas independiente que tiene a su cargo uno o más perros debe asumir cierta responsabilidad
sobre su trabajador, en caso este sea capturado. De no hacerlo corre el riesgo de ser acusado por
éste, ya que frecuentemente siempre que un perro es capturado se le presiona para que delate al
vendedor de drogas “de mayor nivel” a cambio de su libertad u otros beneficios.
Así también, los microcomercializadores pueden dividirse categóricamente según la
droga que venden. Sin embargo, cabe mencionar que no necesariamente deben vender una única
droga de manera exclusiva. Esta división se hace más que todo para conocer cuáles características
suelen presentar la venta de los diferentes tipos de droga aquí abordadas.
30. No obstante, siempre existen excepciones, y en ocasiones las consecuencias pueden llegar a ser trágicas. Sin embargo,
esto suele ocurrir cuando son cantidades más fuertes de dinero, o cuando el perro o trabajador no está dispuesto a dar lo que
debe, lo cual no es muy común, ya que los vendedores de mayor nivel o los micro comercializadores independientes les
suelen dar facilidades, aunque a regañadientes, para que les paguen. 39
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“Más allá de la ilegalidad”: Una aproximación sociológica hacia el microcomercializador de drogas del distrito de Villa el Salvador

Primero, la marihuana suele ser, aunque no en todos los casos, la primera droga ilegal
que consumen y venden estos jóvenes. Además, encontramos que es una droga que se vende prin-
cipalmente de lunes a viernes; y debido a la dinámica de su venta, al por menor, los vendedores
deben estar prácticamente las 24 horas del día disponibles para contestar a sus clientes, siendo las
llamadas o redes sociales su principal medio de comunicación. De este modo, si viven con sus
familiares y estos no aprueban que ellos vendan drogas, corren bastante riesgo de ser descubiertos,
debido a la cantidad de veces que salen y entran de su casa al día, incluso interrumpiendo mo-
mentos familiares; y también al fuerte olor que tiene esta droga. Además, la venta de esta droga es
mucho menos rápida que en los casos de la cocaína y la pasta. Por ende, resulta riesgoso comprar
grandes montos de marihuana para ser vendidos al por menor, ya que después de las dos semanas
la marihuana puede secarse, o disminuye su calidad.
Segundo, en el caso de la cocaína, el principal lugar donde se vende esta droga suele
ser la discoteca u otros espacios con fines recreativos similares. Es así que para vender cocaína
óptimamente, los microcomercializadores suelen frecuentar estos lugares, más aún los fines de se-
mana. Asimismo, es importante señalar que deben estar atentos a no ser vistos por ningún guardia
de seguridad, ni ser captados por alguna cámara de seguridad dentro del establecimiento mientras
se encuentran vendiendo. Por ello, muchos optan por ir hasta el baño para entregar dicho producto,
o entregarlo en su misma ronda, pero siendo cubiertos solapadamente por sus amigos, mientras
bailan, toman, etc.
Además, como resulta sospechoso que muchas personas se le acerquen con frecuencia
a una misma persona a lo largo de toda la noche (y durante varios fines de semana consecutivos),
optan por pasearse de grupo en grupo. Así, en el camino o en la misma ronda entregan la droga. La
mayoría no tiene complicaciones en hacer esto, ya que incluso quienes no venden droga acostum-
bran a pasearse de grupo en grupo en la discoteca, ya que muchos se conocen entre ellos, pues en
Villa el Salvador los jóvenes de edades afines suelen frecuentar las mismas discotecas.
Por otro lado, los microcomercializadores de coca coinciden en que existen horas puntas
de venta. De tal modo que, si hasta cierta hora no han vendido nada o han vendido muy poco, ellos
mismos deben ir a buscar clientes, lo cual suelen hacer cuando van al baño. Así, en el camino o
en el mismo baño se encuentran a conocidos que consumen o personas que evidentemente31 son
consumidores y están buscando a quien comprarle. Además, señalan con seguridad que tienen buen
“ojo” para reconocer en estas circunstancias a partir de los gestos, la forma de caminar, de actuar,
etc., a aquellas personas que son consumidores/as y muy posiblemente les compren. Cabe decir
que deben ser bastante cuidadosos al identificar a los consumidores, y recomiendan que es mejor
cuando ya conocen de algo a ese posible comprador, pues al venderle a una persona de quien no
se tiene referencia alguna se corre el riesgo de estar siendo engañado por un policía encubierto de
civil.
31. Desde la perspectiva del microcomercializador de cocaína, en dicho contexto resulta evidente cuando alguien es con-
sumidor. 40
CHAPAQ - Revista de la Escuela de Posgrado de la Policia Nacional del Perú. N°. 01, diciembre 2021, pp
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Tercero, respecto a la pasta, es la droga cuya venta genera mayores ingresos económi-
cos, pero a su vez tiene mayores riesgos, ya que para venderla los microcomercializadores deben
pasar mucho tiempo en la calle. Aproximadamente, este tiempo consta de cinco a diez horas y se
ubican generalmente en el parque central de su barrio en donde suelen estar reunidos los grupos de
jóvenes de su vecindario. Optan por estar en la calle porque la venta de pasta es tan rápida y abun-
dante que resulta ilógico aparte de poco productivo estar dentro de casa cuando reciben llamadas
cada cinco o diez minutos para realizar los intercambios. De esta manera, encontramos que una
sola persona puede llegar a vender entre 200 a 800 quetes por noche o madrugada.
Al estar mucho tiempo en la calle, una de las estrategias para reducir su apariencia sos-
pechosa, frente a agentes de la ley, es vestir con ropa “de trabajo”; por ejemplo, con casco y unifor-
me de trabajador de construcción; o con chimpunes, short, camiseta y mochila, como si vinieran de
jugar un partido, etc. En la venta de pasta, al igual que con la cocaína, también existen horas punta
en la que existe mayor venta. Además, cabe decir que los vendedores de pasta son quienes tienen
más posibilidades de tener clientes fijos32, puesto que la mayoría de consumidores que compra pas-
ta en cantidades grandes siempre le compran al mismo vendedor; lo cual suele darse más que todo
porque son conocidos del barrio, o porque al ser clientes fijos han obtenido ciertos “privilegios’’,
como por ejemplo recibir yapas.
Por otro lado, cabe mencionar que el mismo entorno en donde se vende esta droga es
marginal. De hecho, la mayoría de los entrevistados que no ha vendido pasta, apenas y conoce a al-
guien que la consuma; y señalan además que “los consumidores de pasta son gente lacra33”. A pesar
de lo peyorativo de este adjetivo, se debe mencionar que es cierto que los consumidores frecuentes
de pasta suelen desarrollar adicción, y pertenecen a zonas caracterizadas por su marginalidad y
mayor índice de pobreza34.
En conclusión, podemos afirmar que los microcomercializadores de drogas son sujetos
racionales que evalúan los riesgos y beneficios de dedicarse a la venta de drogas, tanto a través
del espacio, como del tiempo. Es decir, estos jóvenes no solo adaptan esta actividad a sus tiempos
y necesidades, sino que también desarrollan estrategias sobre cómo actuar en contextos donde
está presente de alguna manera la venta de drogas, para disminuir los riesgos y maximizar los
beneficios de realizar esta actividad. Además, cabe mencionar que las maneras de enfrentarse a
estas diferentes situaciones están mediadas por el conocimiento que se tiene sobre las limitaciones
(reglas) o posibilidades de acción presentes (recursos) en dichos contextos, así como también sobre
32. Esto ocurre principalmente como consecuencia de la capacidad de adicción mayor en la pasta que en la cocaína y en
la marihuana.
33. Se usa para denominar a personas desagradables que en la percepción de quien les adjunta este adjetivo son gente cuya
vida está hundida en la perdición y la miseria.
34. Es interesante observar cómo entre los mismos consumidores de drogas ilegales hacen un juicio de valor sobre qué
tan perjudicial es el consumo de ciertas drogas por encima de otras. Así, encontramos que a diferencia de los vendedores
de coca y marihuana, los microcomercializadores de pasta sí han manifestado sentir cierta culpa por vender esta droga al
ver directamente el impacto negativo de su consumo sobre sus clientes, ya que estos son muchas veces amigos desde la
infancia. Ello, a pesar de saber que, en caso ellos no les vendieran dicha droga, ellos sin duda alguna verían la forma de
conseguirla a través de otro vendedor. 41
CHAPAQ - Revista de la Escuela de Posgrado de la Policia Nacional del Perú. N°. 01, diciembre 2021, pp
“Más allá de la ilegalidad”: Una aproximación sociológica hacia el microcomercializador de drogas del distrito de Villa el Salvador

las posibles consecuencias de su accionar sobre estos.


Por último, como se ha demostrado, los microcomercializadores de drogas desarrollan
estas maneras de actuar o estrategias tanto consciente como inconscientemente. Por ello, sostene-
mos que estos jóvenes tienen un saber práctico respecto a cómo actuar en situaciones de riesgo
o en las que pueden sacar provecho de la actividad ilegal en la cual están involucrados. Es decir,
cuentan con un saber tácito o implícito, adquirido de manera natural y fluida en el transcurso de su
actuar, el cual tienen gracias a otros conocimientos previos que pueden ser adquiridos también de
manera no consciente35.

Conclusiones

El presente estudio ha demostrado que el microcomercializador de drogas, lejos de ser alguien


marginal, antisocial, desadaptado, o irracional, es por el contrario un sujeto que racionaliza y ade-
cúa su accionar a determinados contextos, teniendo en cuenta las limitaciones, posibilidades de ac-
ción, y las posibles consecuencias de la infracción sobre tales contextos y sobre su vida, en general.
Así pues, al momento de enfrentar dichas situaciones sacan provecho de sus “recursos”, como sus
habilidades interpersonales y de resolución de problemas, y otros conocimientos previos sobre el
posible accionar de las personas involucradas en estas interacciones.
Así también, toman en cuenta de manera consciente o inconsciente el impacto que estas
decisiones tienen sobre sus vínculos sociales más significativos (representados usualmente por
algunos familiares o una pareja estable); lo cual puede motivar o constreñir la decisión de llevar a
cabo una actividad ilegal. Además, estas influencias pueden estar presentes desde mucho antes, in-
cluso desde sus primeros años de vida, en el momento previo a la infracción, y a largo plazo cuando
se evalúa si se continuará involucrado en una actividad ilegal y hasta cuándo.
Por último, cabe resaltar el hecho de que estas influencias no deben ser entendidas de
manera absoluta como externas, ya que se pueden llegar a internalizar al punto de sentir las expec-
tativas ajenas como propias e influir directamente en la formulación de sus proyectos de vida que,
cabe mencionar, se aíslan en todos los casos revisados de la venta de drogas.

Bibliografía

Bastidas, Edith. 2020. “Más allá de la ilegalidad”: Una aproximación sociológica al perfil del
microcomercializador de marihuana, cocaína y pasta (PBC) en el distrito de Villa el Sal-
vador. Tesis de Licenciatura, Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). https://
repositorio.pucp.edu.pe/index/handle/123456789/179181

35. Este saber práctico les permite y facilita desenvolverse de manera exitosa y natural en aquellos contextos donde pueden
sacar provecho o correr riesgos por su relación con la venta de drogas. Así pues, tienen muy claras las limitaciones y posi-
bilidades de acción presentes en estas situaciones. 42
CHAPAQ - Revista de la Escuela de Posgrado de la Policia Nacional del Perú. N°. 01, diciembre 2021, pp
Edith Bastidas Ccopa

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