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‘monos meramente a lo que se nos presenta en la natu- raleza extema como color verde. Si somos capaces de entregarnos a la realidad de ese verdor brotante, pode- ‘mos nuevamente extremar este ejercicio hasta’el punto de que lo verde desaparezca como verde, lo mismo que antes Io azul habia desaparecido como azul Nuevamente llegamos a un momento en que ya no podemos decir que “un color se extiende ante nuestra mirada’, y en cambio el alma recibe una sensacién par- ticular. (Me permito advertirles expresamente que cada tuno de ustedes puede experimentar por si mismo lo que les estoy diciendo, si lleva a cabo los ejercicios res- ppectivos). El alma siente: “ahora comprendo la expe- riencia que acompafta al pensamiento que en mi surge, 4 la representacién que en mi resuena. Todo esto lo tempiezo a comprender ahora, y la eclosién de lo verde fen torno mio me depara esta ensefianza. Empiezo a ver fen Io mas intimo de mi alma precisamente al contacto con la naturaleza exterior, cuando la impresién ha des- aparecido y me queda en su lugar una impresién moral. El verde de las plantas me dice cémo debiera sentirme cuando mi alma se halla(enel estado de gracid de gene- ta¥ ‘pencamientos fo de abrigar representacioned” Nuevamente, ina impresién de la naturaleza externa se fico en sentimiento mora. Mirémos ahora una superficie blanca de nieve. ‘También ella puede dar origen en nosotros a una sensa- ci6n moral, de la misma manera que puede surgir para el azul del cielo y para el verde de fa capa vegetal. La superficie de nieve dara origen a una sensacién moral para todo lo que llamamos manifestacion de la materia en ef mundo. ¥ s6lo cuando, deslizando la mirada sobre Ja blanca capa de nieve, se haya olvidado todo lo demas y se sienta la blancura para dejarla luego desaparecer, 18 — | | i | se conquistard la comprensién de lo que en forma de rd la materia. Deesta misma manera, todas las impresiones visuales ‘ auditivas exteriores pueden transformarse en sensacio- res morales. Supongamos que oimos un sonido y acto seguido su octava. Si en presencia de este ditono forma- do por una nota y su octava, afinamos nuestra alma para que se olvide de todo lo demas, elimine de si todo lo demés y luego, totalmente entregada al ditono formado por la ténica y la octava, logre no ofr ya estos dos tonos ‘a pesar de que sigan sonando, nos daremos cuenta’ de {que se engendra en nuestra alma otra sensacion moral. Empezamos a desarrollar una comprensién espiritual de Jo"que experimentamos ciando vive’ en“nosotros un deseo orientado hacia no importa qué meta, y cuando luego nuestra raz6n actia sobre este déseo./La concor- dancia de deseo. y._raz6n,-de-pensamienito y afin) tal ‘como ellos viven en el alma humana, es lo que se siente cen la experiencia de un tono y su octava. Y asi podriamos dejar que actuaran sobre nosotros las sensaciones sensorias més variadas. Podriamos, por ejemplo, hacer desaparecer todo 10 percibido de la naturaleza que nos circunda mediante nuestros senti- dos, de modo que se levantara ese tapiz sensorial, y por ‘doquiera surgieran las sensaciones morales de simpatia yy antipatia. Si de esta manera nos acostumbramos a anular todo lo que ven nuestros ojos, lo que oyen nues- ‘ros oidos, lo que palpan nuestras manos, lo que entien- de nuestro intelecto vinculado al cerebro... y si nos acostumbramos, no obstante, a buscar nuestra posicion frente al mundo, éntonces operars en nosotros algo que es més profundo que el poder visual, el auditivo, el cia yano quiere saber gran cosa de lo que podria encon- trarse en el desfile de los fendmenos mas alla de las ciencias naturales. Si por encima de ellas tal como las captamos a través de la percepcién de las cosas deb ‘mundo, buscamos un sentido, lo percibiriamos como la impronta del Espiritu Planetario en el mundo sensi- ble. Esto seria maya exterior. Para empezar, digamos que el propio mundo sensible es maya exterior, porque el cuerpo etéreo de la Tierra, 1a sustancia de los genios de la naturaleza, lo hace brotar de su seno. Otra maya, la Segunda, es aquello que al hombre le aparece en forma de fuerzas naturales, y que procecte de los genios de la naturaleza. La tercera maya es lo que se manifios- ta como leyes naturales, producido por los Espiritus de la Rotacién. ¥ la cuarta es algo que, pese a su naturale- za de maya, habla al alma del hombre, puesto que al caplar el significado de la naturaleza, c! hombre se sien- te por lo menos unido al espiritu de todo el planeta, al Spirit que 16 gua por el espacio césmico y le da un sentido. Esta maya es expresion inmediata del propio Espiritu Planetario, Hoy hemos avanzado hasta el Espiritu Unificado del Planeta, y si tratamos una vez més de buscar un pparalelismo entre Io que hemos encontrado para el pla- neta y para el hombre, nos damos cuenta de que el mundo sensible corresponde al cuerpo fisico del hom- bre, el mundo de los genios de la naturaleza al etéreo, el mundo de los Espiritus de la Rotacién al astral, y el Espiritu Planetario al yo del hombre. Asi como el yo percibe el ambiente fisico de la Tierra, asimismo el Espiritu Planetario percibe todo aquello que existe en tomo al planeta y én todo el mundo espacial fuera de él y ordena sus hechos y también su sentir, al que nos Teferiremos mafiana, con arreglo a esas percepciones “4 del espacio césmico. La funcion del planeta en el espa- Gio exterior al sgui urbe po as inmensidades del cio y lo que él provoca en su propio cuerpo, en los Sfementos que lo integran es vex, el resltado de Ias observaciones del Espiritu Planetario relativas al mundo exterior. As{ como cada alma humana en parti- cular vive al lado de otros hombres en nuestro mundo terrestre y los tiene en cuenta, asimismo el Espiritu Planetario vive en el cuerpo planetario que es precisa- ‘mente el suelo que nosotros pisemos; pero este Espiritu Planetario vive en compafia de otros espiritus planeta- ios 0, hablando con mas precision, de espiritus.de ‘otros cuerpos celestes.

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