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HL Mencken y los cuatro doctores:

Osler, Halsted, Welch y Kelly
Dr. Charles Stewart Roberts

Halsted estaba claramente a la cabeza de la lista, con Osler a una buena

distancia por debajo de él. Probablemente al mismo nivel que Osler
estaba Kelly; luego hubo otra gota para Welch. —HL Mencken (1)

H
enry Louis Mencken, “el sabio de Baltimore”, vivió toda
su vida, de 1880 a 1956, en Baltimore, Maryland
(Figura 1).Durante este período, se estableció el
Hospital y la Escuela de Medicina Johns Hopkins bajo
el liderazgo médico de “los Cuatro Grandes”: Sir William Osler
en medicina, William Stewart Halsted en cirugía, William Henry
Welch en patología y Howard Atwood Kelly en obstetricia y
ginecología, capturados juntos en la famosa pintura de John
Singer Sargent titulada “The cuatro doctores” (Figura 2).
Mencken residió en Baltimore durante todo el período que Figura 1.HL Mencken. Publicado con permiso de Enoch Pratt Free Library, Baltimore, de
cada uno de estos profesores trabajó en Hopkins. Conocía bien acuerdo con los términos del testamento del Sr. Mencken.
a Kelly y Welch, a Osler solo brevemente y a Halsted nunca lo
conoció. Sin embargo, de los cuatro médicos, Mencken formó
una opinión sólida. Mencken normalmente lee 10 libros a la semana. Respetaba la
¿Por qué debería interesarnos la opinión de Mencken sobre estos "competencia" en cualquier forma y tenía un código moral simple:
cuatro profesores? Quizás porque Mencken fue el periodista más "Cumple con tus compromisos". Admiraba a Aristóteles, Nietzsche y
influyente de su época; dejó una impresión duradera en la vida y las Thomas Henry Huxley, entre otros. “Para mí”, escribió tarde en su vida,
letras estadounidenses. En los locos años veinte, Mencken fue el “el punto de vista científico es completamente satisfactorio, y lo ha sido
principal intelectual de Estados Unidos. Walter Lippmann llamó a desde que tengo memoria. Ni una sola vez en esta vida me he sentido
Mencken en 1926 “la influencia personal más poderosa en toda esta inclinado a buscar una roca y refugio en otra parte” (11). Mencken fue
generación de personas educadas” (2).Los New York Timeslo un auténtico escéptico en la tradición de Voltaire. Esta intransigencia
consideraba el ciudadano privado más poderoso de Estados Unidos. En filosófica es pertinente a sus relaciones con los Cuatro Grandes.
términos del volumen total de sus escritos, se compara con el difunto Mencken escribió:
William F. Buckley Jr.
Convertirme en cualquier cosa es probablemente una
Brevemente, Mencken comenzó como periodista a la edad de
imposibilidad psicológica. En todo caso, nunca ha sido logrado por
19 años en 1899. A los 25, era editor en jefe de laHeraldo de la
nadie, aunque he estado expuesto más de una vez a la técnica
mañana de Baltimore. Pronto cambió a lasol de baltimore, donde
misionera de virtuosos muy talentosos. No recuerdo haber
permaneció como periodista y editorialista durante más de 4
cambiado de opinión sobre ningún asunto importante. Mi cuerpo
décadas (1906-1948). Fue autor de 83 libros y folletos entre 1905 y
general de ideas fundamentales es el mismo hoy que en los días
1961, así como de cientos de artículos (3). Más libros de él
en que empecé a reflexionar (11).
continúan siendo publicados póstumamente. Se escribieron
treinta libros sobre él entre 1920 y 1961, y muchos más desde
entonces.
De la División de Cirugía Torácica y Cardiovascular, Winchester Medical
Mencken es quizás mejor conocido por su tratadoel idioma Center, Valley Health System, Winchester, Virginia.
americano(4), sus seis volúmenes de ensayos llamadosprejuicios( Este documento fue presentado en la reunión anual de la American Osler Society el 11 de
5), y una maravillosa trilogía de memorias tituladaDías felices(6), abril de 2005.
Días de periódico(7), yDías paganos(8). También escribió los Autor correspondiente:Charles S. Roberts, MD, Suite 410, Medical Office Building
primeros libros de un estadounidense sobre George Bernard Shaw II, 190 Campus Boulevard, Winchester, Virginia 22601 (correo electrónico:
(9) y Frederick Nietzsche (10). croberts@valleyhealthlink.com ).

Proc (Bayl Univ Med Cent)2010;23(4):377–388 377

 exhibir una consistencia interna y falta de contradicción que no
debe tener paralelo en la literatura. Exhiben, también, una claridad
absoluta; nunca habrá necesidad de un profesor de inglés o un
candidato para el doctorado. ocuparse de un torturado análisis de
lo que Mencken quería decir. Lo que quiso decir es exactamente lo
que dijo, y no deja lugar a dudas (15).

Fecher observó además que Mencken “dedicó toda su vida, y la

mayor parte de sus fantásticas energías, a exponer ideas que creía
incorrectas y a hombres de los que estaba convencido que eran
fraudes”. Por esta misma razón, Kelly y Welch atrajeron la mayor
atención de Mencken; Halsted y Osler atrajeron la menor atención,
pero quizás el mayor respeto.

HOWARD ATWOOD KELLY (1858–1943)

En su relación con HL Mencken, Howard Atwood Kelly era “el
tipo de amigo que lo liberaba de la necesidad de tener
enemigos” (13)(Figura 3).Kelly fue el único fundamentalista
Figura 2.Retrato de “los cuatro grandes” en Hopkins: Dres. Welch, Osler, Halsted y
Kelly. Mencken lo llamó la "caricatura histórica de Sargent". John Singer Sargent lo
cristiano de los Cuatro Grandes. Unos 30 años mayor que
llamó "Los cuatro doctores". Reimpreso con permiso de Alan Mason Chesney Mencken, Kelly trató “untuosamente y persistentemente” de
Medical Archives of The Johns Hopkins Medical Institutions. ganarlo para Cristo. Kelly le dijo a Mencken que oraba por él casi a
diario y le enviaba regularmente libros y artículos sobre el
cristianismo. Mencken llamó a Kelly “el cristiano más implacable
Lo que Mencken pensó sobre Huxley es instructivo; muestra que he conocido, al menos entre los hombres educados”.
que era bastante capaz de admiración y alabanza: Kelly también apoyó casi todas las causas sociales, incluida la Prohibición,
contra las que luchó Mencken. Durante los años de la Prohibición, por ejemplo,
Huxley, creo, fue el inglés más grande del siglo XIX, quizás el inglés
Mencken “alardeaba de que podía encontrar cerveza a los diez minutos de su
más grande de todos los tiempos. . . . Ha habido científicos mucho
llegada a cualquier ciudad”. Sus caminos convergieron por primera vez, según
más grandes, incluso en Inglaterra, pero nunca ha habido un
Bode, en octubre de 1912 (Kelly tenía 54 años y Mencken 32), cuando Kelly tocó la
científico que fuera un hombre más grande. Encontró la ciencia
fibra sensible equivocada con Mencken:
como un bonito juguete intelectual, con tintes escandalosos; y lo
dejó como la principal preocupación seria del hombre civilizado El día 17 envió a Mencken una invitación a una cena que se daría a
(12). unos estudiantes de medicina para interesarlos en la pureza.
Continuó de la misma manera. El 31 dijo que le enviaría un libro
¿Qué sabía Mencken sobre medicina y médicos? El
sobre los problemas actuales del mundo, incluida la prostitución. A
biógrafo Carl Bode señaló que los amigos de Mencken en
mediados del mes siguiente le escribió a Mencken, invitándolo a
Baltimore eran, en su mayoría, “periodistas, músicos y
conocer, de entre todas las personas, a Anthony Comstock.
médicos” (13). George Jean Nathan escribió sobre Mencken
Aseguró a Mencken que Comstock era el principal protagonista de
en 1917: “Tiene una amplia relación entre los médicos y
la literatura pura en Estados Unidos, si no todo el mundo.
sabe mucho sobre los problemas médicos modernos”.
Alfred A. Knopf, el decano de
editores estadounidenses y amigo de
a b
toda la vida de Mencken, escribió más
tarde: “En Baltimore, cultivó toda su
vida a los sabios médicos de Johns
Hopkins, y dedicó una cantidad
fantástica de su tiempo a traer
amigos a las salas de espera de los
médicos y a los hospitales,
reconfortándolos. ellos y haciéndoles
compañía allí” (14).
Los escritos de Mencken
contienen muchas referencias a la
medicina que resultan precisas y
correctas, sin excepción. Charles A. Figura 3.Dra. Kelly (a)con una serpiente y (b)en funcionamiento (segundo desde la izquierda). Mencken escribió sobre Kelly en
Fecher, otro biógrafo, escribió que 1921: “Como teólogo, ¡ach, du heiliger! Pero ponle un cuchillo en las manos y una vez será el dueño de la situación”. Reimpreso
las ideas de Mencken con permiso de Alan Mason Chesney Medical Archives of The Johns Hopkins Medical Institutions.

378 Procedimientos del Centro Médico de la Universidad de Baylor Volumen 23, Número 4
 mundo. El mes siguiente invitó a Mencken a conocer a John Sumner y
escucharlo hablar; le dijo a Mencken que para la reunión de Sumner
había tomado una caja y quería que Mencken la tuviera. Continuó
diciéndole a Mencken cuánto había significado Cristo para él y terminó
preguntándole a Mencken si alguna vez había mirado cuidadosamente
y en oración el Nuevo Testamento. . . .
Las pomposidades de Howard Kelly molestaron a Mencken
casi tanto como su piedad. Invitaría a Mencken a cenar, por
ejemplo, y le aseguraría que la comida sería sencilla y que
Mencken podría venir con su ropa habitual. O se
disculparía por no haber invitado a Mencken porque los
Kelly no tenían un sirviente para atender la mesa. . . .
Además, el lenguaje de Howard Kelly se adecuaba tan espléndidamente
a su actitud que Mencken sólo pudo estremecerse. Kelly escribiría, por
ejemplo, que un reportero que ambos conocen ahora "ha ido a casa a la
gloria". Su nota para la Navidad de 1914 dice sobre su piadosa tarjeta:
“Que el espléndido espíritu de servicio que respira sea un vínculo
común entre usted y yo” (13).
en sus memorias35 años en el trabajo periodístico, que se
publicó póstumamente, Mencken recordó el comienzo de la
relación con Kelly:
Cuando comencé a criticar tales cosas en el Free Lance, él bajó
a la oficina, me reprendió seriamente y me dijo que se
proponía orar por mí y que esperaba llevarme a la gracia. Le
pedí que hiciera todo lo posible, pero predije que nunca me
buscaría. A partir de entonces, durante muchos años, me visitó
regularmente y me bombardeó en los intervalos con cartas
piadosas (16).
Escribiendo bajo un seudónimo en un artículo titulado “Mirrors of
Maryland”, Mencken escribió en 1921: “Mencione la Escuela de Medicina
Johns Hopkins en cualquier lugar de los Estados Unidos e instantáneamente
alguien le preguntará sobre Howard Kelly. Parece ser escuchado en todas
partes; es el más conocido de todos los habitantes de Baltimore, sin
exceptuar al difunto Joe Gans [boxeador]” (16). La biógrafa de Kelly, Audrey
W. Davis, observó que sus opiniones religiosas eran “tan contrarias. . . a las
costumbres prevalecientes de los hombres en el Hospital de que fue
aceptado por ellos debido a sus grandes talentos, haciendo poco esfuerzo
real para entender al hombre mismo” (17). Mencken también reconoció que
muchos miembros del personal de Hopkins estaban desconcertados por las
ardientes opiniones religiosas de Kelly, al tiempo que elogiaban su habilidad
quirúrgica:
De hecho, probablemente exageran su astucia profesional en sus
loables esfuerzos por distraer la atención de sus disipaciones
teológicas. A medida que describen su método de trabajo, parece
funcionar a una velocidad tan vertiginosa que se vuelve fabuloso. Antes
del canto del gallo por la mañana, se levanta de la cama, celebra un
servicio de canto y alabanza, lee dos o tres capítulos de su Antiguo
Testamento griego, canta un par de himnos, se corta seis u ocho patas,
saca una pinta de amígdalas y globos oculares, alivió a una docena de
pacientes de sus apéndices, llenó el barril de cálculos biliares en la
esquina, pronunció la bendición, se lavó, llenó sus bolsillos con folletos,
subió a un automóvil de alta velocidad con
octubre de 2010 HL Mencken y los cuatro doctores: Osler, Halsted, Welch y Kelly
el reverendo WW Davis, y partió a 50 millas por hora para
asaltar una casa de juego y cerrar el distrito de luz roja en
Emory Grove, Maryland (18).
Después de un banquete médico al que Kelly y Mencken
asistieron juntos en Washington en mayo de 1922, se sentaron
uno al lado del otro en el tren de regreso a Baltimore. Acerca de la
experiencia, Mencken escribió más tarde a un amigo: "Tres veces
separadas estuve a punto de saltar por la ventana del tren" (19).
En su cobertura del juicio de Scopes en Dayton, Tennessee,
que involucró a un maestro acusado de enseñar la teoría de la
evolución, Mencken se lanzó a Kelly en susol de baltimore
columna:
Trate de imaginarse un pueblo compuesto en su totalidad por Dr.
Crabbes y Dr. Kellys, y tendrá una imagen razonablemente precisa de
él. Su gente simplemente no puede imaginar a un hombre que rechace
la autoridad literal de la Biblia. . . .
El Dr. Kelly debería venir aquí y hacer realidad sus sueños.
Encontrará un pueblo que no sólo acepte la Biblia como un manual
infalible de historia, geología, biología y física celeste, sino que
también practique sus preceptos morales, en todo caso, hasta los
límites de la capacidad humana. Sería difícil imaginar una ciudad
más moral que Dayton. . . .
Propongo que el Dr. Kelly sea enviado aquí por sesenta días,
preferiblemente en el calor del verano. Regresará a Baltimore
pidiendo a gritos una bombona de Pilsner y ansioso por dominar
el saxofón. Su alma tal vez se perderá, pero será un hombre alegre
y feliz (20).
Mencken revisó dos de los libros de Kelly:Walter Reed y la
fiebre amarilla(1907) yUn hombre científico y la Biblia(1925). Con
respecto al último libro, Mencken escribió sobre Kelly en el
Mercurio americanoen 1926:
En resumen, un médico de primer nivel: cuando habla de sí mismo
como un científico, como lo hace muy a menudo en su libro, tiene
todo el derecho de usar la palabra. Ha dedicado su vida a la
observación exacta, y esa observación se ha hecho de manera tan
competente e interpretada con tanta lógica que el resultado ha
sido una serie de mejoras inmensamente valiosas en el arte y el
oficio de curar. Y sin embargo, y sin embargo, ¿cómo voy a hacerte
creer que un hombre así ha escrito realmente un volumen como
este? ¿Cómo voy a convencerlos de que uno de los hombres que
sentaron las bases de la Escuela de Medicina de Johns Hopkins, el
socio diario y compañero de Osler, Welch y Halsted, se exhibe aquí
como un fundamentalista del ala más extrema, en comparación
con a quien el juez Raulston, de Dayton, Tennessee, parece casi un
ateo?
Sin embargo, es así, y voy, por la prueba deprimente,
detrás del libro y al hombre mismo. Conozco al Dr. Kelly
desde hace veinte años y en diferentes momentos lo he
visto mucho. Horas y horas discutí sus ideas teológicas con
él y escuché sus razones para apreciarlas.
379
 Me parecen ahora, como me parecieron cuando los escuché por primera vez,
estar completamente locos; sin embargo, el propio Kelly seguramente no
está loco. Tampoco existe la más remota sospecha de falta de sinceridad en
él. Sería de gran beneficio para él profesionalmente deshacerse de su gran
cargamento de basura sobrenatural y recortar su rumbo como sus colegas
recortan el suyo. . . .
En su libro, el Dr. Kelly ofrece argumentos poderosos para su increíble
credo, pero solo puedo informar que, en letra fría comovivo voz, me
deja lleno de lo que los abogados llaman duda razonable. Su lógica
tiene la curiosa costumbre de ir a la mitad del camino hacia una
conclusión plausible y luego explotar por completo. Por ejemplo,
comienza, en un lugar, mostrando cómo la crítica temprana del
Evangelio de Juan se ha derrumbado, y luego procede alegremente a la
suposición de que probar un error en la crítica es idéntico a probar la
autenticidad completa de lo criticado. . . . .
Al principio de su edad adulta, tuvo que abandonar sus estudios de
medicina debido a problemas de salud y se fue al oeste para
recuperarse. En Colorado, durante una tormenta de nieve, fue acosado
por la ceguera de la nieve y tuvo que guardar cama. De repente le vino
“una abrumadora sensación de una gran luz en la habitación”. ¿Cómo
interpretaría un estudiante de medicina ordinario esa luz brillante?
¿Cómo lo interpretaría un conductor de vagones de hielo ordinario, un
quiropráctico, un obispo metodista o incluso un bagre? Evidentemente,
lo referiría a la violenta conjuntivitis que padecía, es decir, a un sentido
puramente físico. Pero no Kelly. ¡Después de cuarenta y cuatro años de
práctica médica activa, todavía cree que el resplandor se debió a la
presencia de Dios! Él habla de esta visitación divina simplemente como
el “principal evento” de su vida. Seguramente lo fue, si fue real (21).
Kelly editó un periódico,El ciudadano cristiano, que circuló por
todo Maryland y sirvió como salida para sus ideas. Por ejemplo, Kelly
luchó por una legislación para mantener cerrados los lugares de
diversión los domingos. Mencken, quien influyó en la opinión pública
principalmente a través de sus columnas en elsol de baltimore, escribió
sobre Kelly en 1927:
Sucede que es un hombre que conozco desde hace mucho tiempo, y en
todos los aspectos excepto en el teológico, muy respetado. Pero en ese
aspecto teológico, me parece, es tan claramente una amenaza para la
paz y la dignidad de este pueblo que lo que él cree debe ser conocido
por todos, para que la gente pueda ser alertada de sus aberraciones y
mantener un freno. su influencia pública. Si se saliera con la suya, debe
ser obvio, la vida aquí sería casi imposible para los hombres civilizados.
Está en contra de prácticamente todo lo que tales hombres estiman
(22).
Las memorias publicadas póstumamente en el periódico de Mencken
dan una descripción de la práctica médica de Kelly:
Dirigía un hospital privado en el lugar de Eutaw y era conocido por
sus extravagantes honorarios. Inventó el sistema de cobrar al
marido los ingresos de un mes por una operación a su mujer. Si el
esposo protestaba, decía: “Bueno, entonces dime cómo
380 Procedimientos del Centro Médico de la Universidad de Baylor
cuánto vale para ti la vida de tu esposa, y yo la tomaré. Por lo
demás, su hospital era caro; y en consecuencia, las nueve
décimas partes de sus pacientes eran esposas de hombres
ricos. Se informó que no pocas veces exigió y obtuvo una tarifa
de $ 10,000 (16).
Mencken parece haber ayudado a sacar a Kelly de una
situación potencialmente dañina, sin el conocimiento de Kelly. En
las mismas memorias aparece lo siguiente:
Cuando cerraron las casas de prostitución en uno de los barrios rojos,
armé un alboroto hipócrita sobre la probable inanición de las niñas que
fueron arrojadas a la calle, y Kelly les instaló un refugio en una casa
vieja cerca de su hospital. con una de las difuntas señoras a cargo. Las
muchachas, por supuesto, pronto hicieron saber a sus clientes dónde
estaban, y al poco tiempo el lugar funcionaba como una casa de
prostitución de un modelo nuevo y mejorado, pues no había que pagar
renta. El gran jurado, informado de esto por la policía, propuso acusar a
Kelly de mantener una casa de mala fama. Era una gran broma, pero
temía que si lo acusaban, un pequeño jurado procaz podría condenarlo,
y sabía que, en cualquier caso, el escándalo le haría un daño grave
profesionalmente y le costaría mucho dinero. así que discutí con los
miembros del gran jurado para que no encontraran ningún proyecto de
ley. Luego, los policías le dijeron a Kelly y él estaba tan molesto que
corrió a su campamento en Canadá y permaneció fuera de Baltimore
durante meses. Nunca se enteró del papel que yo jugué en el asunto
(16).
Sin embargo, a pesar de sus desacuerdos filosóficos, Kelly y Mencken se
reunían ocasionalmente para tomar el té y mantenían cierto respeto mutuo.
Al no poder asistir a una cena testimonial en honor a Kelly en su
cumpleaños número 75, Mencken envió una carta de pesar:
Esto será una privación, de hecho, porque conozco y estimo al
doctor Kelly desde hace muchos años. Más de una vez hemos
estado en lados opuestos de algún asunto público, pero cada
contacto con él, sea cual sea el tema, no ha hecho más que
aumentar mi admiración por su inmensa energía, su resolución
inquebrantable y su total honestidad. Baltimore le debe mucho y
me alegra ver que la deuda no se olvida. Sobre todo, es grato
notar que, a los setenta y cinco años, está en pleno vigor, y todavía
fértil en sus amables diabluras (23).
Mencken comenzó un diario en 1930 a los 50 años y aparecen
algunas referencias a Kelly. Por ejemplo, en el funeral de Max
Broedel, el famoso ilustrador médico, Mencken observó el 19 de
octubre de 1941 que “el anciano Dr. Howard A. Kelly se sentó con
su familia, acompañado por el Dr. Thomas S. Cullen. Parecía
encogido y patético, y era obvio que sus 83 años se le estaban
acercando” (1).
Broedel y Mencken eran ambos agnósticos. Debido al tamaño
anticipado de la multitud del funeral, la Sra. Broedel accedió a
realizar el servicio en una catedral. Mencken señaló que "parecía
casi cómico que un agnóstico tan fuerte fuera enterrado en una
iglesia cristiana, pero no parecía haber otra salida". La Sra. Cullen
Thomas le escribió rápidamente a Mencken desde la costa este de
Maryland, con una referencia a Kelly:
Volumen 23, Número 4
 Puede que sea de mal gusto por mi parte expresarme así, pero los
preparativos del funeral para él parecen perfectamente horribles. Sin
embargo, si aliviaran el dolor de alguien, supongo que a Max no le
importaría. Tal vez, con una de sus breves risas, se hubiera comparado
a sí mismo con Lenin. Sobre el “incidente” pro-Catedral podría agregar:
“Dr. Después de todo, Kelly consiguió lo mejor de mí” (1).

Una última referencia a Kelly aparece en el diario de Mencken el 27

de diciembre de 1942. Mencken había escrito en otra parte que “Kelly
tenía una gran familia de hijos, todos los cuales terminaron mal. De
hecho, todavía los mantenía a la edad de 80 años” (16). El pasaje del
diario, que también menciona a los hijos de Kelly, es el siguiente:

El día después de Navidad fui al almuerzo anual en el Maryland Club y

lo encontré casi insoportablemente aburrido. No hubo ninguno de los
cantos y maullidos tradicionales. Las personas más alegres presentes
fueron dos de los hijos del Dr. Howard A. Kelly. Hicieron una partida de
dados después del almuerzo y jugaron furiosamente, aunque su padre
y su madre están ambos en el hospital y pueden morir muy pronto.

La última referencia de Mencken a Kelly está en su libro,Minority

Report: Los cuadernos de HL Mencken, que apareció en 1956, unos 13
años después de la muerte de Kelly. Es una nota sobre la relación de la
ciencia y la religión:

No hay posibilidad alguna de conciliar ciencia y teología, al menos

en la cristiandad. O Jesús resucitó de entre los muertos o no lo Figura 4.Dr. Welch (derecha) con el presidente Hoover. Reimpreso con permiso de

hizo. Si lo hizo, entonces el cristianismo se vuelve plausible; si no lo Alan Mason Chesney Medical Archives of The Johns Hopkins Medical Institutions.

hizo, entonces es pura tontería. Desafío a cualquier científico

genuino a decir que cree en la Resurrección, o en cualquier otro
dogma cardinal del sistema cristiano. Todos se basan en
declaraciones de hecho que son intrínsecamente increíbles. Esos
supuestos científicos que profesan aceptarlos no son científicos en
absoluto, por ejemplo, el difunto Howard A. Kelly. Kelly era
simplemente un virtuoso de la técnica extraordinariamente hábil y
exitoso, comparable a un campeón de golf o un bailarín de buck-
and-wing. Hizo algunas contribuciones más o menos útiles a la
mecánica quirúrgica, pero que yo sepa no ha hecho ninguna a la
ciencia de la medicina. Nicholas W. Alter, quien solía ser su
patólogo, me dijo una vez que era un completo fracaso en el
microscopio. Alter juró, de hecho, que Kelly no podía distinguir
entre una sección de sarcoma y una rebanada de bistec (11).
Welch lo conocí bastante bien en sus últimos años. Era un
político médico y un recaudador de dinero más que un
científico. Aportó más dinero al Hopkins que todos sus otros
coleccionistas juntos, pero hizo muy poco trabajo original
después de los treinta años. En sus últimas dos décadas fue
poco más que una pieza de museo (16).
Mencken parecía haber perdido el respeto por Welch durante la
Primera Guerra Mundial (Figura 5), porque Welch, al igual que Kelly, se
mostró fuertemente patriótico, lo que iba en contra de las simpatías
germánicas de Mencken. Mencken era descendiente de alemanes y estaba
profundamente resentido por la retórica anti-alemana de la época. Mencken
escribió lo siguiente a su amigo Fielding Garrison, el historiador médico, un
año después de la guerra, antes de conocer a Welch:

WILLIAM HENRY WELCH (1850–1934)
HL Mencken y William Henry Welch(Figura 4)fiprimero
se reunió después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Aunque nunca
fueron amigos íntimos, se cruzaron ocasionalmente en Baltimore y tenían
algunas similitudes. Ambos procedían de familias acomodadas, ambos
fueron solteros durante la mayor parte de sus vidas, a ambos les gustaba la
buena comida y la bebida, ambos fumaban cigarros regularmente y ambos
dedicaban una energía abrumadora a sus profesiones. Sin embargo,
Mencken tenía poca admiración por Welch. En sus memorias periodísticas,
Mencken escribió:
El caso del Dr. Welch me intriga. Desafortunadamente, no lo conozco; él y el
Dr. Halsted son los únicos hombres de Johns Hopkins que nunca he
conocido. Puedo imaginarlo fácilmente estando en contra de los alemanes
en la guerra, aunque solo sea por una cuestión de lealtad racial, pero lo que
no puedo entender es (a) su alianza abierta con el tipo más extravagante e
ignorante de alemanes: hostigadores y espías. cazadores, y (b) su
asentimiento casi infantil al buncombe de Wilson. Me parece que (b) es
obviamente una prueba de siesta intelectual, y que (a) se acerca
desagradablemente a comprometer su decencia común. No se le pide a un
intelectual en tiempo de guerra que se ponga de pie

octubre de 2010 HL Mencken y los cuatro doctores: Osler, Halsted, Welch y Kelly 381

Figura 5.Dr. Welch en uniforme durante la Primera Guerra Mundial en Arles. Reimpreso
con permiso de Alan Mason Chesney Medical Archives of The Johns Hopkins Medical
Institutions.
contra su país, uno espera que esté con su país pero como un caballero. . . .
Francamente, el curso del Dr. Welch me dio la sorpresa de mi vida. Considere
el marcado contraste que ofrece el curso de otros hombres, en particular
Halsted y Barker. Ninguno de los dos le debía a Alemania ni la décima parte
de lo que le debía Welch y, sin embargo, ambos evitaron cuidadosamente la
menor histeria, y ni una sola palabra salió de ellos desde el principio hasta el
final que cualquier oponente razonable pudiera objetar hoy (19).
En el diario de Mencken hay varias referencias a Welch. El primero
es el 21 de noviembre de 1931 y sugiere que Welch pudo haber tenido
antipatía hacia Mencken. En esta entrada se menciona a Raymond
Pearl (1879–1940), quien fue profesor de biología en la Escuela de
Medicina de Johns Hopkins. La entrada completa del día dice:
Pearl me dice que estuvo en una fiesta la otra noche en la que también
estuvo presente el Dr. William H. Welch. Welch entretuvo a una
compañía miscelánea con la noticia de que elMercurio americano
[editado por Mencken] estaba en serias dificultades y a la venta. Dijo
que se lo había dicho WW Norton, el editor de libros científicos. Esta es
mi recompensa por los muchos favores que le hizo a Norton,
especialmente cuando comenzó su negocio. Pearl dice que Welch
evidentemente se deleitó con la noticia. Por eso no me sorprende.
Welch es un viejo muy astuto. Engañó groseramente a Pearl en el
momento del episodio de Harvard. Y durante la guerra, aunque debió
su comienzo a los alemanes, se unió a los patriotas profesionales para
denunciarlos. Le advertí a Pearl contra él hace mucho tiempo (1).
La salud personal de Welch parecía interesar a Mencken. En
otra entrada del diario del 3 de noviembre de 1932, Mencken
describe una experiencia en un almuerzo ofrecido por el Germania
Club en el Southern Hotel de Baltimore en honor a Henry Sigerist
(1891-1957), quien sucedió a Welch como director del Instituto de
Historia. de Medicina:
382 Procedimientos del Centro Médico de la Universidad de Baylor
Me senté al lado del Dr. William H. Welch, que ahora tiene ochenta y dos o
tres años, y comienza a buscarlo. El anciano es una refutación ambulante de
las doctrinas de algunos de sus colegas. Ha sido un buen comedor y bebedor
toda su vida, y ha tenido sobrepeso durante muchos años. Sin embargo,
continúa gozando de una salud razonablemente buena a sus ochenta años.
Teóricamente, un hombre de su barriga redonda y cuello grueso debería
haber muerto en los cuarenta.
Welch está lleno de anécdotas interesantes sobre sus primeros
días en Alemania. Me dijo que cuando notificó a Carl Ludwig en
Leipzig que se proponía ir a Berlín y entrar en el laboratorio de
Rudolf Virchow, Ludwig denunció amargamente a Virchow. Welch
protestó diciendo que Virchow ciertamente merecía algo de
respeto, ya que fue el fundador de la patología celular. Ludwig
respondió: “Bueno, ¿qué hay de eso? ¿No era obvia la patología
celular? Una vez que se descubrió que el cuerpo normal estaba
formado por células, se siguió inevitablemente que el tejido
enfermo tenía la misma composición”. Ludwig estaba tan enojado
con Virchow que persuadió a Welch para que fuera a Cohnheim.
Este cambio de planes indudablemente tuvo un efecto
considerable en el curso de la vida de Welch y, como corolario, en
la historia de la patología en América (1).
El 22 de mayo de 1934, Mencken hizo otra entrada fascinante en su
diario, involucrando principalmente a Welch pero tocando a todos los
Cuatro Grandes. Se deduce de esta entrada que Mencken tenía el
menor respeto por Welch de los Cuatro Grandes. La información de
Raymond Pearl, el profesor de biología, una vez más abre la entrada:
Raymond Pearl me dice que WG MacCallum, jefe del departamento de
patología del Johns Hopkins, le dice que los registros del hospital muestran
solo dos autopsias realizadas por William H. Welch durante toda su carrera
allí. Seguro que esta noticia no sorprende. Welch era uno de los hombres
más vagos de los que se había oído hablar, e incluso en sus primeros días en
el Hopkins pasaba la mayor parte de su tiempo tratando de eludir el trabajo.
Después de su nombramiento, Daniel Gilman lo envió al extranjero para
recoger las últimas ideas en Alemania. Se quedó más tiempo de su permiso
por al menos seis meses, e incluso después de llegar a casa hizo muy poco
trabajo. Sus supuestos logros científicos fueron de lo más escasos. Descubrió
dos bacilos, pero en aquellos días cualquiera con un microscopio podía
descubrir uno a voluntad. Ni siquiera era un buen pedagogo: era
simplemente un político médico.
Su gran fama en el mundo probablemente se debió principalmente a su
extraordinario talento para conseguir publicidad. Siempre logró
convertirse en el centro de las situaciones, y disfrutó mucho de la
adulación que lo bañó en sus últimos años. En uno de los últimos
almuerzos a los que asistió, me senté a su lado. Le lanzaron los
habituales cumplidos extravagantes y le pregunté cortésmente si no le
aburrían. Confesó francamente que le gustaban. En esos últimos años,
salía a cenar casi todas las noches y, por lo general, se las arreglaba
para asistir a un almuerzo durante el día y al menos a una reunión
médica.
En general, en el Hopkins se creía que Welch, que era soltero,
valía al menos un millón y que todo su dinero se quedaría en la
facultad de medicina. De hecho, dejó las tres cuartas partes a
su sobrina y dos sobrinos, todos los cuales
Volumen 23, Número 4
 ya eran ricos. La cuarta parte la dejó, no a la escuela de medicina en día en el almuerzo. El plato principal era jamón de campo y
general, sino a la Biblioteca Welch Memorial y la Escuela de Higiene, la verduras, y de él comió una gran porción, acompañándolo con
primera de las cuales fue su monumento y la segunda su mascota. Dejó varias jarras de cerveza. Siguió la tarta de merengue de limón.
algunos legados de $100 cada uno a las pobres ancianas que Comió un arco de al menos 75 grados y lo introdujo en su
trabajaban como esclavas para él en la Biblioteca Welch Memorial. No sistema con una taza de café. Luego encendió una panatela de
sé a cuánto asciende su patrimonio, pero probablemente sea menos seis pulgadas y se la fumó hasta la colilla. Y luego se alejó para
valioso de lo que decían los rumores. asistir a una reunión médica y prepararse para la cena. La
noche anterior, según deduje de su charla, había estado en un
Welch fue uno de los hombres más egoístas de los que he oído hablar. De
banquete, y se sentó hasta las 11:30 escuchando malos
punta a punta de su vida, sus operaciones fueron planeadas con miras a su
discursos y respirando humo de tabaco. Los vinos habían sido
propio beneficio. No estaba por encima de abandonar a amigos en
lo suficientemente buenos como para recordarlos y
dificultades, como lo hizo notablemente en el caso de Raymond Pearl. Creo
mencionarlos. Al regresar a su habitación de soltero, leyó
que la mayoría de los hombres competentes dirían que él era el menos
hasta la 1 en punto y luego se acostó. La mañana anterior a
talentoso de los cuatro profesores originales de la facultad de medicina.
nuestra reunión se dedicó a la meditación en un sillón, cigarro
Halsted estaba claramente a la cabeza de la lista, con Osler a una buena
en mano. En el almuerzo en sí, olvidé mencionar,
distancia por debajo de él. Probablemente al mismo nivel que Osler estaba
Kelly; y luego hubo otra gota para Welch. ¿Qué debemos deducir, hermanos, del gráfico del Dr. Welch?
Simplemente que la patología aún está lejos de ser una ciencia exacta,
Sus conexiones familiares y sus talentos sociales le dieron
especialmente en el departamento de pronóstico. En presencia de lo
acceso a hombres adinerados, y trabajó con ellos para que les
que se supone que son causas, no siempre se siguen necesariamente
vaya bien. Su gran influencia en el Hopkins se debió
los efectos esperados. Aquí estaba un hombre que estaba en la primera
principalmente a este hecho. Aportó más dinero que todos los
fila de la profesión médica y, sin embargo, toda su vida fue una
demás miembros de la facultad juntos, además de la Junta de
refutación de algunas de sus generalizaciones más seguras. Vivió para
Síndicos, de hecho, aportó al menos cinco veces más. Siempre
llevar el féretro de decenas de colegas que hacían de 36 hoyos de golf a
tuvo mucho cuidado de que este dinero aumentara la
la semana un rito religioso, y de decenas más que a los 30 seguían
celebridad de William H. Welch.
dietas estrictas y las seguían heroicamente hasta morir a los 50 o 60
Sus hechos durante la guerra fueron de un carácter casi (24).
vergonzoso. Le debía todo lo que sabía a Alemania, pero cuando
Estados Unidos entró en guerra, comenzó a pronunciar discursos
WILLIAM STEWART HALSTEAD (1852–1922)
en los que negaba que los alemanes hubieran hecho alguna
Aunque sus vidas coincidieron durante 25 años en Baltimore,
contribución seria a la medicina. Parece increíble que un hombre
HL Mencken nunca conoció a William Stewart Halsted(Figura 6).
en su posición haya dicho algo tan absurdo, pero el Dr. Chr.
Mencken tenía un gran número de amigos y Halsted relativamente
Deetjen me dijo el otro día que lo había escuchado con sus propios
pocos. Ninguno de los dos tuvo hijos. Compartían una admiración por
oídos. Se puso un uniforme durante la guerra y siempre estaba
disponible cuando había publicidad.
toque (1).
a b
Las últimas impresiones escritas de
Mencken sobre Welch se registraron en
un artículo titulado "Cuento moral", que
apareció en elsol de baltimoreen 1935
(24), un año después de la muerte de
Welch. Describe a Welch como “una
especie de reducción ambulante al
absurdo de algunas de las teorías más
seguras de sus compañeros
resucitadores”. Señala que el célebre
patólogo vivió 84 años “con disgusto
por el ejercicio, el hábito de permanecer
sentado hasta altas horas de la noche y
una apreciación ilustrada de todas y
cada una de las variedades de comidas
y bebidas sanas”. Mencken describe un
encuentro con Welch:

Un año más o menos antes de su Figura 6.Dra. Halsted (a)en el quirófano y (b)en sus últimos años. Reimpreso con permiso de Alan Mason
muerte me senté a su lado uno Chesney Medical Archives of The Johns Hopkins Medical Institutions.

octubre de 2010 HL Mencken y los cuatro doctores: Osler, Halsted, Welch y Kelly 383
Alemania y ambos eran agnósticos en la vida adulta. Al igual que Mencken,
Halsted era escéptico.
Su cosmovisión relativamente similar es evidente en los
documentos privados de Halsted. En 1918, Halsted recibió del profesor
Adolf Meyer el conjunto de 13 volúmenes de lala rama dorada(3ra
edición) por Sir James George Frazer. En su carta expresando su
gratitud a Meyer, Halsted describió el tratado como “una obra tan
estupenda y espeluznante”. En un estilo no muy diferente al de
Mencken, Halsted continuó escribiendo:
Qué cosa tan terrible es la ignorancia. Sus discípulos, desde los Khond hasta
Cotton Mather, Jonathan Edwards y el clérigo moderno, parecen tener todos
los mismos genes. Las enciclopedias ambulantes aún pueden vivir en la edad
oscura. Para cuando haya absorbido los 13 volúmenes, probablemente
liberaré mi banco en la iglesia y me liberaré de los piadosos salvadores de
almas, crueles y sedientos de sangre (25).
Mencken admiró la respuesta mesurada de Halsted a la Guerra Mundial
I. Mencken escribió en su diario el 5 de febrero de 1942 sobre su amigo en
común, Max Broedel, quien también era de ascendencia alemana: “Él recibió
mucho consuelo en esos días del Dr. William Stewart Halsted, quien era un
hombre demasiado civilizado. hombre a tener alguna fe en la guerra para
salvar la democracia” (1). En su club de los sábados por la noche(Figura 7)(
26), Max Broedel, que conocía a todos los Big Four, tocó el piano a cuatro
manos con Mencken, uno al lado del otro, durante las dos guerras
mundiales.
Mencken hace una única referencia a Halsted en su libro de
1926,Notas sobre la democracia, en una discusión sobre políticos:
“La distinción que va con el mero cargo va mucho más allá de la
distinción que va con el logro real. Se considera que un Harding es
genuinamente superior a un Halsted, sin duda porque sus
acciones se comprenden mejor” (27).
En el diario de Mencken hay otra entrada sobre Halsted el 14
de enero de 1934, en la que Mencken relata una conversación que
tuvo con el Dr. Joseph C. Bloodgood (1867-1935), cirujano del
Hospital Johns Hopkins e internacionalmente conocido por su
investigación del cáncer:
Figura 7.HL Mencken (extremo derecho) junto a Max Broedel al piano con miembros del
Saturday Night Club. Reimpreso de Crosby RW, Cody J.Max Broedel. El hombre que puso
el arte en la medicina. Nueva York: Springer-Verlag, 1991.
384 Procedimientos del Centro Médico de la Universidad de Baylor
El Dr. Joseph C. Bloodgood me dijo hoy que el Dr. William S. Halsted, el
célebre cirujano de Johns Hopkins, sufría mucho de taquicardia debido
al exceso de tabaquismo. Bloodgood dice que cuando era cirujano
residente en el Hospital Johns Hopkins, tuvo que hacer gran parte del
trabajo de Halsted. Halsted comenzaría una operación y luego tendría
que abandonarla debido a los latidos de su corazón. Dijo Bloodgood:
“Esto me dio una cantidad extraordinaria de experiencia y me hizo
mucho bien. Mientras Halsted fumaba, quienquiera que fuera residente
de cirugía en el Johns Hopkins tenía las manos ocupadas. Cuando dejó
de fumar, comenzó a hacer todo su trabajo. Los residentes adquirieron
entonces menos experiencia y, por lo tanto, sumaron menos cuando se
fueron”.
Bloodgood me dijo que visitaba la casa de Halsted con mucha
frecuencia, pero que la señora Halsted nunca estaba presente en
las comidas. Era una mujer curiosamente antisocial y rara vez veía
a alguien. Sin embargo, Bloodgood cree que tuvo un efecto
poderoso en la carrera de Halsted. Muchas de las mejoras de
Halsted en la técnica, de hecho, se debieron a sus sugerencias, ya
que había sido enfermera jefe de cirugía en el Johns Hopkins antes
de su matrimonio y era una mujer muy inteligente (1).
En sus memorias periodísticas, Mencken intervino en cada uno de los
Cuatro Grandes, con estos comentarios particulares sobre Halsted:
Halsted era el menos conocido por el público, pero era el hombre más
grande, y con diferencia. Sus innovaciones en cirugía fueron
revolucionarias. En sus primeros días se convirtió en un adicto a la
cocaína, y la leyenda decía que él mismo se había curado navegando en
un velero que navegaba alrededor del Cuerno. Pero con toda
probabilidad, persiguió el hábito más o menos hasta el final de sus días.
Muy a mi pesar, nunca lo conocí, aunque mi amigo Max Broedel,
profesor de arte aplicado a la anatomía en Johns Hopkins, a menudo se
ofreció a llevarme a verlo (16).
El difunto Peter D. Olch, MD, un erudito en Halsted, dio una
conferencia sobre el cirujano Hopkins en la Universidad de Duke
en 1979. Cerró la conferencia, que luego se publicó, con el
siguiente breve bosquejo de Halsted, escrito por nada menos que
Mencken:
Fue uno de los primeros cirujanos en emplear la cortesía en la
cirugía, en mostrar consideración por el interior del hombre al que
estaba operando. El método antiguo consistía en cortar a un
hombre desde la barbilla hacia abajo, sacarle las entrañas y
extenderlas sobre una toalla mientras las separabas. Halsted
sostuvo que si tocabas un intestino con el dedo, lo lastimabas y el
paciente sufría los efectos de la lesión. Esa era una nueva doctrina
cuando él comenzó. Halsted introdujo los guantes de goma.
Inventó la técnica de cerrar el área de la operación, bloqueándola
con inyecciones de cocaína en los nervios circundantes para que
hubiera menos conmoción general. Era tan gentil y un poco
inhumano. Tenía que serlo porque era muy sensible.
Se casó con una enfermera de Johns Hopkins, la hija del general
confederado Wade Hampton [en realidad era su sobrina]. Vivían una
vida extraña y aislada en una gran casa grande donde cada uno tenía
sus propios aposentos y ninguno veía a nadie. Halsted había
Volumen 23, Número 4
 Siempre de una manera extraña e indiferente, incluso cuando estaba
operando. Comenzaba una operación, continuaba un poco y luego
parecía cansarse y le decía a su asistente: "Ves lo que quiero hacer,
termínalo tú", y se alejaba. Pero Max Broedel, que trabajó con todos
ellos, siempre dijo que Halsted era la elección de los Cuatro Grandes.
Sabía “cosas” (25).

SIR GUILLERMO OSLER (1849–1919)

Sir William Osler, el primer profesor de medicina en Hopkins, estuvo en
Baltimore unos 15 años, mientras que HL Mencken era relativamente joven.
En una memoria posterior, Mencken escribió: “Osler lo vi a menudo en mis
días como reportero. Era un tipo encantador, pero siempre fue más el
médico popular que el científico” (16). En 1905, a los 56 años, Osler se fue de
Baltimore a Oxford.(Figura 8).El mismo año, a los 25 años, Mencken publicó
su primer libro en prosa,Las obras de teatro de George Bernard Shaw, y se
convirtió en editor en jefe de la Heraldo de la mañana de Baltimore.

Mencken menciona por primera vez a Osler en su libroLa filosofía de

Friedrich Nietzsche, el primer libro sobre Nietzsche escrito por un
estadounidense, que apareció en 1908. En un capítulo sobre “La verdad”,
Mencken escribe:

El hecho de que la gran mayoría de los seres humanos sean

absolutamente incapaces de tener un pensamiento original y, por lo
tanto, deban, por fuerza, tomar prestadas sus ideas o someterse Figura 8.Sir William Osler en 1912 a los 63 años, “una instantánea tomada en el jardín de
dócilmente a alguna autoridad, explica el violento odio y desprecio de Hopkins” durante su última visita a Estados Unidos. Osler se mudó de Baltimore a

Nietzsche por las masas. El ciudadano medio, satisfecho de sí mismo, Oxford en 1905, momento en el cual Mencken era el nuevo editor en jefe de la Heraldo
de la mañana de Baltimore, a la temprana edad de 25 años. Reimpreso con permiso de
conservador, ortodoxo y respetuoso de la ley le parecía ser un ser poco
Alan Mason Chesney Medical Archives of The Johns Hopkins Medical Institutions.
criado por encima del ganado en el corral. . . . “La verdad”, dijo el Dr.
Osler hace un rato, “casi nunca lleva la lucha por la aceptación en su
primera aparición”. Las masas van siempre un siglo o dos por detrás
(10). La enfermera entrenada, que era desconocida en los días del hospital
de Huxley, ahora toma el lugar del confesor, y como el Dr. Osler nos ha
En una sección titulada "La actitud ante la muerte", Mencken
mostrado en “Science and Immortality”, los hombres mueren tan
continúa:
cómodamente como antes (10).
Nietzsche rechaza por completo esa creencia piadosa en signos y presagios
que ve un significado en las confesiones en el lecho de muerte y en las
En 1909, 4 años después de que Osler dejara Baltimore, Mencken dedica un
"palabras agonizantes". El hombre promedio, dice, muere más o menos
artículo completo, aunque breve, al “Dr.WilliamOsler” en la edición de octubre de
como ha vivido, y en esto el Dr. Osler y otros observadores inusualmente
revista americana. En una sección llamada "Gente interesante", el artículo sobre
competentes y precisos están de acuerdo con él. Cuando el moribundo
Osler tiene solo 6 párrafos, que se reproducen aquí:
exhibe emociones inusuales o expresa ideas fuera de sintonía con su credo
conocido, la explicación se encuentra en el hecho de que, hacia el momento
Una desventaja de peso aplastante recae sobre los jóvenes
de la muerte, la mente comúnmente cede y los procesos habituales de
caballeros ambiciosos que pululan en la clínica repleta de
pensamiento se desordenan (10).
Baltimore. Es su mal destino ser medido con un coloso. Diga
Mencken seguramente estaba familiarizado con los escritos de Osler. de uno de ellos que solía sentarse debajo de Osler en el John
En el mismo libro sobre Nietzsche en una discusión sobre Thomas Henry Hopkins, y le está dando grandes elogios. Di de él, yendo más
Huxley, Mencken se refiere al artículo de Osler sobre "Ciencia y mortalidad", lejos, que promete, algún día, ser digno de su amo, y estás al
que se publicó 4 años antes, en 1904: límite del elogio legítimo.

Hasta el final de sus días, Huxley creyó que, para el ser
humano promedio, incluso para la clase alta, siempre sería
necesario algún tipo de fe. “Mi trabajo en los hospitales de
Londres”, dijo, “me enseñó que el predicador a menudo hace
tanto bien como el médico”. Sería interesante mostrar cómo se
ha abandonado esta noción en los últimos años.
El Dr. Osler, por supuesto, no fue arrebatado al Monte Olimpo en
el momento de su llegada. Al igual que la nueva Escuela de
Medicina Johns Hopkins, que él vino a cuidar y glorificar, fue
recibido, al principio, con algo no muy diferente a la cortés
sospecha. Salvo solo el Dr. William H. Welch, ese padre del genio,
nadie apreció su verdadera estatura.

octubre de 2010 HL Mencken y los cuatro doctores: Osler, Halsted, Welch y Kelly 385
 Pero al poco tiempo, comenzaron a filtrarse noticias interesantes
del Hopkins. El Dr. Osler estaba resolviendo problemas que los
libros de texto consideraban insolubles; estaba limpiando el arte
de la medicina de telarañas y percebes; estaba enviando a
nuestros grupos de jóvenes entusiastas a explorar el norte médico
y el África más oscura. Observó cosas que nadie más notó y sacó
conclusiones que violaron las reglas de la liga. Un día los
periódicos se enteraron de él, y al día siguiente el público. Poco a
poco, los médicos siguieron.
Durante los últimos años de su residencia en Baltimore, el Dr.
Osler pudo haber utilizado Druid Hill Park como sala de
espera. Acudió gente de todo el país a consultarlo,
acompañada de sus médicos, cirujanos, consejeros
espirituales y enfermeras; y ningún baltimoren de posición
consideró decente entregar su apéndice sin buscar primero el
consejo del gran diagnosticador.
Al final, los propios médicos lo expulsaron de Baltimore. Por
las reglas del arte de curar, que se sepa, un médico tiene
prohibido aceptar honorarios de un compañero practicante.
Bajo esta regla, los médicos enfermos de América rindieron un
tributo glorioso pero vergonzoso a Osler. Eran bienvenidos y
era un placer y un privilegio verlos, pero había clases que
enseñar, libros que leer y escribir, clínicas que atender,
problemas que reflexionar. El día trajo cien horas de trabajo y
sólo veinticuatro horas de tiempo.
Inesperadamente llegó un mensaje del Rey de Inglaterra,
ofreciendo al Dr. Osler una cita real, con tiempo libre ilimitado, en
Oxford. . . . Baltimore está de luto todavía (28).
Mencken tenía opiniones definidas sobre las motivaciones de
los médicos, artistas y científicos. En un artículo en elsol vespertino
de baltimore, titulado "On Getting a Living", Mencken analiza "el
médico" con una referencia a Osler:
Es cierto que un médico que está intensamente interesado en su
trabajo, sin tener en cuenta sus recompensas materiales, a
menudo gana mucho dinero. Si tiene una habilidad genuina, de
hecho, casi invariablemente la tiene. Pero es extremadamente
difícil poner el carro delante del caballo. Es decir, es sumamente
difícil ejercer la medicina principalmente como un negocio y al
mismo tiempo mantener su dignidad como arte y ciencia. El
hombre que lo hace está en el camino equivocado. Se dirige hacia
los quiroprácticos, no hacia los Osler (29).
Un año después, en 1925, aparece otra referencia a Osler.
Entre los varios editoriales de lasol de baltimoreque Mencken
escribió mientras asistía al juicio de Scopes en Dayton, Tennessee,
es una referencia sobre el juez del caso: “Conocí a miembros de la
judicatura estatal que estaban tan profundamente avergonzados
del burro bucólico, Raulston, como lo estaría un Osler de un
quiropráctico” (30).
En el número de agosto de 1925 deEl mercurio americano(31),
Mencken publicó una reseña de un libro bajo el título simple,
"Osler", sobre la biografía de Cushing,La vida de sir William Osler.
Mencken comienza:
386 Procedimientos del Centro Médico de la Universidad de Baylor
. . . ningún otro médico estadounidense ha dejado jamás una impresión
tan brillante y duradera en el oficio de este país, o en la imaginación
general. Durante sus dieciséis años en Johns Hopkins, no solo fue el
primero de los médicos estadounidenses; estaba en una categoría
propia, y bastante más allá del alcance de la rivalidad. . . . Todo lo que le
pedía a la vida, a los cincuenta y seis años, era paz. Lo obtuvo durante
algunos años, pero luego vino una marea creciente de nuevos deberes,
y luego el gran impacto de la guerra, y luego una calamidad familiar de
primera magnitud: la muerte de su único hijo en la batalla. Cuando
Osler se fue a la cama en 1919, estaba destrozado por la lucha. Había
esperanzas para su recuperación, pero no en su propio corazón. Volvió
la cara hacia la pared (31).
Sobre el libro en sí, Mencken escribió que Cushing “no
intenta una evaluación crítica del hombre, sino que se
contenta con reunir y organizar los materiales para ello”.
Mencken llamó al libro “una colección de recuerdos de Osler el
hombre”.
Mencken señala en la revisión el poderoso impacto que el
libro de texto de medicina de Osler tuvo sobre John D.
Rockefeller. Mencken, escéptico declarado, escribió que “fue el
escepticismo en la primera edición de suPrincipios y práctica—
la confesión franca, una y otra vez, de que para tal o cual
enfermedad no había remedio— que lo condujo a lo que
quizás fue su mayor servicio a la medicina.” Según Mencken,
“La noticia deprimente se redujo a palabras de una sílaba para
el viejo John D. y el resultado neto fue la fundación del
Instituto Rockefeller” (31).
Mencken pareció llegar a un acuerdo con Osler en el último
párrafo de su reseña, en el que vuelve a señalar que la mayor
contribución de Osler fue su libro de texto:
Mucho se ha escrito sobre sus escritos puramente literarios: los
ensayos con los que sedujo el ocio fugitivo y elusivo de una vida
profesional de caballo de carga. Era un gran amante de los libros
antiguos, y le gustaba escribir sobre ellos. Escribió con gracia y encanto,
pero dudo que sus composiciones sean recordadas por mucho tiempo.
Incluso hoy en día, de hecho, no se leen mucho. Hay en ellos una
pedantería considerable; huelen a la lámpara. El hombre esencial está
en sus escritos médicos. SuPrincipios y prácticasigue siendo su obra
maestra. Para encontrar su pareja debes ir a Huxley'sCangrejo de río.En
él vertió el vasto conocimiento de uno de los diagnosticadores más
hábiles y penetrantes jamás oídos, y en él puso, también, toda su
fascinación como hombre. Es profundo y, sin embargo, es romántico.
Incluso los estudiantes de medicina lo leen con placer (31).
En una referencia final a Osler, esta vez en una entrada de diario del 13
de noviembre de 1944, Mencken transmite esta anécdota:
Fui al Johns Hopkins (Homewood) el 10 de noviembre para
dirigirme al Stuart and Tudor Club, fundado por el Dr. William
Osler, quien dejó su colección de libros por testamento y suficiente
dinero para mantenerla. Está formado, en teoría, por personas
interesadas en la literatura inglesa del Siglo de Oro, pero también
Volumen 23, Número 4
 a b
Figura 9.Osler y Mencken trabajando en Baltimore. (a)William Osler escribiendo su libro de texto,Los principios y la práctica de la medicina, alrededor de septiembre de 1891, 42 años.
Reimpreso con permiso de Alan Mason Chesney Medical Archives of The Johns Hopkins Medical Institutions. (b)HL Mencken golpeando una copia en su máquina de escribir en la
oficina de Baltimore Sun en 1913, 33 años. Fotografía de Alfred A. Knopf, publicada con permiso de Enoch Pratt Free Library, Baltimore, de acuerdo con los términos del testamento del
Sr. Mencken.
incluye una miscelánea de anglomaniacos. Me habían invitado a
arengarlo a menudo en el pasado, pero siempre lo posponía. Hace
algún tiempo decidí echar un vistazo. . . . Se supone que este Club
Stuart y Tudor incluirá a la élite intelectual del departamento académico
de Johns Hopkins, y el pobre Osler esperaba que su legado lo
convirtiera en un centro de la ilustración. No puedo ver nada en él salvo
una pandilla de pedagogos de tercera categoría. . . . Me dijeron en la
reunión que había sido elegido miembro honorario del club, pero no he
sabido nada de esto desde entonces. Espero sinceramente que la
noticia sea falsa (1).
Cabe mencionar que Mencken y Osler compartían varias
características y creencias personales. Ambos dominaron sus
respectivos campos: periodismo y medicina. Ambos hombres eran
ciudadanos cultos del mundo. Ambos eran lectores ávidos y
escritores prolíficos. Ambos tenían un amplio círculo de amigos, a
nivel local y nacional. Ambos creían en la puntualidad en las citas y
la imperturbabilidad en la vida. Cada hombre tenía un famoso
sentido del humor. Y ambos creían en una filosofía del trabajo
como camino a la satisfacción.(Figura 9).Osler la llamó “la palabra
maestra” (32); Mencken lo llamó “la única solución”.
CONCLUSIÓN
HL Mencken registró astutas observaciones de cada uno de los
Big Four profesores del Hospital Johns Hopkins en varias
publicaciones durante su vida y póstumamente durante el período
de un siglo. Criticó a Kelly por su fundamentalismo cristiano,
aunque respetó su habilidad quirúrgica. A Welch lo llamó un
"político médico" y lo tuvo en baja estima, particularmente por su
postura anti-alemana en la Primera Guerra Mundial. Nunca
conoció a Halsted pero lo admiraba mucho, no solo por sus logros
quirúrgicos, sino también por su agnosticismo y por su
neutralidad. Su postura en la Primera Guerra Mundial. Osler lo
conoció brevemente y pareció admirarlo cada vez más después de
su partida de Baltimore, no tanto por sus escritos humanísticos,
sino más bien por la ciencia y el escepticismo en su libro de texto
de medicina de un solo autor de 1892.
octubre de 2010 HL Mencken y los cuatro doctores: Osler, Halsted, Welch y Kelly
EXPRESIONES DE GRATITUD
El permiso para usar las citas de Mencken fue otorgado tanto por la
Biblioteca gratuita Enoch Pratt, Baltimore, de acuerdo con los términos del
testamento del Sr. Mencken, como por Alfred A. Knopf, Inc.
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