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Cómo llegamos a ser Iglesia Presbiteriana de Tradición Teológica Reformada y como 

podemos ser: “Iglesia Reformada Siempre Reformandose” Romanos 12.1-2


Pbro.José Luis Velazco Medina

Los orígenes de las iglesias protestantes están íntimamente ligados a personajes históricos quienes motivados
por el redescu-brimiento de la Palabra de Dios, captaron una visión nueva acerca de la fe cristiana. A la vez
descubrieron en la Escritura una nueva visión de ser cristianos, de un estilo de vida personal comprometido
con Jesucristo y el prójimo, una nueva espiritualidad sincera y profunda así como una nueva visión de ser y
quehacer de la Iglesia de Jesucristo en el mundo.

Aunque el Humanismo del Siglo XVI contribuyó al movimiento de la Reforma Protestante de la Iglesia y a la
conversión de algunos reformadores, no es ese la causa fundamental del movimiento reformador. El interés de los
humanistas como Erasmo de Róterdam (1466 - 1536) por el estudio de las Sagradas Escrituras y la idea de reformar
la Iglesia Romana siempre se mantuvo a un nivel de elites intelectuales sin lograr un movimiento significativo. No fue
sino hasta los eventos en torno a Martín Lutero, monje Agustino, que prende el interés popular por el Evangelio y la
reforma de la Iglesia.

De esas dos observaciones muy generales se desprenden tres obser-vaciones pertinentes para nosotros en cualquier
intento de crear espacios de reflexión bíblica y teológica:

1) La Reforma surge a raíz de la experiencia de personas comprometidas con el Evangelio de Jesucristo de una
manera existencial y no únicamente de una reflexión puramente erudita, racional y desde lo alto de una torre
intelectual. Hay que agregar que la Reforma del Siglo 16 fue realmente la culminación de intentos anteriores de
reformar la Iglesia. El inglés Juan Wyclif (1320-1384), el checo Juan Huss (1389-1415) y aun el italiano Juan
Savonarola (1452-1498 son reconocidos como algunos de los prereformadores. Tanto en los intentos prerefomadores
como el movimiento de renovación en el Siglo 16 van acompañados de un compromiso real con el Señor Jesucristo,
reforma de la Iglesia y la transformación de la sociedad. Pero los intentos anteriores rápida-mente controlados por la
Jerarquía, carecieron principalmente de respaldo popular.

2) El movimiento de Reforma del Siglo 16 realmente toma lugar cuando el pueblo en general participa en mayor o
menor grado. Eso va sucediendo en la medida que el pueblo se va enterando de las Noventa y Cinco Tesis sobre
cuestiones de la Fe, la Gracia y la Escritura escritas por Martín Lutero. Adicional a las Tesis, siguieron sus diferentes
escritos evangélicos y de otros reformadores cuestionando no solamente la conducta del la jerarquía romana, sino la
esencia misma de sus enseñanzas que dejaban mucho que desear en ese tiempo. Las diferentes publicaciones de
Lutero fueron escritas para su discusión en toda la Iglesia todavía bajo el dominio papal. Era esencial, como lo es
ahora, que en el movimiento de renovación bíblico y teológico participara el pueblo a fin de lograr una forma de vida
cristiana de acuerdo con la Palabra de Dios y una Iglesia que predicara, enseñara y sirviera con claridad el Mensaje
del Evangelio de Jesucristo mismo y del Reino.

3) Martín Lutero no solamente atacaba en sus escritos la práctica errónea de las autoridades eclesiásticas como la
famosa venta de indulgencias. Lutero promovía un proyecto de Iglesia que fuera más acorde con el Evangelio y las
enseñanzas apostólicas que significaba una proclamación clara y sencilla que entendiera el pueblo sobre la fe
cristiana en su propia lengua y que las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento estuvieran también en lengua
vernácula y al alcance del pueblo. Para ese tiempo la imprenta de caracteres movibles ya estaba muy extendida en
Europa. Esta había sido inventada por Johann Gutemberg (?1398-1468) y que, por cierto, el primer libro impreso fue
la Biblia de 42 líneas o llamada Biblia de Gutemberg.

El movimiento de Reforma toma lugar en varios lugares, aparte de Alemania, casi simultáneamente en ciudades y
pueblos como en Neuchatel, Zurich, Basilea, y la Ciudad de Ginebra en Suiza, Paris, Estrasburgo, y otros lugares al
sur de Francia. En Ginebra, el humanista Guillermo Farel con gran riesgo evangeliza la ciudad logrando que la
población acepte la Reforma. Esta se afirma con la presencia y trabajo de otro humanista francés llamado Juan
Calvino (1509-1564) a quien Farel conmina a dejar sus estudios teológicos y vida tranquila para que se quede en
Ginebra y colabore en la afirmación de la Reforma. Convertidos a la fe evan-gélica por el estudio de las Sagradas
Escrituras, ambos se entregaron de lleno al movimiento de evangelización y Reforma de la Iglesia y la Ciudad de
Ginebra. Su proyecto de Iglesia era limpiarla y purificarla de prácticas no requeridas bíblicamente y recuperar
aquellos aspectos exigidos por la ense-ñanza de los Apóstoles y los antiguos Padres de la Iglesia.

Calvino, además de haber estudiado para abogado y ser humanista, había estudiado griego, hebreo y teología. Había
colaborado en la traducción de la Biblia al francés en años anterio-res con su primo Olivetán, quien posiblemente
antes o con él que Farel había evangelizado en Ginebra. Calvino, desde su conversión, se había identificado con los
perseguidos y reprimidos Protestantes franceses. Al quedarse en Ginebra desarrolla al máximo sus capacidades como
educador, exegeta, teólogo, predicador y pastor. Se dice que más que cualquier otro reformador él reunía todas esas
cualidades. Reorganizó la Iglesia Ginebrina, reformó su forma de gobierno y culto. Sus sermones y comentarios
bíblicos lo colocaron no solo entre los mejores exegetas, sino el mejor, de su tiempo. Su visión acerca de la
comunidad cristiana y sus reformas civiles en Ginebra le garantizan su lugar entre las ciencias políticas y sociales.

Su abundante correspondencia continua con diferentes personas eclesiásticas, autoridades civiles, y amistades (Once
Volúmenes en el llamado Corpus Reformatorum) revela su verdadero carácter y preocupación pastoral por las
personas y el movi-miento de Reforma, no solamente en Suiza sino en Europa en general. Bajo su liderazgo, Ginebra
llegó a ser un centro vibrante de enseñanza humanista, bíblica, teológica y pastoral cuya influencia se dejó sentir por
todo el continente Europeo, Inglaterra y Escocia.

Su obra cumbre, la Institución de la Religión Cristiana, se publicó por primera vez en forma de “manual” sobre la Fe
Cristiana en 1536, cuando apenas contaba 27 años, como un acto de solidaridad y defensa, no solamente de la Fe
Evangélica, sino de los protestantes perseguidos y reprimidos por el Rey Francisco I de Francia. Al acumularse contra
los protestantes franceses toda suerte de acusaciones como perversos y sediciosos, muchos habían sido
encarcelados, quemados en la hoguera y otros expulsados del país. “Esa fue la razón,” dice Calvino en el prefacio de
su libro Los Salmos, “que me indujo a publicar mi Institución de la Religión Cristiana; en primer lugar para contestar
a las calumniosas acusaciones propaladas por los otros y defender a mis hermanos, cuya muerte era preciosa a los
ojos del Señor…”

Calvino declara en su larga dedicatoria al Rey de Francia que un segundo propósito de su Institución es la
instrucción: “Mi intento, pues, en este libro ha sido de tal manera preparar e instruir a los que se querrán aplicar al
estudio de la Teología que felizmente pueda leer la Sagrada Escritura y aprovecharse de su lezion entendiendola
bien, e ir por el camino derecho sin apartarse de el.

Su teología no es especulativa sino práctica a diferencia de la teología de teólogos de la Edad Media y aun como la
de Tomás de Aquino que, según algunos, es más especulativa que práctica. Calvino no ve la teología como un fin en
sí misma sino que ésta debe tener ciertos propósitos prácticos como

1) solidarizarse con los oprimidos y perseguidos como ya se apuntó.

2) Más que defender la fe el quiere aclararla, explicarla y hacerla entendible al pueblo, especialmente en aquellos
aspectos básicos en cuanto a la esencia misma del Evangelio para la nueva vida en Cristo.

3) El quiere utilizar la teología como base de la enseñanza cristiana (lo que ahora llamamos educación cristiana). Y

4) toda su obra teológica está relacionada a la predicación y la tarea pastoral. Se puede decir que Calvino hacía
teología con la finalidad de predicar y hacer su trabajo educativo y pastoral de tal manera que afectara la vida
terrenal en todos sus aspectos, social, político y aun económico. Tal forma de ser cristiano, teólogo, educador y
pastor debe verse como paradigma o ejemplo a seguir para los que actualmente son pastores y especialmente para
los que aspiran al Ministerio de la Palabra en las Iglesias Reformadas.

Además, su teología estaba encaminada a la conformación de la vida humana y de la sociedad a la voluntad de Dios
tanto como se pudiera realizar. Como humanista e intelectual sus intereses estaban más relacionados con lo
histórico, lo literario y la realidad de la vida humana. Por tal razón los aspectos metafísicos y especulativos fueron de
poca impor-tancia en su pensamiento teológico. El insistía en que la teología debería estar insertada (encar-nada) en
la vida misma de los creyentes a fin de que rindiese fruto cuya prueba clara de la fe de una persona debería ser el
amor al prójimo y que debería manifestarse en la vida diaria y en el mundo.
El proyecto de Iglesia de los Reformadores de Ginebra era lograr una Iglesia Reformada de acuerdo a las Santas
Escrituras y la voluntad de Dios. Ciertamente retornando a las fuentes de la Revelación pero su propósito no era
repetir la experiencia de la Iglesia Primitiva, sino conformar una Iglesia Reformada que respondiese a la voluntad de
Dios en el Siglo 16 y en un mundo que experimentaba grandes cambios culturales, sociales, políticos y geográficos.

En ocasiones anteriores ya hemos mencionado el origen anecdótico de cómo los luteranos impusieron el mote de “los
reformados” a los representantes de las iglesias Suizas a partir del Coloquio de Marburgo en 1529.

Comentarios Generales

1. Me parece que es en ese sentido mencionado arriba que encontramos el genio o característica central de lo
que llamamos “tradición Reformada” o de las Iglesias Reformadas: es decir que podamos responder
fielmente a Dios en el momento histórico que nos toca vivir como cristianos y como Iglesia de Jesucristo y
pueblo de Dios. Y de esa manera poder responder también a los grandes retos del presente en el Siglo 21.

2. Calvino se veía a sí mismo primordialmente como pastor. Pero eso no estaba reñido con su labor exegética
y teológica. Hacía teología para predicar pertinentemente y para hacer su labor pastoral más atinadamente
vemos entonces que la teología y el pastorado no son dos cosas diferentes o antagónicas sino
complementarias. Pablo mismo, podemos decir, fue evangelizador, pastor y teólogo. Por tanto, la idea que
en la iglesia “no se necesitan teólogos sino pastores” que muchas veces se ha mencionado en los diferentes
niveles de la Iglesia Presbiteriana de México, está totalmente equivocada y es inaceptable a la luz de la
Tradición Reformada.

3. Realzamos lo que los dos objetivos de la Institución Cristiana nos enseña, es decir, que nuestro quehacer
teológico debe tomar en cuenta, especialmente en las instituciones de enseñanza teológica, el aspecto de la
solidaridad con los marginados, los oprimidos, los perseguidos por razones de fe, de conciencia, y otras
razones claramente de injusticia tal como ha sido el caso por largos años de los hermanos Indígenas de
Chiapas y otros lugares. Es necesario recuperar esa teología de solidaridad con la gente sufriente y no
tener temor de hablar en favor de pobres y desvalidos. “Abre tu boca por el mudo en el juicio de todos los
desvalidos; abre tu boca, juzga con justicia y defiende la causa del pobre y del menesteroso.” (Pr.31.8-9).

Vemos pues que es urgente recuperar esa perspectiva bíblicateológica, pues en muchas ocasiones hemos
guardado silencios vergonzosos frente a las injusticias contra no solo los evangélicos sino contra el pueblo
pobre y marginado de nuestro país. La teología bíblica del Buen Samaritano está vigente contra una
teología “balconizada” (J.Mackay) y evasiva que justificamos como “teología de la prudencia”.

4. La teología de los reformadores como la de Calvino surge de la propia experiencia con Dios. Cuando Calvino
insiste que la teología debe estar inscrita en la vida propia de cada cristiano es porque él mismo ya la había
vivido. Aquella ocasión en que Farel y Bucero lo amenazan con el juicio de Dios sobre su deseo de vivir una
vida tranquila de reflexión teológica, le hace reaccionar y acepta el reto de trabajar con ellos en la Reforma
de la Iglesia, especialmente en Ginebra. En una carta a Farel de 1531 le dice: Cuando recuerdo que no me
pertenezco, ofrezco mi corazón como un sacrificio al señor… En cuanto a mí mismo, protesto no tener otro
deseo, haciendo a un lado cualquier conside-ración a mi favor… sino solamente lo que es más para gloria
de Dios y la ventaja de la Iglesia. Someto mi voluntad y mi afecto a la voluntad de Dios.
5. Es evidente que este es el tipo de mujeres y hombres que las Iglesias Reformadas necesitan, pues la
“iglesia reformada siempre reformándose” no puede realizarse, sin el advenimiento del Espíritu Santo como
sin esa calidad de cristianos. Este es un fuerte llamado no sólo a los hombres y mujeres en el liderazgo de
las Iglesias sino a todo el pueblo cristiano en general.

6. La inteligencia ha de estar al servicio de Dios. La influencia humanista de Zwinglio y Calvino dejó una marca
indeleble en la tradición Reformada. La Academia fundada por Calvino en Ginebra fue una obra importante
de formación humanista, cristiana y educación teológica. Calvino creía firmemente que una educación
amplia ayudaría a penetrar y descubrir los secretos de la sabiduría divina. Según él, la predicación debería
ser un ejercicio intelectual acompañado de una disciplina espiritual que tuviese impacto en la vida de las
personas, la cultura y la sociedad.

7. Vemos que en Ginebra y en el movimiento Reformado, la predicación de la Palabra se convirtió en parte


central del culto Reformado especial-mente. No hay culto Reformado si no hay proclamación de la Palabra.
Lo central nunca no es la música. Esta tiene su lugar pero nunca debe desplazar la proclamación o
predicación en el culto público. Por esta razón la predicación dominical y de otros cultos deberá prepararse
con sumo y extremo cuidado. Pláticas meramente devocionales de lo que los cristianos “deben” hacer
moralmente hablando no son de comparar con la proclamación del Mensaje Divino. En una congregación
Presbiteriana dejó de asistir una persona invitada por que el pastor “daba mucha información” pero no
tenía mensaje! Qué diferencia es cuando el predicador con voz profética dice “Oíd Palabra del Señor”, “Así
dice el Señor!” ya sea para confortar a los desalentados o incomodar a los fariseos. Ese era lo que los
Reformadores querían hacer: “hacer resonar la Palabra de Dios en todo el mundo del Siglo XVI.

8. Calvino dice que dos son las marcas de la verdadera Iglesia de Cristo: 
1) Allí donde veamos que la Palabra de Dios es puramente predicada y escuchada y 

2) allí donde los sacramentos son administrados según la institución de Cristo (como se lee en la versión
francesa de la Institución) — y no solamente “en forma correcta como decimos ahora” no dudemos que allí
hay una Iglesia porque la promesa no nos puede fallar “donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo
estaré en medio de ellos (Mt.18.20). Donde está Cristo, allí está su Iglesia.

9. La nueva organización de la Iglesia consistorio, pastorado, diaconado, etc. No es un fin en sí misma pues
cada área debe ser un medio de gracia para servir. Tanto la Iglesia local como la general es el cuerpo de
Cristo en el mundo. Como su Señor que “anduvo haciendo bienes” ésta es llamada para servir el prójimo.
Es decir, que una iglesia o congregación que no tiene un programa de servicio a la comunidad es una
iglesia a medias.

10. Calvino, sin ser ascético, observaba una vida disciplinada. Eso demandaba a la comunidad de cristianos de
la ciudad de Ginebra. Algunas veces les pareció demasiada rígida., pero Calvino veía que una vida
disciplinada y responsable en el hogar, en el trabajo, en las relaciones humanas, en la práctica de la justicia
civil y económica se estaría colaborando al cumplimiento de los propósitos de Dios en la historia. Una vida
cristiana de evasión no era de su aprobación sino una vida activa en el mundo pensando siempre que es
para gloria de Dios.

Esperamos que todo lo anterior sirva de inspiración y motivación para una renovación espiritual, bíblica y
teológica con el fin de lograr un Proyecto de Iglesia Reformada “siempre reformándose”, tanto a nivel local
como regional y nacional, a fin de que cumpla su misión más fielmente en el mundo globalizado del Siglo
21.

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