Está en la página 1de 3

Razones De Nuestra Obediencia A Dios

Hechos 5:27-42
Introducción:
A. La felicidad del creyente no depende, necesariamente, de cuantos éxitos o
logros materiales tenga en esta vida, materialmente. Sino que estas se
sostienen sobre dos poderosas columna, a decir, la fe y la confianza.

1. Porque Es Un Deber (5:29).

Según el apóstol Pedro la obediencia es un deber, “es necesario obedecer a


Dios antes que a los hombres”. Si no tiene buenos motivos para obedecer, no lo
hará, así se le obligue. Ahora, si usted tiene bien identificado esta verdad,
entonces, usted entenderá que la obediencia a Dios está por encima de cualquier
otros motivos personales sin pretextos, sin argumentos. El hombre puede tener
miles de excusas, pero si Dios es Soberano, entonces, el posee el derecho de
mandarnos, por lo tanto, no hay excusa que valga para no obedecerle. (1º
Sa.15:22, 26). Saúl suplantó la obediencia a Dios por complacer sus propios
pensamientos, Dios lo reprocha. No se puede pretender sobornar o comprar a
Dios. Él quiere nuestra obediencia. La desobediencia nos coloca en el mismo
equipo de Satanás.

2. Porque La Redención Tuvo Su Costo. (5:30-31).


Pensemos un momento en el Sacrificio de Cristo y todo lo que hizo por nuestros
pecados. ¡Es una gran deuda! Ni todo el dinero, ni todas las lágrimas derramadas
podrán jamás pagar el precio de la salvación de nuestro Señor Jesucristo.
(Ro.8:12-15).

3. Porque Es Un Gozo Servir A Dios. (Hchs.5:41).

No hay creyente feliz, pero al mismo tiempo desobediente. Allí hay una
contradicción de términos. La obediencia es una delicia que el cristiano debe
preferir. El creyente que dice servir a Dios, pero que vive en amargura con un
corazón lleno de ira es un creyente que contradice sus dichos con sus modos de
vida.
Jesús no garantiza perpetua felicidad si estamos dispuestos a servirle, pero sí nos
promete un gozo «inefable y glorioso» (1Pe.1:8).

4. Porque Es Una Decisión. (5:41-42).

A Pedro y Juan se les advirtió muchas veces para que no predicaran, pero
continuaron a pesar de las amenazas. Nosotros también debemos vivir como
Cristo dice, predicar de nuestra fe, sin que importe el costo. A lo mejor no nos
azotan ni encarcelan, pero nos podrían ridiculizar, desterrar o calumniar. ¿Qué
tan decidido está usted a sufrir por el privilegio de anunciar el evangelio a otros?

No tomaron en cuenta la orden de no predicar como no lo habían hecho con las


anteriores y continuaron reuniéndose tanto en el templo y de casa en casa, pues
no cesaban de enseñar y anunciar la buena nueva de que Jesús es el Cristo.
“Náufragos De La Fe”
1ª Timoteo 1:19
La historia de la humanidad ha estado marcada por muchos eventos, algunos de
clase apocalíptica e inolvidable que se recuerdan de generación en generación.
Algunos más populares que otros, mientras que ciertos han sido llevado,
inclusive, a las pantallas del cine. Ahora, cuando de tragedia se trata viene a
nuestras mentes muchas situaciones que han ocurridas a lo largo del episodio
humano sobre la tierra. Casos como “El Atentado Del 11 de Septiembre de
2001”, “Las Guerras Mundiales”, “Tsunamis”, entre muchas otras. Sin embargo,
para este material nos ocuparemos en el ámbito marítimo. Por su parte, si de
océano se trata, es muy probable que mientras les contemos a nuestros hijos los
grandes desastres que han pasado en el corazón del mar, al mismo tiempo esté
pasando por nuestra mente el naufragio del TITANIC. Si de alguna experiencia
tan peligrosa, terrible, espantosa y dolorosa por la cual ha atravesado el hombre
tiene que ver, precisamente, con el naufragio. No nos gustaría por nada del
mundo ser parte de esta terrible experiencia.

La instrucción apostólica de Pablo a Timoteo en su primera carta declara:


“manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en
cuanto a la fe algunos, […].” El encargo del apóstol a Timoteo y para los
creyentes de todos los tiempos y en todo lugar son: “militar en la buena milicia”
(1:18, “mantener la fe y la buena conciencia”. Respecto a mantener: “guardando
la fe” (LBLA). “Aferrarse” (NT BAD). Es una orden, una instrucción para los
cristianos de todos los tiempos. El cristiano no solamente tiene la obligación
sino que también tiene la necesidad, por el bien de su alma, de aferrarse a la fe, a
la buena conciencia y militar en la buena batalla. Estas enseñanzas tienen la
finalidad o bien, sirven de brújulas, de guías al creyente en un mundo cada vez
más perdido en su pecado. Rechazar estas instrucciones tiene como
consecuencias directa la pérdida espiritual del hombre. Pablo dice: “desechando
la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos, […].” Ahora, ¿qué quiere decir la
palabra “naufragar”? Según Vine: “nauageo (naus, nave; agnumi, romper)
significa: (a) literalmente, sufrir naufragio. La idea es soltar, dejar las amarras
para navegar sin rumbo alguno. Espiritualmente, los náufragos son hermanos
que se han desviado de la verdad, no han dado en el blanco, se han ido por un
camino muy diferente a la fe en Jesús. La pregunta ¿Por qué naufragaron? Pablo
aclara: “desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos, […]. ¿Qué
desecharon? El consejo apostólico. Según Thayer, la palabra del griego que se
traduce como “desechar” es apotheo, la cual significa: “apartar, repeler… echar
de uno mismo,…” Nadie los hizo actuar de tal manera, aun cuando pudo haber
habido influencias externas de por medio. De acuerdo al contexto en la que se
usa dicha palabra, se puede concluir que quienes caen víctimas de este naufragio
espiritual lo hacen por voluntad propia, no están decepcionados sino que son
actos premeditados. Así no hay excusa alguna para culpar a hermanos o alguna
situación por la que se decidió tomar un rumbo de perdición. Solo una
insensatez mayúscula podría hacer que un hermano deseche “la buena batalla”,
“que se mantenga en la fe” y que se aleje de la buena conciencia.
Tocante al tema, Pablo sigue y declara: “de los cuales son Himeneo y
Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar.”
(1:20). En el texto bajo consideración, el apóstol menciona a dos hombres que
ya habían naufragado de la fe. Pero, si usted tendría que enlistar a hermanos de
su generación que una vez conocieron el Camino y ahora ya no están ¿Quiénes
serían? ¿Cuáles nombre se les viene a la mente? Un servidor podría hacer toda
un lista, pero no es el corazón de este artículo, sino resaltar que Himeneo y
Alejandro no fueron los únicos ni serán los únicos en perderse en una
embarcación sin ton ni son. ¡Qué realidad más dura! ¡Qué situación tan difícil!
Para Pablo que amaba la obra del Señor, amaba a los hermanos, amaba a la
iglesia, tener que ver a estos dos, que alguna vez militaron con él en el Camino,
ahora navegando sin rumbo fijo en el ancho mar de la perdición, tuvo que
causarle un terrible dolor. “Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha
causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros.” (2ª
Co.2:5). ¿Cuántos Himeneo y Alejandro no hemos conocido, ya sea a lo largo o
corto de nuestra carrera espiritual? ¿Cuántos Himeneo y Alejandro no nos ha
causado tristeza y nos sigue causando dolor ver su condición espiritual sin ton ni
son? Si usted es un hermano que ama la obra de Dios, que ama a la familia de
Dios y sabe de algún caso similar al de Himeneo y Alejandro, su corazón debe
estar triste, se debe lamentar una y otra vez. "Y vosotros estáis envanecidos. ¿No
debierais más bien haberos lamentado... (1ªCo.5:2). La situación espiritual de
ese hermano se encamina hacia un verdadero desastre. Tal que, es inimaginable,
inigualable e incomparable a otras historias caóticas que ha marcado la
experiencia humana.

El autor inspirado escribió: “Compra la verdad, y no la vendas; La sabiduría, la


enseñanza y la inteligencia.” (Prov.23:23). Pero, lo irónico es que muchos de
nuestros hermanos, al igual que los personajes citado por Pablo, no están
comprando la verdad, sino que, están desechando (acto voluntario) la verdad por
la mentira. Ellos están pagando para obtener un engaño, están comprando
filosofías de hombres, se están yendo tras el error. Están dispuestos a desechar la
fe con tal de abrazar fábulas y ciencias humanas. A estos hermanos, las
gigantescas olas del pecado los es están zozobrando, están siendo sepultados por
el océano de la falsedad. Verdaderamente este es el naufragio más terrible, más
triste de las que somos testigos hoy por hoy.

Mis queridos lectores, escuchemos el consejo de Dios: “Mantengamos firme, sin


fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y
considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no
dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino
exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” (He.10:23-25).
No nos confiemos tanto, sino recuerda: “Así que, el que piensa estar firme, mire
que no caiga.” (1ªCo.10:12). Pero, también: “Antes, en todas estas cosas somos
más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” (Ro.8:37).

También podría gustarte