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CLASIFICACIÓN DE LOS DINOSAURIOS

Todos los dinosaurios compartían una característica que los diferenciaba de sus
antecesores, los arcosaurios: la posición erguida. Sus extremidades estaban
situadas debajo del cuerpo; esto posibilitaba que el peso del animal se sostuviera
desde abajo y en consecuencia su locomoción resultase más eficaz que la del
animal de patas abiertas, en la que el peso del cuerpo se soportaba desde los
costados. Además, los dinosaurios eran digitígrados: caminaban sobre las
puntas de los dedos; sus antecesores reptantes eran plantígrados: se
desplazaban pesadamente sobre las plantas de los pies.

Los científicos dividen los dinosaurios en dos grandes grupos. Tienen en cuenta,
fundamentalmente, la estructura de los huesos de la cadera. Los Saurisquios
son el grupo cuya cadera es similar a la de los lagartos, mientras que los
Ornitisquios poseen la cadera similar a la de los pájaros. Si bien no hay acuerdo
unánime acerca de su origen, se cree que ambos grupos derivan de un
antepasado común: un grupo de reptiles primitivos, los tecodontes, del cual
provienen también los cocodrilos, los reptiles voladores y las aves.

Los fósiles: testimonios de un pasado muy lejano

La existencia de los dinosaurios se determinó a partir del descubrimiento de


fósiles. Se han encontrado fósiles en todos los continentes, prueba de que estos
grandes reptiles se extendieron por todo el planeta. Los fósiles más abundantes
corresponden a huesos, luego los de dientes, huellas, huevos; por último, los
fósiles de impresiones de piel, que se encontraron en muy pocas ocasiones.

Cómo se forma un fósil

El proceso de fosilización comienza cuando los restos de un ser vivo son


cubiertos por sedimentos. Con el tiempo, los materiales originales que
componían la estructura (las partes que llegan a fosilizarse, en general, son las
duras, como huesos o dientes) van siendo reemplazados por minerales del suelo,
sin que se altere la forma inicial. Un fósil es, por lo tanto, un modelo hecho de
roca de una estructura que alguna vez perteneció a un ser viviente. En casi todos
los casos, los restos de animales y plantas son rápidamente consumidos por los
animales carroñeros, descompuestos por las bacterias y hongos que habitan el
suelo, o desintegrados por el viento o el agua. Por eso, los fósiles encontrados
representan una proporción muy pequeña de los organismos existentes en un
período de la historia de la Tierra.

Cómo conocemos las características de los dinosaurios

A partir de los fósiles encontrados en las excavaciones, los paleontólogos hacen


inferencias acerca de la anatomía y el modo de vida del dinosaurio hallado. El
largo de los huesos de las patas se utiliza para estimar la altura, el peso del
animal, y la velocidad a la que podía desplazarse. Los dientes puntiagudos son
un indicio de que el dinosaurio era carnívoro. Las hipótesis sobre su dieta tienen
en cuenta, además, la presencia o no de garras, y el contenido de sus estómagos
o intestinos, que se ha preservado en algunos casos. Los sucesivos hallazgos
aportan nuevas pruebas acerca de la fisiología de estos animales, y, con el
tiempo, se va llegando a consensos sobre cómo eran y vivían estos grandes
reptiles. Sin embargo, existen todavía muchas preguntas sobre los dinosaurios
que no tienen respuesta. ¿Eran de sangre caliente? ¿Cuidaban a sus crías? Los
científicos siguen debatiendo éstas y otras cuestiones y buscan evidencias que
los ayuden a responderlas.

El fin de los dinosaurios

Los dinosaurios dominaron el planeta durante 180 millones de años. Sin


embargo, al final del período cretácico, desaparecieron sorpresivamente. ¿Por
qué se extinguieron los dinosaurios? Las causas de la desaparición no están del
todo claras todavía. No sólo los dinosaurios perecieron en esa época, también lo
hicieron muchos otros animales. Varias teorías han intentado explicar estas
desapariciones basándose en distintas evidencias. La hipótesis más aceptada es
la de la caída de un asteroide de enorme tamaño que desencadenó cambios
climáticos de inusitada magnitud en la Tierra. Cambios a los cuales los
dinosaurios no pudieron adaptarse.

Tras la extinción de los dinosaurios, los pequeños mamíferos, hasta ese


momento un grupo perseguido por muchos de los grandes reptiles, se
diversificaron y expandieron notablemente. Se valieron de sus capacidades
adaptativas, como su excelente olfato y su gran inteligencia, para convertirse en
el grupo dominante del planeta hasta nuestros días. Sin embargo, muchos
piensan que los dinosaurios no han desaparecido totalmente: sus sucesores, las
modernas aves, nos traen cotidianamente a la memoria estos gigantes que, en
épocas remotas, llegaron a ser los dueños de nuestro cambiante planeta.

Ornitisquios

Los dinosaurios del orden de los Ornitisquios poseían una pelvis similar a la de
las aves modernas, con una disposición rectangular. El pubis estaba rotado y
apuntaba hacia atrás, en paralelo con el hueso isquion y por debajo de él.
Además, exceptuando las especies más primitivas, todos los Ornitisquios tenían
una boca no dentada cubierta por un pico córneo. Curiosamente, las aves no
derivan de este grupo de dinosaurios, sino del de los Saurisquios. Esto implica
que la disposición rectangular de la cadera surge independientemente en el
curso de la evolución tanto de las aves como de los Ornitisquios, en un claro
ejemplo de evolución convergente.
Los Ornitisquios se dividen en cuatro subórdenes. Los ornitópodos (bípedos), los
estegosaurios, anquilosaurios y ceratosaurios (estos tres últimos, cuadrúpedos).
Ornitópodo: iguanodonte.

Los ornitópodos constituyeron el grupo más abundante al final del período


cretácico. Aunque eran bípedos, podían adoptar una posición en cuatro patas.
Su dentadura estaba hecha para rasgar y romper material vegetal y se componía
de cientos de dientes compactos, evidencia de que ingerían grandes volúmenes
de comida. Un típico dinosaurio perteneciente a este grupo era el iguanodonte,
de 4 a 5 m de altura, cuyas huellas semejaban las de un avestruz.

Estegosaurio: estegosaurio.

Los estegosaurios, como el resto de los Ornitisquios, eran herbívoros, de


cabeza y dientes muy pequeños, tenían el cerebro del tamaño de una nuez, si
bien podían pesar hasta 2 t. Su rasgo distintivo consistía en dos filas de placas
óseas eréctiles alternadas a lo largo de su espalda y su cola, cuya función es aún
hoy muy discutida. Se encontraron evidencias de que dichas placas estaban
vascularizadas y podrían haber tenido una función en la regulación de la
temperatura del animal, al permitir un intercambio rápido de calor con el medio;
se postula también que les pudieron haber servido de defensa. Un ejemplar de
este grupo lleva el mismo nombre: estegosaurio.

Anquilosaurio: anquilosaurio.

Los anquilosaurios eran animales bajos y de patas cortas y fuertes. Tenían una
suerte de armadura rígida y resistente de placas óseas que cubría sus patas y
su espalda. El anquilosaurio era un ejemplar típico de este grupo, con una cola
gruesa y robusta que terminaba en forma de mazo óseo y podía tener un efecto
mortífero sobre sus posibles atacantes.

Ceratosaurio: triceratops.

Los ceratosaurios fueron los dinosaurios que aparecieron más tardíamente, en


el período cretácico superior. Tenían cuernos y cabezas grandes, y mandíbulas
con un pico en su parte delantera que cubría una serie de dientes cortadores.
Su cuerpo estaba cubierto por una piel correosa. Aunque eran herbívoros, estos
dinosaurios eran muy capaces de defenderse y hasta los feroces terópodos se
cuidaban de atacarlos si andaban en grupo. Uno de sus miembros más conocidos
(y uno de los últimos dinosaurios en desaparecer) era el triceratops. Los cuernos
de este dinosaurio semejaban los de un rinoceronte actual; además, el animal
poseía un reborde óseo que se proyectaba por detrás del cráneo y le colgaba
sobre la nuca.

Saurisquios

El orden de los Saurisquios tenía su pelvis en una disposición trirradiada, como


los modernos cocodrilos. El pubis apuntaba hacia adelante formando un ángulo
con el isquion, que se orientaba hacia atrás. Los saurisquios se dividían a su vez
en dos subórdenes: los terópodos, carnívoros, y los saurópodos, grandes
herbívoros, ambos muy diferentes y probablemente distantes entre sí en el
proceso evolutivo.

Terópodo: tiranosaurio rex.

Los terópodos eran bípedos obligados: no podían adoptar una postura en


cuatro patas. Sus patas traseras eran fuertes, indicadoras en muchos casos de
que estos dinosaurios eran muy veloces. Las patas delanteras tenían afiladas
garras para atrapar la presa e impedir que se les escapara, aunque eran
demasiado cortas como para llegar a la boca. Sus largas colas les permitían
estabilizar la posición bípeda.
De cabeza grande, comparada con la de otros dinosaurios, tenían mandíbulas
con dientes agudos orientados hacia el interior de la boca, una clara evidencia
de que su alimentación era carnívora. Es probable que el mayor tamaño relativo
de su cerebro, respecto de otros grupos de dinosaurios, guardara relación con
el desarrollo de habilidades imprescindibles para la caza. Este grupo abarcaba
desde los dinosaurios de formas pequeñas y de movimientos muy rápidos, como
los ovirraptores, de 2 m de largo y un peso de 25 a 30 kg, hasta los mayores
predadores carnívoros terrestres que hayan existido, como el tiranosaurio, de
15 m de largo y 6 de alto, con un cráneo macizo de 1 m de longitud, y un peso
de 5 a 6 t.

Saurópodo: apatosaurio.

El grupo de los saurópodos incluía los dinosaurios herbívoros de mayor tamaño


conocidos. Los ejemplares más pequeños eran más grandes que los elefantes
actuales. Se cree que el mayor saurópodo era el argentinosaurio . Todos los
saurópodos tenían la misma estructura corporal básica: cuerpo grande, patas
cortas y columnares, largas y pesadas colas y una pequeña cabeza al final de un
cuello muy largo (el diplodocus, por ejemplo, medía 26 m de largo y su cabeza
sólo 60 cm). Debido a su gran corpulencia y sus cortas patas, no eran buenos
corredores. Se los considera animales semi-acuáticos, hipótesis basada en que
los huesos de sus patas no eran suficientemente fuertes como para sostener un
cuerpo tan pesado sin la ayuda del agua. De acuerdo con esta teoría (aún hoy
discutida), el largo cuello permitía al animal alcanzar la superficie en busca de
aire. Sin embargo, se han encontrado huellas de saurópodos que evidencian que
algunos de estos dinosaurios migraban por tierra firme. En este caso, la función
del cuello sería la de alcanzar las hojas de los árboles altos. Sus dientes eran
cónicos pero de punta chata. Se cree que no masticaban la comida con ellos sino
que la tragaban directamente y que la digestión se producía en sus estómagos
ayudada por piedras que ingerían junto con los vegetales. Los saurópodos fueron
los herbívoros dominantes en el período jurásico, pero parece que sólo tuvieron
una importancia menor durante el cretácico. Otros miembros conocidos de este
grupo son el apatosaurio (conocido también como brontosaurio) y el
braquiosaurio.

Cadera

Huesos de la pelvis de un dinosaurio del orden de los Ornitisquios.


Cadera

Huesos de la pelvis de un dinosaurio del orden de los Saurisquios.


Argentinosaurio

Reconstrucción de un argentinosaurio.

Argentinosaurus huinculensis es el dinosaurio más grande que se conoce. Se lo


clasifica dentro del grupo de los saurópodos. Medía cerca de 50 m de largo, y
era un enorme cuadrúpedo herbívoro, de largo cuello, que vivió en el cretácico
tardío y fue hallado en la Argentina por los paleontólogos Rodolfo Coria y José
Bonaparte en el año 1993.
La piel de los dinosaurios

Fósil de piel de dinosaurio.

Las suposiciones acerca del color verde de los dinosaurios se basan en su


similitud con los reptiles actuales, muchos de los cuales poseen un color
verdusco que les permite camuflarse con el entorno. Algunos reptiles, sin
embargo, poseen colores brillantes, los que son utilizados para atraer a su
pareja. Si tenemos en cuenta, además, que los fósiles de la piel de los
dinosaurios no conservan el color de la estructura original, no podemos afirmar
de modo definitivo que la piel de estos animales era de color verde.

En cuanto al tipo de piel, los fósiles muestran una textura escamosa y ausencia
de plumas y pelo, lo que hace suponer a los paleontólogos que los dinosaurios
tenían una piel seca y resistente.

Excavación de fósiles

La excavación de restos de dinosaurios es un proceso largo, que requiere de una


gran planificación, involucra un alto costo y la participación de muchos expertos.
Primero se delimita el área en la que se cree que hay restos fósiles. La
excavación comienza utilizando taladros y picos para sacar la roca de los estratos
superiores. Cuando se llega a los huesos, se sigue con elementos más delicados
como cinceles livianos, agujas montadas y diminutos cepillos. Una vez
desenterrados, los fósiles encontrados se llevan al laboratorio. Como son
sumamente frágiles (además de valiosísimos), se les hace una cubierta de yeso
o espuma de poliuretano para que puedan ser transportados sin riesgos. Luego
comienza el trabajo de limpieza y de análisis que puede durar varios años y
culmina con la identificación del dinosaurio como miembro de una de las especies
ya descriptas, o con la identificación de una especie desconocida hasta el
momento.

Algunas preguntas sobre los dinosaurios


¿Eran de sangre caliente?

Los dinosaurios eran reptiles y, como tales, siempre se los ha supuesto animales
de sangre fría. No mantenían una temperatura corporal constante (como los
mamíferos) sino que la regulaban a partir del calor del entorno. Los biólogos
denominan a este tipo de animales poiquilotermos, en contraposición con
los homeotermos. Sin embargo, en los últimos años, se han encontrado
evidencias de que esto podría no ser así. Las aves derivan de un grupo de
dinosaurios pequeños, los celurosaurios, pertenecientes a los saurópodos, y son
animales de sangre caliente,

¿por qué no habrían de serlo los dinosaurios?

Muchos de los dinosaurios, a juzgar por los huesos que se han encontrado,
tenían una vida muy activa que requería de un metabolismo alto, característica
asociada a los animales homeotermos. Estos reptiles, además, caminaban
erguidos sobre sus patas, posición que compartían también con animales de
sangre caliente. Se han encontrado fósiles de dinosaurios en zonas muy frías
para ser habitadas por animales que no fueran capaces de mantener su
temperatura interna constante (aunque los detractores de esta teoría sostienen
que dichas zonas no eran tan frías en la época de los dinosaurios). Por otra
parte, los huesos de estos animales poseen pequeños canalículos por los que se
supone que pasaban vasos sanguíneos, con una estructura muy similar a la de
los de animales de sangre caliente.

La discusión aún no se ha cerrado. Hay acérrimos defensores de ambas teorías,


e incluso algunos que adoptan posiciones intermedias (por ejemplo, que algunos
dinosaurios tenían sangre caliente y otros no, o que sólo tenían sangre caliente
en un período de su vida).

¿Cuidaban a sus crías?

Durante muchos años se pensó que sólo las aves y los mamíferos se ocupaban
de sus crías, y que los reptiles ponían sus huevos y los dejaban librados a su
suerte. Estudios posteriores demuestraron que incluso algunos reptiles
modernos, como los cocodrilos, ayudan a sus hijos a salir del cascarón y los
acompañan hasta el agua. Junto a los nidos de dinosaurios fosilizados que se
han encontrado suelen aparecer esqueletos de ejemplares jóvenes que se cree
que se encontraban cuidando los huevos. Por otra parte, se ha descubierto que
muchos dinosaurios volvían cada año al mismo sitio a desovar, se cree que
cubrían sus huevos con arena y que algunos, incluso, alimentaban a sus crías al
salir del cascarón.

¿Por qué se extinguieron los dinosaurios?

Se han dado muchas explicaciones acerca de la extinción de numerosas especies


de animales (entre ellos, los pterodáctilos voladores y los enormes reptiles
marinos, como el ictiosaurio) y de plantas ocurrida a fines del mesozoico.

No está claro si dicha extinción fue gradual u ocurrió de manera repentina debido
a una catástrofe. Una de las teorías más aceptadas (que responde a la hipótesis
del cambio brusco) es que, hace alrededor de 65 millones de años, un asteroide
de entre 6 y 15 km de diámetro colisionó contra la Tierra. La enorme nube de
polvo que se elevó eclipsó la luz solar durante años. Esto destruyó gran parte
de la vida vegetal y causó la completa extinción de los dinosaurios. La hipótesis
se basa en el hallazgo de niveles elevados de iridio en una capa que coincide con
el estrato correspondiente a la época de la extinción. El iridio es un metal raro
en la superficie terrestre pero relativamente habitual en cuerpos del espacio
exterior, como los asteroides.

El principal argumento de la versión de la desaparición gradual se basa en la


evidencia de que los climas estaban cambiando lentamente hacia fines del
período mesozoico. La desaparición de los dinosaurios podría haberse debido a
la pérdida de hábitats adecuados y explica por qué muchas otras especies,
contemporáneas a los dinosaurios, no se extinguieron. El registro fósil avala este
modelo de desaparición paulatina y muestra un descenso de la variedad de
especies al estudiar los ejemplares pertenecientes al mesozoico avanzado.

Hay muchas otras teorías que intentan explicar por qué los dinosaurios
perecieron. Una de ellas postula que tenían un gusto poco desarrollado y se
envenenaron con los alcaloides de las nuevas plantas con flor (angiospermas)
que surgieron en la época. Otra afirma que los dinosaurios carnívoros se
comieron a todos los herbívoros y luego ellos mismos murieron de hambre. Otra,
incluso, adjudica la causa de la extinción a explosiones volcánicas.

Lo más razonable es que la extinción haya sido por una suma de factores
adversos entre los que podrían encontrarse algunos de los mencionados. Por
ahora, el interrogante sigue sin resolverse.

Era mesozoica

Una de las eras geológicas en que se divide el período cámbrico o fanerozoico.


Abarca unos 180 millones de años, desde el fin de la era paleozoica (hace unos
245 millones de años) hasta los comienzos de la era cenozoica (hace unos 65
millones de años).

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