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El perdón de Dios.

¿Alguna vez has pensado que no mereces el perdón de Dios?, yo me lo he


planteado muchas veces, he sentido que no soy digna de hablar con Él, y es que los
pecados que cometemos son incontables, cada día, en el momento menos esperado
cometemos errores, juzgamos, codiciamos, mentimos, somos egoístas y orgullosos,
(entre muchos pecados más), sin embargo, es increíble como Dios puede borrar
tantos pecados, y eso solo lo hace con un propósito el cual es hacernos salvos,
llevarnos a su reino a gozar una eternidad a su lado.
¿Te imaginas perdonar muchas veces un mismo pecado?, es lo que Dios hace
con nosotros, eso solo lo hace una persona que en realidad te ama.
En la Biblia encontramos a personajes que cometieron muchos errores, sin embargo,
ante los ojos de Dios ellos eran perfectos, podemos mencionar a David. Cuando Dios
eligió a David como el próximo rey de Israel, Él sabía que iba a cometer adulterio y
que llegaría a ser un asesino, sin embargo, Dios lo eligió a él, porque tenía un
propósito para su vida.
Esto nos enseña que la visión de Dios no es la misma que la nuestra, claro, la paga
del pecado es la muerte, y como todos nosotros algún día, David murió, sin embargo,
cumplió con el propósito de su vida. El punto es que, a pesar de nuestros pecados,
Dios nos perdona y si le aceptamos, cumple su propósito en nuestras vidas, a Él no le
importa cuántas veces cometamos el mismo error, está ahí para ti y para mí.
Hechos 13:36 al 38 nos dice: “Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia
generación según la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres, y vio
corrupción. Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción. Sabed, pues, esto,
varones hermanos; que por medio de Él se os anuncia perdón de pecados”. En el
Comentario Bíblico Adventista encontramos los designios de Dios cumplidos en David,
que serían: David sirvió según la voluntad de Dios, David sirvió al propósito de Dios y
David murió según la voluntad de Dios. Ese mismo Dios que nos anuncia perdón de
pecados, puede cumplir los propósitos que tiene para nosotros. Espero que, en lugar
del nombre de David, podamos colocar nuestro nombre y cumplamos con los
designios que Dios tiene para sus hijos.
Dios nos espera con los brazos abiertos, solo debemos acercarnos a Él, aceptar su
perdón y cumplir con el propósito que Dios tiene para nuestra vida. Escucha “Me diste
perdón” de Primera Fe y medita en la letra, que tu meta sea llegar a decir: “Oh Cristo
te adoro, te acepto, me entrego, salvaste mi alma, te rindo mi amor y todo lo que
soy”.
¿Cómo aceptar el perdón? Tema: ¿Ya aceptaste el perdón de Dios?

El perdón no le hace ningún bien al pecador a menos que lo acepte, hay una historia
que menciona que, en cierta ocasión un hombre había sido condenado a muerte y
esperaba el día de su ejecución, pero alguien se interesó en su caso, y obtuvo el
indulto del condenado. Sin embargo, el hombre rehusó aceptar el perdón. La negativa
causó un gran revuelo en los círculos judiciales, el caso llegó a la corte suprema. Si se
ha concedido el perdón, pero este ha sido rechazado, entonces dicho perdón no
puede ser impuesto sobre la persona y el hombre fue ejecutado.
Todos los seres humanos estamos bajo la pena de muerte, estamos encarcelados en
este planeta, esperando la ejecución. Pero Jesús ha tomado nuestros casos. Él
descendió y murió en lugar de nosotros, aceptando nuestro castigo, Él nos ofrece el
perdón, sin embargo, nosotros podemos aceptarlo o rechazarlo como el condenado de
la historia.
En el Salmo 86:5, el salmista atestigua que Dios es perdonador, bondadoso, grande
en misericordia, eso le da esperanza de que volverá a atender sus plegarias y por eso
clama a Él por misericordia.
Un comentarista dice: Esta es otra razón por la cual Dios debería escuchar su oración;
y es una razón que se puede instar adecuadamente en todo momento y por todas las
clases de personas. Se funda en la benevolencia de Dios; sobre la plenitud de su
misericordia a todos los que invocan su nombre. ¿Deberíamos invocar en vano a un
Dios que no fue misericordioso y que no estaba dispuesto a perdonar? Pero en
el carácter divino existe el fundamento más amplio para tal atractivo. En su
benevolencia; en su disposición a perdonar; en la plenitud de su misericordia, Dios es
todo lo que un pecador penitente podría desear que fuera. Porque si tal pecador se
esforzara por describir lo que desearía encontrar en Dios como un motivo de apelación
en sus oraciones, no podría expresar sus sentimientos en un lenguaje más completo y
libre de lo que Dios ha empleado sobre su propia disposición para perdonar y salvar.
El lenguaje de la Biblia sobre este tema expresaría, mejor que cualquier lenguaje que
él mismo pudiera emplear, lo que en esas circunstancias desearía encontrar a Dios.
En Lucas 17:3 dice que, si se arrepiente perdónalo, no dice si tu hermano peca
perdónalo. En el verso 4 Jesús es más explícito, recalca que el que yerra debe
arrepentirse para ser perdonado, Dios no nos fuerza para aceptar su perdón, Él nos
deja elegir, nos ofrece perdón gratuito y nos anima a aceptarlo. Pero la elección final
es nuestra. Dios ofreció perdón abundante y gratuito. El perdón beneficia al que lo
acepta, la elección es personal, el único que puede impedir ser perdonado es usted
mismo.
El perdón divino es ilimitado, pero nuestra aceptación de este puede no serlo.

Cuando nos damos cuenta de la verdadera enormidad de nuestros pecados, y de


nuestra completa incapacidad de liberarnos por nosotros mismos, no deberíamos
desesperarnos, cuanto más grande sea nuestra deuda, tanto mayor es la necesidad
que tenemos de la misericordia y el perdón divino.

Llamado: ¿Te gustaría aceptar hoy el perdón de Dios? Él te lo ofrece, es totalmente


gratuito, pero está en tus manos la elección. No tardes más, hoy es el día para tener
perdón en Jesús.
IV. Conclusión:
Hacer unos papelitos para que cada persona escriba una oración pidiendo a
Dios perdón. Entonar un himno, todos pasan a depositar su papelito en un recipiente
preparado. Se queman mientras se hace la oración de despedida de sábado.
b. Oración final.
c. Lanzamiento de RETO semanal: Escríbele a alguien a quien debas de pedir
perdón y dile que lo sientes. Anímalo a experimentar el perdón de Dios.
Aceptar y vivir el perdón
TESTIMONIO
Carlos era un joven activo de la iglesia. Sin embargo, en un eclipse espiritual, decidió
llenar su corazón vacío y ansioso explorando la pornografía.
Por un breve tiempo, todo parecía estar bien con su ánimo, aun sabiendo que sus
acciones no estaban de acuerdo con la voluntad de Dios. Pero al tiempo eso cambió,
y la sensación de vacío fue mayor que antes de probar la pornografía, sumada a la
culpa por dañar su mente, emociones y principalmente su relación con Dios.
Sabía conceptualmente que podía confesar sus pecados y pedir perdón, pero sus
sentimientos le decían que no era merecedor del perdón. Finalmente dejó de batallar
entre sus razonamientos y emociones, y decidió solo creerle a la palabra de Dios
(1 Juan 2:1). Por un tiempo, sus sentimientos siguieron desalentándolo, pero fueron
subyugados por la fe, comenzando un nuevo capítulo en su vida.
ORACIÓN INTERCESORA
Hoy vamos a orar para entender que Dios desea que podamos aceptar y vivir el
perdón, ser libres de la culpa y experimentar las nuevas oportunidades. También
vamos a orar para que en estos días de Semana Santa podamos compartir este
mensaje a las personas que nos rodean.
MENSAJE
Cuando pensamos en Isaías 55:8 y 9, ¿no lo relacionamos o aplicamos
a situaciones de la vida que no salen como esperamos, o circunstancias
que no entendíamos? Sin embargo, un sentido fuerte de este versículo tiene más
que ver con el perdón de Dios. Para la mente humana, el perdón de Dios puede ser
algo sencillo de entender y vivir.
Pero también puede tornarse en algo difícil de aceptar y comprender.
En mis atenciones pastorales algunas personas me compartieron que no creían que
Dios podría perdonar lo que hicieron, o que aceptaban el perdón, pero no era una
experiencia real.
¿Cómo hacer entonces cuando nuestra limitada mente humana
se encuentra obstaculizada para vivenciar este regalo de Dios? Es aquí,entonces,
cuando Isaías 55 cobra interés al mostrar el alcance y la universalidad que tiene el
perdón de Dios para todo aquel que lo acepte (Juan 3:16), aún sin merecerlo (Rom.
3:16), sin poderlo entender plenamente, pero confiando en su justicia (Salmos 9:4).
Tiene como objetivo producir un “clic” de libertad en nuestras mentes al comprender
que hay cosas que Dios ve, entiende y maneja que nosotros no.
Sus caminos son diferentes a los nuestros, y siempre van en dirección de la
misericordia y el perdón. La cuestión está en aceptar el perdón, para luego vivir como
perdonado.
El apóstol Pedro necesito de ese “clic” en su mente luego de negar tres veces a Jesús.
Su negación hacia su Maestro no solo involucraba su presente en esa noche triste,
sino los tres años que habían vivido y compartidos juntos (Mateo 26:69-75). Por eso
fue tan sentido su llorar. Era complejo para su mente entender cómo podría librarse
de esta culpa y volver a comenzar. A pesar de ello, poco tiempo después,
levantándose y dejando el pasado, fue un gran instrumento en las manos de Dios
predicando a miles de personas. ¿Qué ocurrió?
¿Cómo hizo para ser verdaderamente libre? Simplemente aceptó el perdón
(Marcos 16:7) y vivió como perdonado. Seguramente habrá sido tentado a mirar hacia
el pasado y sentirse mal, pero se aferró a Jesús como su abogado, quien no se
acuerda más de los pecados confesados, y de esta manera se extendía hacia
adelante, para cumplir la misión encomendad dada por el cielo (1 Pedro 2:9).
Estos días que la sociedad está movilizada por la Semana Santa, como Jóvenes
Adventistas podemos llevar el significado de lo que hizo Jesús. El perdón es divino,
puede que lo entendamos plenamente o no, pero es seguro, es un regalo
que aceptándolo nos hace verdaderamente libres. Jesús nació, vivió, murió y resucitó
para que tengamos esta experiencia de salvación. ¿Aceptarás vivir como
perdonado?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
“‘Decid a sus discípulos y a Pedro’ dijeron los ángeles.
Desde la muerte de Cristo, Pedro había estado postrado por el remordimiento. Su
vergonzosa negación del Señor y la mirada de amor y angustia que le dirigiera el
Salvador estaban siempre delante de él. De todos los discípulos, él era el que había
sufrido más amargamente. A él fue dada la seguridad de que su arrepentimiento era
aceptado y perdonado su pecado. Se le mencionó por nombre” (DTG, p. 735).

MANOS A LA OBRA
Alabanza: pídales a dos jóvenes que dirijan los cánticos.
Testimonio: antes de comenzar, preguntar al grupo: “¿Qué les ayuda para ir en
busca del perdón de Dios y vivirlo?”.
Oración intercesora: separar al grupo en dos, uno debatirá sobre el pecado y la
confesión y el otro sobre el perdón y el arrepentimiento. ¿Qué entienden de estas
palabras?
Mensaje: comenzar con la siguiente pregunta y dar espacio para opiniones “¿A qué
situaciones de la vida relacionas Isaías 55:8-9?”.

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