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ÉMILE DURKHEIM

Nacido el 15 de abril de 1858 en Épinal, capital de los Vosgos, Francia, Émile David Durckheim (el
segundo, su nombre religioso) es el último de cinco hijos de la pareja conformada por el rabino
Moïse y Mélanie. Moïse representa al judío de fuerte raigambre en el mundo cultural germano que
incluso habla francés “con acento”, pero que tiene algunas intenciones de renovar la práctica de la
tradición y adaptarse a ideales más republicanos. El conflicto entre tradición y modernidad atraviesa
toda la época para la cultura judía francesa, hasta el punto de que Moïse sabe interactuar con los
espacios más conservadores y también con las figuras políticas del momento. Los “Durckheim”
pasan a ser “Durkheim” y a cambiar la pronunciación de su apellido por una más francesa en un
tiempo en donde las relaciones entre la incipiente Alemania y Francia comienzan a tensarse para
luego terminar en la Guerra franco-prusiana (1870-1871).
Émile Durkheim tiene una carrera notable como estudiante. Aplicado a una disciplina estricta,
apuesta, siempre que puede, por la exposición de argumentos claros frente a la “moda” de entregarse
a giros retóricos que resulten interesantes para la audiencia, pero en sí poco susceptibles a un análisis
riguroso. En 1879, logra ingresar a la École Normale Supérieure luego de dos fracasos, y tiene
como compañeros a otras figuras claves del porvenir, como el futuro intelectual socialista Jean
Jaurès y el filósofo del intuicionismo Henri Bergson. Ya como profesor, Durkheim se toma una
licencia en filosofía en el período 1885-1886 de su labor docente para viajar como becado a
Alemania.  se formó bajo la influencia del positivismo y el evolucionismo.En algún punto, considera que los vicios
“literarios y retóricos” del mundo académico francés son reemplazados por la seriedad metodológica
y el nuevo campo de investigaciones abiertos en el ámbito alemán. Lee allí la obra del padre de la
psicología experimental, Wilhem Wundt (1832-1920), de Karl Marx (por influencia de un amigo) y
de economistas como Adolph Wagner o Gustav von Schmoller, lo cual lo lleva a pensar la
posibilidad de una lectura de la economía por fuera de las bases naturales del liberalismo y más
apoyada en cuestiones morales e históricamente contingentes.
Durkheim parece concentrar todas estas influencias en la transformación de la sociología de
una especie de apuesta teórica (arriesgada, individual y hasta caprichosa) de Auguste Comte en
un tipo de saber preciso, colectivo y con su propio método. El problema del vínculo del sujeto con
la comunidad, y la reflexión en torno a la influencia de lo grupal en la formación de un carácter
individual, resultan claves de este pensamiento. Se suma a eso la progresiva desmitificación de las
instancias consideradas “naturales” de la vida en conjunto: trabajos como El suicidio (1897) o Las
formas elementales de la vida religiosa  (1912) buscan demostrar que, por un lado, la decisión
trágica y fatal de un individuo responde a factores estrictamente sociales que pueden ser
medidos, sacándole el costado “romántico” al hecho. Y, en el segundo, apuesta por entender a
la religión no como la manifestación de una verdad ultraterrena, metafísica, sino como un
modo de vida colectiva que dispone reglas de formación moral importantísimas para entender
por qué actuamos de la manera que actuamos. Si bien sus textos siguen teniendo cierta impronta
evolucionista propia de la segunda mitad del siglo XIX, por la influencia de Darwin pero, más aún,
de Herbert Spencer, Durkheim todo el tiempo trata de despegarse de esos acercamientos para
promover la idea de que, no importa el pueblo considerado ni el momento histórico, siempre prima en
todo momento un comportamiento racional del hombre susceptible de ser analizado racionalmente.
Por eso, su tesis doctoral, La división del trabajo social (1893) y, sobre todo, Las reglas del método
sociológico (1895) son las grandes muestras de este esfuerzo por afilar la herramienta de trabajo para
poder avanzar sobre hechos sociales que resultan, muchas veces, confundidos con la casualidad o
hasta el milagro.
Durkheim es la síntesis de una Europa que termina con el comienzo de la Primera Guerra
Mundial. 
 Intelectual refinado, prudente, de una vida que se confunde con la de las instituciones en las que
trabajó (incluyendo la Sorbona), también tuvo manifestaciones públicas que marcaron esa época,
como su posición favorable a la perspectiva de Zolá en torno al Caso Dreyfus o su reacción en contra
de la irracionalidad que la Gran Guerra había despertado. De ese evento no saldrá ileso: pierde a
varios colaboradores de la publicación central en su carrera, la revista L’Année Sociologique (que
fundó en 1898), y, aún más gravemente, a su hijo, André Durkheim, en el frente de batalla búlgaro, el
17 de diciembre de 1915. Esa muerte lo sume en una tristeza profunda de la cual no podrá salir, y que
muchos consideran la causa de su fallecimiento, el 15 de noviembre de 1917.
En esta clasificación de las principales corrientes del pensamiento social, otros autores —tan
complejos, ricos y contradictorios como el propio Durkheim— aparecen reducidos a una visión
toscamente individualista y reacia a aceptar la existencia de objetivaciones sociales más o menos
duraderas.

LOS MODOS DE ACTUAR Y LA CONSTITUCIÓN DE LA SOCIEDAD

. El primer capítulo de Las reglas del método sociológico suele ser la pieza de referencia obligada en la
mayoría de ellos. Rápidamente, se les dice a los estudiantes que para Durkheim un hecho social es algo
exterior al individuo y que se le impone. Sobre este tema central gira el resto de los argumentos. Más allá
de todas las consideraciones que podría aquí introducir, lo que cabe señalar en lo atinente a mi objeto de
análisis es lo siguiente: exterioridad y coerción son criterios de reconocimiento para distinguir entre
hechos psicológicos y hechos sociales en un terreno común, que es el terreno de la acción y la
representación (Durkheim, 1990e [1895]: 5).3 Se trata de identificar aquellos elementos de la actividad
humana que pueden imputarse al hecho mismo de que las personas viven juntas y conforman grupos.
1. La obra de Durkheim En su conjunto, la obra de Durkheim se enmarca en el análisis de la solidaridad
social que contiene de manera implícita y explícita el problema de orden social. Este punto tiene sus
bases en las reacciones filosóficas posteriores a la Revolución Francesa (anarquía social). Los violentos
cambios que se produjeron como resultado de tal movimiento llevaron a plantear a algunos pensadores,
como Bonard y Maistre, por ejemplo, el retorno al antiguo orden feudal (Gaona, 1992: 4-22)

Es importante destacar que Durkheim desarrolla sus teorías sociológicas en el momento en que la
burguesía se ha consolidado. La clase dominante lucha por el mantenimiento del orden y del status quo,
habiendo perdido su carácter revolucionario que le diera origen; triunfantes, aspiran ahora a la
tranquilidad y a la paz social. Es por esta razón que se pregona como muy importante el orden social.
Estas condiciones históricas en las que vive Durkheim y las lecturas de Comte, Saint Simon y Spencer
marcarán su pensamiento sociológico. De Comte, Durkheim discutirá la idea de “orden como base y
progreso como finalidad”, despojando al progreso de su contenido de transformación social. Para Comte
el orden era el resultado de la razón positiva, mientras que para Durkheim era un efecto de la interacción
entre los individuos; por lo tanto, era un orden moral.

Por último, en Durkheim se encuentra una visión matizada de la teoría de las corporaciones, producto de
la obra de Saint Simon, las cuales, según Durkheim, permitirían el orden social sin aquellos efectos que
podían presentarse en el individuo: las anomias

Para Durkheim, el orden social es el resultado de la solidaridad social. Las demás explicaciones acerca
de las causas que provocan la cohesión social, dice Durkheim, dejan de lado lo que precisamente
intentan explicar: la colectividad. En su obra, La división del trabajo social, Durkheim se propone
analizar el mecanismo mediante el cual dicha solidaridad se produce, ya que considera la existencia de
una división entre solidaridad e individualidad, la cual es resuelta mediante la división del trabajo (ibid.:
37). Hay que aclarar que Durkheim no analiza la división del trabajo a la manera de Marx (apropiación
de los medios de producción): no le interesa la especialización de la producción en ramas, sectores y el
trabajo del obrero al interior de la fábrica, sino que parte de otro principio. Su estudio se centra en los
efectos que la división del trabajo produce sobre la solidaridad. Para Durkheim, “el efecto más notable
de la división del trabajo no es que aumenta el rendimiento Para este sociólogo, la expresión de la
solidaridad social es el derecho, el cual se manifiesta como la sanción social a los comportamientos
individuales (Durkheim, 1982: 65); divide el derecho en dos: el restitutivo y el represivo. denomina
solidaridad mecánica. Por su parte, el derecho restitutivo es característico de la solidaridad orgánica.

Unido al concepto anterior está la noción de función. Durkheim (1982: 49) afirma que si bien la
sociología tiene como objeto el análisis de los hechos sociales (que también denominará instituciones),
es necesario conocer a qué necesidades corresponden. El concepto de función en Durkheim, parte de su
tendencia positivista de realizar una analogía entre el funcionamiento del sistema social y el del
organismo biológico. Propone que los hechos sociales deben ser tratados, metodológicamente, como
‘cosas’. Con esta afirmación, el sociólogo francés pretende separar el análisis de los sistemas sociales
del sentido común o de lo que él denomina ‘prenociones’ (Durkheim, 1979: 121)

A partir de la afirmación de que los hechos sociales no se producen de forma intencional, es decir, que
no se generan en términos de una finalidad específica, para poder mantenerse deben cumplir una
función, ya que de lo contrario desaparecerían. Es decir, tienen que ser necesarios como parte
fundamental de la sociedad para constituirse como hechos sociales. Durkheim intenta esquivar la
teleología de esta afirmación, separando la génesis y la función del hecho social. Sin embargo, subordina
la causalidad del hecho social a las necesidades que presenta el sistema social. Por principio, Durkheim
dice que la mayoría de los sociólogos [...] creen haber dado cuenta de los fenómenos una vez que han
establecido para qué sirven y qué papel desempeñan. Es por ello que se cree haber dicho todo lo preciso
para hacerlos inteligibles una vez establecida la realidad de esos servicios y demostrado cuál es esa
necesidad social que satisfacen (Durkheim, 1982: 57-74). Sin embargo, advierte lo siguiente: [...]
demostrar cuál es la utilidad de un hecho no significa explicar cómo surgió, ni por qué es lo que es. La
necesidad que tenemos de las cosas no puede hacer que ellas sean de determinada manera y, en
consecuencia, no es esta necesidad la que puede sacarlas de la nada y conferirles el ser. Su existencia
depende de causas de otro tipo2 (Durkheim, 1982: 9-72). Recordemos que para Durkheim (1982: 299-
322) los progresos constantes de la división del trabajo social han demostrado que son necesarios para
que el hombre pueda mantenerse en las nuevas condiciones de existencia cuando aumenta la densidad.
Por esto, era necesaria la división del trabajo, para que fuera percibida su utilidad y se hiciera sentir su
necesidad

En términos teóricos, Durkheim introduce una visión organicista en el análisis de los sistemas sociales,
así como en el análisis tipológico de éstos. Este analista social centra sus estudios en el análisis de la
función de las instituciones, lo que lleva al estudio de las necesidades sociales. Dichas necesidades giran
alrededor del orden social, la cohesión y de la solidaridad. En relación a los aspectos metodológicos de
la teoría sociológica de Durkheim, el primer paso a seguir es la definición del objeto de estudio para,
posteriormente, estudiar el hecho social definido a partir del método comparativo. Durkheim propone
como necesario que se realice un estudio sincrónico de los tipos sociales, estableciendo la morfología de
cada uno de ellos con el objeto de, posteriormente, compararlos entre sí (Gaona, 1992). En Malinowski
la función se expresa a partir de dos aspectos: el primero, de orden metodológico, se refiere al estudio de
las instituciones a partir de su interrelación funcional. El segundo, de orden teórico, hace referencia al
análisis de la contribución de las instituciones para el mantenimiento de la solidaridad social.

Para Durkheim las necesidades son colectivas y sociales, mientras que para Malinowski son individuales
y biológicas en principio.

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