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La Ley y la Gracia en la Biblia:

Muchos cristianos piensan que para entrar al cielo, basta exclusivamente


con hacer una corta oración una vez en la vida, en la que se confiesa a
Jesús como salvador y se pide perdón por los pecados.

Otros se van al extremo de volverse legalistas y buscar la salvación


mediante las obras de la ley.

Incluso hay quienes piensan, que dado que estamos bajo la gracia, la ley
fue abolida; y a algunos, esto los lleva a no preocuparse de vivir una vida
en obediencia a Dios.

No obstante, ¿qué dice realmente la biblia sobre la ley y la gracia?

El día de hoy quisiera responder varias interrogantes respecto de este


tema con un estudio bíblico.

Qué son la ley y la gracia en la Biblia


Qué es la ley en la Biblia

El significado de ley en la biblia refiere a un conjunto de normas o


principios que Dios en su amor ha dado a la humanidad para que vivamos
mejor.

Esas normas y principios tienen que ver con como tener una mejor
relación con Él, con los demás, con nosotros mismos y con toda la
creación.
Cuál es la ley de la que habla la Biblia

Cuando en la biblia se habla acerca de la ley, puede referirse a algunas


cosas específicas, por esto es importante ver el contexto de lo que el
autor bíblico está diciendo, para así determinar con exactitud a que se
refiere.

En primera medida, puede referirse a todos los mandatos dados a los


israelitas en los primeros cinco libros de la Biblia.

Los cuales se conocen como la Tora, que significa ley en Hebreo.

En la Tora había varias leyes que hacían parte de lo que con frecuencia la
biblia llama «la ley», las cuales yo catalogaría como de jerarquía espiritual
inferior, entre ellas leyes rituales, leyes civiles y leyes de higiene y salud.

Estas leyes fueron enfatizadas desmesuradamente por los líderes judíos


por encima de la gracia y de los diez mandamientos, ocasionando
legalismo y confusión en las personas.

El fundamento de toda ley en la Tora es la ley moral, que se presenta en


los diez mandamientos, los cuales Dios enfatizó de manera especial, y
entregó al pueblo de Israel en dos tablas de piedra, escribiéndolos con su
propio dedo.

La ley de Dios, la entendemos como los diez mandamientos que aparecen


en el libro de Éxodo 20 y son los siguientes:

En Mateo 22:37-40, Jesús ratificó los diez mandamientos y nos enseñó que
estos se resumen en dos grandes principios.

Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.


Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con
todas tus fuerzas.

| Deuteronomio 6: 4-5

También:

No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo,


para que no participes de su pecado.

No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás


a tu prójimo como a ti mismo.

Yo Jehová.

| Levítico 19: 17 -18

Qué es la gracia de Dios en la Biblia

La palabra traducida en el Nuevo Testamento como «gracia» viene del


griego charis, que quiere decir «favor, bendición o bondad».

En lo que refiere a Dios, la gracia en la biblia es el regalo inmerecido de la


salvación por medio de Jesucristo, el cual Dios nos otorga por su infinito
amor para que seamos reconciliados eternamente con Él.

Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad
vinieron por medio de Jesucristo.

| Juan 1:17

Cuando la humanidad cayó en pecado, o cuando tu y yo pecamos


quebrantando la ley de Dios, cosechamos la consecuencia del pecado, el
cual es la muerte eterna.
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida
eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

| Romanos 6: 23

Dado que todos los seres humanos, sin excepción, somos pecadores, a
todos nos corresponde morir eternamente.

Sin embargo, el corazón de amor de Dios no desea que ninguno sufra


esto, por esto ideó un plan de redención para dar a cada persona la
oportunidad de escoger entre la muerte eterna o ser salva.

Esto lo hizo mediante el sacrificio expiatorio de Jesús en la cruz del


calvario, donde Jesús sufrió la muerte que nos correspondía a ti y a mí.

Dado que no hay forma en que los seres humanos podamos adquirir o
recuperar la salvación por nuestro propio medio, la gracia en Jesús es el
instrumento que Dios usa para que los seres humanos podamos ser
salvos.

La única manera que cualquiera de nosotros pueda entrar en una relación


con Dios, es por causa de su gracia hacia nosotros.

La gracia es un don, es decir, un regalo de Dios, que se nos es otorgado


cuando aceptamos creer y seguir a Jesús en nuestra vida.

El camino de la gracia nos requiere que para ser salvos miremos al cielo y
aceptemos a Jesús como el autor y consumador de nuestra fe, y que
vivamos en coherencia con esa fe.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo


unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda más tenga vida
eterna.

| Juan 3:16
Cuál es la diferencia entre la ley y la gracia según la
Biblia
En este aparte, voy a referirme a la ley comprendida como los diez
mandamientos.

Alguna vez escuché una hermosa frase que resume la diferencia entre la
ley y la gracia mejor de lo que lo podría hacer yo:

“La ley señala al pecado y la gracia salva del pecado; la ley es la voluntad
de Dios y la gracia es el poder de hacer la voluntad de Dios”.»

Dado que todos hemos quebrantado la ley de Dios, y por tanto nos
corresponde la sentencia de muerte eterna, la gracia es el regalo
inmerecido de salvación de parte de Dios por medio de Jesús.

Ya que todos hemos quebrantado la ley alguna vez, esta en lugar de


salvarnos, testifica de que merecemos una condena, es por esto que la
gracia va más allá de nuestras acciones o méritos, y nos cubre con los
méritos de Jesús.

La gracia es el camino que Jesús abre delante de nosotros, el cual nos


permite llegar a Dios, y sobre el que transitamos siguiendo las
instrucciones de su ley.

La ley es lo que Dios nos ha revelado que es mejor para nosotros, lo que
Dios si aprueba y espera de nosotros.

La gracia es la garantía de que somos aceptados por Dios aunque,


intentando obedecer y ser fieles, no lleguemos a ser perfectos.

La gracia es la semilla de la que brota la planta de nuestra salvación, el


cumplimiento de la ley es el fruto.
No podemos ganar la salvación cumpliendo la ley, porque la salvación se
recibe de forma gratuita de parte de Dios, por medio de la fe verdadera
en el sacrificio de Jesús.

Qué relación hay entre la gracia, la ley y las obras


Para tratar de ilustrar este tema, intentaré explicarlo con una analogía.

»La gracia es el camino de salvación que Jesús abre delante nuestro, la ley
las instrucciones que tratamos de seguir para no salirnos
deliberadamente del camino, y las obras los pasos que damos siguiendo a
Jesús hacia la meta.»

En lugar de oponerse entre sí o excluirse, la gracia, la ley y las obras se


complementan, y nos ayudan en nuestro proceso de santificación.

La biblia es clara en decir que no somos salvos por méritos propios, es


decir, por guardar la ley, por las obras o por las cosas que hacemos, sino
que somos salvos por tener fe en Jesús.

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.

Efesios 2:8-9

Esto lo dice porque nadie puede comprar la salvación, sino que esta es
otorgada gratuitamente, y porque si intentamos pensarnos tan perfectos
que merecemos ser salvos, estamos siendo arrogantes.

Sin embargo, aunque nuestro enfoque siempre debe estar en exaltar el


amor de Dios y el sacrificio de Cristo, no es correcto desestimar el valor de
la ley en el plan de Dios, ni tampoco de las evidencias que proporcionan
las obras.
El apóstol Santiago nos aclara que no es correcto excusarnos en que
creemos en Jesús, o que somos salvos por gracia para vivir nuestra vida
de cualquier manera, por esto dice:

Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no
tiene obras?

¿Podrá la fe salvarle?

Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del


mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice:

Id en paz, calentaos y saciaos,


pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué
aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.
Pero alguno dirá: Tú tienes fe y yo tengo obras.

Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.

Santiago 2: 14 -18

Entendidas de una forma correcta, la gracia, la ley y las obras no compiten


entre sí, sino que se conectan.

Dios es el nexo que conecta, la gracia, la ley y las obras.

Existimos y somos salvos gracias a Él, guardamos su ley con su ayuda y


por amor a Él, y lo bueno que hacemos lo hacemos porque él nos capacita
para hacerlo.

Dónde termina la ley y comienza la gracia


Este dilema que puede confundir a muchos cristianos debe analizarse con
atención, pidiendo discernimiento y entendimiento a Dios para poder
conocer la verdad.

He escuchado que se dice que «la ley termina donde comienza la gracia».

Si somos juzgados únicamente teniendo en cuenta la ley, ninguno de


nosotros se salvaría, porque todos la hemos quebrantado.

Al quebrantar la ley, inmediatamente nos corresponde la sentencia por el


pecado, la cual es la muerte eterna.

Solo Jesús pudo cumplir la ley de manera perfecta.

Por eso fue el sacrificio perfecto, pagando el precio de nuestro perdón.

La función de la ley termina en mostrarnos nuestro pecado y nuestra


necesidad de un salvador, y a su vez en orientarnos para no apartarnos
del camino de la salvación en obediencia a la voluntad de Dios.

Luego es la gracia otorgada por Dios, obrando a través de nuestra fe en


Jesús, la que nos salva, ya que la consecuencia de nuestro pecado es tan
terrible, solo el perdón inmerecido nos puede salvar.

El propósito de la ley de Dios


Aunque algunas personas consideran que la ley de Dios, entendida como
los diez mandamientos, fue abolida en la cruz, esto es un error.

La santa ley de Dios, aunque nunca nos ha salvado, sigue cumpliendo dos
propósitos importantes.
El primero es mostrarnos el pecado y nuestra necesidad de que Dios nos
perdone y nos salve.

El segundo, orientarnos en nuestro peregrinar cristiano para no


entregarnos al pecado de manera que terminemos apartándonos de Dios.

Un buen cristiano sabe o aprende que la integridad de su conducta se


verá medida por su devoción y honestidad a Dios, por ende, su amor, lo
llevará a actuar honradamente como Dios desea.

Lo hará sabiendo que su gratitud a la gracia, también significa guardar los


mandamientos de aquel al que nos debemos, nuestro Padre.

Si realmente amamos a Dios, vamos a respetar su voluntad, es decir, sus


mandamientos y deseos.

Si realmente amamos al prójimo, vamos también a respetarles, evitar


juzgarles, rechazarles, odiarles, blasfemarles, y demás actitudes negativas
que Dios desaprueba.

Tendríamos el autocontrol necesario para no herir ni traicionar las


expectativas de Dios y la paciencia necesaria para vivir y convivir en paz y
armonía, lo cual también es amor.

No hay excusa para ignorar los deseos y mandamientos que Dios espera
de nosotros.

Con un amor íntegro hacia Dios, cumplir su voluntad será también más
sencillo.

Esto es entendible porque si de verdad amamos a Dios, debemos respetar


su voluntad, toda ella, con todos sus mandamientos y expectativas que
tiene de nosotros.
Es importante que entendamos que, por necesaria que sea cumplir la
voluntad y ley de Dios, es el sacrificio de Jesús en la cruz, que podemos ser
salvos aún sabiendo que no somos santos como lo fue él.

Su sacrificio significa nuestra salvación, esa gracia inmerecida que


debemos honrar y agradecer eternamente, esa esperanza en medio de
nuestras imperfecciones y errores.

Qué dice San Pablo sobre la ley y la gracia en la


Biblia
Pablo, antes de conocer a Cristo, pensaba de forma simplista que cumplir
la ley significaba «recompensa» y que incumplirla, significaba «castigo»,
pero cuando conoció a Jesús comprendió las cosas más acertadamente.

Su encuentro con Jesús lo llevó a entender que el hombre no se justifica


por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo.

El apóstol Pablo contrasta la sentencia del pecado por transgredir la ley,


con el perdón que los creyentes recibimos en Jesús por la gracia de Dios.

Él enfatiza la imposibilidad de tratar de merecer el perdón de nuestros


pecados, en contraste con el perdón por pura misericordia a causa del
sacrificio de Cristo.

Aunque a veces podría creerse que el apóstol Pablo está menospreciando


la ley cuando la contrasta con las buenas nuevas del Evangelio, él apóstol
aclara que no es así.

Nos dice que ni siquiera sabríamos lo que está bien y lo que está mal, si la
ley no nos mostrara lo que es bueno y lo que es malo.

El apóstol se interesa por enfatizar que el amor de Dios cumple la ley.


La ley nos dice el tipo de vida que nuestro amor a Dios y nuestro prójimo
requeriría.

“El pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la Ley, sino


bajo la gracia”. Romanos 6:14

Versículos sobre la ley y la gracia en la Biblia


Jesús no vino a abrogar la ley

No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido


para abrogar, sino para cumplir.

| Mateo 5:17

Los mandamientos de Dios no son gravosos

Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus


mandamientos no son gravosos.

| 1 Juan 5:3

No todo edifica

Todo me es lícito, más no todo conviene: todo me es lícito, más no todo


edifica.

| 1 Corintios 10:23

Guardar los mandamientos y tener la fe de Jesús es evidencia de salvación

Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos
de Dios y la fe de Jesús.

| Apocalipsis 14:12
No todos los que dicen ser cristianos entraran al cielo

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos,


sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

| Mateo 7:21

Si no guardamos los mandamientos no andamos en la verdad

El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, él tal es


mentiroso, y la verdad no está en él.

| 1 Juan 2:4

Guardar los mandamientos es un fruto de amar a Dios

Si me amáis, guardad mis mandamientos.

| Juan 14:15

Somos salvos por gracia por causa del amor de Dios en Cristo

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros,
nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados.

¡Por gracia ustedes han sido salvados!

| Efesios 2:4-5

La gracia de Dios nos salva y nos aleja del pecado.

En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual


trae salvación y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones
mundanas. Así podremos vivir en este mundo con justicia, piedad y
dominio propio.

| Tito 2:11-12
Dios nos llama a una vida santa por gracia, no por méritos nuestros

Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias
obras, sino por su propia determinación y gracia.

Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo.

| 2 Timoteo 1:9

Aceptar la gracia de Dios nos libera del dominio total del pecado

Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no están bajo


la ley, sino bajo la gracia.

| Romanos 6:14

Somos salvos por gracia mediante la fe no por obras propias

Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no
procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que
nadie se jacte.

| Efesios 2:8-9

Estar bajo la gracia no nos faculta para desobedecer a Dios

Entonces, ¿qué? ¿Vamos a pecar porque no estamos ya bajo la ley, sino


bajo la gracia?

¡De ninguna manera!

| Romanos 6:15

La gracia de Dios se oferta a toda la humanidad

Pero la transgresión de Adán no puede compararse con la gracia de Dios.


Pues, si por la transgresión de un solo hombre murieron todos, ¡cuánto
más el don que vino por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, abundó
para todos!

| Romanos 5:15

La gracia de Dios trae justificación y vida eterna

A fin de que, así como reinó el pecado en la muerte, reine también la


gracia que nos trae justificación y vida eterna por medio de Jesucristo
nuestro Señor.

| Romanos 5:21

Al estar bajo la gracia no podemos seguir viviendo en pecado

¿Qué concluiremos? ¿Vamos a persistir en el pecado para que la gracia


abunde?

¡De ninguna manera!

Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo


en él?

| Romanos 6:1 -2

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