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La idolatría de Salomón
Dios le advirtió a Salomón dos veces acerca de la adoración de dioses ajenos.
Pero leemos: “… más él no guardó lo que mandó Jehová” (1 Reyes 11:10). Por esta razón
el Señor le dijo que el reino le sería quitado, aunque no durante su vida. Dios dijo que le
dejaría una tribu al hijo de Salomón, “por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén,
la cual yo he elegido” (1 Reyes 11:13). El pecado de Salomón y del pueblo de olvidar a Dios
y de volverse a la abominable idolatría, fue la razón principal de la división del reino.
La actitud de Roboam
Una segunda razón de la división del reino, fue la actitud de Roboam, hijo de Salomón,
quien reinó después de su padre. El pueblo se impacientó por la carga de impuestos de los
últimos días de Salomón. Por ello le pidieron a su nuevo rey que les diera alivio. Pero
Roboam ignoró el sabio consejo de los ancianos y consultó a sus amigos jóvenes. En
respuesta, después de tres días, les dijo: “Mi padre agravó vuestro yugo, pero yo añadiré
a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, más yo os castigaré con escorpiones” (1
Reyes 12:14). El pueblo se rebeló y estableció el reino del norte bajo Jeroboam, que había
sido funcionario durante el gobierno de Salomón.
Sus contrastes
El reino del norte (Israel) tuvo muchas ventajas sobre el reino del sur (Judá). Agrupó a diez
tribus fuertes mientras que el reino del sur contaba sólo con dos (Judá y Benjamín son
considerados como una sola tribu.) En el reino dividido, el reino del norte cubría el área
más grande. También tenía la mejor tierra de cultivo, el fértil valle del Jordán. La
población excedía a la de Judá en proporción de tres a uno. Además, los mayores centros
militares edificados por Salomón y David aún estaban allí. También quedaron las escuelas
de los profetas en Betel, Gilgal y Ramá. Su existencia se debió a que Dios había permitido
la división del reino de esta manera como castigo por el pecado del pueblo. Pero el reino
del sur, aunque era más pequeño en extensión y población, tenía a Jerusalén, el centro
político y religioso de la nación. Por el temor de la influencia de Jerusalén, Jeroboam, el
primer rey del reino del norte, cometió un error fatal. Por este error la ira y el castigo de
Dios cayeron sobre él.
Después de esta acción de Jeroboam, los sacerdotes, levitas y muchos otros de cada
tribu, quienes eran muy leales al Señor, abandonaron el reinado del norte y le fueron
leales a Judá. Judá fue reforzado por esta adición. Debido a ello, remanentes de todas las
tribus se encontraban dentro de los límites de Judá (2 Crónicas 11:13-17).
El reino del sur gozaba de una ventaja aún mayor. Tenía sólo una familia de reyes, todos
descendientes de la familia de David. Dios le cumplió su promesa a David, su siervo. En
contraste, el reino del norte tuvo nueve dinastías separadas o familias de reyes con 19
gobernantes perversos. Estas dinastías siguieron una a otra en asesinatos, matanzas y
revoluciones. Quizá por esta razón el reino del sur perduró 130 años más que el reino del
norte.
Sus relaciones
Usted de seguro conoce los estragos de una guerra civil en una nación. Divide familias,
destruye negocios, medios de transporte y la vida social.
Israel era una familia, con un idioma, era una nación. Pero como Ahías lo había
profetizado, su reino se había roto en doce pedazos; diez pedazos contra dos. Las
relaciones entre los dos reinos pasaron por cuatro períodos marcados claramente.
1. Hostilidad mutua.
Durante este tiempo los reyes de Judá trataron de volver a tomar la autoridad sobre las
diez tribus del reino del norte. Fueron como sesenta años de guerra constante.
Estos libros difieren de otros respecto a la importancia que les dan a los diferentes
aspectos de la historia que tratan.
Consideremos la enseñanza principal de cada uno.
1. Los libros de 1 y 2 Samuel nos muestran los principios bajo los cuales Dios quería que el
reino fuera establecido. Debía ser fundado sobre los valores espirituales enseñados por
Samuel. Debía ser gobernado por reyes que siguieran el ejemplo de la dirección sumisa de
David.
2. Los libros de 1 y 2 Reyes describen cómo se desarrolló el reino. Vemos cómo se cumplió
la profecía dada por Natán a David (2 Samuel 7:12-16). En esta profecía se le dijo a David
que siempre tendría descendientes. Los dos libros, 1 y 2 Reyes, tratan sobre los reinos del
norte y del sur. Dan mucha atención a los profetas, como Elías y Eliseo.
Las costumbres perversas del pueblo llevaron destrucción a ambos reinos. El reino del
norte cayó en el año 722 a.C. y el reino del sur en el año 586 a.C. Dios lo había
pronosticado 800 años antes por medio de Moisés. El cautiverio y el quebranto fueron el
pago de la rebelión y la idolatría.
Los profetas
1 Reyes 17-19; 2 Reyes 1-8,19-20.
Durante los días oscuros del reino del norte y del sur, Dios levantó muchos profetas para
advertir a su pueblo. De éstos, doce escribieron libros del Antiguo Testamento. Como
profetas, sus mensajes no sólo se refirieron a sucesos del futuro, sino también a la
voluntad de Dios para el presente. Muchas veces obtuvieron una visión aguda de los
sucesos actuales de la nación. En 2 Reyes 17:13 leemos que Dios envió a sus profetas a
advertir a Israel y a Judá: “Volveos de vuestros malos caminos, y guardad mis
mandamientos y mis ordenanzas, conforme a todas las leyes que yo prescribí a vuestros
padres, y que os he enviado por medio de mis siervos los profetas.” Estos hombres no
tuvieron temor de hablar a reyes y a la gente de la misma manera acerca de sus pecados y
del juicio venidero. El profeta era un hombre escogido. No heredaba su posición como lo
hacía un sacerdote o rey. Dios lo escogía, y no se ejercía alguna influencia por familia,
tribu, o la educación intelectual sobre tal elección. El profeta tenía dos responsabilidades
mayormente.
Era llamado 1) a recibir algo de Dios y 2) a profetizar o hablar en el nombre de Dios. El
mensaje del profeta, por tanto, era de Dios, no de sus propios pensamientos.
Solamente los falsos profetas anunciaban lo que ellos pensaban. Como el mensajero de
Dios habla en nombre de Dios, el profeta no temía entregar a la gente la Palabra de
Dios.
El mensaje del profeta fue recibido y dado bajo la inspiración de Dios. Pero no se
perdieron su propia habilidad mental, personalidad y manera de hablar. Sólo fue un
instrumento en las manos de Dios, no una máquina. Esta es una diferencia muy notable
porque los resultados de la inspiración no fueron, de ninguna manera, como los de la
influencia de espíritus perversos que controlan a las personas.
La fuente del mensaje del profeta era importante, tanto como el mensaje mismo.
El mensaje de los profetas tenía tres partes:
3. Un mensaje viviente para nosotros los que vivimos hoy, que contiene principios sobre
el bien y el mal. El mensaje que el profeta dio a su generación a menudo era una
combinación de predicciones de sucesos futuros y principios del bien y del mal. Podemos
aprender mucho de estos mensajes, tanto acerca del Mesías y de su reino como sobre los
principios del bien y del mal que podemos aplicar a nuestra vida el día de hoy. En el libro
de Habacuc, por ejemplo, el versículo 1:5-6 es una predicción de un evento futuro,
mientras que el 2:4 y el 2:18 contienen principios del bien y del mal.
Sus ministerios
Al reino del norte
Los profetas escritores que ministraron al reino del norte antes del cautiverio por los
asirios en el año 722 a.C. fueron Jonás, Amós y Miqueas. Además, también ministraron
Elías, Eliseo, Ahías, Jehú, Miqueas, y Obed. Cada profeta desarrolló un ministerio especial
dado a él por el Señor. Elías y Eliseo, por ejemplo, hicieron muchos milagros (1 Reyes 17 y
2 Reyes 4). Jonás fue enviado a una ciudad extranjera, Nínive, para advertir al pueblo
sobre el juicio venidero.
Lo siguiente es un resumen breve de los mensajes que Dios le dio al reino del norte por
medio de los profetas escritores.
Cada mensaje bien podría constituir un maravilloso tema para su estudio particular.
Oseas: El amor de Oseas por su esposa y por la restauración de ella, para que dejara de ser
pecadora y adúltera, fue un cuadro del amor perdonador de Dios para el Israel
pecaminoso. Los capítulos 1-3 contienen el relato de la experiencia personal de Oseas el
cual es similar al trato de Dios con el Israel espiritualmente adúltero. Los capítulos 1-14
contienen el mismo mensaje dado en gran detalle.
Amós: Amós predicó que una nación es responsable de sus pecados nacionales. Las
naciones paganas que rodeaban al pueblo de Dios fueron condenadas a experimentar el
juicio por sus pecados nacionales. Israel, sin embargo, recibió una condena más severa
por sus pecados, ya que tenía más luz.
Miqueas: Miqueas predicó a ambos reinos, del norte y del sur, acerca de los juicios
venideros y de la futura restauración y bendición. Los capítulos 1-3 muestran un cuadro
oscuro, los capítulos 4-5 un cuadro brillante. y el capítulo 6 más juicio. Luego, del 7:7 en
adelante, el libro da un cuadro glorioso del futuro del Israel.
Isaías: Isaías fue un noble y profeta de los días del rey Ezequías, quien previno, confortó y
aconsejó a sus gobernantes. Profetizó la cautividad del reino de Judá, pero predijo el
principio de un nuevo reino. Profetizó tanto los sufrimientos como la gloria del Mesías por
venir.
Miqueas: Miqueas profetizó para ambos reinos.
Nahum: La nación extranjera de Asiria fue el tema de la profecía de Nahum. Asiria había
oprimido a Judá por un siglo: la destrucción de Nínive, la capital de Asiria, fue
pronunciada, explicada y descrita por Nahum.
Sofonías: “El día del Señor” fue recalcado por Sofonías. Este día llevó destrucción al falso
remanente que adoraba a Baal (capítulo 1) y purificación y bendición al verdadero
remanente del pueblo de Dios.
Jeremías: Muchos le han llamado “el profeta llorón”. Era de una familia sacerdotal.
Cuando todavía era un muchacho fue llamado al ministerio profético. Por su lealtad al
predicar la Palabra de Dios durante medio siglo, fue despreciado, temido, odiado y
perseguido. Debido a que predijo la caída de Jerusalén y 70 años de cautiverio, fue
considerado como traidor y sufrió un trato cruel.
Habacuc: El mensaje de Habacuc consistía en que el bien triunfaría al final. Judá sería
castigada por los perversos babilonios, pero ellos serían castigados también.
Abdías: La tierra de Edom sería juzgada por su mal trato hacia el pueblo de Dios. Israel
sería bendecido.
El reino dividido nos ha ayudado a ver la caída del pueblo de Dios. Finalmente, como los
profetas lo habían advertido, primero cayó Israel y luego Judá, y fueron llevados al
cautiverio. Pero Dios reveló por medio de los profetas un futuro glorioso cuando el
Príncipe de paz gobernará (Isaías 9:6-7) y las naciones buscarán al Señor (Miqueas 4:2).