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Para mí, el arte del performance es un “territorio” conceptual con clima caprichoso y

fronteras cambiantes; un lugar donde la contradicción, la ambigüedad y la paradoja no


son sólo toleradas sino estimuladas. Cada territorio que un artista de performance
boceta, incluyendo este texto, resulta ligeramente distinto de su vecino. Nos
encontramos en este terreno intermedio, precisamente porque nos garantiza
libertades especiales que a menudo se nos niegan en otros espacios donde somos
meramente insiders temporales.
Guillermo Gómez Peña

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