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3 —-LAEDAD MODERNA_— _ 1. EL MODELO IUSNATURALISTA MODERNO 1Los autores fundamentales del iusnaturatismo racionalista, que se ex- ‘iende sobre todo entre los siglos xvi y xvut, tuvieron basicamente dos profesiones: 0 fueron juristas como John Selden (1584-1654), Hago Grocio (1583-1645) y sus seguidores directos 0 indirectos, Samuel Pufendorf (1632-1694) y Christian Thomasius 0 Tomasio (1655-1728), o fueron filésofos como Thomas Hobbes (1588-1679), Baruch Spinoza (1632-1677), John Locke (1632-1704), Gottiried ‘Wilhelm Leibniz (1646-1716), Christian Wolff (1679-1754), Jean- Jacques Rousseau (1712-1778) e Immanuel Kant (1724-1804); y lo ‘mismo ocurte con los herederos més directos de iusnaruralismo ra- cionalista, los ilustrados franceses e italianos del siglo xv: reeuérde~ se, entre los fil6sofos, a Voltaire (1694-1778), Denis Diderot (1713- 1784), Jean D’Alembert (1717-1783), Condorcet (1743-1794), ete. yy entre los juristas, a Cesare Bonesana, marqués de Beccaria (1738- 1794), Gaetano Filangieri (1752-1788) o, ya a caballo con el siglo xix, Gian Domenico Romagnosi (1761-1835). 1. Enz usnatucaliomo raionalss ¢Huseaci hay notables solapamientos: si bin a tustracin se suelecontraer al siglo xv, no sdlo muchos de sus representancee siguleron las doctenas de aquellacoriente, sino que Rousseau y Kans pueden consi derarseauzores comunes a ambos; por lo dem, la coineidencia noes absolut, pes Inay importantes lustados del todo ajenos al modelo iamaturaliss, como Monte {quiet o los ms notables dels Mosraion eecocess, de Adam Ferguson Adan Smith David Hume 169 No estaré de més observar que, al igual que la mayoria de este tipo de categorias historiograficas, también esta del jusnaturalismo racionalista tiende a Seleccionar algunos rasgos distintivos hacia fuera —sobre todo, hacia atras 0 antes y hacia adelante o después—, asi ‘como comunes hacia dentro, seguramente a costa de oscurecer algu- nos rasgos de diferenciacién interna. Por ello, y para evitar una vi sidn excesivamente unilateral, tras un epigrafe de introduccién en el {que se encuadra el iusnaturalismo racionalista en el marco del naci miento del Estado moderno y de la Reforma protestante, e! niicleo de a exposicién de esta parte del cap(culo se organiza en tres epigrafes ‘ms, de los que el primero y el tercero destacan sobre todo los rasgos ‘comunes al jusnaturalismo racionalista, mientras el segundo, aun ma- rnejando un esquema comin, intenta subrayar algunas de sus diferen- cias internas: en el primero se diferencia entre el modelo medieval y ‘el moderno; en el segundo se analiza la triada estado de naturaleza, ccontrato y sociedad civil para indicar distintos elementos diferencia- les dentro del iusnaturalismo racionalista; y en el tercero, a modo de sintesis, se estudian los dos rasgos comunes al jusnaturalismo ra- cionalista: contractualismo e jndividualismo. 1. EL MARCO PREVIO: EL ESTADO MODERNO ¥ LA REFORMA L.A. La idea de soberanta y el Estado modermno: Bodino El Estado modezno es el nuevo sustrato politico en el que se desarro- llara la doctrina del iusnaturalismo racionalista: Aunque nacido més 0 ‘menos dos siglos antes que esa doctrina por presiones histéricas que arrancan de la Edad Media y teorizado en sus primeros pasos también ‘con independencia de ella, sin embargo el Estado moderno estaba des- tinado a ser consolidado ideoldgicamente por el jusnaturalismo racio- nalista. Como punto de partida, veamos brevemente el origen doctrinal del Estado moderno en la teorizacién de la soberanfa realizada por el jurista y fl6sofo politico francés Jean Bodin, o Bodino (1530-1596). El nacimiento del Estado moderno va unido a la idea de sobera- nla, que, como muchos otros conceptos jurfdico-politicos, tiene sus rafees en la época medieval pero caracteriza tfpicamente a la moder- nidad (véase supra, pp. 103 ss.). El primer teorizador de la soberania cs sin duda Bodino, quien, influido por el pensamiento aristotélico y por los grandes juristas medievales, asisti6 sin embargo a las luchas religiosas con las que, tras la Reforma, se abre la modernidad. En su ‘extenso tratado Les Six Livres de la République Bodino define la 170 soberania como la puissance absolut et perpetuelle d'une Republi- que» (i, vii, p. 179) —esto es, el poder absoluto y perpetuo de una repablica , 0, segin dice en su propia y algo diferente version latina, ‘majestas ext summa in cives ae subditoslegibusque solute potestas (la ‘soberania es la potestad suprema y exenta de leyes sobre ciudadanos y subditos). La idea del soberano como legibus solutus es aqui ya decisiva, y cn las dos manifestaciones fundamentales en las que el concepto de soberanfa estatal se ha manifestado desde entonces: la exterior, don- de cada Estado es considerando como independiente y libre respecto de los demas Estados, situados todos en pie de igualdad, lo que impli- 166 también su emancipacién de las pretensiones medievales de tutela por parte del Imperio y del papados y, sobre todo, Ia interior, donde ‘l soberano tiene jurisdicci6n sobre todo el territorio y es libre de ordenar a yoluntad, por encima de cualquier otro sefior y sin sujeci6is ‘asus propias leyes® ni alas de sus predecesores* 2, La azba que Bodino alegs para justifiar esta exencin esque es imposible pot saturalena dante una ley 2 eno mismo, al igual gue mandarse' uno mismo To ‘ee depende de ra voluneae (2, vil, p. 192), Este argumeno es puramenceeieslat $value En efecto, sl as leyesconssteen jeter un poder Limitado, aly que limita Uhl poder noes propiamente una ley, peso n0 estamos obligadcss aceprar tl ides de ley padiendo part pecectamente de a idea slternativa de la ley como ejercicio de teh poder limizco, Puce el argumento de que uno no puede autolimizarse, eto ¢5 Imponetse obligaciones que limizan eu volunad, es claramence flay, come lo praca Is posibilidad de obligarse de ealauier persona mediante una promese. *Aquf eesultainstective fad que, como vio caramente Kesen precissmence en sefesensa a ent argumento de Bodio,w[ejs una tera earactecitica de un mérodo dix Cote peso que gora de favor entre lor orizarpresentar como logicamente ipoible Shuello qe, en realised, slo en poliieamenteindeseado porque se opone = ciertos inzeresen Kelsey Pa, p. 80) Se He de precisa que en Boding slo es sbsolta la exencion dela eyes ci Gites, de lo que poy denominarlamos #1 Derecho posi pues en aos sentido! poder police ext rodeado de precsionerycualifeaiones em efecto, el soberano ex Fomet sls leyes divas y naturale, ax como als lees fandamentles que safe ‘Tie suecién en la Corona, igual qué no puede wexablecerimpuests asu places, i tampoco spoderasie del bien sjenom incumplie wa justasconvenciones ytatadoof- Inados por elo aera el valor dein moneda (Six Lives, vil y Via cas cextuse Iesen pp. 201 y 214), Ahora ben, lar voleiones de ales oblgaciones som a bien pe- ‘alos env Dios no exgbles en exe vida o Bien falas que afecrarin solo =a reputacion {ttesoco exeriar del sobereno, El priseipio general deBodino e que «no le exlicio ab sbsio contsveni a lees de u piacpe so pretexto de honor o de justia [-} po {ge la ley que prohtbe es ras fuste que la equidadspareate, sla prehbicién mo es de ‘ecametes concaia aly de Diory dela nstaraense (id, 1 vil pp. 216-217); 20 at UNA FLOZOFIA GEL DERECHO EN MODELOF HISTERICOS las leyes del principe soberano, por mis que se fundamencen en bue- - nas y vivas razones, no dependen sin embargo mas que de su pura y franca voluntad (Six Livres, Iv, p-192). Esta doctrina venfa a sancionar el proceso de la construccién efectiva del Estado moderno, ya abierto en las grandes monarquias ceuropeas desde finales del sigio xv, cuando comienzan a implantarse_ ‘de manera estable varias instiniciones caracteristicas de tal forma de Estado: la supremacia legislativa del rey, la administracién buroers- tica central y el sistema fiscal estable y ceneralizado, las relaciones diplométicas continuadas y los ejércitos permanentes (si bien de rmercenarios en gran medida extzanjeros, y no de servicio obligatorio nacional hasta Napoleén) (Anderson, pp. 2458. y Tomas y Valiente, p. 1.095). De todos esos rasgos, sin embargo, la libérrima capacidad de legisla era para Bodino el primer, y aun el ‘nico, eatributo (marque) del principe soberano.: Bajo este mismo poder de dar y anlar la ley estén comprendidos todos los demas derechos y stributos dels soberanis, de suerte que, hablan- do on propiedad, puede decirse que no hay mas que este aributo dela soberania (Six Livres, 1% p. 308). Es claro también, desde el punto de vista juridico, cémo esta doctri- na comportaba ya definitivamente la primacia de la ley sobre la cos- cumbre, pues la ley puede annles las costambres, pero la costumbre no puede dero- gra ley [11] la costumbre solo tiene fuerza por tolerancia y en tanto ‘que place al principe soberano, que puede hacer de ella una ley afa- igadole su homologacién. ¥ de este modo, toda la fuerza de las leyes Civiles y costumbres reside en el poder del principe soberano (Six Livres, 1, p. 308). De igual modo, aunque Bodino aceptaba la posibilidad del régimen popular y del aristocratico, su preferencia era la monarquia heredita- ‘obstancy, la dima salvedad carece de més especificaciones al consecuencia, ycabe pensar que su sancd se cemie de nuevo a Dios, el nico juex de los peinipen or lo demas, on Bodine conviene distinguie enste su concepto de Repiblica, sgn el cual ambién eltrano es soberano, que ex el refljado en el cexco y el que feagus su fortana en ls silos porteriores, y sv modelo de Repdblic jst, somenda ‘no sl los limites anteriores sna limitade también por Ia autoridad det Senado y Ist Hbertedes de los sdbdites, segia el cual Bodino mana un =concepto de soberanta ‘pada absolutstae (Pardes, p. 285, que destaca cat exclusivamente el segundo aspect, fegutamente menos obvio y mie menesteroso de Iv pero, en mi opiniGn, sin neces” (Gad de dejar tan en penumbra el primeco: ibid, pp. 235-246). 172 ria, y en quien piensa casi siempre como soberano es en-el «principe», ‘que «no debe juramento més que 'a Dios, por el que mantiene el cetro y el poder, sin requerir en absoluto el consentimiento del pueblo a través del parlamento (Six Livres, I, vii, p. 206)* En el dmbito politico, Iz consecacién de la supremacta legisla- _tiva'de'los reyes y principes fue, aun con la'relativa excepeién de Inglitetta, un proceso general en Fuiropa que puede ejémplificarse brevemente en la historia de Espana, donde la doctrina absolutista que,permite al rey dictar leyes, por encima de.las.leyes de Cortes comienza a tener éxito con Juan Il dé Castilla, el padre de Isabel la Carélica en concreto en 1445, con el Ordenamiento de Olmedo—, y se afianza en ¢l abundante aso que de tales leyes, Ilamadas «Pragmé- ticas», hicieron los Reyes Catdlicos, ttadicionalmente considerados los-iniciadores del primer Estado moderno, en el paso del siglo xv al xv1. El modelo més puro de este proceso de unificacién soberana del poder politico en el monatea como legislador es el Estado absolu- t0 de los siglos xvit y xvm, bien resuntido en la famosa frase atribuida al ey francés Luis XIV: «Bl Estado soy yoo, No sera ocioso,apuntar aqui dos detalles terminoldgicos, el pri ineto sobie la palabra Eitade y el segundo sobre dbsoluco. La prime- 12 palabra, al parecer, no comienza a usirse en una acepci6n similar ala actual hasta la primera mitad del siglo Xi, en la epoca de To- mis de Aquino, como forma simplificada de ciertas plegarias de los monjes en agradécimiento por regalos de los monarcas, en [as que se comenas tezando pro statu regni, por el estado o situacién del reino, hasta que se redujo a una plegaria pro statu. Es la misma época en la que el glosador Acursio también caracteriza al Derecho pablico como destinado ad statsom conservandum, re pereat, esto es, para la conser vvaci6n del Estado y que no perezca (Caenegem, pp. 5-6)’. No obstan- 4..Sobre ello dice también Bodina: <¥ es en eso donde se conace Ia grandeza (grander) y malestad de un verdadero priacipe saberano, cuando los eseados de todo ff pueblo estan seualdos, presentande péicionesy siplieas = wo pracipe con coda hhemildad sia rener poder alguno de mand nada, ni de decid, ns vou para delisers, sino que fo gue le pce af rey conser o esente, mandar probbir, cs wenido por ley eaietou ordenansa'[j pues sl principe roberana ent sometido @ Ios eto, eves ai principe mi aoberano, yls-repblies no es ni reno oi monargul, sino ona slocracia parade varios sefoces con ial podet» Six Livas,1, vl pp. 198-199) Sobre la deci preferencia de Boding por ls motrgta herediarst ves fd, fir 5. "Caenegem precisa Ge aungue ea alg texto romano'se habla del statue ‘ei Romanae (es deci del estado de ne Coss comati) y on las arias medieviles de: ‘atus rope (estado dl ei), elsigntcado wt ambos casos era—al igual que en 1s plgaviscitadaen el texto~ de witsaeidm, em el mist eentido en Gue te ulna hoy fn elllamado debate parlamentaio sobre el estado de la nacion 173 UNA FILOSOFIA DEL DERECHO EN MODELOS WisTORICOS te, el comienzo de la generalizaci6n del término se atribuye a Ma~ quiavelo, cuya obra I! principe (publicada péstumamente, en 1532) comienza precisamente asi: ‘Tutt i stati, eutte* domi che hanreo avuto et hanno imperia sopra Ji uomini, sono stati e sono 0 republiche o principati (Todas los ‘estados, todos los dominios que han tenido y tenen imperio sobre los hombres han sido y son o repablicas o principados). En los siglos xvmy xvi, gracias a autores como el propio Bodino, el, alemén Samuel Pafendorf y su traductor al francés Jean Barbeyrac, 0 clingiés Thomas Hobbes, el término Estado o sus equivalentes entza~ 4n en el lenguaje politico corriente en Europa ya con el significado de organizacién politica impersonal, no identificada con la persona del gobernante ni con el conjunto de los gobernados (Passerin, Dot trina, cap. Ill; y Skinner, Fundamentos, Il, pp. 362-369)*. En cuanto al término absoluto, y sus correspondientes en las enguas europeas, procede del término latino solutus, que en castella- no dio lugar primero a wabsuelto», que —segiin el Diccionario etimo- Uegica de Corominas—en el siglo xm signifiesba todavia slo deeatar yy absolver, pero que ya desde el xv deriva en «absolutor, en el senti- do de exento de limitaciones. Ha de matizarse, sin embargo, que el absolutismo mondrquico no fue la tinica manifestacién de la idea de Estado moderno, que también se plasmé en el sistema politico briténico a pesar de que allf el poder de los reyes, aun con los impulsos centralizadares y autori- tarios que manifest6 la dinastia de los Tudor a lo largo del siglo xvi, siempre tendi6 a estar moderado por el common law, los poderes locales y, sobre todo, el parlamento. En particular, Ios monazcas ingleses tuvieron que compartir con el Parlamento el poder legislati- vo durante la Edad Media y la Moderna, especialmente tras el fracaso 6. Aunque Pauerin d'Enméves excluye a Bodino de esta histori, pues use el ‘éemino tadiional de republic, privlegindo inclisa en el ttulo desu brs, ambien fiero que el jurist fancts introduce el termina estado par aludi tanto # Informa {els repiblica como a la cepablice sass: «Tras de lo que hemos dicho dela soberay flay de sus derechos y atbutes, es necesario ver quiénes son los qu en cualquier epblica posen la soberania, pars jungar cul ex su estado (eta) ila sobersnia reside en un Soo principe, lalrnaremos monargua en ella pasticipa toda el pee bio, ditemos que e extad es popular; y sino ese mas que la parte menor del pucblo, jumgaremos que el estado ex aatocrascoe (Six Livres I, . 7; conforme, Sinner, Furdamenios, I, p. 463). A pesar dl datnt rgniGcada del sein rspiblica en un yyouto, no hay qse exclu inuencia en exe panto de Maquisrelo, cos principales {srits Bodin en todo aio parece conocer Mien (Sr Libres, VI, iy p 148), 174 de los intentos absolutistas de la dinastia Estuardo durante el siglo Xt, definitivamente cezrados en 1689, tras la llamada Gloriosa Re- oluci6n, en favor del primer sistema politico liberal, bajo a forma de monarquia constitucional 1.2. La Reforma protestante El jusnaturalismo racionalista, también llamado protestante, no se puede comprender sin la Reforma protestante, de la que fue uno de Sus principales frutos, es verdad que lentamente madurado. En efecto, a Reforma se origina en el primer tercio del siglo xv1—exactamente en 1517, sise quiere fijar una fecha y se toma la de la publicacién, quizé legendaria, de las 95 tesis de Lutero sobre las indulgencias—, ‘mientras los escritos ms relevantes de la nueva corriente iusnaturalista rho aparecen hasta bien pasado un siglo, extendiéndose durante los siglos xv y Xvul. Pero la Reforma es la condicién necesaria para esta nueva forma de pensamiento ético-politico, bisicamente por dos ra- zones: en el plano teérico, por la libertad de pensamiento individual {que fomenté mediante el criterio de la libre interpretaci6n de la Biblia, ten contraste con la precedente subordinacion al saber teoldgico y, en general, al criterio unificador de Ia jerarquia catélica; y, en el plano Prictice o ético, por el protagonismo que el valor de la tolerancia adquirié sobre todo como consecuencia positiva de las persecuciones y guerras de religién entre protestantes y cat6licos y entre las distintas confesiones protestantes entre s{ en varios pafses de Europa durante los siglos xv1 y xv. a) Lutero y Calvino ‘Antes de hacer una referencia mas extensa a la construccién de la idea de tolerancia, conviene aludir, siquiera sea brevemente, a las doctrinas de Lutero 0 de Calvino, que por si mismas fueron tan intolerantes con la herejfa y, en general, estuviezon tan impregnadas de nociones teol6gicas, en ocasiones a cul més peregrina, como las de Tomas de Aquino’. El primer artifice de la Reforma, Martin Lutero (1473-1546), riginatiamente fraile agustino, mantuvo un pensamiento obsesionado 7, Tales a tsi fundamental del cisco estudio de Trockach, Bl protectant: ‘mo, donde propane Ia disneiGn fundamental entre el protstanssmo viejo, de Late To, Calvino y Zwinglio ye micro, de Ie teologia humnista de arminianosY socinis- nos el baptmo y el espeiliemo misco (véase erp eaps TV). En general, sobve Itp doctinaspoltcas del peotesanimo remitos Skinner, Fundamentos, 175 pot las escisiones entre fey razén, gracia y nacuraleza y, en fn, reino o-régimen espiritual y reino temporal, por las que arribuye’a la fe y als libertad interior © de conciencia fa salvacién espititaal o'ulcra- terrena, En contraste, desconfiando de Ja:razén (uramera del Diat bo») como consecuencia del pecado original, somete plenamente a la Gnica espada del poder politico la naturaleza-pecaminosa.de los hombres para salvaguardar su convivencia ¢ adel sometimiento al poder temporal, Lutero fue inicialmente muy-fiel a fa doctrina de Pablo de Tarso sobrevel funiamento divinovdel poder de los principes; hasta negar el derecho de resistencia a los sibdivos salvo ante las-6rdenes contrarias aa fe; y en tal:easo s6lo de forma meramente pasiva, €omo simple negativa a obedecerlas pero sin re- sistirse a ellas mediante fa fuerza. Asi, en un principio sostavo Lutero que silos principes injuscos son insteumentos de Dios ante los peca- dos del pueblo, también las rebeliones populares pueden ser formas del castigo divino para los principes malvados, ‘aunque despaché el levantamiento de campesinos snabaptisras alemanes de'1525 con un duro alegato Contra las bandas ladronas y asesinas de los cam- pesinos (Escritos politicos, cap. TV). Sin embargo, después de 1530, Lutero y sus mAs cereanos seguidoresacepraron las docreinas de Iz resistencia activa 0 violenta frente al poder injusto en’ aquellos ‘ionticutes, ef de los gubernantes eardlicos, yaren ple de guerta—, ‘que: después serfan més secundadas en el-campo del calvinismo que en el del propio luteranismo (Skinner, Fundantentos, Il, pp. 23-26, 77, 81-82'y 200-215). En un rapido cierre de sintésis, junto a sa autoritarismo religioso y politico, Lutero fue también especialmente conservador en materia social y éconGmica, defendiendo la division estamental y las restrictivas doctrinas medievales sobre el coinercio y los préstamos, Por su parte, Juan Calvino (1509-1564), ua jurista educado-por hhumanistas, mantuvo diversas difetencias con Lstero en asintos teo- lgicos, en su concepeién politica —mas aristocrstica y republicana que mondrquica, a la ver qiie mas basada en la‘ciudad que en él fei- ‘no— y en su actitud més moderna ante las actividades comerciales: Sin embargo, en cizanto al derecho de resistencia del pueblo, Calvino sostuvo posiciones ambiguas y en todo caso"mas bien moderadas, muy similares en un principio a las que comenzé defendiendo Luz tero. Y aunque los calvinistas més radicales desarroliarfan a lo largo del sigho xvi una doctrina de la rebelién contra Ta tiranfa —no del pueblo en.su Conjunto, y menos a iniativa individual, sino bajo Ta di- recci6n de los «magistrados inferioces, es deci Ja nobleza militar y de roga—, se han dado buenos argumentos para mostrar que tal doc- 176 tina tiene su fundamento—en parte a tavés del luceranismo— en la sscolisticaeatotica de los siglos xiv xv. En otro aprecado resumen final, como el luteranismo, también el calvinismo fue en un principio eininentemente dogmético ‘en materia religiosa, persiguiendo a sus heréjes con is intolerancia y el fanavismo-propios de quienes se creen sefialados por Dios para impone? su verdad al mundo. __-Pata-conclui,si [a infhiencia dominant y-mas directa de la Re- Tora fue e} fomento de las monarquias absolutistas (Skinner, Fun- damentos, Typ. 119), también cumphé un papel mas subtercéneo en sentido opuesto. Porque, en contraste con: las doctrinas de las caberas de las dos iglesias protestantes més importantes, tanto varios de os tedlogos, fl6sofos-y juristas seguidores de Lutero y Calvino ‘como, sobre: todo, ‘otros de confesiones protestantes minoriarias, fueron sentando las bases del pensamiento racionalista moderno, ‘uyaiprimers: manifestacién es, sin duds, la construcci6n de la idea de rolerancia, b):La-consteuccion de la:idea.de tolerancia, ‘Bazos de ta storia de la tolerancia Duiaute wus Ja Edad Media Ia unidad del Occidente euopco en la religion catoliea fue mantenida siempre, incluso afrontando a sangre y fuego los pertinaces brotes heréticos que acompasaron al ctistia- nismo desde sus inicios. Aunque en aquella época hube momentos de grave divisign.—el més, importaite fue el Cisma de Occidente, entre los iltimos aos del siglo x1v y los primeros del xv—, sélo la Reforma protestante rompi6 definivamente con la unidad de los sristianos, Impulsado también por incereses no espirituales, el poder politico, que siempre habfa jugado un papel decisivo en aquellas vici- sitades, adquiere ahora un mayor protagonismo en las persecuciones guerrasreligiosas, que harén de la mayor parce de Europa occiden- fal de los siglos xv1, x07 y, aunqueen mucha menor medida, XVUL un espacio hostil para las minorias perseguidas que lograron sobrevivir ¥ Benoso en general para las numerosas poblaciones que suirieron las uetras.y conflicios de la época, 80 Veise Skinat, Fundamentos lle. caps. IM VIL pK, at cos pp 331-333 1349-344, Skianes coneluye su argursento sobre este asunto sazalando que lccculo ‘e ls oviginsriginfuenca catblica sobre el provestavismo se ier cuando a files

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