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COLONIALIDAD EN AMÉRICA LATINA DESDE UNA PERSPECTIVA

CONTEMPORÁNEA

Leyder Enrique Cabarcas López


María Camila Guardiola
Zharick Milen Serrano Calderin

América no fue “descubierta”, sino “inventada”


(O’Gorman 2006)
La afirmación anterior pone de manifiesto una visión contemporánea que rompe con el
paradigma tradicional sobre la apropiación material y cultural de un territorio (denominado
América) y el hecho que nuestra sociedad actual es el producto de un proceso humano de la
inter-trans-culturación como momento histórico, sino que contiene un aspecto analítico y
crítico que Estermann (2014), relaciona con “involuntariedad, dominación, alienación y
asimetría de estructuras políticas, injusticia social, exclusión cultural y marginación
geopolítica” (Pág. 5).

Desde este panorama, hablar de colonialidad según Estermann (2014), es introducir al


discurso clásico una reflexión crítica sobre las condiciones de la posibilidad de la
‘interculturalidad’ como un modelo o paradigma viable para una convivencia pacífica,
aspecto que coincide con Quijano, (2014), cuando afirma que la colonialidad es uno de los
elementos constitutivos y específicos del patrón mundial de poder capitalista. Sin embargo,
en su construcción histórica, este término ha tenidos diversas interpretaciones y
asociaciones herradas con el proceso de colonización y términos de colonia y colonialismo,
por lo cual se hace relevante aclarar que entre ellos existe un aspecto común (el poder
societal), pero cada uno representa un momento y situación histórica.

En este sentido, colonia y colonización representan dos momentos diferentes, por un lado la
categorización de una persona que cultiva la tierra para su propio sustento (colonia) y por
otro, las ocupaciones forzosas de territorios ajenos por personas llamadas colonos
(colonización) (Estermann, 2014). El resultado de estos términos no solo denota una
ocupación territorial sino que trae consigo una imposición de una cultura sobre otra, dentro
de lo que se incluye la lengua, religión y las leyes. Por su parte, la colonialidad según el
mismo autor, conjuga diversos fenómenos (psicológico, existencial, económico, político)
en los cuales dicha dominación o poder impuesto permea en una cultura, en su
cosmovisión, filosofía, religiosidad y un modo de vivir.

Para Quijano (2014), América Latina en es un ejemplo de dicha imposición, clasificación


racial y étnica de la población en la prevalencia del patrón de poder, el cual tuvo
implicaciones en los ámbitos y dimensiones, materiales y subjetivas de la escala societal, de
ahí la afirmacion al inicio de este analisis: América no fue “descubierta”, sino “inventada”
(O’Gorman, 2006). Ya que a traves de esta, el autor presenta dos perspectivas, por un lado
el descubrimiento (como creencia histórica que se ha tenido) y por otro la invención. Con
relación a esta aceveración, Mignolo (2007), afirma que el “descubrimiento” se incardina
en la perspectiva imperialista de la historia mundial adoptada por la triunfante Europa,
mientras que el paradigma de la “invención” refleja el punto de vista de los derrotados por
la apisonadora colonial “ (Pág. 29). Desde esta mirada se puede inferir que América Latina
es un producto colonial.

Con relación a esta acevereción, en América Latina se han dado momentos históricos en los
cualse de pueden analizar y clarificar esas acepciones errradas que surgen del concepto de
colonialidad, iniciando que el territorio como zona geográfica y de concentración humana
ya existía y sus pobladores daban su propio nombre al lugar que habitaban (concepto de
colonia), pero el despliegue del poder actual y la invasón externa según Estermann (2014)
fueron configurando las nuevas identidades societales de la colonialidad, indios, negros,
aceitunados, amarillos, blancos, mestizos y las geoculturales del colonialismo, como el caso
de América y otros territorios (concepto de colonización). Este se momento histórico, es
ejemplificado por Mignolo (2007), cuando menciona que “las élites criollas y mestizas
decidieron en muchas ocasiones asimilarse a los modelos foráneos impuestos, aceptando (e
incluso celebrando) una existencia instalada en la colonialidad del ser”. Dicha situacion
desencadenó lo que luego se le conoce como la descolonizacion, pero el trasfondo de dicha
situacion es que la colonialidad da cuenta de esta relación de poder que tiene su origen en la
época colonial pero que continúa existiendo a pesar de la desaparición de ese sistema
político después del advenimiento de otros sistemas como el republicano, en los países
latinoamericanos (Quijano, 1991).

En los aspectos abordados anterioremente se resalta entonces la noción de poder como una
manifestacion de colonialidad que aun se encuentra vigente en las sociedades actuales, al
respecto, Quijano (1992), menciona:

El fenómeno del poder, tal y como fue ejercido por Europa en el continente
americano, estaba íntimamente constituido por la noción de clasificación racial o
étnica, aspecto que impregnó (todavía lo hace) todos los ángulos de la existencia (en
sus dimensiones material y simbólica) y todas las relaciones intersubjetivas. Esa
racialización operaba como un poderoso principio organizativo que permeaba casi
todos los alrededores de la vida social: distribuyendo jerarquías, asignando lugares,
produciendo exclusiones (Pág. 438).

Desde lo anterior, su puede asumir que dicha colonialidad del poder aun se hace evidente
en los saberes sociales modernos de la organización del mundo, aun son excluidos,
silenciados, estigmatizados y “folclorizados” aspectos de la identidad propia por una
cultura que prevalece. Es así que la lucha del poder permea en las relaciones sociales o en
la escala societal propuesta por Quijano (2014), haciendo evidente algunas desigualdades
(explotación, dominación, conflicto) y una disputa por la existencia social. Al respecto el
autor sostiene:

“El poder es un espacio y una malla de relaciones sociales en torno de la disputa por
el control de los siguientes ámbitos de existencia social: (1) el trabajo y sus
productos; (2) en dependencia del anterior, la “naturaleza” y sus recursos de
producción; (3) el sexo, sus productos y la reproducción de la especie; (4) la
subjetividad y sus productos, materiales e intersubjetivos, incluído el conocimiento;
(5) la autoridad y sus instrumentos, de coerción en particular, para asegurar la
reproducción de ese patrón de relaciones sociales y regular sus cambios (Quijano,
2014, Pág. 345).

Lo anterior demuestra que el entramado de relaciones sociales se configuran por las


acciones de los sujetos y de las agrupaciones desde sus disputas y conflictos. En este
sentido, Quintero (2010), expone que estas acciones producen pautas o modelos de
comportamiento, dichos modelos se mantiene en un largo plazo que conllevan a la
conformación de instituciones sociales que posteriormente darán forma a las acciones y
conductas de los sujetos.

Finalmente, estas relaciones de poder ha dando auge a lo que hoy conocemos como justicia
social, acompañada de un nuevo discurso (multiculturalidad) sobre la liberacion
latinoamericana, en el cual se expone una base filosófica a la convivencia humana y
ecológica desde la identidad y la diversidad cultural.

Bibliografía
Estermann, J. (2014). Colonialidad, descolonización e interculturalidad. Revista
Latinoamericana Polis, 1-19.

Mignolo, W. (2007). La idea de América Latina. La herida colonial y la opción decolonial.


Barcelona: Gedisa.

O’Gorman, E. (2006). La invención de América. Investigación acerca de la estructura


histórica del Nuevo Mundo y del sentido de su devenir. México: Fondo de Cultura
Económica.

Quijano, A. (1992). Colonialidad y Modernidad/Racionalidad. Perú Indígena, 11-20.

Quijano, A. (2014). Colonialidad del poder y clasificación social. CLACSO. 342-386

Quintero, P. (2010). Notas sobre la teoria de la colonialidad del poder y la estructuración de


la sociedad en América Latina. Centro de Estudios Interdisciplinarios en
Etnolingüística y Antropología Socio-Cultutal, 1-15.

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