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El verdadero hombre se cultiva en el fragor de sus batallas diarias, se fortalece en la

adversidad, se alegra en el sacrificio, se regocija en la paz, se hace héroe en entregar su vida en


un instante que la historia lo inmortalizara.

Muy buenos días distinguidas autoridades, honorables miembros del jurado calificador,
ferviente juventud estudiantil que engalana este prestigioso concurso, señoras y señores.

En la claridad de mi pensamiento joven, me permite estar en esta tribuna en representación


de mi querida institución como lo es el Colegio de Bachillerato Abdón Calderón Muñoz de mi
legenda parroquia fronteriza de PALMALES , para a través de la palabra enunciar un tema y
hacer regocijar mi espíritu, enorgullecer mi ser y hacer vibrar la espalda libertaria, al
rememorar la historia de unos de los símbolos patrios de nuestro país.

La historia de nuestro Himno Nacional se remonta al año 1830, cuando al crearse la República
el Gral. Juan José Flores -presidente del nuevo Estado- encargó al poeta guayaquileño don José
Joaquín Olmedo que escribiera una letra con tal propósito. La obra de Olmedo, publicada en el
año 1834, en su primera estrofa decía:

“Saludemos la aurora del día / para Quito la gloria inmortal, / en que osado Pichincha, el
primero, / proclamó libertad, libertad.”.

Esta letra patriótica no recibió el favor del público, por lo que el propio Gral. Flores, en 1838
escribió una que en su primera estrofa dice:

“Ceñidos de laureles / hagamos resonar/ independencia y leyes; / reposo y libertad; / y en la


guerra y la paz / independencia o muerte. / O muerte! / o libertad!”

 Esta estrofa no gustó, y al igual que la de Olmedo, no fue tomada en cuenta.

 En 1833, un himno con el título de Canción Ecuatoriana de 6 estrofas se publicó en la Gaceta
del Gobierno del Ecuador No. 125 del 28 de diciembre. Su autor es anónimo. 

Años después, en 1938, un tema compuesto por Flores en su retiro en la hacienda La Elvira fue
considerado por los historiadores como otra canción nacional. 

En 1865, el violinista argentino Juan José Allende, quien prestaba servicios en el ejército
ecuatoriano, presentó una partitura musical para el Himno Nacional. Esta musicalización fue
rechazada por el congreso.

 Nicolás Espinoza Rivadeneira, presidente de la Cámara del Senado en esa época, solicitó al
secretario Juan León Mera, la creación de una canción patriótica a la altura de un canto patrio.

 Según el libro, Nación Soberana de Galo Román, “Mera aceptó de buen grado, y la historia
relata que en la noche del 15 de noviembre de 1865, escribió la hermosa letra de nuestro
Himno Nacional, la misma que, sometida al conocimiento del Congreso Nacional, tuvo
aceptación y aprobación unánime”.

 Esta letra fue enviada a Guayaquil donde vivía el músico y compositor Antonio Neumane, para
que creara la melodía. Neumane entregó sus partituras, y en 1869 el Congreso Nacional las
aprobó definitivamente como la música del Himno Nacional del Ecuador.
 Un siglo después, en 1965, la Junta Militar de Gobierno decretó declarar al 26 de noviembre
como Día del Himno Nacional, fecha que se conmemora anualmente.

En marzo de 2001 se ratificó la oficialidad e intangibilidad de la letra y música del Himno.


Mientras que, en el 2008, el Instituto de Patrimonio Cultural lo incluyó en la lista de
patrimonios inmateriales compuesto por 52 versos en un coro y seis estrofas, su letra
despierta orgullo entre quienes lo cantamos.

El Himno Nacional de la República del Ecuador tiene su historia y como tal su proceso de
creación, a la par de su momento histórico, fue inspirado en las luchas libertarias de nuestros
próceres del año 1809.

El himno nacional es un símbolo de nuestra identidad nacional; resalta la historia, los valores
cívicos, alentadores permanentes del espíritu de ecuatorianidad, el carácter del pueblo y el
esfuerzo cotidiano que alimenta la libertad, la justicia y el derecho. Es una composición musical
considerada como la segunda más linda del mundo por su letra y música, constituye la melodía
insigne de nuestra nacionalidad, representa el canto a nuestros héroes que consiguieron la
libertad y es el actual emblema musical que nos llena de hidalguía, alegría y amor a la patria.

El Coro es el inicio del Himno Nacional que describe al país como una tierra de paz y felicidad,
además alude al sol equinoccial y a las antiguas creencias pre-hispanas de adoración del sol.

La primera estrofa nos recuerda a los hijos de la Patria, en este caso, los próceres del Diez de
Agosto, y dice "el yugo que te impuso la ibérica audacia" que se comprometen con la
"venganza del monstruo sangriento" y la ruptura "del yugo servil". Sin duda alguna es una
proclama en contra de la dominación española de aquellos años y una arenga para liberarnos
de esa sangrienta esclavitud que nos impusieron los españoles, inclusive se nota una
imploración religiosa para cumplir con ese cometido: la libertad.

En la segunda estrofa se alude nuevamente a los próceres del 10 de agosto. Se hace también
una alusión al 2 de agosto de 1810, cuando los españoles masacraron al pueblo sublevado de
Quito.

La tercera estrofa describe poéticamente la Batalla del 24 de mayo de 1822 que tuvo lugar en
las faldas del volcán Pichincha, es rememorada con estos versos "De esos héroes al brazo de
hierro, nada tuvo invencible la tierra, y del valle a la altísima sierra, se escuchaba el fragor de
la lid". Esta estrofa nos hace viajar hacia el momento mismo de la batalla de Pichincha, en la
cual nosotros fuimos ganadores y por ende conquistadores de la libertad, en medio de la
montaña se escuchaba la lucha que al final nos dio el triunfo definitivo.

La cuarta estrofa tiene el carácter libertario de la Batalla se recuerda de esta forma: " tras la lid
la victoria volaba, libertad tras el triunfo venía, y al león destrozado se oía, de impotencia y
despecho rugir”. Se recuerda el legado de libertad de la independencia, y, advierte sobre la
disposición de los ecuatorianos de defender, entonces y por siempre, su soberanía

En la quinta estrofa nos reitera la desafiante postura del Ecuador frente al intento de
reconquista: "Venga el hierro y el plomo fulmíneo, que, a la idea de guerra y venganza, se
despierta la heroica pujanza, que hizo al fiero español sucumbir". Esta estrofa resalta el
orgullo que sentimos de los héroes que lucharon por la libertad, que esa libertad fue para
siempre y que no hay un ápice de que volvamos a ser pisoteados por esa sombra ibérica, que
estamos atentos para defender el triunfo ganado con sangre de nuestros patriotas.
En la sexta estrofa finalmente se presenta una invocación a los volcanes ecuatorianos,
representados por el Pichincha, para que, en caso de una invasión extranjera, destruyan el país
para que el invasor no pueda apropiarse de él. "Y si nuevas cadenas preparan, la injusticia de
bárbara suerte, ¡gran Pichincha! prevén tú la muerte, de la Patria y sus hijos al fin; hunde al
punto en tus hondas entrañas, cuanto existe en tu tierra, el tirano, solo cenizas y en vano,
busque rastro de ser junto a ti. Claramente esta estrofa nos alerta sobre posibles
dominaciones, a estar dispuesto a luchar, si el caso amerita, para mantener esa libertad,
metafóricamente implora al pichincha a que los invasores no intenten siquiera volver a
dominarnos, que siempre estaremos firmes para defender eternamente esa libertad.

A través de este análisis histórico de nuestro Himno Nacional, recordamos nuestros


antepasados nuestro honor, gratitud, reverencia hacia la patria invaluable, fecunda y de libre
pensamiento.

Este patriotismo que siento por mi nación, es un fuego sagrado que no puede estar oculto,
porque cuando me hablan de honor, lealtad, disciplina, valor y audacia, siento revivir todo mi
ser y vuelvo a nacer por decirlo así, para la patria para la gloria, por eso creo que esta canción
patria de carácter solemne resalta la valentía de los ecuatorianos, de sus héroes y de sus
valiosos hombres y mujeres que lucharon por alcanzar la libertad. Tengamos presentes que la
libertad para actuar es la esencia del alma ya que, hay prisioneros con el alma libre y hay libres
prisioneros del alma, nuestra esencia debe ser aprender a vivir y actuar como personas libres
con almas libres, buscando el camino de la felicidad la libertad y el progreso.

Señoras y Sres.

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