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Arquetipos y Mitos Femeninos
2.14 Hécate, la triple Diosa
HÉCATE, LA TRIPLE DIOSA
Las inscripciones más antiguas se han encontrado en el Mileto arcaico tardío, cerca de
Caria, donde Hécate es una protectora de las entradas y de las encrucijadas de caminos.
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2.14 Hécate, la triple Diosa
Las primeras representaciones griegas de Hécate son simples y no triples. Lewis
Richard Farnell nos dice que la evidencia de los monumentos sobre el carácter y la
importancia de Hécate es casi tan completa como la de la literatura. Pero sólo fue en el
período tardío cuando llegó a expresar su naturaleza múltiple y mística. Antes del siglo V hay
pocas dudas de que solía ser representada bajo una forma simple como la mayoría de las
demás divinidades.
El monumento más antiguo conocido es una pequeña terracota hallada en Atenas con
una dedicatoria a Hécate en el estilo de escritura del siglo VI. La diosa aparece sentada en un
trono con una corona de flores alrededor de su cabeza, careciendo totalmente de atributos y
personalidad. Es una referencia que demuestra que la forma simple era la original y que su
conocimiento en Atenas era anterior a la invasión persa.
Existen también varias versiones a cerca de su origen y linaje. Hesíodo señala que
Hécate era la única hija de Asteria, una diosa de las estrellas, que era hermana de Leto y, a su
vez, madre de Artemisa y Apolo. La abuela de estos tres primos era Febe, la anciana titánide
que personificaba a la luna. Hécate era una reaparición de Febe, y por tanto diosa lunar, que se
manifestaba en la oscuridad de la luna.
La inclusión y alabanza de Hécate en la Teogonía son problemáticas para los
investigadores, ya que Hesíodo parece elogiar en demasía sus atributos y responsabilidades en
el antiguo cosmos a pesar de ser en aquella época una diosa relativamente menor y
extranjera. Se ha propuesto que en la población de origen de Hesíodo hubo una devoción
substancial hacia Hécate y que su inclusión en la Teogonía fue su propia forma de promover a
la diosa local entre el público no familiarizado.
A medida que su culto se extendió a zonas de Grecia se presentó un problema, dado
que el papel de Hécate ya estaba cubierto por otras deidades más prominentes del panteón
griego, particularmente Artemisa, y por personajes más arcaicos como Némesis.
Emergen entonces dos versiones más de Hécate en la mitología griega. La menos
conocida es un claro ejemplo del intento por integrarla sin disminuir a Artemisa. En ella,
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Hécate es una sacerdotisa mortal comúnmente asociada con Ifigenia, que desdeña e insulta a
la diosa, lo que la lleva finalmente a suicidarse. Artemisa adorna entonces el cadáver con joyas
y susurra para que su espíritu se eleve y se convierta en la diosa Hécate, que actúa de forma
parecida a Némesis como espíritu vengador, pero únicamente para defender a mujeres
heridas. Este tipo de mitos en el que una deidad local patrocina o crea a una deidad extranjera
era popular en las culturas antiguas como forma de integrar sectas y cultos foráneos.
Adicionalmente, a medida que la adoración de Hécate crecía, su figura fue incorporada al mito
posterior del nacimiento de Zeus como una de las comadronas que escondieron al niño,
mientras Cronos consumía la roca falsa que le había dado Gea.
La tercera versión ayuda a explicar cómo Hécate se ganó el título de «Reina de los
Fantasmas» y su papel como diosa de la hechicería. De forma parecida a como las hermas
(tótems de Hermes) se ponían en las fronteras como protección frente al peligro, imágenes de
Hécate, como diosa liminar, podían también jugar dicho papel protector. Se hizo común poner
estatuas de la diosa en las puertas de las ciudades, y finalmente en las puertas de las casas.
Con el tiempo, la asociación con el alejamiento de espíritus malignos, llevó a la creencia de que
ofender a Hécate también los atraía. Así surgieron las invocaciones a Hécate como
gobernadora suprema de las fronteras entre el mundo real y el de los espíritus.
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continuaron mostrándola en su forma simple.
En los escritos esotéricos griegos de inspiración egipcia, relacionados con Hermes
Trimegisto, y, en los papiros mágicos de la Antigüedad tardía, era descripta con tres cabezas:
una de perro, otra de serpiente y otra de caballo. La triplicidad de Hécate se expresaba de una
forma más helénica, con tres cuerpos en lugar de cabezas, como aparece tomando parte en la
batalla con los Titanes en el friso del gran altar de Pérgamo (actualmente en Berlín).
Su ayudante y representación animal era una perra, y la forma más común de ofrenda
era dejar carne en las encrucijadas. Algunas veces incluso se le sacrificaban perros (una buena
indicación de su origen no helénico, pues los perros muy rara vez jugaban este papel en el
ritual griego).
En las Argonáuticas, una obra épica alejandrina del siglo III a. C. basada en material
más antiguo, Jasón aplaca a Hécate mediante un ritual prescrito por Medea, su sacerdotisa:
tras bañarse a medianoche en una corriente de agua y vestido con una toga oscura, Jasón cava
un pozo y ofrece una libación de miel y sangre de la garganta de una oveja, que se quema en
una pira junto al pozo como holocausto, retirándose entonces del lugar sin mirar atrás. Todos
estos elementos señalan los ritos observados a una deidad ctónica.
En síntesis, Hécate aparece en el Himno a Deméter de Homero y en la Teogonía de
Hesíodo, fuertemente promocionada como una gran diosa. Su santuario más importante
estaba en Lagina, una ciudad‐estado teocrática en la que la diosa era atendida por eunucos.
Allí se celebraban grandes reuniones festivas cada año.
En Tracia desempeñó un papel similar al de Hermes, es decir, gobernadora de los
puntos liminares (tránsitos o umbrales) y de lo salvaje, guardando poco parecido con la vieja
paseante nocturna en la que se convirtió. Adicionalmente, esto llevó a su papel como
ayudante de las mujeres en los partos y la crianza de los jóvenes.
También había un lugar consagrado a Hécate en el recinto del templo de Artemisa en
Éfeso, donde oficiaban los sacerdotes eunucos (megabyzi). Hesíodo, en la Teogonía le atribuyó
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tan amplios y fundamentales poderes que resulta difícil resistirse a verla como una figuración
de la Gran Diosa, aunque Hesíodo atribuye sus poderes a un regalo de Zeus.
Sus regalos a los humanos abarcan todo, según cuenta Hesíodo: “… al que ella quiere,
grandemente le asiste y ayuda; en el juicio se sienta junto a los venerables reyes, y en el ágora
hace destacar entre la gente al que ella quiere. O cuando armados de coraza marchan los
varones hacia la guerra destructora de hombres, allí la diosa asiste a los que quiere
decididamente concederles la victoria y encumbrarles de gloria. Es capaz de asistir a los nobles
que quiere y con igual capacidad, cuando los jóvenes compiten en juegos, allí los asiste y ayuda
la diosa; y el vencedor en fuerza y capacidad, fácilmente y contento se lleva un magnífico
premio y proporciona gloria a sus padres. A los que trabajan en el mar intransitable y elevan
sus súplicas a Hécate y al resonante Ennosigeo, fácilmente la ilustre diosa les concede pesca
abundante y fácilmente se la quita cuando parece segura si así lo desea su corazón. Es capaz
de aumentar el ganado en los establos junto con Hermes, y en cuanto a las manadas de
bueyes, los extensos rebaños de cabras y las majadas de lanudas ovejas, si así lo desea en su
corazón, multiplica los pequeños y disminuye los numerosos…”.
Hécate era cuidadosamente servida, especialmente por lo hombres de la tierra.
La transición de la figura de Hécate puede seguirse hasta
la Atenas del siglo V. Aparece como una gran diosa en dos
fragmentos de Esquilo. En Sófocles y Eurípides se ha convertido
en la señora de la brujería.
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La implacable Hécate ha sido llamada «la de tierno corazón», un eufemismo quizás
para enfatizar su preocupación por la desaparición de Perséfone, cuando se dirigió a Deméter
con dulces palabras en un momento en que la diosa estaba afligida. Más tarde se convirtió en
la asistente de Perséfone y su íntima compañera en el Inframundo.
El nombre Hécate puede derivar también de la diosa‐comadrona egipcia Hequit, Heket
o Hekat. El Heq era el matriarcado tribal del Egipto predinástico, presidido por una mujer sabia.
Heket era una diosa con cabeza de rana conectada con el estado embrionario en el que el
grano muerto se descomponía y comenzaba a germinar. Era también una de las comadronas
que asistía cada mañana al nacimiento del sol.
En los papiros mágicos del Egipto ptolemaico, se le llama la Perra, y su presencia era
indicada por los ladridos de los perros. Mantuvo un gran número de seguidores como diosa de
la protección y los partos. En la imaginería posterior también tiene dos perros fantasmales
como sirvientes a su lado.
Una tradición anterior la contempló como una diosa más primitiva y la hizo hija de
Erebo y Nix (noche).
Su presencia continua se explicaba asegurando que, debido a que fue la única titánide
que ayudó a Zeus en la Titanomaquia, no fue desterrada a los dominios del Inframundo tras su
derrota por los olímpicos, en lo que se supone es otro indicio de la persistencia de los cultos en
los que era adorada.
También se contaba que era la hija de Deméter . Una versión poco difundida la hacía
incluso la hija menor de Zeus, un rasgo que sin embargo comparte con Atenea y Afrodita,
como aspectos de antiguas deidades que tampoco pudieron ser eclipsados por los olímpicos
debido a que su adoración era tan dominante.
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El Mito
Su mito cuenta que había robado el pote de maquillaje de su madre y huido a una casa
donde una mujer estaba dando a luz. Zeus la envió al reino de Hades para ser purificada. En él
gozaba de gran autoridad, pues era conocida como la reina invencible y presidía las ceremonias
de penitencia y purificación de las sombras en las que se permitía limpiar las malas acciones de
sus vidas pasadas.
Como muchas antiguas diosas madre o de la tierra, Hécate permaneció sin casarse y no
tuvo consorte habitual, diciéndose a menudo que se reproducía por partenogénesis. Por otra
parte, se le atribuye la maternidad de de muchos monstruos, como Escila, que representaba
los aspectos pavorosos de la naturaleza que producían miedo y sobrecogimiento.
Respecto a sus tres atributos o símbolos, hemos ya visto dos de ellos en el capítulo
referido a los símbolos de lo femenino. Los recordaremos aquí a fin de contextuarlos dentro de
la mitología de la diosa.
La Llave, como atributo, le corresponde a distintos personajes mitológicos, uno de los
cuales es la diosa Hécate. Simboliza una obra a realizar pero también una herramienta para su
ejecución. Puede ser el umbral entre el conciente y el inconsciente.
La llave es una representación simbólica de las iniciaciones y del saber o grados de
conocimiento. Encontrar una llave significa estar frente a una revelación, estar cerca de hallar
el tesoro difícil de encontrar. Habitualmente se asigna la llave de plata al conocimiento y
comprensión de los niveles filosóficos; la de oro, a los niveles espirituales; y la de diamante es
la llave del poder. En el Tarot el cruce de dos llaves, de plata y oro, representan las dos vías del
conocimiento: solar o masculina y lunar o femenina. Aparecen encriptadas en la carta 5, el
Hierofante o Sumo Sacerdote. En la tradición católica es uno de los símbolos que el Papa lleva
en su mitra, aludiendo al primer Padre de la Iglesia, Pedro, quien es depositario de las llaves
del Reino. En Egipto la llave o cruz Ank, representan la apertura de las puertas del Dwat y son
utilizadas por Thot en el ritual de apertura de la boca. Todas las imágenes en las que los dioses
o el faraón llevan el Ank están haciendo referencia a la iniciación.
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La antorcha es símbolo del Sol y de la luz solar. Representa la idea de la iluminación por
la purificación que concede el fuego. En este sentido es símbolo de alquimia espiritual y física.
La antorcha fue el arma que utilizó Hércules en su confrontación con la hidra de Lerma.
La serpiente es símbolo de la energía cósmica permanentemente en movimiento y
transformación. Posee una enorme cantidad de significados. Generalmente aparecen
asociados a poderes protectores de las fuentes de la vida y la inmortalidad y a los bienes
superiores simbolizados por tesoros ocultos. Ha sido asociada también a la sabiduría. En
multiplicidad representan más bien la fuerza de la seducción de la materia, ligada a la
involución.
Como símbolo es ambivalente ya que ha sido asociada a lo más excelso del
movimiento espiritual y a lo más bajo de la condición material. Se ha acrecentado su
significación negativa y asociada a los poderes del mal especialmente en Occidente, a través de
la tradición judeo cristina, asimilándose posteriormente al dragón, que es referido en el
Apocalipsis. Hay una evidente conexión de la serpiente con el principio femenino. Vinculada a
Lilith, enemiga y tentadora de Eva, emparentada con la antigua diosa fenicia del mundo
subterráneo. Es bastante frecuente que los pueblos conquistadores absorben elementos de la
cultura del sustrato. La antigua religión de Palestina tenía a una Diosa y una serpiente como
protagonistas de un escenario iniciático de conocimiento. De hecho la Diosa daba al iniciado
una manzana y era el símbolo de su pasaje a otro estado de conciencia. Es por ello que en la
tradición bíblica, la manzana aparece asociada a la sabiduría.
Artemisa, Hécate y Pérséfone también quedarán ligadas al culto de la serpiente. En
Egipto la serpiente, bajo la forma de cobra o de Ureus, estaba asociada a Isis y a la sabiduría.
En sus otras formas representó al adversario Seth.
Paralelamente a lo referido creció la significación de la serpiente ligada a la idea de la
resurrección, debido a su permanente fuerza de transformación. Por su carácter reptante y sus
anillos estranguladores significa la fuerza. Filón de Alejandría llegó a considerarla como el más
espiritual de los animales.
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En su forma de Ouroborus nos recuerda el principio activo y el pasivo y recalca su
ambivalencia. Fue uno de los símbolos más presentes en la tradición hermética.
En Oriente, específicamente en el yoga existe el concepto de Kunadalini, representada
simbólicamente como una serpiente enrollada sobre sí misma en la extremidad inferior de la
columna vertebral.
El Ureus egipcio es la representación de esta misma Kunadalini elevada al plano
superior. Hay numerosas pruebas de las prácticas rituales destinadas a elevar a la serpiente al
centro que está en medio de la frente. Por ello la corona de los faraones lleva la cobra.
En América existe un paralelismo, la idea combinada de la serpiente y el águila.
Quetzal‐ Cóatl es el andrógino. La contraposición de dos serpientes como en el caduceo de
mercurio, equilibrio de fuerzas, balance entre lo oscuro y luminoso.
En alquimia la serpiente alada es el principio volátil, la carente de alas el principio fijo.
En la tradición judeocristiana la serpiente y el dragón quedan asimilados.
Luna Negra y Señora de las Encrucijadas.
Su día sagrado es Hallomas o Halloween, que se celebra el 31 de octubre en el
Hemisferio Norte. Es la víspera de Todos los Santos cuando se dice que los espíritus de los
muertos caminan por la tierra y desaparecen los límites entre la vida y la muerte. En algunos
círculos, Halloween es el Año Nuevo de las brujas. Es la época del año ubicada entre el otoño y
el solsticio de invierno, cuando el Sol comienza su viaje hacia la oscuridad. El verano y sus
cosechas quedan atrás y llega el momento para retirarse al interior de las casas, frente al fuego
del hogar, en una actitud más introspectiva.
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Para el calendario celta esta época es conocida como Samhain y es uno de los
festivales del fuego. Por eso se lo celebra con el encendido de hogueras.
Como la madre de las brujas, Hécate representa la magia y la elaboración de hechizos.
En muchas tradiciones, se la representa con tres cabezas (que pueden ser de diferentes
animales como león, perro y yegua) o acompañada por un perro de tres cabezas como mascota
(el Can Cerbero, guardián del Mundo Subterráneo). Los adoradores de Hécate solían dejar su
estatua en las encrucijadas, de manera que mirase a los tres caminos al mismo tiempo. Esto es
una manifestación de su carácter de Diosa Triple (doncella, madre y vieja) y forma diversas
tríadas como en el caso de Artemisa‐Selene‐Hécate y Perséfone (Kore)‐Deméter (Ceres)‐
Hécate.
Esta triple naturaleza de la Diosa fue utilizada en los principios de la iglesia católica para
presentar sus enseñanzas del Padre, Hijo y Espíritu Santo, análogos a la Doncella, la Madre y la
Bruja. El atributo de sabiduría de la Bruja pasó al Espíritu Santo quien, en su aparición a los
apóstoles en Pentecostés les impartió sabiduría espiritual para que pudieran salir a predicar.
Otro paralelismo entre la cristiandad y la Triple Diosa son las tres Marías que aparecen en la
tumba donde Cristo resucitó: María, la Virgen; María de Bethania, la esposa de Cleofás, y
María Magdalena.
La diosa está relacionada también a la sangre menstrual que originalmente era
considerada sagrada y misteriosa.
En Grecia, Hécate era una diosa lunar, una de las trinidades originales conectada con
las tres fases de la luna que gobernaba el cielo, la tierra y el submundo.
En un principio, los griegos helénicos hallaron difícil incluir a Hécate en su panteón. No
obstante, y a pesar de no encontrarse entre los dioses del Olimpo, retuvo su dominio sobre el
cielo, la tierra y el submundo, lo que hizo de ella la otorgadora de riquezas y de las bendiciones
de la vida.
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Experta en el arte de la adivinación, concede a los mortales sueños y visiones que, si se
interpretan correctamente, les proporciona una mayor claridad para resolver sus problemas.
Debido también a su asociación con Perséfone, está conectada con la muerte y la
regeneración. Su presencia en el mundo subterráneo era la que otorgaba a los pre‐helénicos la
esperanza del renacimiento y la transformación, como opuesta a Hades, que representa la
inevitabilidad de la muerte.
Por estar en el cruce de caminos puede mirar al pasado al presente y al futuro.
Entre sus numerosas sacerdotisas estaban Medea y Circe, una de las iniciadoras de
Odiseo y su guía en el inframundo.
Sus árboles sagrados eran los tejos y los álamos negros.
Como “perra negra”, su estrella es Sirio, igual que Isis, y se la asocia también con los
perros que ladran a la luna.
Generalmente era representada como una anciana. Es el arquetipo de la anciana sabia.
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A veces enviaba a la tierra demonios que atormentaban a los hombres en sus sueños.
Iba acompañada de Cerbero, el perro de tres cabezas. Frecuentaba los cruces de caminos, las
tumbas, los lugares en los cuales se habían cometido crímenes. Se la adoraba en vísperas de
luna llena. Podía conceder o negar los deseos a los mortales. Sus compañeras en el mundo
subterráneo solían ser las Erinias, que castigaban las ofensas contra la naturaleza. Hécate es
una de las imágenes más arcaicas de la mitología, preside la magia, el parto, la muerte, el
inframundo y el Destino.
El arquetipo y sus implicancias psicológicas
Esta diosa es una imagen de las profundidades acuosas del inconsciente. Aquí nacen
los grandes mitos, los símbolos religiosos, las obras de arte.
Ella encarna el principio femenino de la vida misma y las tres caras o fases lunares
representan su poder polifacético sobre el cielo, la tierra y el mundo subterráneo, así como su
naturaleza siempre cambiante.
Encontrarse con Hécate significa entrar al mundo transpersonal, donde los límites
personales se disuelven y se pierde la dirección, por lo menos como el ego la había concebido
(Arcano 18).
Esta agua contiene lo positivo y lo negativo. Sus movimientos son cambiantes y es
difícil distinguir la locura y el engaño. Es portadora de todos los aspectos nocturnos de la Diosa
y está especialmente vinculada al Misterio. Vivir en el reino de Hécate significa vivir sin
claridad y sin conocimiento. El único camino que conduce hacia su reino es el de los sueños.
Cuando Hécate aparece en nuestra vida, nos dice que ha llegado el momento de
desarrollar nuestro lado intuitivo e inspirado. La intuición y el conocimiento son capacidades
que muchas mujeres han ocultado y temido. Vicki Noble advierte que “… en el proceso de
descubrimiento de sus capacidades proféticas, mucha gente ha pensado que se estaba
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La actualidad
Claramente a medida que los patriarcados fueron ascendiendo al poder, la imagen de
la Diosa fue siendo transformada. Hécate quedó más ligada a los aspectos oscuros de la luna,
representando Artemisa los aspectos luminosos. Fue identificada como diosa de lo oculto, del
mundo de los sueños y visiones, tomando la cualidad contraria a Hestia. Finalmente, fue
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conocida como diosa de la muerte y la regeneración, asumiendo los aspectos oscuros de
Perséfone.
Comprendemos que este arquetipo no es considerado como una de las diosas que
puede ser personificada en una mujer humana, dado que implicaría portar tremendos poderes
psíquicos. Sin embargo subyace como facultad susceptible de ser despertada y entrenada en
cada una de ellas.
Su carácter de diosa completa en sí misma, va incluso más allá de la capacidad de las
diosas vírgenes, dado que se decía de ella que tenía la posibilidad de reproducirse sin
intervención del varón.
A medida que el patriarcado se fue afirmando más y más, se produjo el fenómeno de
polarización total que con el correr de los siglos hizo que en muchas de las tradiciones
occidentales la Diosa quede dividida y enfrentada a sí misma. Es bastante probable también
que, como consecuencia de nuestra penetración cultural, las mismas mujeres hayamos
contribuido a la estereotipación del arquetipo.
En la actualidad, y por clara influencia del judeocristianismo, la palabra bruja se utiliza
en primer término con connotaciones despectivas, designando a una mujer que se caracteriza
por su capacidad para hacer daño e incluso es representada generalmente como alguien
deforme o muy feo.
La tradición de la magia prendió fuertemente en la Europa medieval, especialmente
por la afición de las culturas precristianas al culto de la Diosa y todas sus celebraciones rituales.
La Iglesia luchó fuertemente contra este culto, llevando a cabo la mayor cruzada de toda la
historia, la cruzada de la que no se habla, la cacería de brujas. A lo largo de varios siglos, miles
de mujeres fueron acusadas de hacer tratos con el demonio, fueron torturadas y asesinadas en
las formas más perversas que jamás se hayan imaginado.
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En el concepto antiguo la bruja es una maga o iniciadora. Una maestra conocedora de
los Misterios y que ha despertado y desarrollado en sí misma la capacidad de tener visiones
proféticas, transformaciones extraordinarias y manifestaciones físicas de todo aquello que
desea. Hécate es sin duda una Iniciadora en la Alta Magia, a la manera de las grandes
maestras sabias de la mitología, como lo fue Isis en la tradición egipcia.
El arquetipo de Hécate y su culto ha sido sumamente rescatado en el presente por el
movimiento Wicca y el resurgimiento de las religiones de la naturaleza. Aquí se funde
seguramente con otros personajes de la tradición celta, como la figura de la diosa triple Brigid.
Los seguidores del culto Wicca reivindican las ceremonias de integración entre el hombre y la
naturaleza, rescatan muchos aspectos del culto druídico y han tenido una enorme influencia
en la reinstauración de los círculos mágicos y de sanación que hoy integran en Europa tanto
hombres como mujeres.
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