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Palabras alusivas pronunciadas en el acto conmemorativo al Día de la Patria

Nos convoca un aniversario más de la Revolución de Mayo. Un suceso que estudiamos en nuestra
historia como la primera expresión del pueblo argentino que, en l8l0, manifestó su deseo de libertad.

En aquellos tiempos ocurrían movimientos de toda índole, tanto revolucionarios como artísticos,
científicos y literarios. Coincidentemente con la Argentina, toda América estaba tensa y también
Europa estaba convulsionada.

En este continente, los Estados Unidos fortalecían sus ideas y estructuras independentistas. En
Canadá, estaban a punto de declarar la Independencia de Gran Bretaña. En las incipientes naciones
de la América Latina también comenzaban los primeros movimientos revolucionarios, tanto en
Venezuela, Colombia, Chile, Paraguay, y en nuestro país, también se compartía ese mismo clamor
de libertad.

Aquella expresión de anhelo de libertad, que los hombres de mayo hicieron realidad, se expresaba
en un ardiente deseo desde antes de 1810, como un vínculo indestructible que uniría para siempre al
pueblo argentino, más allá de sustanciales diferencias. Ese pueblo ya se había manifestado
heroicamente ante los ingleses unos años antes, en 1806 y 1807. Era la mayoría, era el pueblo que
aguardaba las deliberaciones de los cabildantes en las vísperas del nacimiento de la Patria, aquel
mayo de 1810.

Después de presionar sobre el Cabildo, ese pueblo se manifestó en una auténtica “gritería”, nombre
con el que pasa a la historia esta auténtica expresión de hombres que reclamaban intensamente su
protagonismo.

Nuestra Patria nacía con calor popular y con aquella expresión, de verdad se anunciaba la presencia
de los hombres del pueblo para dar vida a la naciente revolución; “era la voz de la patria la que se
hacía escuchar para desmentir ante el mundo que las jornadas de mayo eran un mero producto de
las fuerzas librecambistas, como muchos pretendieron que fuese”. (Rosa M. Etorena de Rodríguez,
El Mayo que reivindicamos para nuestra historia)

Mayo fue algo mucho más profundo. Y en esa causa fueron nuestros aborígenes, los indios de
nuestras Misiones los que integraron aquellos ejércitos en cuyo valor y coraje, sin duda alguna, iba
implícita la esencia de Mayo. Aquí está la figura de nuestro Andrés Guacurarí, que al frente de sus
hombres y al lado del gran Artigas supieron dar vida a las páginas de más intenso heroísmo de
nuestra historia nacional.

Ese es el ideal que rescatamos hoy para seguir construyendo entre todos nuestra historia nacional.
Ese ideal libertario es el camino más difícil, pero es aquel que se nos enseñó desde Mayo de 1810 y
que no podemos olvidar y menos ignorar. Aunque ya lo sepamos, es bueno volver a señalar que
“despojar a los pueblos de las claves de su historia es condenarlo a un futuro trivial y decadente. A
partir de saber quiénes somos, cuál es nuestro legado cultural, nuestra memoria colectiva, podremos
marchar como unidad histórica significativa en la búsqueda de nuestro destino como pueblo”.
(Rodolfo Kusch, América profunda)

Queridos jóvenes, nuestro destino, unido al de los países hermanos de Latinoamérica, está llamado
a recuperar el pleno ejercicio de la identidad latinoamericana. Un camino irrefutable para ello es
estudiando nuestra historia, cantando la música de esta tierra, bailando sus danzas, leyendo a sus
pensadores y poetas, así como lo proponemos cada día desde nuestras aulas.

Sentimos que así debe ser, una necesidad permanente frente a nuevas formas de neocolonialismo
que nos amenazan; afirmar la soberanía de nuestro pueblo y mantener encendido como una llama,
con pasión argentina, el deseo de libertad.

Muchas gracias.

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