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Migración libanesa en México, pasado y presente

Escrito por Victoria B. Huerta Roostaeyan *


Cuando se habla de migración, México es conocido por ser uno de los principales expulsores de
migrantes en América Latina; empero, poco se habla de la migración que ha recibido y que
continúa recibiendo. Si bien son diversos los grupos de migrantes que residen en México, aquel
conformado por los libaneses representa un caso sui generis: extranjeros que sin conocer el
idioma, las costumbres y muchas veces ni la ubicación geográfica exacta del país lograron
convertirse —al paso de dos generaciones— en un grupo completamente asimilado e integrado
llevando a cabo una verdadera transculturación. Se posicionaron en la sociedad mexicana como un
grupo reconocido por sus habilidades comerciales, empresariales, culturales y políticas. Por lo
anterior, la reconstrucción de la migración libanesa a México resulta una parte importante de la
historia de nuestro país.
Aquellos primeros inmigrantes libaneses fueron parte de un movimiento migratorio internacional sin
precedentes en el que durante su fase más alta —de 1800 a 1930— más de 60 millones de
personas en el mundo se movilizaron. Las causas de la dispersión libanesa incluyen la
sectorización religiosa y la división social que el entonces emirato sufría bajo el dominio otomano,
aunado a los conflictos políticos locales y regionales y un desarrollo heterogéneo que sólo
privilegiaba a los de las clases altas. Así, los habitantes del Monte Líbano eran campesinos sin
tierra viviendo bajo un sistema casi feudal de monocultivo de seda, cosecha que era apropiada casi
en un 90 por ciento por los emires, sheikhs, monasterios, intermediarios, usureros y mercaderes.
La transición de este sistema a uno de capitalismo periférico provocó que la ya difícil vida de los
campesinos libaneses tuviera poca esperanza de mejorar. La migración era la única opción. De
1860 a 1914 un tercio de la población del Monte Líbano emigró, la mayoría de confesión cristiana
maronita, considerados como ciudadanos de segunda clase por debajo de los musulmanes.

Imagen tomada de http://www.archivolibanes.org/libaneses.html Es posible enumerar tres razones


principales por las que los primeros
libaneses llegaron a México: el engaño por parte de los agentes de viaje en el puerto de Beirut
asegurándoles que desembarcarían en Nueva York o algún otro polo de atracción masivo de
inmigrantes, el rechazo por parte de los agentes migratorios de los Estados Unidos de América o
como último recurso para librar a estos agentes internándose al país vecino por la frontera norte,
en aquel tiempo carente de garitas migratorias. La migración libanesa a México fue, en un primer
momento, indirecta y de cierta forma fortuita. Aunado a estas circunstancias, no se debe olvidar el
milenario espíritu aventurero y navegante del libanés, aquel que los fenicios les heredaron y que
ellos han mantenido vivo. Espíritu que sin duda los impulsó a tierras lejanas y desconocidas, pero
que pronto convertirían en su segunda patria.
Los libaneses llegan al México del Porfiriato. El primer libanés registrado en el país se internó por
el Puerto de Veracruz en 1878. Ellos se encontraron con una política exterior que incluía en sus
objetivos la explícita atracción de “inmigrantes industriosos”; con ello se buscaba poblar las
grandes extensiones de tierra inhabitada y mano de obra que las trabajara. Por lo anterior, Porfirio
Díaz, en su afán de atraer inmigrantes europeos para lo que él llamó la “nueva colonización”,
concedió a extranjeros y mexicanos los mismos derechos. Esta política de colonización terminó en
1907, atrayendo a sólo 30 mil inmigrantes. En este sentido, es importante recordar que las
estadísticas migratorias mexicanas de finales del siglo XIX son deficientes debido a que no fue sino
hasta la Ley de Inmigración de 1909 que la entrada y salida de personas al país fue objeto de
reglamentación, por lo que el conteo y la formación de estadísticas de este periodo presentan
grandes imprecisiones.
A pesar de lo anterior, los registros oficiales de 1905 cuentan a 5 mil árabes en México —cifra que
debe ser tomada con reservas. Las principales estaciones de entrada fueron Tampico, Veracruz y
Progreso. La gran mayoría de estos inmigrantes árabes son libaneses de rito maronita. En
promedio, para finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, 150 árabes llegaban a México
anualmente para establecerse definitivamente, dejando atrás a sultanes, emires, guerras civiles,
hambrunas y despojos, dispuestos a prosperar en su nueva tierra adoptiva.
La religión fue un elemento contundente para que los libaneses lograran la aceptación de los
mexicanos; prueba de ello es la presencia en las iglesias católicas mexicanas del monje maronita
San Charbel Makhlouf, quien pertenece a la iglesia cristiana de rito oriental, santo al que
mexicanos y libaneses veneran por igual. Por otro lado, para lograr su inserción en la vida
económica del país incursionaron en un nicho comercial prácticamente vacío: el comercio
ambulante, vendiendo de casa en casa y en abonos. Su éxito radicó en que su mercado principal
fue la clase popular, a quienes vendían bajo un sistema de pagos fraccionados nunca antes visto
en México. El éxito de los libaneses fue tal que —para inicios del siglo XX— la población de origen
libanés no representaba más de cinco por ciento de la población total de inmigrantes en México y
aún así llevaba a cabo la mitad de las actividades económicas de este grupo. La gastronomía fue
un aspecto más que contribuyó a la positiva interacción de los libaneses con los mexicanos,
derivando en una expresión de la transculturación que estas dos culturas experimentaron. Los
provenientes del país de los cedros introdujeron sus costumbres alimenticias en los diversos
estados de la República donde se asentaron, fusionaron sus sabores y olores con aquellos
endémicos de la región donde llegaban a radicar. Puebla, contando con tan sólo 42 libaneses para
el año de 1900 —según datos del Departamento de Extranjería del ayuntamiento de ese estado—
es un caso representativo de este mestizaje, ya que convirtió a un platillo emblemático de la cocina
libanesa llamado shawarma, en uno de sus distintivos gastronómicos reconocido a lo largo y ancho
de México: el taco árabe.
Siguiendo con el caso de Puebla, aquellos primeros libaneses que llegaron en 1890 e iniciaron
como buhoneros para después establecerse como comerciantes fijos, aprovecharon la particular
coyuntura que la crisis internacional de 1907 provocó: una gran cantidad de fábricas pequeñas y
talleres textiles quebraron inmersos en protestas proletarias e insurrecciones campesinas, por lo
que los libaneses —quienes debido a que llevaban un estilo de vida sencillo contaban con capital
disponible— aprovecharon esta oportunidad e incursionaron en la rama industrial comprando los
talleres y fábricas en venta. A partir de datos corroborados por Alonso (1983) en el Archivo General
de Notarías de la ciudad de Puebla, los señores Abdo y Cassab fueron los primeros libaneses que
se dedicaron a la industria textil en Puebla. La Notaría Número 7, en el año de 1907 registra a la
“Sociedad colectiva formada por Don Antonio Jacobo Abdo y Antonio Cassab, para la explotación
de una fábrica de medias ubicada en esta Ciudad con capital social de $4,000.00 que girará como
Jacobo Cassab y Hno.”. Esta sociedad colectiva fue la primera de su tipo, no sólo en Puebla, sino
en todo México; por tanto, la industria libanesa nació en Puebla. Para los años de 1960 eran ya
reconocidos como los mayores textileros de Puebla, creando más de 32 mil empleos directos,
probando de esta forma su espíritu empresarial. Resulta interesante agregar que mucho antes de
1960 —desde 1924— los libaneses ya se habían destacado desde el ámbito político, dando a
México un presidente hijo de una familia de origen libanés: Plutarco Elías Calles.
Así, a sólo un par de décadas de haber llegado a México, los libaneses estaban ya asimilados,
integrados y habían experimentado una inesperada pero inevitable aculturación, todo esto parte del
proceso de transculturación que las generaciones presentes aun están construyendo. Es necesario
mencionar que existen diversos miembros de la comunidad libanesa que aprovechando su posición
social, económica o política han incurrido en faltas graves, sin embargo, no son la generalidad. Lo
que aquí se pretende es rescatar la historia de un grupo de inmigrantes que resultan en un sujeto
de gran interés para aquellos interesados en la historia de nuestro país, reconociendo que forman
parte ya de un componente básico de la cultura mexicana y latinoamericana.
Les tomó 10 años establecerse, 20 años acumular capital y 30 años afianzarse como empresarios.
Este grupo migratorio representa una historia de lucha, de prosperidad y de fuertes lazos
comunitarios que los han llevado a la completa aceptación y adaptación, saltando los aislados
episodios de xenofobia que han vivido, reconociéndose a sí mismos como mexicanos de origen
libanés, destacando siempre —y en primer lugar, su carácter de mexicanos. Constituyen un grupo
estable y en crecimiento que sin duda ha brindado creación de empleos, derrama económica y
diversidad cultural a nuestro país.

Causas de la migración
 
Prácticamente ningún país del mundo está ajeno a los procesos migratorios. Ya sea como área de
origen, de tránsito o de destino, casi todos los países del mundo registran transformaciones
económicas, demográficas, culturales y políticas asociadas a las migraciones.
Las causas que originan las migraciones son variadas, pero sin lugar a dudas desde tiempos
remotos la más importante fue la económica, ya sea por búsqueda de mejor calidad de vida, por
la pobreza imperante en el lugar de origen o por búsqueda de trabajo.
Otras causas están asociadas a cuestiones sociopolíticas, como ser persecuciones políticas y
religiosas, conflictos bélicos, refugiados de guerras, catástrofes ambientales, como terremotos,
inundaciones, etc. Estas causas, casi siempre, generan una migración de tipo forzada.
 

China
En el caso de China, su crecimiento sostenido ha sido el resultado del proceso de reformas
económicas y “apertura” política que inició el país a partir de 1978 (con su presidente Deng
Xiaoping), a través del cual se produjeron cambios importantes en todas las áreas de la
sociedad. Entre los cuales podemos mencionar la flexibilización laboral y las privatizaciones
(que liberaron grandes contingentes de trabajadores, muchos de los cuales no pudieron ser
reabsorbidos por el mercado interno), movilidad campo-ciudad, polarización de la distribución de
la riqueza con la consecuente ampliación de la brecha entre ricos y pobres y la migración
regional e internacional. El proceso demográfico conocido como la “urbanización explosiva”
también tuvo influencia en los movimientos poblacionales, y se reflejó en los siguientes datos
estadísticos: la población urbana de China aumentó del 17,4% de la población total en 1975 al
31,6% en 1999 y en el año 2010 la concentración urbana alcanzó el 44,9% del total de la
población.

Por causa de los factores mencionados y de las tendencias emigratorias que han caracterizado
a los chinos a través de la historia, los desplazamientos de estos ciudadanos se han dirigido
hacia una multiplicidad de destinos, entre ellos la Argentina.

Una fotografía de la distribución de los migrantes chinos (denominados chinos de ultramar) nos
revela que alrededor de 65 millones residen fuera de China (China continental y Taiwán), y se
distribuyen en los seis continentes. Con respecto a los destinos elegidos, según un informe del
PNUD de 2009, el 64% del total de estos migrantes se concentra en la región de Asia Pacífico,
aunque en los últimos años ha aumentado la migración hacia países no asiáticos. El 23,3% se
ubica en Estados Unidos, el 7,2% en Europa y el 0,9% en América latina y el Caribe.

Es necesario destacar que, si bien se encuentran migrantes chinos en más de 150 países en
todo el mundo, hay una relación directa entre los lugares donde se forman las colonias más
numerosas de chinos de ultramar y los países geográficamente más extensos. La misma
correspondencia existe respecto de los países más ricos, concentrándose fundamentalmente en
las grandes zonas urbanas de los países receptores

Los primeros flujos migratorios chinos hacia América latina


La inmigración china hacia América latina comenzó durante el período colonial, con la primera
expansión del imperio español hacia Filipinas en el siglo XVI, el comercio activo vinculó a los
comerciantes españoles con México y América del Sur. A modo de ejemplo, alrededor de 1613 un
censo nacional de Perú registró un total de 38 chinos, pero el apogeo de la migración china hacia
América se produjo en el siglo XIX.
Los primeros flujos importantes de migración de origen chino los ubicamos entre los años 1845
y 1920 y tuvieron como principal característica el comercio de los “culíes o coolies”, palabra que
denominaba a los peones chinos que generalmente eran contratados para trabajar en el campo y
en las minas. Estos trabajadores eran trasladados en grandes barcos mercantiles, con contratos
temporarios para trabajar en haciendas, en la construcción de vías de tren y en minas de oro,
labores que desarrollaban en condiciones de semiesclavitud.
Los primeros grupos de chinos llegaron a Cuba y a Perú, y se estima que algunos de ellos se
fueron dispersando hacia otros países de la región, pero la gran concentración, en la primera
etapa migratoria, se produjo en estos dos países. Según la investigación realizada por Evelyn Hu
en Perú, la gran mayoría de los culíes que trabajaron en las minas de oro y en las haciendas, una
vez liberados del contrato de trabajo, se establecieron en diferentes regiones del Perú,
convirtiéndose en comerciantes o hacendados.
Este dato es indicativo de la dimensión de la comunidad china residente en Perú en la
actualidad, la cual es considerada como una de las más grandes de América latina,
conjuntamente con la comunidad residente en Brasil. Aunque también se registran comunidades
chinas importantes en México, Chile, Panamá, Colombia, Costa Rica y Venezuela.
En conclusión…
En la actualidad los flujos migratorios de ciudadanos chinos se han desarrollado en forma
pacífica registrando una variación en los destinos elegidos por los migrantes, que dieron lugar a
una nueva generación de migrantes chinos con características que no difieren de las de otros
grupos de migrantes internacionales, es decir, han diversificado destinos y modalidades de
emigración. Aunque sí se destacan por la preferencia en el establecimiento en grandes ciudades
y por la continuidad en el desarrollo y fortalecimiento de “redes de relaciones intracomunitarias”,
esta es una de las características sobresalientes de estas comunidades, que les ha permitido ir
ganando espacios privilegiados en las sociedades receptoras.
Todas estas características se presentan en la comunidad de migrantes chinos establecida en la
Argentina, entre las cuales podemos afirmar, que si bien se trata de una “migración nueva”, ya
se la puede considerar como una comunidad estable, que conserva sus costumbres y
tradiciones, que ha logrado una alta inserción laboral, desarrollando fundamentalmente
actividades comerciales, que le ha permitido la subsistencia de su familia, el acceso a la
educación de sus hijos y la integración a la sociedad que los acoge.

La migración china en la Argentina. Principales flujos y ...


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principa...
 Efectos de las migraciones internacionales
Los efectos de las migraciones pueden ser económicos, políticos y sociales tanto positivos como negativos
para el país emisor como para el de destino. En muchos países de destino, se construyen y mantienen
industrias e infraestructuras que no podrían realizarse sin la colaboración de la mano de obra extranjera. En
sentido contrario, las remesas de los emigrantes, las transferencias de dinero a las familias que permanecen
en las regiones de origen, son frecuentemente una estimable forma de equilibrar las balanzas de pagos en los
países menos desarrollados.
A pesar de ello, hay que considerar la emigración internacional un problema grave. En los países receptores
suele originar graves conflictos sociales y resurgimiento de ideologías racistas y fascistas. Para los países
emisores implica frecuentemente la pérdida de mano de obra cualificada. Pero el mayor coste lo sufren los
propios desplazados ya que supone habitualmente un desgarro familiar y cultural muy doloroso. Aún más
grave es la emigración ilegal en la que el individuo se ve despojado de los derechos más elementales,
sometido a la explotación de mafias y delincuentes sin escrúpulos. La tragedia alcanza su clímax en el caso
de los que arriesgan y pierden su vida al cruzar las fronteras.
Los riesgos asociados a los fenómenos migratorios son consecuencia de las asimetrías de los intercambios.
La asimetría entre los países de origen (en general, de menor desarrollo) y de destino (en general,
desarrollados) permite a estos últimos imponer limitaciones severas y unilaterales a la llegada de personas.
Además de las trabas que ello significa para la libre circulación de los recursos productivos. Para los países
de origen entraña la persistente inseguridad sobre la continuidad del flujo emigratorio, así como un riesgo de
retornos abruptos e imprevisibles.
El problema de la migración internacional radica en la falta de un estudio sociológico profundo apuntando a la
relatividad causa- efecto para determinar los factores que influyen para que se de este fenómeno; sus
consecuencias, en especial en lo que atañe a la pobreza, la desintegración familiar y la fuga de cerebros.
En el caso de los países en vía de desarrollo los emigrantes benefician a sus países de origen, aportando un
por ciento estimado en 167 mil millones de dólares al año en remesas, pero este mismo éxodo cuando es de
talentos implica una grave pérdida.
Los procesos migratorios son inseparables de la globalización, constituyen uno de los flujos del mundo
moderno, junto con los de orden económico, cultural, tecnológico e ideológico (Appadurai, 1996). La migración
tiende a concentrarse o, al menos, a ser más visible en dirección sur-norte, debido a las marcadas asimetrías
entre los grados de desarrollo de ambos hemisferios (Naciones Unidas, 2004).
Cuando los estados receptores procuran evitar o restringir estos movimientos como una forma de defender su
soberanía, surge la conclusión de que la globalización tiende a excluir formalmente la migración internacional
(CEPAL, 2002a y 2002b), lo que exacerba algunas consecuencias adversas para los países en desarrollo.
Hay una progresiva preocupación internacional por la protección de los derechos humanos de todas las
personas migrantes, a raíz de muchas señales que indican que la migración internacional contemporánea es
una actividad riesgosa para los latinoamericanos y caribeños, que los puede llevar a situaciones de
vulnerabilidad y desprotección.
Estos migrantes enfrentan una serie de dificultades derivadas del racismo, la xenofobia y otras formas de
intolerancia, que se expresan en formas de discriminación de diverso cuño, así como también en abusos,
violencia y engaños en el caso de la trata de personas, y en amenazas a la integridad física. Estos hechos se
combinan y entrecruzan según el origen étnico, la nacionalidad, el sexo y la edad, la inserción laboral, los
medios empleados para migrar o la situación jurídica de los migrantes.
Los Derechos Humanos de los migrantes, el tráfico de migrantes y la trata de personas son fenómenos
tipificados en dos protocolos de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada
Transnacional: según el Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente
mujeres y niños.
El desperdicio formativo agrava las pérdidas que puede conllevar la emigración para los países de América
Latina y el Caribe. Además, socava las posibilidades de beneficiarse del retorno y de la vinculación con la
diáspora. En la migración intrarregional este hecho es indicio, además, de discriminación laboral contra
algunos inmigrantes, la violencia también constituye un efecto de la violación de los derechos humanos.
En distintas formas y grados, la violencia que acompaña el cruce de las fronteras de numerosos territorios
pone de manifiesto los riesgos de vulneración de derechos y el alto grado de desprotección de los migrantes,
en especial de las mujeres y niños.
Según numerosos testimonios, suele ocurrir que las mujeres sean forzadas a prostituirse o a pagar favores a
los traficantes bajo formas de coerción. También hay un creciente reconocimiento del hecho que las mujeres
migrantes enfrentan múltiples dificultades relacionadas con su salud sexual y reproductiva; además, entre
estas personas el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual, incluido el VIH/SIDA, es elevado.
Por otra parte, tanto las formas en que se han implementado los operativos de contención en algunos países
desarrollados, como ciertas prácticas de "coyotaje", han provocado la muerte de personas migrantes, un
fenómeno que ha puesto en evidencia los riesgos extremos a que puede conducir la migración internacional.
Datos interesantes sobre migración internacional
Entre 1990 y el 2002, más de 3.000 personas, en su mayoría mexicanos, han muerto o desaparecido en la
frontera entre México y los Estados Unidos. En los últimos años, el número de inmigrantes indocumentados
detenidos por la Patrulla Fronteriza ha disminuido, pero el de rescatados y muertos ha aumentado o se ha
mantenido constante. A su vez, la proporción entre muertos y personas detenidas por la Patrulla Fronteriza ha
pasado de 15 a 35 muertes por cada 100.000 detenciones entre 1999 y el 2002.
Las migraciones sur-sur son tan comunes como las migraciones sur-norte. Las cuales desencadenaron los
hechos siguientes:
 En el 2005 los emigrantes internacionales alcanzaron los 191 millones.
 Un tercio vive en países en desarrollo y procede de otro país en desarrollo, mientras que otro tercio vive en un
país desarrollado siendo origen de uno en desarrollo. Es decir que los emigrantes sur-sur son tan numerosos
como los migrantes sur- norte.
 El 2005, Europa albergó al 34% de todos los emigrantes, América del Norte el 23% y Asia el 28%. Solo el 9%
vivía en África, el3% en América Latina y el caribe y el otro 3% en Oceanía.
 6 de cada 10 emigrantes internacionales (lo que totaliza 112 millones de personas) reside en países
designados como de ingresos altos, cerca de la mitad de los migrantes alrededor del mundo son mujeres. En
países desarrollados, las mujeres superan en números a los migrantes masculinos.
 En 72 países el número de inmigrantes decreció entre 1990 y 2005. 17 naciones dieron cuenta del 75 % del
incremento en el volumen de emigrantes de ese período. Los EE-UU ganaron 15 millones de migrantes,
mientras que Alemania y España recibieron 4 millones cada uno.
 Entre 1990 y 2005 al menos 35 programas fueron puestos en ejecución, tanto en países desarrollados como
en vías de desarrollo destinados a llevar el estado de los emigrantes que se encontraban en situaciones
irregulares de conformidad con las disposiciones nacionales.
 En el año 2000 alrededor de 20 millones de inmigrantes con educación terciaria y de más de 25 años residía
en los países de la OCDE un aumento signifativo comparado a los 12 millones de 1990.

Alrededor de 6 de cada 10 migrantes altamente educados que vivían en los países de la OCDE provenían de
países en desarrollo.
La migración de latinoamericanos hacia Japón se incrementó considerablemente en los años noventa. En el
2000 el total acumulado superaba las 312.000 personas. El aumento de los flujos se debe en gran parte a las
disposiciones adoptadas por el Gobierno de Japón en 1990, en virtud de las cuales se facilita el visado de
ingreso y la permanencia temporal de los descendientes sanguíneos de japoneses residentes en Brasil y
Perú.
Europa se beneficia en buena medida de la inmigración. En primer lugar Europa ve hoy un serio problema
demográfico en el envejecimiento de la población. Italia, España y Grecia, por ejemplo, tienen más habitantes
mayores de 65 años que niños. Esto acarrea serios problemas económicos y sociales al no disponer el
Estado de recursos suficientes para cubrir la demanda de seguro social y pensiones en comparación con el
número de personas que se encuentran activas. Es decir, la población económicamente activa no podrá
mantener a los inactivos.
En España, el sector de la agricultura ha recibido un impulso considerable por la mano de obra barata que se
emplea en él. En el sur de Francia la economía agrícola está basada en la inmigración irregular. Este mismo
fenómeno se puede encontrar en los Estados Unidos de América donde los inmigrantes son explotados por
los agricultores por salarios mínimos y sin posibilidad alguna de hacer valer sus derechos.
América sufre por una parte la salida de parte de sus profesionales y personal más calificado, que son los que
regularmente emigran por vías legales y son aceptados por las naciones receptoras en un proceso de
selección. La economía agrícola, por su parte ha decaído significativamente en los últimos 20 años en la
mayoría de los países de América Latina a medida que el factor emigración ha ido en aumento.
El Salvador, por citar un ejemplo, recibe más del 40% de su turismo compuesto por nacionales que residen
fuera del país, se quedan un promedio de dos semanas y gastan un aproximado de 50 dólares diarios, lo cual
constituye una importante fuente de ingresos para el país.
Conscientes del crecimiento que representa para la economía nacional de los países receptores de
emigrantes, y del detrimento que homologamente esto representa para los países emisores, consideramos
pertinente que estos evalúen bajo el principio de desarrollo sostenible el daño que pueden provocar a los
países emisores en su economía que indefinitiva necesita en la mayoría de los casos de esta fuerza de
trabajo.
Por una parte, todos los estados declaran haberse propuesto proteger los derechos de las personas
migrantes; sin embargo, y a pesar de que se pueden apreciar avances legislativos, subsisten normativas,
prácticas nacionales y espacios institucionales que no están preparados para hacerlo o que, sencillamente, no
consideran la protección de los Derechos Humanos en sus legislaciones y políticas sobre migración.

CONCLUSIONES
De lo analizado en esta ponencia se pudo arribar a que:
 La migración tiene que integrarse adecuadamente en las políticas y planificación sobre el desarrollo. Ya que
hoy en día los análisis de las repercusiones de la migración no están en los proyectos de desarrollo a la par
con los problemas medio ambientales, e incluso existe una dispersión de datos y una incoherencia por
consiguiente a la hora de la tabulación de los mismos, esto trae como consecuencia la imposibilidad de lograr
una planificación acertada en cuanto a posibles soluciones (realización de una base de datos lo
suficientemente eficiente que permita el control de la información).
 Los países deben desarrollar políticas migratorias que estén encaminadas a la protección del emigrante que
llega a su país.
 Naciones Unidas debe lograr que los países conscientemente suscriban las resoluciones en materia de
Derechos Humanos, a sus vez, crear un aparato ejecutivo que le de carácter vinculante a estas resoluciones.
Basta de grupos cooperativos regionales, de grupos consultivos y de rogar cada vez más que se
salvaguarden los Derechos Humanos. Es momento de sancionar por su incumplimiento, es imprescindible que
la ONU, a través de la Comisión de Derechos Humanos juegue un papel más activo.
 Instaurar mejores mecanismos para combinar la oferta y la demanda de mano de obra a nivel mundial.

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos60/migracion-internacional/migracion-


internacional2.shtml#ixzz3i0R96XNV

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