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ciencia ficcion y fantasia Pile: | A ee eee ueva din nsion REVISTA DE CIENCIA FICCION Y FANTASIA A CARGO DE: Sebastién Martinez Domingo Santos Luis Vigil Director: Domingo Santos Director Artistico: Enrique Torres Colaboradores: Alfonso Alvarez Villar Jorge Aspa Carlo Frabetti Antonio Martin Juan Carlos Planells Feo, Javier Redal Jaime Rosal del Castillo PORTADA DE ‘Augusto Uribe Suscripciones: M.* Teresa Roca Boris Vallejo Corresponsales: Argentina: Daniel Lujan Heredia Bélgica: Bernard Goorden EE.UU.: Forrest J Ackerman Hungria: Peter Kuczka Takumi Shibano Czeslaw Chruszcewski Rumania: Ion Hobana Suecia: Sam J. Lundwall Uruguay: Carlos M. Federici Edita: ED. NUEVA DIMENSION, 8. A. Merced, 4 - Barcelona, 2 Imprime: LITOCLUB, S. A. N&poles, 300 Barcelona - 25 Distribuye: LIBRESA ane EDICIONES Depésito legal: B. 18.136 - 1980 Wf | m A Enero 191 /Nimero 130 dimension © ED. NUEVA DIMENSION, S. A. S.A. 1981 MERCED 4 BARCELONA 2 ueva dimension hoy EDITORIAL SOBRE LA INDEFENSION DE LA INFANCIA por Domingo Santos . SE PIENSA LA INVASION DE LOS BARBAROS por C. Saiz Cidoncha . KEITH LAUMER por J. C. Planells. SE EDITA CRIiTICA DE LIBROS por J.C. Planells, J. Redal, A. Benitez y A. Blanch . SE DICE Lipros, REVISTAS, FANzI- NES, CINE, TEATRO, TV, Comics, ARTE, NOMBRES SF, CONVENCIONES . SE ESCRIBE LA OPINION DE NUESTROS LECTORES . . EL RINCON DE LA CIENCIA SEGUN LA COSMOLOGIA MO- DERNA, SU PAREJA IDEAL EXISTE REALMENTE por Carlo Frabetti . 129 145 150 168 183 NOVELAS CORTAS EL MUNDO DE McWorTHER por Daniel F. Galouye . Los QUE ROBAMOS EL «SUENO» por James Tiptree, Jr. CUENTOS MADRE DEL MUNDO por Carolyn Gloeckner . EL ULTIMO CAMINO por Jaime Rosal. . . « EL JARDIN DE PLACER DE FELIPE SAGGITARIUS por Michael Moorcock. HERMANOS por W. Gabriel Mainero . AL OTRO LADO por Miguel Alcaraz. . - FRABETTI POR DOS: EL JARD{N DE LA MUERTE SONRIENTE Y La CIUDAD ROSA Y ROJA por Carlo Frabetti . CLASICO La ULTIMA EVOLUCION por John W. Campbell, Jr. 69 101 15 25 3g 60 95 4L EDITORIAL SOBRE LA INDEFENSION DE LA INFANCIA Es posible que el tema de los nifios sea un tema recurrente para mt. En el editorial de ND 115 me ocupé de ellos, y volvi a hacerlo en el editorial de ND 118, con motivo de finalizar ese incongruente Afio Internacional del Nifio que la UNESCO se sacé de la manga con tan buena voluntad como inconsciencia. Ello es debido quizd @ que creo que el tema de ia infancia es un tema trascendental para el futuro de la humnanidad, ya que son ellos quienes configu- rardn sin lugar a dudas nuestro mariana, y al igual que el futuro de un drbol depende muchas veces de los cuidados que reciba su retofio joven por parte de quien lo ha plantado, también el futuro del adulto en que se va a convertir el nifio con el paso de los afios depende de los cuidados que reciba ese retofio de hombre que hoy estd en nuestras atin inexpertas e inadecuadas manos. Cada afio, cuando llega la época de Navidades, este pensamiento se graba a fuego en mi memoria, y me resulta imposible despren- 4 derme de é1. Pero este afio las cosas han ido mucho mds lejos: han Megado a un limite que mereceria casi una demanda judicial... si este acto sirviera ahora y aqui para algo mds que para perder inu- tilmente el tiempo. Porque la sociedad de consumo ha descubierto en el nifio un filén inapreciable. Hace ya tiempo que lo ha descubierto, pero solo en los ultimos tiempos ha decidido explotarlo masivamente. La erisis del consumismo (es ldgico que, en épocas de deterioro ge- neral del nivel de vida, el consumo de articulos no bdsicos descien- da apreciablemente) ha hecho que los inductores al consurno bus- quen desesperadamente nuevos mercados donde colocar los hete- rogéneos productos, muchas veces superfluos, a@ menudo incluso inutiles, que producen. Los nifios, han descubierto con profunda alegria, son un mercado ideal. El nifio es un ser completamente indefenso ante las agresiones de la sociedad que le rodea. No tiene atin un criterio formado. Se le puede engafiar fdcilmente con mentiras. Al igual que cree en los cuentos de hadas, en los superhéroes de los comics y en Santa Claus, cree también en las bondades de los productos que le anun- cian por televisién, en la calidad de los pastelillos que le regalan cromos de sus personajes favorites, en la diversion garantizada de los juguetes que hacen mil maravillas antes de romperse al tercer dia. El nifio es un pequefo animalillo con ojos muy abiertos que asimila constantemente ef inmenso escaparate del mundo que hay a su alrededor. Los publicistas han comprendido esto, y han visto la gran opor- tunidad de atacar despiadadamente por este flanco. Es una via indirecta (jpero muy directa!) de llegar a los mayores. General- mente, ningun padre, si entra en sus posibilidades, frustrard a su hijo negdndole algo que este demuestre anhelar. ;Y es tan facil hacerle anhelar tantas cosas! Hasta hace poco, la publicidad orientada a los nifios se diri- gia exclusivamente a los productos ideados tipicamente para el publico infantil. Al llegar tas Navidades, se bombardeaba a nues- tros hijos con publicidad de juguetes en aguda competencia entre marcas comerciales. Luego, un desconocido publicista genial pensd que cualquier momento era bueno para que los niftos pidieran un premio, un regalo, a sus padres: «¢Has tenido buenas notas? j;En- tonces mereces que te compren...!» Se buscaron todos los pretextos posibles para que los nifios pidieran cosas a sus padres en cual- quier época del afio. Se encontraron muchos, y siguen saliendo mds. Pero este ultimo afio la crisis econdmica generalizada en todo el mundo «civilizado» (es decir, dejdndonos de eufemismos, po- 5 seedor de una economia de mercado) ha hecho que se vea en el nifio un camino derivativo para persuadir a sus mayores a con- sumir. ¢No lo han observado ustedes a su alrededor? Por ejemplo, casi todos los editores espafioles han decidido de pronto, con una sorprendente unanimidad, potenciar el libro in fantil. Incluso aquellos editores que nunca se habian dedicado a este apartado altamente especializado en su produccidén se han decidido a dar el paso. Por supuesto, no tengo nada que decir al respecto, ya que el libro es un elemento de cultura importante para el nirio, pero la masificacién ha hecho que la calidad diddctica det producto resultante se resienta, y en ocasiones mucho. Las casas discogrdficas, otro ejemplo, han descubierto también de pronto el mercado infantil: nunca como hasta ahora se habtan producido tantos discos y cassettes dedicados a los nifos, incluso por intérpretes que nunca antes habian tocado esta vertiente. sin contar los grupos infantiles creados a toda prisa por las mul- tinacionales del disco para lograr una identificacion con el priblico al que querian llegar. Esta proliferacién, por supuesto, ha hecho incrementarse tam- bién la industria de los aparatos reproductores de discos y cassettes, radios, etc., disefiados especialmente para un publico infantil: tu también, muchacho, tienes derecho a poseer tu propio equipo de mini alta fidelidad... Naturalmente, todos estos ejemplos no serian objetables si fue- ran un intento serio y controlado de iniciar al nirio al mundo de los adultos. Seria una cosa incluso loable si estuviera orientada di- dacticamente a madurar al futuro hombre. Pero no es asi. No es mds que otra etapa de la fiebre consumista, un modo de llegar al publico adulto (que es quien tiene el dinero) a través de la in- defension de la infancia, Observardn muchos indicios de ello, Los aparatos de reproduccién de sonido para nifios no son mds que copias simplificadas de los aparatos de reproduccion para adultos, de peor calidad para poder ofrecerlos asi un poco mds baratos. Los famosos conjuntos infantiles que proliferan por todos lados no cantan ya canciones infantiles, sino también cancioes de adultos (cun intento de introducir a los nifos en el mundo adulto? jno seamos tan ingenuos!). Una frase que se estd repitiendo muy a menudo ultimamente es el mds fiel reflejo de este intento de con- dicionar el desfalleciente consumismo del adulto a través del nifio: con voz meliflua y léxico infantil, utilizando ademds voces de nifios para una mayor identificacién, se incita: «}Esto es chuli, bomba, fabuloso, pide a tu padre que te lo compre!» Y esto es solo un principio. Los inductores al consumo han visto en la inocencia infantil un auténtico filén, cuya manipulacién 6 puede dar resultados 6ptimos y sorprendentes, Mi condicién de autor de SF me ha permitido en muchas ocasiones extrapolar al futuro los derroteros que tomard una cierta actividad social que se estd empezando a manifestar en nuestro presente. Pocas veces me he equivocado en mis predicciones de futuro que ya se han cumplido, y no creo que en esta me equivoque tampoco. Las lineas de conducta son claras y definidas, y los inductores al consumo no son tontos precisamente: la necesidad obliga. Veo, y esto me estremece, un futuro de profunda manipulacion de la infancia como elemento de presiédn hacia el adulto reacio a consumir. El nifio no entiende de calidades, de costes, de opor tunidades. Estd indefenso, es fdcilmente influenciable por los pre- sionantes medios de comunicacién de masas. Y ademas, dentro de la familia, es un elemento que cada vez estd adquiriendo una mayor voz: sus opiniones, sus deseos, a veces incluso sus exigencias, son oidas y a menudo acatadas. . Veo un futuro en el que, manipulado conveniente y solapa damente, el nifio podrd influir grandemente en cualquier decision econdémica que sus padres deban tomar. Es muy facil que su opi- nion sea tenida en cuenta a la hora de cambiar de automévil, de ir de vacaciones, de adquirir cualquier producto bdsico,, si una publicidad arteramente orientada le convierte en el intermediario idéneo a la hora de la eleccidn. De hecho, el campo de la alimen- tacién se ha convertido en pionero en este aspecto ofreciendo a los nifos absurdos alicientes secundarios que influyen a los padres a comprar una determinada marca de leche o de yogur por motivos ajenos a la calidad del producto. Y esto es solo un principio. Estamos utilizando a nuestros propios hijos para incitarnos a comprar productos que de otra modo no comprariamos. Por aqui se empieza. El final... Miro a mis dos hijos pequefios pendientes de los mensajes publicitarios que los bombardean desde todos lados, lavando sus cabecitas asombradas, y me asusta pensarlo. Querria escribir una historia de SF al respecto, pero veo la mi- rada del nifio que he escogido como ilustracién a este editorial y me da miedo. Sé que sera una historia triste, sérdida, deprimente. Y muy realista. Por eso me limito a apuntar aqui el esquema. Estos que acaban de leer son sus elementos: ¢alguien se atreve a escri- Birla por mi? DomInco SANTOS - MADRE DEL MUNDO CAROLYN GLOECKNER Presentando este relato en su antologia Best SF stories of the Year, Lester del Rey decfa: «No conozco nada acerca de esta autora, excep- to que se esta ganando una reputacién de la manera mas dificil posible... escribiendo relatos muy cortos que condensan el contenido de casi una novela en unas pocas paginas aparentemen- te muy simples». Realmente, asi es: el tema de esta historia, muy en la linea de la SF femenina (y feminista, nos atreveriamos a decir) de tanto éxito ultimamente, mereceria ser desarrollado en un libro. Pero Carolyn Gloeckner se contenta con unas pocas paginas... las suficientes para plantear con toda claridad su estremecedora tesis. ——————————— Irritada e impaciente, Alix se revolvié en la silla. Quiz4 deberfan haberla llamado en primer lugar. A Ja viuda del difunto senador Valentin no tenfan por qué negarle tal pequefia cortesia. A su alrededor, padres expectantes mostraban su impaciencia, hablando en voz baja y excitada. Alix aparté la mirada de ellos y traté de concentrar su atencién en los recipientes de lucita ex- puestos al otro lado de la sala de espera. Todos contenfan una ma- triz artificial envuelta en una confusién de tubos con colores de cédigo. Probablemente se trataba de prototipos, pensé Alix, ver- siones originales de una u otra de las matrices ahora en uso. El auricular de informacién colgado en la pared lo habria aclarado, pero Alix no estaba lo bastante interesada como para levantarse y utilizarlo. Unos timbrazos surgidos del sistema de altavoces indicaron que iba a producirse un anuncio, y una voz aguda y clara dijo: —Numero uno-tres-cuatro, infante varén Joshua Barnes Fens- termacher. Numero uno-tres-cuatro, por favor. Una joven bajita y rosada y su marido se abrieron paso entre © 1974 by Aurora Publishers, Inc. 1 los matrimonios que aguardaban y se dirigieron a la puerta con el letrero «Alumbramiento». Alix les observé criticamente, pensando que las exigencias de maternidad habian cambiado muchisimo desde que ella desem- pefiara tal funcién. La muchacha no habria tenido una sola opor- tunidad treinta afios antes. Esta nueva madre era regordeta, con un tronco desproporcionado en relacién a la cortedad de brazos y piernas. En siglos pasados, ese tipo habia sido apropiado. Ahora, no obstante, las exigencias energéticas eran claramente inferiores y el tipo picnico tendia a engordar, sufrir problemas circulatorios y morir joven, Alix estaba orgullosa de su cuerpo flexible. Incluso ahora, vein- ticinco afios después del nacimiento de su segundo hijo, Joyce, to- davia podia satisfacer las exigencias antiguas. Una pena, realmen- te, que la Junta de Eugenesia hubiese sido disuelta. E] resultado se veia con mucha claridad entre las parejas de la sala de espera: una tercera parte, al menos, eran criaturas compactas, rechonchas, carentes de atractivo. Mas timbrazos. —Alix Amidar Valentin. Por favor, preséntese en el Departa- mento de Donantes. Alix Amidar Valentin. Alix suspiré con alivio y se apresuré a dirigirse hacia la puerta que indicaba «Donantes». Ya dentro, una mujer joven y seria la condujo a lo largo de un estrecho corredor hasta una nueva sala de espera. Era pe- quefia y estaba vacia. —La directora desea hablar eon usted —explicé la guia de Alix. —

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