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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ESTE

(UCE)

Nombre: Stacy Michele Rosario Soanes

Matricula: 2022-1779

Asignatura: Historia Social Dominicana

Profesor: Lic. Manuel del Rosario

Tema: Juan Pablo Duarte. Independencia, constitución ,batallas,


Republica Dominicana
Juan Pablo Duarte

(Santo Domingo, La Española, 1813 - Caracas, Venezuela, 1876) Libertador


dominicano. Fundador de la sociedad La Trinitaria y principal ideólogo de la
independencia, por dos veces vio Juan Pablo Duarte triunfar la causa por la que luchó
toda su vida: en 1844, cuando el país logró la independencia de Haití, y en 1865,
cuando, tras la anexión española, se restauró la República Dominicana.

En ninguna de ellas, sin embargo, accedió Duarte al poder, ni obtuvo más


reconocimiento que el exilio y el olvido. Tras su fallecimiento, hubo que esperar ocho
años antes de que fueran repatriados sus restos, y sólo entonces se le tributaron los
honores que merecía un padre de la patria.

Juan Pablo Duarte fue testigo de los nuevos regímenes de libertades y derechos surgidos
tras la Revolución francesa; mostró especial interés por los cambios producidos en
Alemania y en Francia, pero sobre todo por los acontecimientos de España y las
reformas que habían intentado introducir las Cortes de Cádiz. De su etapa en España se
sabe que residió en Barcelona, donde es posible que estudiase derecho.

Fue entonces cuando comenzó a perfilarse su ideario político, en el cual el nacionalismo


y el liberalismo se fundían sobre un fondo romántico: Juan Pablo Duarte entendió
que el pueblo dominicano poseía una identidad propia y tenía derecho a la
independencia política. Alcanzada ésta, y conforme al pensamiento liberal, la
nación debía organizarse sobre la base del institucionalis mo de la democracia
representativa.

En 1833 regresó a su país dispuesto a llevar a la práctica estas ideas.

La antigua isla de La Española, actualmente isla de Santo Domingo, había sido


colonizada por los españoles, que, poco interesados en ella, cedieron a finales del siglo
XVII la mitad occidental de la isla (el actual Haití) a los franceses. Los movimientos
independentistas, iniciados con el siglo XIX, habían sufrido numerosos vaivenes. En
1821, cuando Duarte era todavía un niño, José Núñez de Cáceres proclamó la
independencia de la mitad oriental de la isla (actual República Dominicana). Pero el
nuevo estado fue ocupado y sometido un año después por Jean-Pierre Boyer, presidente
de Haití, que había alcanzado la independencia de Francia muchos años ante.
Sociedad Secreta La Trinitaria

La Trinitaria fue la sociedad creada por Juan Pablo Duarte y otros dominicanos el 16 de
julio de 1838, a las 11 de la mañana, en la calle del Arquillo #255 la actual calle
Arzobispo Nouel, en frente a la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, en la modesta casa
de Doña Josefa Pérez de La Paz (Chepita) y de su hijo el trinitario Juan Isidro Pérez. Se
eligió ese día y hora porque habría una concurrida procesión, y Juan Pablo Duarte
consideró que eso sería más conveniente para guardar el secreto que hacer la reunión en
un lugar apartado o en horas de la madrugada. En esta memorable reunión Juan Pablo
Duarte y los ochos amigos dejaron establecida la sociedad secreta La Trinitaria.

El objetivo de la Trinitaria era realizar acciones tendentes a independizar la parte Este


de La Española de la ocupación haitiana y formar el Estado independiente que llamarían
República Dominicana. El nombre La Trinitaria le fue puesto en honor a la Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, el nombre hace alusión al método de
reclutamiento, en el cual cada uno tenía como misión reclutar a otros dos miembros
adicionales, y estos a su vez no daban a conocer la identidad de los demás, esta técnica
fue importada por Duarte tras su estancia en Europa.

El día de la fundación de la Trinitaria Duarte expresó a sus amigos :

 Estamos convencidos de que entre dominicanos y haitianos no hay fusión


posible. Somos y seremos dos pueblos diferentes. Nuestro destino es ser
independientes, absolutamente independientes. Nuestra sociedad se llamará
La Trinitaria porque se compondrá de grupos de tres y la pondremos bajo
el amparo de la Santísima Trinidad. Nuestro lema: Dios, Patria y Libertad.
Amigos míos, estamos aquí para ratificar el propósito que habíamos
concebido de conspirar y hacer que el pueblo se subleve contra el poder
haitiano, a fin de constituirnos en Estado libre e independiente con el
nombre de República Dominicana. La cruz blanca que llevará nuestra
bandera dirá al mundo que el pueblo dominicano, al ingresar en la vida de
la libertad, proclama la unión de todas las razas por los vínculos de la
civilización y el cristianismo. La situación en que nos colocaremos será muy
grave, y tanto más, cuanto que, entrando ya en este camino, retroceder será
imposible. Ahora bien, en este momento hay tiempo todavía de rehuir el
compromiso. ¿Por tanto, si alguno quisiera separarse…?

En ese momento los presentes interrumpieron a Duarte y le ratificaron su decisión


de luchar por la proclamación de la República Dominicana. Fue entonces cuando
Duarte extrajo de su bolsillo un pliego que todos debían firmar con su sangre; pero
antes de tan solemne acto, los presentes tomaron el siguiente juramento, escrito por
Duarte:

 En el nombre de la Santísima, Augustísima e Indivisible Trinidad de Dios


Omnipotente, juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en manos de
nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y
bienes a la separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar una
república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera,
que se denominará República Dominicana; la cual tendrá un pabellón
tricolor en cuartos encarnados y azules atravesado por una cruz blanca.
Mientras tanto seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras
sacramentales Dios, Patria y Libertad. Así lo prometo ante Dios y el mundo.
Si tal hago, Dios me proteja, y de no, me lo tome en cuenta; y mis consocios
me castiguen el perjurio y la traición si los vendo.

Luego de haber dicho el juramento, los trinitarios firmaron el pliego


anteponiendo una cruz al nombre de cada cual. Entonces Duarte dijo:

 Esta no es la cruz signo del padecimiento; es el símbolo de la redención.


Queda bajo su égida constituida la Trinitaria, y cada uno de sus nueve
socios obligado a reconstituirla, mientras exista uno, hasta cumplir el voto
que hacemos de redimir la patria del poder de los haitianos.

Los nueve miembros fundadores de la Trinitaria fueron: Juan Pablo Duarte, Juan
Isidro Pérez, Pedro Alejandro Pina, Fèliz María Ruiz, José María Serra de Castro,
Juan Alejandro Acosta, Felipe Alfau, Juan Nepomuceno Ravelo, Benito González y
Jacinto de la Concha. Sucesivamente se unieron al mediante un comunicado,
Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Matías Mella y Vicente Celestino Duarte.

El propósito de los trinitarios no era solo erradicar el gobierno haitiano, sino convertir la
República Dominicana en un Estado libre e independiente de cualquier país extranjero.

Cuando hicieron el Juramento Trinitario, quedó claro que ellos formarían un nuevo
Estado, que se llamaría República Dominicana, el cual tendría su pabellón tricolor en
cuartos, encarnados y azules, atravesados con una cruz blanca que simboliza la pureza.
Que el sacrificio de los fundadores de nuestra querida patria , Libre, Soberana e
Independiente sean un ejemplo permanente para todos.

Manifiesto del 16 de enero de 1844


En ausencia de Juan Pablo Duarte, quien se encontraba refugiado en Venezuela, fueron
Francisco del Rosario Sánchez, Matías Ramón Mella y Vicente Celestino Duarte
quienes se encargaron de dirigir a los Trinitarios. Con recursos muy pobres, haciendo
circular hojas manuscritas por todo el país, bajo enorme peligro, se completaba la
campaña destinada al logro de más adeptos a la causa independentista, así como la
ultimación de detalles.
El más importante de estos documentos fue la célebre Manifestación de los pueblos de
la Parte Este de la Isla antes española o de Santo Domingo, sobre las causas de su
separación de la República Haitiana, del 16 de enero de 1844, escasos días antes de ser
proclamada la República Dominicana el 27 de febrero de 1844. Es, por consiguiente, el
primer documento oficial de la Nación, con el cual se inicia nuestra colección de leyes.

La redacción del documento fue obra de Don Tomás Bobadilla y Briones, como lo
afirmó el mismo en la sesión del Tribunado el 10 de junio de 1847: “Creo, señores,
que ninguno puede ser mejor dominicano que yo. Yo fui el primero que dijo: Dios,
Patria y Libertad; yo fui el autor del Manifiesto del 16 de enero; yo en la noche del
27 de febrero me encontraba a la cabeza del pueblo; yo fui el Preside nte de la
Junta Gubernativa…”

No obstante, la afirmación de Bobadilla, que nadie contradijo entonces, hay versiones


contrarias acerca de la paternidad del Manifiesto. El historiador haitiano Thomas
Madiou, con informaciones suministrados por Manuel Joaquín del Monte, dice que sus
redactores fueron Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella. En
la Necrología del prócer Manuel Dolores Galván, aparecida en la revista Letras y
Ciencias del 19 de noviembre de 1894, se expresa que éste le sirvió de secretario a
Sánchez y que “de su puño y letra circuló el Manifiesto del 16 de enero”. Y en una
breve relación histórica escrita en 1918 por Eustaquio Puello, afirma éste que su padre,
el general Gabino Puello, hizo circular por el Sur de la Isla el Manifiesto manuscrito que
escribió su “primo Manuel Dolores Galván en la reunión de Musié Pallén “.

Igualmente son diversas y contradictorias las versiones acerca de la circulación del


Manifiesto. Una de las versiones más antiguas es la de Madiou, quien presenció de
cerca los sucesos de 1844.
Dice Madiou:
 “Se hicieron varias copias. Juan Contreras fue encargado de llevar una a
Pedro Santana al hato de El Prado; las otras fueron confiadas a Gabino
Puello, para ser llevadas a Azua, San Juan y Las Matas; él recibió una para
Pimentel, personalmente. Este era el jefe de los conjurados en estas dos
últimas localidades… Sin embargo, había siempre algunos traidores entre
ellos, porque antes de que Gabino Puello llegase a Azua, allí se sabía que
estaba en camino, portador del Manifiesto. Buenaventura Báe z, el ex-
constituyente, que deseaba que la parte del Este se separase de Haití para
ser colonia francesa, avisó a Mariano Mendoza, comandante de la plaza,
para que hiciese patrullar las afueras del pueblo, a fin de echar mano sobre
Gabino Puello. La gestión de Báez fue conocida inmediatamente por los
partidarios de la Separación. Ellos decidieron que Valentín Alcántara, que
era uno de los suyos, fuese a encontrar a Puello a la entrada de Azua,
tomase el Manifiesto y lo llevase a Pimentel, lo que tuvo efecto.”

La Manifestación fue adoptada por la Junta Central Gubernativa como norma de sus
actos; observada por los constituyentes de 1844 en sus deliberaciones; continuamente
invocada por el pueblo como decálogo de la Patria. En los documentos de la época son
frecuentes esas invocaciones, aún luego de la publicación de la Constitución de San
Cristóbal.

La misma Junta Gubernativa reconoció expresamente el valor legal de la Manifestación.


En su Resolución del 29 de agosto declaraba:
 “es el acta que amanó de los pueblos, que ellos acogieron y sancionaron con
una aprobación tácita y expresa, y que fue el norte que siguieron con
entusiasmo en la defensa de sus derechos y en las gloriosas acciones que
harán eterna la memoria de la República Dominicana, y cuyo Manifiesto
determina la voluntad, mantienen en el círculo que en ella ha trazado la
conservación de la ley fundamental y los derechos del pueblo, y por
consiguiente es sagrado e inviolable como el instrumento de la conservación
de la sociedad”.

Proclamación del 27 de febrero de 1844


La madrugada del 27 de febrero del año 1844 en la puerta de la Misericordia, sonó
el trabucazo de Mella, que proclamó la separación dominicana de Haití. Tras el
trabucazo no hubo intervención militar pues la fuerza independentista contaba con el
apoyo de los regimientos 31 y 32 que estaban compuestos por dominicanos, esas tropas
fueron una parte fundamental para la proclamación de la independencia nacional. Ese
mismo día se leyó y se juró en la puerta del Conde el acta de separación, este
documento se convirtió en el acta constitutiva del estado dominicano junto a la
proclamación se izó la bandera nacional con el lema Dios, Patria y Libertad que
recoge el pensamiento de Juan Pablo Duarte.
Fue proclamada por Tomás Bobadilla, Francisco del Rosario Sánchez, Matías
Ramón Mella, Manuel Jimenes, Vicente Celestino Duarte, José Joaquín Puello,
María del Monte y otros patriotas. En el Seíbo, el mismo 27 en la madrugada, Pedro
Santana, ya se había adelantado proclamando la Separación de Haití, siendo aclamado
General del Ejército.

El 27 de febrero de 1844 se organizó La Junta Central Gubernativa bajo la presidencia


de Francisco Del Rosario Sánchez. Pero ese mismo día la junta fue reestructurada y
pasó a presidirla el represéntate político de los hateros Tomás Bobadilla. Esta es la
primera forma de gobierno que tuvo el país en condiciones de vida independie nte y
republicana.

Las principales actividades, en un momento tan convulso, fueron conducir la guerra


frente a la invasión de los haitianos, pues de ella dependía la supervivencia del recién
nacido Estado y la aplicación de medidas de urgencia de carácter provisional con el fin
de poner a funcionar la maquinaria gubernamental, la recaudación de impuestos,
informar a las potencias extranjeras de la existencia del nuevo Estado y extender su
dominio sobre el territorio recién liberado.

La Constitución del 6 de noviembre de 1844


Luego de organizarse la Junta Central Gubernativa el día 1 de marzo de 1844, ésta
adoptó como constitución el Manifiesto trinitario del 16 de enero de ese año. En julio de
ese mismo año, el General Pedro Santana se adueñó de la Presidencia de la Junta
Central Gubernativa y los miembros de la misma se atribuyeron la calidad de
Diputados.

El 24 de julio de 1844, la Junta Central Gubernativa dictó un decreto, a manera de Ley


Electoral, convocando a los pueblos a elegir los miembros de la Asamblea
Constituyente que debía redactar la nueva Constitución de la República. Los días del 20
al 30 de agosto fueron señalados para reunirse las Asambleas Electorales.

El Congreso Constituyente, además de redactar el Pacto Fundamental de la República,


tenía el encargo de elegir el primer Ejecutivo Constitucional, y debía iniciar sus labores
el 20 de septiembre.

Una vez electos, los diputados constituyentes se reunieron solemnemente en San


Cristóbal a partir del 21 de septiembre de 1844. La elección de San Cristóbal, a unos
treinta kilómetros de la capital, se hizo, según la afirmación del cónsul francés Eustache
Juchereau de Saint-Denys, a fin de dejar a los diputados «toda la libertad de opinión y
de acción y de sustraerlos a la influencia perniciosa del espíritu de partido». En
principio se escogió el poblado de Guerra, pero, debido a la falta de facilidades, el
mismo Congreso Constituyente decretó el traslado a San Cristóbal.

Los diputados por los pueblos de la parte antes española de Santo Domingo ante el
Congreso Constituyente de San Cristóbal en el año 1844, firmantes de la Constitución
de la República, fueron (por pueblo):

Azua- Buenaventura Báez y Vicente Mancebo


Baní- Andrés Rosón
Bánica- Antonio Jiménez
Boyá.- Manuel González Bernal
Cotuí -José Valverde
Dajabón -Manuel Díaz
El Seibo- Juan Acosta y Julián Aponte
Hato Mayor- A. Ruiz
Higüey- José Mateo Perdomo
La Vega- Casimiro Cordero y Juan Reynoso
Las Caobas- Juan P. Andújar
Los Llanos -Facundo Santana
Las Matas de Farfán -Santiago Suero
Moca -Fernando Salcedo
Monte Plata- (El mismo representante de Boyá)
Montecristi- Manuel Abreu
Neiba -Bernardo Aybar
Samaná -Antonio Gutiérrez, (Vicepresidente del Congreso)
San Cristóbal -Jesús Ayala
San Francisco de Macorís -José María Medrano
San José de las Matas- Juan Lipes
San Juan -Juan A. de los Santos
San Rafael -J. N. Tejera
Santo Domingo -Manuel María Valencia, (Presidente del Congreso)
Domingo de la Rocha
José María Caminero, Secretario
Santiago- M. R. Castellanos
Juan Luis Franco Bidé, Secretario
Domingo Antonio Solano
Puerto Plata -José Tejera

Finalmente, a instancias de Tomás Bobadilla (aunque el cónsul Saint-Denys se atribuyó


la autoría), se incluyó un nuevo artículo en el texto constitucional, artículo que resultó
ser el número 210 de la Constitución y que decía:

Durante la guerra actual y mientras no esté firmada la paz, el Presidente de la República


puede libremente organizar el ejército y la armada, movilizar las guardias nacionales y
tomar todas las medidas que crea oportunas para la defensa y la seguridad de la Nación;
pudiendo en consecuencia, dar todas las órdenes, providencias y decretos que
convengan, sin estar sujeto a responsabilidad alguna.

Una vez aprobada la adición del artículo al texto constitucional, el Ejecutivo no halló
más objeción que hacer. En esta forma la Constitución fue promulgada el 6 de
noviembre de 1844.
Lucha entre los liberales y conservadores

Lo acontecido entre los años 1821 y 1839, es lo que construyó el mapa político que
existe actualmente en América Latina. Las ideas federalistas de Francisco de Miranda,
apoyadas por Simón Bolivar, fueron desmontadas por los más conservadores que
planteaban el centralismo y la coexistencia de gobiernos nacionales y fronteras
definidas en las nuevas naciones desprendidas de la colonia española.

Bolivar pensaba que una nación federal, que uniera los territorios de lo que hoy es
Venezuela, Colombia, Panamá, Perú, Bolivia y parte de Guyana, sería lo
suficientemente fuerte para soportar una reacción de España para la reconquista de los
territorios perdidos.

Durante toda la década, al mismo tiempo que combatía los remanentes de los ejércitos
españoles, el Libertador dedicó todo su esfuerzo para la construcción de la unidad
política de las nuevas naciones. Sin embargo, antes de su muerte, acaecida en 1830,
tuvo que ver como se separaban en gobiernos centrales y se perdía con su vida la idea
del federalismo hispanoamericano.

A medida que se construían los gobiernos centrales, se iniciaba la lucha interna entre
dos grupos claramente diferenciados, liberales y conservadores, que comenzaron a
disputarse los espacios de poder nacional con ideas similares a las que se enfrentaban en
Europa.

El grupo político liberal, planteaba la construcción de estados laicos, con separación de


la iglesia católica y el estado, disminución de los privilegios del clero, libertad de
expresión, libertad de cultos, libertad de comercio, voto universal, educación laica y
otras medidas inspiradas en el iluminismo, en boga en el viejo continente.

Mientras los conservadores querían un estado unido a los intereses de la iglesia,


educación impartida y regulada por la iglesia católica, respeto y continuidad de las
tradiciones, mantener todos los privilegios del clero y defender la fe y las creencias.

La fisonomía política de América Latina y las discusiones para la construcción de los


gobiernos, giraban alrededor de las ideas que se discutían en Europa, los temas de
absolutismo contra liberalismo: gobiernos bendecidos y asignados por Dios, en contra
de gobiernos bendecidos y asignados por los habitantes de nuevas repúblicas.
Es así como las naciones americanas desde 1830 en adelante pasan de la lucha por la
ruptura con España, a un proceso intenso de construcción política que definiera sus
relaciones internas.

El punto de partida tenía diferencias notables de desarrollo institucional y social con


relación a las incipientes democracias europeas.

El siglo XIX se caracterizó en occidente por el desarrollo del capitalismo, el


fortalecimiento de las burguesías nacionales, una fuerte expansión de las manufacturas
producto de la creación de maquinarias para la industria, el surgimiento de la conciencia
de clase de los obreros y el inicio de tensiones sociales diferentes a las que produjo la
sociedad agraria, que fue la norma en las relaciones de producción durante siglos.

Mientras en América Latina, las nuevas naciones con diferentes niveles de desarrollo,
construidas sobre bases institucionales débiles o inexistentes, relaciones de producción
agraria del tipo de un feudalismo tardío y con gran diversidad en la composición étnica
de su población (blancos, indígenas, mestizos); se planteaban construir un sistema
político presidencialista similar al de los Estados Unidos de Norteamérica.

En este escenario, fruto del atraso en el desarrollo del capitalismo y escaso desarrollo
institucional, las clases gobernantes de nuestras naciones adoptaron, con muy pocas
excepciones, gobiernos de corte conservador donde se garantizaban los privilegios a la
Iglesia y se mantenían los privilegios de las castas gobernantes.

Si necesitásemos describir la situación política de las nacientes repúblicas después de


los diferentes procesos independentistas, podríamos definirlos como de una gran
confusión.

Lo ocurrido en México desde su independencia, es un excelente ejemplo de lo que


ocurría en toda la América Hispana en esos años; con la declaración de independencia
los mexicanos decidieron convertirse en una monarquía y que ocupara el trono un
miembro de la Casa de los Borbones descendiente de Fernando VII, una solución
absolutista y ultra conservadora.

Esta situación se mantuvo por un corto periodo de tiempo, ya que se destituyó al


monarca declarando entonces una república federal con capital en Ciudad de México,
esta fue una salida ultra liberal.

Posterior a esto durante gran parte del siglo XIX la lucha se centró en las disputas entre
liberales y conservadores, siendo Antonio López de Santa Anna, once veces presidente
de México, cinco veces como liberal y seis veces como conservador; esto nos da una
idea de la confusión que existía en esos años.
La situación en la parte Este de la isla Hispaniola

Esta primera mitad del siglo XIX también es el escenario donde se produce la
independencia de la parte española de la isla de Santo Domingo, una rebelión
organizada por los hispanohablantes contra el poder haitiano, que había ahogado el
intento independentista de José Núñez de Cáceres en 1821.

Solo nueve meses se mantuvo la primera independencia, y el Estado Independiente del


Haití Español, que fue la propuesta de Núñez de Cáceres, ante los intentos de
unificación de la isla, consumados en febrero de 1822, por los ejércitos de Jean Pierre
Boyer.

Los ideales independentistas tuvieron marcada influencia de las ideas liberales que
dieron origen a la llamada Revolución de Julio en Francia, de la que fue testigo Juan
Pablo Duarte en su viaje de estudios a Europa entre los años 1828-1831.

Esta revolución burguesa se produjo durante tres días en París para destronar el
gobierno absolutista de Carlos X, quien fue reemplazado, por la rebelión de las clases
medias francesas, por Luis Felipe I, apodado el rey ciudadano; con la consecuente
promulgación de una constitución de ideas liberales, en que se reconocía la monarquía
como un derecho otorgado por el pueblo de Francia, y no se admitía el derecho divino.

Al regresar al país, Duarte organiza un grupo de ideas liberales llamado La Trinitaria,


que plantea la independencia total de la parte este de la isla de Santo Domingo, no solo
de los haitianos sino también de cualquier intento de anexión a una potencia colonial
extranjera.

El derrocamiento de Boyer en Haití de parte de un grupo de liberales encabezado por


Charles Herard, motorizó a los nacionalistas que fundaron la República Dominicana,
aun cuando los que componían el sector conservador de la nueva nación, participaron y
tuvieron una gran influencia en los albores de la creación de la nación.

Dos tendencias conservadoras existían al momento de la independencia dominicana, un


grupo, encabezado por Tomás Bobadilla y José Joaquín Puello, que eran parte del
Partido Conservador, colaboracionistas de Boyer, quienes habían perdido gran parte de
su influencia al ser depuesto en Haití.
Y los anexionistas, que planteaban la ruptura con los haitianos, pero anexar la nación a
una de las potencias coloniales que se disputaban los territorios en ese momento del
siglo XIX.

Estos a su vez se dividían en tres grupos: los que querían volver a la corona española,
encabezados por Gaspar Hernández; los que procuraban la anexión a Inglaterra con su
base en las Matas de Farfán y los afrancesados, que como su nombre lo indica deseaban
un acercamiento con Francia cuya figura principal era Buenaventura Báez.

Como en otras partes de América Latina el fenómeno de conservadores contra liberales


se producía en el mismo nacimiento de la República, con gran influencia de la Iglesia
Católica y el tradicionalismo, por una parte, y la prevalencia de las ideas de cambio y
transformaciones que se propagaban en nuestro continente.

A partir del 27 de febrero de 1844, las diferencias entre los dos grupos se ahondaron de
tal modo, que los propiciadores liberales de la gesta independentista, terminaron
exiliados, fusilados o encarcelados.
El triunfo de los conservadores sobre los liberales y las consecuencias derivadas de ese
hecho sobre nuestro país, será el tema de la próxima semana.
Gobierno de Báez

Gobiernos de Buenaventura Báez y la Revolución Cibaeña 1856-1858.

Debido a las presiones políticas de Santana y de Báez el presidente Manuel Jiménez se


retira del poder en 1849 y el congreso elige a Santiago Espaillat, quien no acepto la
magistratura. El candidato elegido se excusa por encontrarse enfermo. Fue necesario
buscar una salida factible para el momento y se consideró que la candidatura recayera
sobre un político que era considerado en la sociedad de esos momentos como el
intelectual más prominente; es así como se propone a Buenaventura Báez para que
ocupara la primera magistratura y partir del 24 de septiembre de 1849. El candidato fue
elegido por los colegios electorales que funcionaban en ese momento. Báez inició su
primer gobierno con un programa que de ser ejecutado con pulcritud sería muy
beneficioso para la nación ya que respondía al progreso y libertades que se buscaban en
la época.

Dicho programa consistía de:

1. Una reforma al sistema monetario para dar solidez a la moneda nacional.


2. Organización en los ejércitos.
3. Reforma en la Administración Pública.
4. Creación de una policía urbana y Rural.
5. Reforma en la Educación, con la creación de Institutos Superiores.
6. Fomento en la agricultura creando dos escuelas agrícolas.
7. Pago de crédito público.
8. Derogó la pena de muerte.
9. Fomentó la inmigración de agricultores.
10. Reorganizó la Marina de Guerra.
11. Efectivas relaciones diplomáticas
12. Mantuvo buenas relaciones con la Iglesia.

Este programa de gobierno se vio desplazado por las aspiraciones proteccionista que se
venía gestando a través de Francia y USA las cuales no se llevaron a cabo por la
intervención de Inglaterra. Durante este mandato Báez firmó un armisticio con Haití,
pero desplegó ofensivas contra el ejército invasor de Soulouque a través de las costas de
ambas naciones. Báez participo del congreso durante el gobierno de Santana y fue
apoyado por él para que obtuviera la presidencia, pero existían intereses políticos que
marcaban una gran diferencia que los mantendrían siempre en pugna. Báez siempre fue
apoyado por el congreso, pero las fuerzas militares nunca estuvieron de su lado, Santana
dirigía el ejército dominicano y lo manejo a su antojo y todo su personal solamente lo
seguía a él. En 1853 terminó su primer mandato.
Las campañas militares de 1844 a 1856

Durante los 10 años que duró la guerra de independencia dominicana, de 1844 a 1856,
fueron libradas doce batallas importantes, tres de las cuales fueron de vida o muerte
para la preservación de la patria.

Las tres batallas de mayor envergadura entre los ejércitos dominicano y haitiano fueron
las del 19 y 30 de marzo de 1844, las cuales se libraron en Azua y Santiago,
respectivamente. La otra fue la de Las Carreras que se produjo el 23 de abril de 1849, en
las inmediaciones del río Ocoa, también en la sureña provincia de Azua.

La primera y segunda batallas pertenecen a la etapa inicial de la guerra independentista y


la otra a la tercera campaña militar cuando por primera vez las tropas haitianas lograron
su mayor aproximación a la ciudad de Santo Domingo al cruzar el río Ocoa.

Luego de las derrotas sufridas en las batallas de El Memiso y Tortuguero, ambas


sostenidas el 13 de abril de 1844, las tropas haitianas se retiraron a reorganizarse ante la
imposibilidad de vencer al naciente ejército dominicano.

Las incursiones masivas de los soldados del vecino país fueron reanudadas en
septiembre de 1845, es decir un año y siete meses después, con incursiones por el Sur y
el Norte, pero nuevamente fueron derrotados al cruzar la frontera en las batallas de La
Estrelleta, el 17 de septiembre de 1845, en Elías Piña y Beller, el 28 de octubre del mismo
año, en Dajabón.

De 1845 hasta 1849, durante cuatro años, los haitianos se dedicaron nuevamente a
fortalecer sus ejércitos tomando en cuenta su experiencia en el campo de batalla con el
objetivo de no fracasar en sus planes de controlar toda la isla.

Aprovechando las luchas internas que protagonizan los principales líderes políticos y
militares del país enviaron nuevamente en abril de 1849 un poderoso ejército por el sur
al mando de sus mejores oficiales. En esta oportunidad las tropas haitianas logran vencer
todas las resistencias encontradas a su paso y lograr su mayor avance durante toda la
guerra al cruzar la estratégica ciudad de Azua, sostener una encarnizada batalla en El
Número el 17 de abril y seguir avanzando hasta llegar al río Ocoa, donde nuevamente son
derrotadas por el ejército dominicano bajo el mando del general Pedro Santana durante la
sangrienta batalla de Las Carreras, el 23 de abril de 1849, deteniendo así su avance hacia
la ciudad de Santo Domingo.

Pese a las derrotas sufridas desde 1844 al 1849 los haitianos no bajaron la guardia en sus
pretensiones de desconocer el nacimiento de República Dominicana y en 1855 iniciaro n
una nueva oleada de invasiones por las regiones Sur y el Norte.
En esta oportunidad sus tropas no pudieron avanzar tanto como en la anterior porque
fueron vencidas en San Juan durante la batalla de Santomé el 22 de diciembre de 1855,
en Neiba el 22 de diciembre del mismo año en la batalla de Cambronal y nuevamente en
Sabana Larga, Dajabón, el 24 de enero de 1856.

Con esa última derrota militar los gobernantes haitianos se dieron cuenta que la
independencia dominicana era un hecho irreversible y así terminó la primera etapa de la
lucha patriótica dominicana.
La Anexión y la Restauración

Ubicación, espacio temporal:

 Anexión: 18 de marzo de 1961

 Restauración: 16 de agosto de 1863.

Moca el 30 de agosto, Hato Mayor, el 1ro. De septiembre, y San Cristóbal el 7 del mismo
mes, para citar un ejemplo por cada región.

Antecedentes.

Anexión:

 Tratado de Basilea 1795, cuando España cede a Francia su territorio.

 La reconquista 1808 de Sánchez Ramírez.

 La independencia Efímera de 1821, por parte de Núñez de Cáceres. Esta se basó:


Respeto a la libertad individual y al principio de no esclavitud.

 Que el territorio dominicano fuese considerado como provincia española y


disfrutara de esos derechos.

 Utilización del mayor número de hombres, para el ejército.

 La amortización del papel moneda circulante como una de las primeras medidas.

 Reconocimiento y validez de actos gubernamentales.

Restauración:

 Una vez proclamada la Anexión de Santo Domingo a España por el general


Santana, de nuevo se vio el país inmerso en una antigua condición de colonia
española

 La supresión de los derechos individuales, las libertades, el prejuicio racial y el


militarismo ahora extranjerizante.

 La crisis nacional
 Actores colectivos:

- Los Trinitarios, los haitianos, los restauradores, los españoles,

 Aspectos políticos.

La política imperialista de España que buscaba la expansión, la posición


geográfica de nuestro país que le permitía el control de Puerto Rico y Cuba, los
beneficios comerciales y de explotación de riquezas con los que podría contar.

 Aspectos sociales.

 Anexión.

En cuanto al aspecto social, la situación no era menos difícil debido a los


conflictos que surgieron entre españoles y los sectores dominantes criollos,
principalmente por cuestiones de color de la piel.

 Aspectos económicos.

Anexión.

En lo relativo a la cuestión monetaria, la política española también fue frustratoria para


los dominicanos, ya que entre 1860 e inicios de 1861 el circulante monetario en moneda
nacional se elevó a una suma indeterminada entre 100 y 125 millones de pesos nacionales,
en tanto que el circulante en moneda fuerte no debió a llegar a superar la suma de 200 mil
pesos.

Restauración:

En el plano de la economía la anexión no constituyó un progreso sino que fue, por el


contrario, un franco retraso; la crisis nacional se desarrolló progresivamente, el problema
monetario se intentó resolver con emisiones desmesuradas del papel moneda que, al
existir una producción sostenida, agravaba la crisis económica y se tornaba en un
elemento entorpecedor de la circulación mercantil, afectando todo el comercio del país;
la deuda pública y los gastos gubernamentales excesivos, y se trataba de solucionar con
una política de impuestos económicos dedicados a este tipo de actividad. No obstante,
eran los productores de café, tabaco, cacao, etc., los más afectados por la crisis monetaria,
y naturalmente el pueblo en general.
Causas

Anexión:

- Una lucha de caudillos entre Pedro Santana y Buenaventura Báez

- Grandes disputas entre cónsules españoles y estadounidenses

Restauración.

- El temor a la implantación del monopolio condujo a los cosecheros y comerciantes


cibaeños, a rebelarse contra la Anexión, y a convertirse en el principal baluarte de la
rebelión.

- Santo Domingo volvía, bajo el imperio de la dominación española, a regirse por las
leyes españolas y a ser administradas por España.

- El ejército dominicano se convertía en ejército español.

Consecuencias.

Anexión.

- El aumento del territorio nacional

Restauración.

- Se puso fin al predominio de los hateros en la vida política dominicana.

- La victoria de los restauradores fue un estímulo para que Cuba y Puerto Rico, entonces
colonias españolas, se lanzaran a la lucha armada independentista contra el colonialis mo
español.

- Los haitianos renunciaron desde entonces a la idea de apoderarse de la República


Dominicana mediante una invasión armada.

- El Gobierno Restaurador nombró a muchos cabecillas rebeldes locales, provinciales y


regionales con cargo militares, entre los cuales está el general. Al finalizar la contienda,
muchos se convirtieron en jefes políticos- militares en sus respectivas zonas, en la que
imponían su voluntad arbitraria y antojadizamente, pasando a ser verdaderos “Caciques”,
surgieron de este modo “el caciquismo”, y desapareciendo la centralización política -
militar que había imperado durante la Primera República: 1844-1861.

- El 3 de marzo de 1865 el gobierno de Madrid dio real decreto que determinó el abandono
por parte de España del territorio dominicano. El texto del decreto anulaba la anexión.

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