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El planteamiento del problema

Ahora analizaremos el proceso del planteamiento del problema, la justificación,


y la hipótesis.

Pedro Pérez vive en la colonia Emiliano Zapata con sus padres, su abuela, un
hermano y una hermana, ambos mayores que él. En este momento todos se
encuentran preocupados por él, debido a que luego de las 18 horas, no ha
regresado a la casa, cuando debió llegar para comer a las 14 horas, luego de
salir de clases.

- Ay, Dios mío! ¿Por qué no vendrá Pepito? Dice Doña Lucha, la madre,
hecha un manojo de nervios.
- Ese niño es un diablo –agrega la hermana-. Vamos a casa de mi
madrina para que veas que no le faltan motivos para estar enojada con
él. Le estropeó la guitarra vaciándole un litro de miel, y ahora no sirve ni
para tocar “Los changuitos”. Además mordió al perro.
- Tengo un amigo psicólogo –dice el hermano-; si quieres podemos ir a
hablarle para ver qué nos aconseja que hagamos con Pepito: lobotomía,
destierro, internamiento…
- Excomunión, juicio sumario, trabajos forzados, añade el padre entre
bromas y veras.
- En mis tiempos –empieza a decir la abuelita…
- No hay tiempos que valgan –interrumpe la madre impaciente-, ni
psicólogos, ni guitarras llenos de miel. Lo importante es averiguar dónde
está Pepito y traerlo a casa, luego arreglaremos el resto de los
problemas.

En este momento, la señora Godínez ha dado el primer paso dentro del método
experimental, al delimitar el objeto de la investigación o problema. Es obvio

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que ninguno de los otros familiares procedió adecuadamente. Sólo
complicaron las cosas.

¿Qué pasó con Pepito? De haber salido a la calle y preguntado al primer


desconocido dónde estaba su hijo, la señora Godínez estaría procediendo de
una manera descabellada. Lo lógico es que ella y su familia, que son quienes
mejor conocen a Pepito, opinen sobre su posible paradero. En otras palabras,
ellos son los más indicados para plantear una hipótesis sobre el problema.

Si consideramos que una hipótesis es una suposición comprobable basada en


ciertos indicios, veremos más claramente por qué hubiera sido un desatino
preguntar por el paradero de Pepito al primer transeúnte que pasara frente a la
casa.

¿Será posible que el niño se haya perdido? –pregunta la abuelita.


-Tenemos que averiguar dónde está Pepito – dice la hermana- y luego le
preguntaremos que pasó.
-¿Cómo haremos para encontrarlo? – inquirió el padre, acostumbrado a que su
esposa sacara las castañas del fuego.

-Por favor- dice la madre con gesto suplicante; dejen de divagar, lo único
necesario es saber ¿dónde suponen que puede estar Pepito?
-Ay, Dios mío -exclama la abuela-. Ha de ser que lo atropelló un coche o se lo
llevaron los secuestradores.
No seas tan pesimista –apunta el padre-, me inclino a pensar que no viene por
temor al castigo que le prometí si traía malas calificaciones.
-A lo mejor sacó puros dieses y se fue a festejar con sus amigotes- dice el
hermano.

Debes notar la relación directa entre la pregunta y las hipótesis que los
parientes proponen.

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-Vamos a ver- propone la madre-, la hipótesis de Alberto (el hermano mayor de
Pepito) es la más descabellada de las tres, pues todos sabemos lo burro que
es el niño y lo mal que se porta en todas partes. Lo del accidente parece difícil,
pues en esta colonia, gracias a los topes, casi no hay coches, y los pocos que
pasan van a veinte kilómetros por hora. El secuestro queda descartado porque
los enemigos públicos no van a perder su tiempo con semejante individuo.
Además, nosotros no tenemos dinero para pagar ningún rescate.

-Es cierto- dice la hermana-, creo que mi papá tiene razón cuando dice que
Pepito tuvo miedo al castigo por sus malas calificaciones.

En este momento, la familia Pérez tiene una hipótesis de trabajo, hipótesis que
se plantearía de la siguiente forma:
“Pepito no ha llegado a casa porque ha sacado malas calificaciones y tiene
miedo a que su padre le imponga un castigo”.

Al plantear una hipótesis o explicar un fenómeno, es preciso tener en cuenta el


principio de parsimonia conocido también como la ley de simplicidad, principio
de economía, o “navaja de Occam”. Tal principio se refiere a que las
explicaciones o hipótesis han de ser todo lo simple posible.

Pluralitas non est ponenda sine neccesitate o la pluralidad no se debe postular


sin necesidad. En su forma más simple, el principio de Occam indica que las
explicaciones nunca deben multiplicar las causas sin necesidad. Cuando dos
explicaciones se ofrecen para un fenómeno, la explicación completa más
simple es preferible.

Si un árbol achicharrado está caído en tierra, podría ser debido a la caída de un


rayo o debido a un programa secreto de armas del gobierno. La explicación
más simple y suficiente es la más probable —mas no necesariamente la
verdadera—, según el principio de Occam. En el caso del árbol, sería la caída
del rayo. Por ejemplo, si uno se encuentra en una ciudad y escucha galopar,
probablemente se trate de caballos o cebras, pero se debe optar por considerar
que son caballos.

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O sea, al proponer una hipótesis “háganlo simple”, make it simple.

La versión de la anti-navaja de Leibniz tomó su forma en el Principio de


plenitud, que establece que Todo lo que sea posible que ocurra, ocurrirá.

Extraído de: http://es.wikipedia.org/wiki/Navaja_de_Occam

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