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Bendición y Exorcismo de la medalla de San Benito

Exorcismo
Oficiante: Nuestro auxilio nos viene del Señor.
Portador de la medalla: Que hizo el cielo y la tierra.
O: El Señor esté contigo.
P: Y con tu espíritu.
O: Yo exorcizo esta medalla por Dios Padre + Todopoderoso, que hizo
el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos se contiene. Que todo el
poder del enemigo, todas las fuerzas y asaltos del demonio, toda
tentación diabólica, sean destruidos y expulsados de esta medalla. Que
aquellos que la usen gocen de salud del alma y del cuerpo. En nombre
de Dios Padre omnipotente y de Jesucristo, su Hijo y Señor nuestro y
del Espíritu Santo paráclito y en el amor del mismo nuestro Señor
Jesucristo, que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos por
medio del fuego.
P: Amén.
Bendición
O: Señor, escucha mi oración.
P: Y llegue a tí mi clamor.
O: El Señor esté contigo.
P: Y con tu espíritu.

O: Oremos.
Dios Todopoderoso, dispensador de todos los bienes, te suplicamos
que, por la intercesión de san Benito, bendigas esta medalla a fin de
que el que la use y practique buenas obras, merezca obtener la salud del
alma y del cuerpo, la gracia de santificarse y las indulgencias que nos
son concedidas. Que pueda, con el auxilio de tu misericordia, rechazar
todas las acechanzas y engaños del demonio y presentarse, un día,
santo e inmaculado ante tu presencia.
P: Amén.
Seguidamente, el oficiante rocía la medalla con agua bendita.
El Crucifijo con medalla de San Benito
Un exorcismo convertido en poema-oración
Con la traducción al castellano de las letras y palabras que componen el exorcismo
que figura en la Cruz de San Benito, un autor anónimo ha compuesto el pequeño y
hermoso poema-oración siguiente:

El sol de la Santa Cruz


sea mi faro y mi luz,
y el demonio tentador
no sea mi conductor.
¡Retírate, Satanás
y pompas y vanidades
no me aconsejes jamás,
porque sólo son maldades
y venenos los que das!
¡Bébetelos tú, si te place!
Las medallas de San Benito pueden ser bendecidas por cualquier sacerdote, no
necesariamente un benedictino; así se desprende de la instrucción dictada en tal
sentido por la Iglesia de Roma el 26 de septiembre de 1964. Si el sacerdote al que
ustedes acudan con la medalla para que se la bendiga no conoce —es raro suceda—
la siguiente fórmula específica para dicha bendición, basta con que la impriman y
se la lleven ustedes mismos, porque de ninguna manera tal sacerdote puede
negarse.

Indulgencias concedidas a la medalla


El 12 de marzo de 1742, el Papa Benedicto XIV, otorgó indulgencia plenaria a la
medalla de San Benito si el cristiano o cristiana que la lleva consigo se confiesa,
recibe la Eucaristía, ora por el Santo Padre en las grandes fiestas y durante esa
semana reza el santo rosario, visita a los enfermos, ayuda a los pobres, enseña la
Fe o participa en la Santa Misa.  Las grandes fiestas son Navidad, Epifanía, Pascua
de Resurrección, Ascensión, Pentecostés, la Santísima Trinidad, Corpus Christi, La
Asunción, La Inmaculada Concepción, el nacimiento de María, todos los Santos y
fiesta de San Benito.
Ejemplos de indulgencias parciales.
200 días de indulgencia, si uno visita una semana a los enfermos o visita la Iglesia o
enseña a los niños la Fe.
7 años de indulgencia , si uno celebra la Santa Misa o está presente, y ora por el
bienestar de los cristianos, o reza por sus gobernantes.
7 años si uno acompaña a los enfermos en el día de todos los Santos.
100 días si uno hace una oración antes de la Santa Misa o antes de recibir la
sagrada Comunión.
Cualquiera que por cuenta propia por su consejo o ejemplo convierta a un pecador,
obtiene la remisión de la tercera parte de sus pecados.
Cualquiera que el Jueves Santo o el día de Resurrección, después de una buena
confesión y de recibir la Eucaristía, rece por la exaltación de la Iglesia, por las
necesidades del Santo Padre, ganará las indulgencias que necesita.
Cualquiera que rece por la exaltación de la Orden Benedictina, recibirá una porción
de todas la buenas obras que realiza esta Orden.
Quienes lleven la medalla de San Benito, como un sacramental que es, a la hora de
la muerte serán protegidos de todo mal siempre que se encomienden al Padre
Celestial, se confiesen y reciban la comunión o al menos invoquen el nombre de
Jesús con profundo arrepentimiento.
El Crucifijo con medalla de San Benito
Tanto el Crucifijo de la buena muerte como la medalla de San Benito han sido
reconocidos por la Iglesia como una ayuda para el cristiano en la hora de tentación,
peligro, o mal, principalmente en la hora de la muerte. La Iglesia le ha dado al
Crucifijo con la medalla indulgencia plenaria. Esto significa que quien realmente
crea en la santa Cruz, no será apartado de Cristo y ganará indulgencia plenaria en
la hora de la muerte. De manera especial, si éste se confiesa, recibe la Comunión o
por lo menos manifiesta el arrepentimiento previo de sus pecados, llamando el
Santo nombre de Jesús con devoción y aceptando resignadamente la muerte como
venida de las manos de Dios. Para la indulgencia no basta la Cruz, debe
representarse a Cristo crucificado. Esta cruz o crucifijo especial, que lleva
incrustada la medalla de San Benito y es asimismo objeto de gran devoción en
muchos lugares del mundo, también sirve de gran ayuda y conforta a los enfermos,
para unir sus sufrimientos a los de Nuestro Salvador.

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