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Sandra Sabattini

su memorial litúrgico cae el 4 de mayo.


(Riccione, 19 de agosto de 1961-Bolonia, 2 de mayo de 1984) fue una estudiante de
medicina italiana, declarada beata por la Iglesia católica. En el año 2019 el papa Francisco
confirmó un milagro atribuido a su intercesión.
Fue alrededor de 1973 cuando conoció al P. Oreste Benzi, fundador de la Comunidad Papa
Juan XXIII, que se dedicaba a atender a los “últimos” de la sociedad.
A los 12 años vivió su primera experiencia misionera con la Comunidad, pasando unos días
con discapacitados graves. Esta experiencia la dejó con un profundo entusiasmo espiritual,
y al regresar a casa le dijo a su madre: "Trabajamos hasta cansarnos, pero estas son
personas que nunca abandonaré.
Sandra había elegido a Dios, y en consecuencia, eligió también a los pobres. A ellos les
dedicaba todo su tiempo libre. Además de participar en los trabajos de la Comunidad Papa
Juan XXIII, atendiendo a adictos y discapacitados, iba en busca de los necesitados de casa
en casa. Según decían, la joven había desarrollado algo así como un “sexto sentido” para
descubrir la pobreza oculta.
En 1980 ingresó a la Universidad de Bolonia a estudiar medicina. Fue una elección hecha
desde la ardua búsqueda del plan de Dios para ella. En su tiempo libre y sus vacaciones se
seguía dedicando a atender a los enfermos más necesitados y drogadictos en los centros
de rehabilitación de la asociación.
Uno de sus sueños era ser médica misionera en África para trabajar junto a los pobres y
enfermos. De hecho, si hubiera podido, hubiera ido allá inmediatamente. Su papá tuvo
que aconsejarle que fuera prudente y diera un paso a la vez, terminando sus estudios
primero.
A los 20 años conoció a Guido Rossi con quien se comprometió. Ambos compartían los
mismos ideales, como el sueño de ir a África para fundar una comunidad que sirviera a los
“últimos de los últimos”.
aspiraba a la santidad corrigiendo sus flaquezas y haciendo cada vez más activa su misión
en favor de los pobres.
El 29 de abril de 1984 iba con Guido y un amigo a la Asamblea Anual de la Comunidad
Papa Juan XXIII. Apenas bajó del auto y a la espera de cruzar la calle, atropellada por un
coche que circulaba a gran velocidad. Fue llevada al Hospital Bellaria de Bologna, al que
ingresó en estado de coma. Finalmente falleció 3 días después, el 2 de mayo. Murió con
sólo 22 años.
Sandra fue beatificada el 24 de octubre de 2021 Basílica de la catedral de Santa Colomba
en Rímini.
Proceso de beatificación:
Sierva de Dios 27 de septiembre de 2006/6 de diciembre de 2008 (recolectaron y
probaron alrededor de sesenta testimonios)
Venerable 6 de marzo de 2018 (Papa Francisco reconoce las virtudes heroicas de Sandra
Sabattini y es así declarada Venerable. Esta aprobación significa que la Iglesia reconoce
que un Siervo de Dios ha vivido de manera heroica o sobresaliente las virtudes teologales:
la fe, la esperanza y la caridad (el amor).
Milagros 2 de octubre de 2019 - 13 de abril de 2020
llevada al altar por el milagroso Stefano Vitali: El 19 de julio de 2007 Stefano Vitali, cuando
entonces tenía 41 años, fue curado milagrosamente de una metástasis bajo la intercesión
de Sandra. Toda su historia la relató en el libro “Vivo por milagro. Así Sandra Sabattini me
ha curado”, publicado en italiano.
Reliquia: cabello guardado por su entonces novio Guido en una cajita de dulces decorada
por la propia Sandra.
Sandra está definida como la «Santa de lo cotidiano» dado que no realizó actos
extraordinarios en vida.9 Su vocación misionera y noviazgo casto da testimonio para ser
considerada además la primera «Novia santa».
Su santidad fue "su apertura a compartir con los más pequeños, poniendo al servicio de
Dios toda su joven vida terrenal, hecha de entusiasmo, sencillez y gran fe".
La beata Sabattini "acogía a los necesitados sin juzgarlos porque quería comunicarles el
amor del Señor
Oración escrita por la propia Sandra el 7 de septiembre de 1982, dos años antes de su
muerte: "Señor, haz que cada acción mía esté determinada por el hecho de querer el bien
de los jóvenes, cada minuto es una ocasión de amor que hay que aprovechar".
Una vida gastada en el feliz y fiel cumplimiento de su deber, punteada por pequeños
gestos de amor llevado al extremo, en una apasionada amistad con el Cristo pobre y
servidor, en un generoso e incansable servicio en favor de los pobres. Una vez que ella
conoció a Jesús personalmente, ya no pudo evitar amarlo, centrarse en Él, vivir para Él, en
la Iglesia".
La Comunidad Juan XXIII está presente en 40 países con casas-familia, cooperativas
sociales y educativas, casas de oración y servicio para acompañar a quienes enfrentan
problemas durante la maternidad, así como otras iniciativas.

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