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El juego de la escalera de las emociones

La inteligencia emocional es tan importante que puede llegar a determinar el


comportamiento de un niño. Y es que a menudo, un niño violento o agresivo lo es porque
no es capaz de manejar sus emociones. ¿Cómo ayudarle? Utiliza el juego de la escalera de
las emociones para enseñar a tu hijo a reconocer qué siente, y cambiar, de paso, algún
comportamiento no deseado.

Aprende a utilizar el juego de la escalera de las emociones para


cambiar el comportamiento de tu hij@

Esta técnica o juego, ligado a la inteligencia emocional, es ideal para niños a los que les
cuesta más llegar al autocontrol de sus emociones. Las emociones, sí, esos mecanismos o
impulsos que a menudo descontrolan nuestras acciones, que nos hace sentir miedo,
tristeza, rabia... o alegría, esos mecanismos, tienen un mando (como las videoconsolas),
y tu hijo puede aprender a manejarlo.

El juego de la escalera de las emociones, (basado en la técnica del Tren de las emociones


del psicopedagogo Javier Sobrino González), es ideal para los más pequeños, pero también
puede utilizarse con niños más mayores.
Consiste en lo siguiente: Necesitas 5 hojas de papel. No importa si son de color o son
blancas. Lo importante es que escribas con letras grandes en cada una de ellas lo siguiente:

1. Lo que pasa

2. Lo que pienso

3. Lo que siento

4. Lo que hago

5. El resultado

- Colocas en el suelo las hojas en forma de escalera. El primer peldaño sería la hoja en
donde pone 'Lo que pasa'. La última, 'el resultado'. Pides a tu hijo, después de que haya
realizado alguno de esos comportamientos que quieres que cambie, que se sitúe en el
primer peldaño de pie y conteste a las preguntas. En el primer caso, ¿qué ha pasado?

- Después debe 'subir' el siguiente escalón. En este caso debe responder a la siguiente
cuestión: ¿qué pienso?

- El tercer peldaño le obligará a profundizar en sus emociones: ¿cómo te sientes?

- Después, en el siguiente escalón, analizará sus acciones: ¿qué has hecho?

- Y por último, con el último escalón, reflexionará sobre los beneficios o perjuicios que
causaron su acción: ¿has conseguido algo con ese comportamiento? Cuando termine, debe
volver a subir la escalera pero cambiando desde el según peldaño el pensamiento... ¿qué
hubiera pasado si en lugar de pensar esto, hubieras pensado esto otro...?

Por qué ayuda a tu hijo esta técnica de la escalera de las emociones

La vida es en sí la construcción de un rascacielos creada a base de elecciones. Tú eres el


arquitecto de tus emociones. Tú eliges qué opción tomar. Debemos enseñar a nuestro
hijo a tomar la decisión correcta. Y este juego es muy útil. Pongamos un ejemplo:

- Tu hijo quiere un juego para la consola, pero es muy caro. Le dices que se lo tiene que
pedir por su cumpleaños, pero claro, para su cumpleaños aún faltan muchos meses...  Tu
hijo ahora tiene dos opciones:

a) Se enfada y llora. Grita y no acepta que no le compres ya el juego. Incluso te amenaza. Y


tú le castigas.

b) Se entristece, porque quería el juego ya, pero lo acepta y espera con ilusión el día de su
cumpleaños, marcando en el calendario cuántos días faltan.

La mayoría de niños seguramente term. inen escogiendo la opción a. Ahí estás tú para
explicarle, una vez que se le pase el berrinche, que con la opción a no consigue nada. Es el
momento de utilizar el juego de la escalera, para que él mismo se de cuenta qué es lo que
siente en ese momento y por qué es mejor la opción b.
¿Cómo poner en práctica el juego de la escalera de las emociones en este caso? Este sería
el procedimiento. Primero debe responder a lo que ha ocurrido (pongamos que apostó por
la opción a):

1. ¿Qué pasa? 'Que mis padres no quieren comprarme el juego'.

2. ¿Qué piensas? 'No entiendo por qué no quieren comprarme el juego'.

3. ¿Cómo te sientes? 'Estoy muy enfadado'.

4. ¿Y qué has hecho? 'Gritar y llorar'.

5. ¿Y qué has conseguido? 'Mis padres se han enfadado y me han castigado'. ¿Te sientes
mejor ahora? 'No'

Ahora le explicas a tu hijo cuáles hubieran sido las respuestas si hubiera apostado por la
opción b, de modo que el comportamiento hubiera sido más racional:

1. ¿Qué pasa? 'Mis padres no me quieren comprar el juego ahora'.

2. ¿Qué piensas? 'Me da mucha rabia porque lo quiero ya, pero entiendo que no pueda ser
y tendré que esperar un poco'.

3. ¿Cómo te sientes? 'Estoy triste porque no pueden comprármelo ahora, aunque me han


prometido que me lo regalarán por mi cumpleaños, y eso también me ilusiona'.

4. ¿Qué has hecho? 'Pensar que ya solo quedan tres meses para que me lo compren. Voy a
apuntar en el calendario cuántos días faltan'.`

5. ¿Y qué has conseguido? 'Ahora ya no me siento tan enfadado'.

Es solo un ejemplo, pero se puede utilizar en muchos otros casos. De hecho, este
sistema sirve para niños de todas las edades, incluidos adolescentes.

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