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Esta técnica o juego, ligado a la inteligencia emocional, es ideal para niños a los que les
cuesta más llegar al autocontrol de sus emociones. Las emociones, sí, esos mecanismos o
impulsos que a menudo descontrolan nuestras acciones, que nos hace sentir miedo,
tristeza, rabia... o alegría, esos mecanismos, tienen un mando (como las videoconsolas),
y tu hijo puede aprender a manejarlo.
1. Lo que pasa
2. Lo que pienso
3. Lo que siento
4. Lo que hago
5. El resultado
- Colocas en el suelo las hojas en forma de escalera. El primer peldaño sería la hoja en
donde pone 'Lo que pasa'. La última, 'el resultado'. Pides a tu hijo, después de que haya
realizado alguno de esos comportamientos que quieres que cambie, que se sitúe en el
primer peldaño de pie y conteste a las preguntas. En el primer caso, ¿qué ha pasado?
- Después debe 'subir' el siguiente escalón. En este caso debe responder a la siguiente
cuestión: ¿qué pienso?
- Y por último, con el último escalón, reflexionará sobre los beneficios o perjuicios que
causaron su acción: ¿has conseguido algo con ese comportamiento? Cuando termine, debe
volver a subir la escalera pero cambiando desde el según peldaño el pensamiento... ¿qué
hubiera pasado si en lugar de pensar esto, hubieras pensado esto otro...?
- Tu hijo quiere un juego para la consola, pero es muy caro. Le dices que se lo tiene que
pedir por su cumpleaños, pero claro, para su cumpleaños aún faltan muchos meses... Tu
hijo ahora tiene dos opciones:
b) Se entristece, porque quería el juego ya, pero lo acepta y espera con ilusión el día de su
cumpleaños, marcando en el calendario cuántos días faltan.
La mayoría de niños seguramente term. inen escogiendo la opción a. Ahí estás tú para
explicarle, una vez que se le pase el berrinche, que con la opción a no consigue nada. Es el
momento de utilizar el juego de la escalera, para que él mismo se de cuenta qué es lo que
siente en ese momento y por qué es mejor la opción b.
¿Cómo poner en práctica el juego de la escalera de las emociones en este caso? Este sería
el procedimiento. Primero debe responder a lo que ha ocurrido (pongamos que apostó por
la opción a):
5. ¿Y qué has conseguido? 'Mis padres se han enfadado y me han castigado'. ¿Te sientes
mejor ahora? 'No'
Ahora le explicas a tu hijo cuáles hubieran sido las respuestas si hubiera apostado por la
opción b, de modo que el comportamiento hubiera sido más racional:
2. ¿Qué piensas? 'Me da mucha rabia porque lo quiero ya, pero entiendo que no pueda ser
y tendré que esperar un poco'.
4. ¿Qué has hecho? 'Pensar que ya solo quedan tres meses para que me lo compren. Voy a
apuntar en el calendario cuántos días faltan'.`
Es solo un ejemplo, pero se puede utilizar en muchos otros casos. De hecho, este
sistema sirve para niños de todas las edades, incluidos adolescentes.