Combinando todo lo anterior, sabemos que las actividades de la organización tienen riesgos
que deben ser gestionados. Es por lo que el proceso de gestión de riesgos complementa el proceso de toma de decisiones, teniendo en cuenta las incertidumbres y teniendo en cuenta la probabilidad de eventos y condiciones futuras, así como sus implicaciones para las metas planteadas.
Por ello, la norma ISO 31000 nos proporciona un anteproyecto que nos ayuda a conocer y
organizar de manera efectiva los riesgos para un buen análisis y gestión. Por lo tanto, la implementación de la gestión de riesgos en la organización debe ser capaz de lograr ciertos objetivos, como la conciencia de los riesgos que plantean los riesgos, la capacidad de gestionar los riesgos dentro de la organización y la capacidad de los recursos para asignar y utilizar los recursos de manera eficaz para hacer frente a los riesgos.
Asimismo, reconocer mejor las oportunidades y amenazas, gestionar y prevenir mejor los
incidentes, mejorar la eficacia y eficiencia operativa y reducir las pérdidas. Teniendo en cuenta la dirección general de la organización, su gestión, los procesos de información y las políticas internas.
La gestión de riesgos es un pilar importante en las empresas, debido a su importancia no solo
en el desarrollo de procesos e identificación de riesgos, sino también en su impacto en la gestión de la calidad.
Actualmente, las organizaciones están buscando formas de mejorar sus operaciones, y una
forma de lograrlo es introducir estándares que les permitan monitorear mejor sus operaciones.
Por lo tanto, sirve como un complemento ideal para el resto de los estándares recientemente
publicados, proporcionando no solo un enfoque basado en el riesgo, sino también una mayor seguridad.