Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Tolola Julie
Elizabeth.d13 GraceHope
Sahara
Julie
Eimy Justice
4
Sinopsis Capítulo 21
Capítulo 1 Capítulo 22
Capítulo 2 Capítulo 23
Capítulo 3 Capítulo 24
Capítulo 4 Capítulo 25
Capítulo 5 Capítulo 26
Capítulo 6 Capítulo 27
Capítulo 7 Capítulo 28
Capítulo 8 Capítulo 29
Capítulo 9 Capítulo 30
Capítulo 10 Capítulo 31
Capítulo 11 Capítulo 32
Capítulo 12 Capítulo 33
Capítulo 13 Capítulo 34
Capítulo 14 Capítulo 35
Capítulo 15 Capítulo 36
Capítulo 16 Capítulo 37
Capítulo 17 Capítulo 38
Capítulo 18 Epílogo
Capítulo 19 Sobre la Autora
Capítulo 20
5
“Con la primera elección en el Draft de la NFL de 2015, los Giants
de Nueva York eligen a...”
Han pasado tres años desde que el sueño del mariscal de campo
de la NFL, Ares Kincaid, se hizo realidad, y está viviendo una gran vida.
Los días de limpiar los desastres de su padre borracho ya pasaron, y no
tiene intención de volver.
Un accidente automovilístico y cargos por conducir alcoholizada
significaron una larga temporada en rehabilitación para Arianna Petrelli,
y su sueño de ser una artista profesional se le escapa cuando es
despedida de su puesto en una galería. Su necesidad de un trabajo es
más fuerte que su aversión por el fútbol, así que Ari se va a trabajar para
su padre, el entrenador de los Giants de Nueva York.
Ares odia a los alcohólicos, lo que está bien para Ari porque piensa
que él es un atleta sin cerebro. Sin embargo, cuando Ares rescata a Ari
de una situación con su ex-novio, comienza una amistad poco probable,
una que rápidamente se convierte en algo más.
Pero meterse con la hija del entrenador solo puede llevar a una
cosa... problemas.
Gods #2
6
1
Traducido por -queen-ari-
Corregido por Tolola
minutos en coche desde aquí, así que me llevaría con él todos los días. Y
el hecho de que la lluvia me atrapara de esta manera solo dará fuerza a
su argumento de que me mude a casa.
Sé que me quiere lejos de la tentación del alcohol y de todos los
bares de la ciudad.
Pero me gusta vivir en Nueva York, estar tan cerca de las galerías
de arte y la cultura, y amo mi apartamento. Es pequeño, pero es mío.
Y, si voy a mantenerme sobria, debo acostumbrarme a estar cerca
del alcohol.
Mi padrino, Luke, dice que esconderse del alcohol puede tener un
efecto perjudicial. Creo que tiene razón. Necesito acostumbrarme al
hecho de que está a mi alrededor pero que es algo que ya no tomo.
No es que vaya a los bares de forma activa ni que navegue por el
pasillo de las bebidas alcohólicas en el supermercado, pero me aseguro
de recordarme que está ahí y que es parte de la vida. Simplemente, ya no
es una parte de la mía.
—Bueno, será mejor que entre y me seque —le digo, retrocediendo.
La lluvia ha parado un poco. Claro, ahora que estoy aquí.
Estúpido clima.
—Que tengas un buen primer día —me dice.
Le agradezco de nuevo y luego camino a toda velocidad hacia la
entrada del edificio.
Abriendo la puerta, entro, goteando agua por todo el suelo de
baldosas.
No hay nadie en la recepción. Maldición. No tengo ni idea de dónde
hay algo. Esta es la primera vez que he estado aquí. Puede que mi papá
trabaje aquí, pero nunca he tenido una razón para venir antes de hoy.
Tenía la esperanza de que hubiera alguien, preferiblemente una
mujer, que pudiera apuntarme en dirección a, al menos, un secador de
manos.
Echo un vistazo alrededor en busca de una señal de un baño, pero
nada. Entonces empiezo a caminar, yendo recto por el vestíbulo.
Mis tacones hacen clic en el suelo de baldosas, haciendo eco con
fuerza. Tengo la necesidad de quitarme los zapatos mojados, pero no
quiero caminar descalza.
Paso por la escalera y camino por el pasillo. Veo un cartel que
muestra que los baños están a la izquierda.
Bingo.
Aunque no sé qué demonios voy a hacer porque no hay manera de
que un secador de manos me seque la ropa, pero es mejor que nada.
Localizo el baño, que está vacío, y... ¡mierda! ¡Puñetera mierda! No
hay secador de manos. Solo toallas de papel.
10
—¡Oh, Jesús, mierda, joder! —jadeo con completo horror, con los
brazos sobre mi pecho.
—Esos son un montón de improperios para una frase. —La cabeza
de Ares se inclina hacia un lado, con una expresión de diversión en su
rostro.
—Yo… yo... —Me estoy tambaleando. No tengo ni idea de qué decir.
Estoy en plan: Jesús, toma el volante.
Estoy medio desnuda frente a Ares Kincaid.
Mi papá estará muy enojado cuando se entere.
Por favor, que no se entere.
—No pensé que hubiera nadie aquí —finalmente logro decir.
—Claramente.
Sus ojos caen de mi cara y comienzan a descender por mi cuerpo.
Veo una chispa de interés en sus ojos, y me sorprende el destello de calor
que siento entre las piernas.
¿Mencioné que Ares Kincaid es guapo?
Lo he visto en televisión y en fotos, pero esta es la primera vez que
lo veo en persona. Es todo músculos ondulantes, bordes duros y piel
dorada. Una oscura sombra cubre su fuerte mandíbula, como si no se
hubiera molestado en afeitarse en días. Los llamativos ojos azules, que
todavía se abren camino sobre mi cuerpo, y el cabello oscuro, que es más
corto de lo que solía ser. Lo recuerdo con el pelo más largo.
De todos modos, él es atractivo. Si te gustan ese tipo de cosas, los
14
infecciosa.
Respiro hondo y encuentro mi voz. —Eh... ¿hay un problema?
—No. —Saca una camiseta del equipo de una percha.
Me quedo aquí de pie, sabiendo muy bien que hay un problema,
pero que realmente no sabe cómo manejar su reacción adversa hacia mí.
Me mira por encima del hombro. No hay nada de la calidez o el
humor de antes. Sus ojos están en blanco y entrecerrados, mirándome
como si fuera un inconveniente. Soy chicle en la suela de sus zapatos
nuevos.
—Me tengo que cambiar —afirma, con voz fría.
—Lo siento. —Retrocedo, sosteniendo su camisa contra mi pecho.
Sus ojos se dirigen a ella con un destello de algo parecido a la ira
y, por un momento, me pregunto si debería devolverle la camisa.
Pero no lo hago. Mantengo la boca cerrada, giro sobre mis talones
y me dirijo a la puerta.
Antes de alcanzarla, me detengo y me vuelvo hacia él. —¿Ares?
Sus ojos corren hacia los míos. Su expresión es tensa.
Doy un pasito adelante. —¿Puedo pedirte un favor?
Parpadea lentamente y exhala un aliento áspero. —¿Qué es? —Su
voz suena irritada.
—Solo quería pedirte... ¿podrías no mencionarle esto a mi papá...
que me viste aquí?
—Sin camiseta.
Mi cara se calienta. —Sí. Es solo... yo... —¿Cómo digo esto?—. Es
solo que yo... —No quiero decepcionarlo de nuevo.
—No diré nada —gruñe, y luego vuelve a su puesto—. No hay nada
que decir.
—Gracias —le digo en voz baja.
Resopla con una risa frágil, sacudiendo la cabeza, y siento que me
estoy perdiendo algo.
Quiero preguntar por qué está tan enojado conmigo. Pero soy
demasiado tonta para hacerlo.
Así que una vez más mantengo la boca cerrada y me dirijo a la
puerta.
—Arianna.
Me detengo y miro por encima del hombro. Está frente a mí ahora,
con la misma expresión estoica en el rostro.
—¿Qué? —digo.
—Quiero la camiseta de vuelta mañana. Limpia.
Algo en la forma en que dice limpia me asombra.
19
con mi infiel exnovio, a quedarme todas las noches con Netflix como
compañía. Bueno, excepto por una noche a la semana cuando voy a mi
reunión de AA donde paso una hora escuchando a personas como yo.
Esperaba tal vez poder hacer amigos en mi nuevo trabajo pero,
hasta ahora, las dos personas con las que me he llevado bien son el
guardia de seguridad de mediana edad y la asistente de sesenta años de
mi padre.
Inclinándome, meto la mano en el bolso y saco el iPad que Mary me
dio. Como un poco de cereal mientras se carga.
Cuando se prende, hay un enlace al sitio web de los Giants. Hago
clic en él y, cuando se carga, voy a la pestaña de fotos.
Hago clic en algunas de las fotos, veo a mi papá en la línea de meta
y a algunos de los jugadores que conocí hoy en acción en el campo.
Hago clic en la pestaña de video y me desplazo hacia abajo hasta
encontrar una entrevista titulada “Información de Los Giants: Mariscal
de campo Ares Kincaid”.
Me meto más cereales en la boca y presiono play.
Solo dura dos minutos, y es básicamente él siendo encantador
mientras habla de fútbol.
Hoy vi algo de ese encanto antes de que descubriera quién era yo,
y luego cambiara.
Si soy honesta, saber que no le gusto me molesta, considerando lo
bien que mi papá piensa de él.
Mi padre no se dio cuenta hoy de que Ares estuvo raro conmigo,
pero pronto lo hará, si él sigue con su actitud fría.
Ares Kincaid formó una opinión de mí por lo que escuchó o leyó en
la prensa.
Pero no sabe una mierda.
No sabe nada de mí. No sabe que me gusto mucho menos a mí
misma de lo que a él podría degustarle.
Puede que no le guste lo que solía ser o lo que hice, pero no le he
hecho nada personalmente, así que no entiendo por qué no le gusto tanto.
Decido que voy a despejar el aire con él mañana. Comienzo fresco
y todo eso. No quiero estar en desacuerdo con un chico con el que —o
para el que, lo que sea— tengo que trabajar.
Y, ¿quién sabe? Tal vez, si todo marcha bien, incluso podríamos
hacernos amigos, un amigo de mi edad y uno responsable. Dios, mi papá
estaría exultante.
Me río en voz alta ante lo absurdo de mis pensamientos.
Sinceramente, si puedo hacer que Ares deje de ser tan frío conmigo,
lo consideraré una victoria.
Agarro el control remoto y enciendo a mi amigo Netflix, volviéndome
27
1 Reclusa, delincuente.
—Porque no puedo creer que me llamaras... Jailbird. ¡No he estado
en la cárcel! —Me siento empezar a temblar por sus modales groseros.
Arruga su expresión. —Sí, bueno, deberías haber estado después
de lo que hiciste. Subiendo a ese auto, borracha. —Sacude la cabeza con
disgusto—. Podrías haber matado a alguien.
La vergüenza me cubre como la escarcha invernal. No digo nada
porque... ¿qué puedo decir? Tiene razón.
—Conozco a borrachos, y sé que no se puede confiar en ellos. Lo
único a lo que son leales es a la botella.
Quiero discutir con eso. Decirle que está generalizando. Pero
tampoco se equivoca.
En la mayoría de los casos, es cierto que a los alcohólicos solo les
importa de dónde viene su próxima bebida. Cuando estaba pasando por
la desintoxicación, me di cuenta de que eso también había sido cierto en
mi caso. Hubo momentos en aquel entonces en los que literalmente
habría hecho cualquier cosa por una bebida.
Pero eso no es lo que soy ahora.
¿Estás segura?, susurra la voz en el fondo de mi mente.
—Esa no soy yo —le digo, y no sé si hablo con él o conmigo en este
momento—. Estoy sobria y tengo la intención de mantenerme así.
Levanta los hombros. —Espero que te funcione. Estadísticamente,
no se ve bien. Pero espero que te mantengas sobria, por el bien de tu
padre. Es un buen hombre, y no necesita que le des la clase de mierda
que le hiciste pasar este año.
¿Mi papá le ha dicho algo?
—Y no hay motivos para que tú y yo nos llevemos bien. Ambos
sabemos que el entrenador te dio este trabajo porque quiere asegurarse
de que no tengas una recaída. Lo entiendo, y el resto del equipo también.
Pero debes saber que en realidad no necesitamos nada de ti. Todo está
cubierto por el personal que ya está aquí. Y algunos de los chicos tienen
a sus ayudantes. Algunos de los muchachos solo te mandan hacer cosas
porque respetamos al entrenador, y nos pidió que te hiciéramos sentir
útil. Y, por mucho que él me agrade, elijo no hacerlo, por mi propia razón.
No necesitamos comunicarnos. Así que no hay motivos para que nos
llevemos bien. No hay motivos para nada. Sugiero que simplemente nos
31
Inhalo por la nariz, cierro los ojos brevemente mientras absorbo los
olores y los sonidos a mi alrededor, y ¡ay!
Mi hombro acaba de conectar con una pared.
Abro los ojos rápidamente, y no es una pared. Es un cuerpo. Un
cuerpo masculino muy duro.
Doy un paso hacia atrás con un “lo siento” en la punta de la lengua,
pero la palabra me muere en la boca cuando mis ojos conectan con los
azules llameantes que me fulminan.
Ares.
Jesucristo.
En serio, no puedes escribir esta mierda.
La única persona que es una garantía para matar mi buen humor,
y de alguna forma logro encontrármelo en una ciudad de ocho millones y
medio de personas.
Es simplemente mi suerte. Tal vez esta es la forma en que por fin
me llega el Karma.
Llevo puesto mis pantalones de yoga y la sudadera gigante que dice
Namast’ay en la cama y mira Netflix sobre mi sostén deportivo. No uso
maquillaje y tengo el cabello atado en una cola de caballo.
¿Por qué es que siempre luces fatal cuando te encuentras con la
persona a la que realmente no quieres ver?
Él lleva una gorra de los Giants de Nueva York, pantalones cortos
color caqui y una camisa de lino blanca. Los primeros botones están
desabrochados y tiene las mangas enrolladas, exponiendo el cabello
oscuro y las venas que le cubren los antebrazos.
Dios, es atractivo. Detesto que sea tan hermoso a la vista.
Un idiota como él no merece ser tan guapo.
Me hace querer repugnarlo aún más.
Señor Perfecto.
No hemos hablado desde nuestra pequeña charla en la sala de
observación.
Y al parecer, ahora tampoco hablamos.
Me mira con el ceño fruncido como si fuera el engendro del diablo.
Y le devuelvo la mirada con una mezcla de dolor y rabia en mi pecho.
—¿Qué haces aquí? —pregunta con ese tono duro que siempre usa
cuando se ve obligado a hablar conmigo.
¿Qué?
—Eh, lo mismo que tú estás haciendo aquí… comprando.
Sus ojos se dirigen a mis manos vacías. —No has comprado nada.
34
Nueva York?
—Nop. —Sacudo la cabeza.
—Eso creí. No pareces nacida aquí.
—Originalmente soy de Atlanta —le digo—. Pero nos mudamos un
poco con el trabajo de mi papá, por lo que he vivido en muchos lugares.
Mi acento es como una mezcla.
—¿El mejor lugar donde has vivido? —pregunta.
—Aquí. —Sonrío.
Me sobresalto cuando escucho la voz de Ares hablar en mi
dirección: —Tiene sentido. Hay muchos bares en Nueva York. Un montón
de lugares para ir de fiesta. —El ataque es descarado y cruel.
Mis ojos rápidamente van hasta los de él. Los suyos están sobre
mí. Inmutables, duros y críticos.
Mi cara arde con humillación. Clavo mi cuchara en mi helado,
bajando la mirada.
—Hablando de bares —dice Missy, obviamente sin darse cuenta de
la tensión entre nosotros—, esta noche iremos a conocer este nuevo club.
Ares tiene entradas VIP. Deberías venir con nosotros.
Mierda.
—Oh. Um...
—Si aún no tienes planes, eso es.
Podría decir que tengo planes. Debería decir eso. Pero no quiero
mentirle a Missy. Está siendo tan amable conmigo. Y no es como si Ares
no le contará nada después de que nos hayamos ido.
Honestamente, estoy casi esperando que lo diga ahora y me gane.
Pero no le voy a dar la satisfacción.
Soy quien soy, y no debería avergonzarme de eso.
Ahora estoy sobria, y eso es lo que importa.
Levanto la mirada hacia Missy e intento sonreír, pero no estoy
segura de lograrlo. —Los bares ya no son lo mío. Estoy en recuperación.
Seis meses sobria. Pero realmente aprecio que me hayas invitado.
—Oh —dice, sus ojos brillantes se oscurecen un poco a medida que
se mueven hacia Ares, que sorprendentemente me miran fijamente.
Cuando vuelve a mirarme, la expresión de su frente... es como si
se hubiera dado cuenta de algo.
Que soy un desastre. Una perdedora. Y definitivamente no es el
tipo de persona de quien quiere hacerse amiga.
Oh bien. Fue bueno mientras duró.
—Eso es increíble, Ari. No el problema con la bebida, por supuesto.
—Se golpea la cabeza con una mano—. Lo lamento. Eso sonó mal. Me
40
refiero a que estés sobria. Eso es muy importante. Deberías estar muy
orgullosa de ti misma.
El calor brilla en mi pecho. La única otra persona que me ha dicho
eso es Luke.
—Lo estoy. —Sonrío.
No miro a Ares, pero prácticamente lo siento quemando agujeros
en mi cabeza con sus ojos de fuego.
—¿Has celebrado tu logro? —me pregunta.
—Mmm… no. Bueno, Luke, mi padrino, me trajo un pastelito
cuando recibí mi ficha de seis meses, así que eso fue todo.
—Vale, entonces deberíamos hacer algo. ¡Oh, ya sé! Deberíamos ir
al cine. ¿Has visto The Greatest Showman?
Sacudo la cabeza.
—Yo tampoco, pero he escuchado que es increíble.
—Honestamente, no tienen que cambiar sus planes por mí.
—Tiene razón. Escúchala —dice Ares en voz baja.
Missy le da una mirada sucia. —Es solo un club. No va a ninguna
parte. Puedes usar las entradas en cualquier momento, ¿verdad?
Cruza los brazos. —No es el punto.
—Es totalmente el punto. Pero, si te molesta tanto, puedes ir. Ari y
yo iremos al cine juntas.
Sus ojos brillan hacia mí, una expresión de desconfianza en ellos.
Luego, libera un suspiro. —Bien. Iremos al cine.
No confía en mí con su hermana.
Eso me afecta.
¿Qué piensa que voy a hacer? ¿Convertirla en una alcohólica?
—En serio está bien —digo en voz baja—. Deberías ir al club.
—De todos modos, no estoy de humor para ir a las discotecas esta
noche. Una cita con Zac Efron suena mucho más atractiva.
—Por el amor de Dios —se queja Ares.
—Y estoy suponiendo que todavía no tienes planes —me dice,
ignorando a Ares—. De lo contrario, ya lo habrías dicho.
—No tengo planes —admito.
Sonríe. —Entonces, está arreglado. —Aplaude—. Nos vamos al
cine.
41
7
Traducido por AnnyR’
Corregido por Elizabeth.d13
Estoy de pie fuera del cine donde arreglé encontrarme con Missy y,
por desgracia, el señor Perfecto a las siete y media. Mi cabello está suelto
y ondulado. Estoy usando un poco de maquillaje, mis vaqueros ajustados
negros con las rodillas rasgadas, un suéter gris, mi chaqueta de cuero, y
mi rosa Dr. Martens. Tengo mi bolso colgado sobre el hombro, que guarda
todas las cosas usuales, además de un paraguas porque mi suerte con la
lluvia recientemente no ha sido buena.
Estoy estúpidamente emocionada por esta noche. Pasé demasiado
tiempo preparándome para una noche en el cine. Pero, cuando sales tan
poco como yo, tienes que aprovecharlo al máximo.
Llegué un poco temprano, así que he estado esperando un rato.
Pero llegan un poco tarde. Compruebo la hora en mi teléfono de nuevo.
Las siete y media.
La película comienza en siete cuarenta y cinco; por eso acordamos
reunirnos a las siete y media. Darnos tiempo para conseguir entradas y
comida.
Una sensación de hundimiento de ser plantada comienza a echar
raíces.
Tal vez Ares le contó a Missy lo que hice. Que conduje borracha y
estrellé el coche de mi ex contra esa pared. No me sorprendería que se lo
dijera. No es ningún secreto que me odia, y tengo la clara impresión de
que no quiere que pase tiempo con su hermana.
Tal vez le dijo todas las cosas malas sobre mí, y ella cambió de
opinión acerca de venir. No la culparía.
No. Es una buena persona. Ella no lo haría, plantarme así. Ares sí lo
42
—¿Qué? —espeto.
—Lentes. No sabía que los usabas.
Muevo mi mano hacia ellos. —¿Por qué lo sabrías? No es como si
supieras una sola cosa sobre mí.
—Bueno, sabes que eso no es cierto, Jailbird. Sé que te gusta
chocar coches en tu tiempo libre.
—Vete a la mierda —siseo.
Sale un estruendo bajo, el sonido reverberando desde su pecho y
yendo directamente al mío. —Jesús, tu boca. Solo estoy jugando contigo.
Pero sé algo más sobre ti.
—¿Qué? ¿Qué me gusta beber? Ja-ja. Sí, eres graciosísimo.
—Eso no es lo que iba a decir.
—Bien, bien. Adelante entonces; ilumíname, señor Perfecto. —Hago
gestos con la mano—. Sácalo de tu sistema, y luego déjame en paz.
Inclina su cabeza, más cerca de la mía. Sus ojos brillan en la
oscuridad, y mi cuerpo se detiene. Cada molécula que me forma está
congelada.
—Iba a decir —Su aliento de menta se roza sobre mi piel—, que te
ves bonita cuando usas gafas.
Mi boca se abre. Luego, se cierra. Entonces, se abre de nuevo.
—Que… —Finalmente me las arreglo para decir algo.
—Silencio —advierte, los ojos parpadeando hacia la pantalla—. La
película está empezando.
Entonces, ¿saben lo que hace el descarado hijo de puta?
Mete su mano en mis palomitas de maíz y toma un puñado de ellas,
metiéndolas en su boca, sonriéndome con sus ojos.
Me ha dejado atónita en silencio. Estoy sentada aquí, mirándolo
fijamente, como un pez de colores.
—Cierra la boca, Jailbird, y mira la maldita película.
Te ves bonita cuando usas gafas.
Finalmente muevo mis ojos de él a la pantalla para ver la película
con mi corazón latiendo a un nuevo ritmo.
47
8
Traducido por Zöe..
Corregido por Tolola
—Guau —se ríe Ares—. Corre mucho para ser la mitad de un tipo.
—Impresionante, ¿verdad? —digo mientras veo a Kyle dar la vuelta
a mi cuadra—. Bien, creo que lo asustaste.
—Maldito cobarde —gruñe Ares—. No tiene problema en molestar
a una mujer la mitad de su tamaño, pero corre como el puto Usain Bolt
cuando lo enfrenta un hombre.
—Honestamente, creo que él es la mitad de tu tamaño en vez de yo
ser la mitad de él.
Los ojos de Ares descienden sobre mí, más suave de lo que los he
visto jamás, y se ríe. —¿De verdad salías con ese idiota?
—Sí —suspiro—. Pero estuve ebria toda la relación, si eso cuenta
para algo. —Levanto las manos con las palmas hacia arriba, sonriendo
sueltamente y, sorprendentemente, se ríe de nuevo.
—Vamos, te acompañaré a tu apartamento.
—No es necesario. Se ha ido.
—Se que no es necesario. Quiero hacerlo, ¿de acuerdo? Así que te
acompañaré y luego puedes invitarme un café.
Le doy una mirada de falsa sorpresa. Mis manos van a mi pecho.
—¿Café? Eso no es un código para… café, ¿verdad?
—Mierda, me atrapaste —responde inexpresivamente—. Y también
quiero leche.
—Jesús, vas al límite, señor Perfecto. Bien, te daré leche. Pero, solo
para que lo sepas, no te daré azúcar.
—No la necesito. Soy lo suficientemente dulce.
—Aj. —Me estremezco—. Iba tan bien, y lo arruinaste con esa
broma lastimosa.
Se ríe y el sonido me atraviesa de la mejor manera.
—Vamos, venga, señor Perfecto. Entremos a por tu café con leche.
55
9
Traducido por Umiangel
Corregido por Tolola
—Aquí tienes. —Le doy a Ares la taza de café que acabo de hacer.
Está de pie en medio de mi sala de estar. Y ver a Ares Kincaid de
pie en mi apartamento no es algo que creí presenciar alguna vez.
Luce imponente en mi apartamento. Como un gigante en una casa
de muñecas.
—Puedes sentarte, sabes —digo mientras me siento en mi cómodo
sillón, dejándolo con el sofá.
Se sienta en él, casi ocupando dos de los tres asientos que ofrece
el sofá. Sentado hacia adelante, con los codos en los muslos, las manos
sosteniendo la taza, me mira fijamente.
—Sé que ya te lo pregunté afuera pero, ¿estás bien de verdad? Ese
imbécil no te hizo daño, ¿verdad?
—No. Estoy bien —le tranquilizo.
—¿Él... solía ser así contigo... en el pasado? ¿Mientras estaban
juntos? —Parece que le cuesta mucho pronunciar las palabras y, si no lo
conociera como lo hago, creo que la idea de que alguien realmente me
lastimara le molesta en un nivel emocional.
—No. —Sonrío suavemente—. Kyle era un idiota que me ponía los
cuernos y podía decir algunas cosas bastante malas a veces. Pero nunca
me lastimó físicamente. Es la primera vez que sucede.
Ares exhala, su cuerpo parece relajarse un poco. —Bueno, solo me
alegro de haber estado aquí para asustarlo.
—¿Por qué seguías ahí? —Parece desconcertado por mi pregunta,
así que me explico—: Quiero decir, es que pensé que te habías ido
56
su cara me lo dice.
—Hablando en serio, ¿cómo no te gusta el fútbol? Especialmente
cuando tu papá es entrenador de fútbol. Debes haber pasado toda tu vida
a su alrededor.
La verdad es que no. Mi padre casi nunca se encontraba en casa
para compartir conmigo su amor por el fútbol.
Por supuesto, no digo eso. No quiero entrar en detalles sobre ello
con él. Y no es que no me guste el fútbol en sí. Es solo que me molesta el
hecho de que mi padre lo eligiera antes que a su familia.
—Simplemente no es lo mío.
—Entonces, ¿qué es lo tuyo? ¿Pintar? —Asiente con la cabeza en
dirección a mi caballete que está en la esquina de la habitación.
—Oh. —Trago—. No. Eso es solo un... pasatiempo.
No sé por qué mentí. Supongo que... no quiero hablarle de otra cosa
en la que he fallado.
Ares me mira por un largo momento, como si estuviera tratando de
ver lo que realmente hay dentro de mi mente. —Hmm —murmura—.
Bueno, creo que tendré que ver qué puedo hacer para cambiar de opinión
sobre tu gusto por el fútbol.
—¡Ja! —Me río—. Buena suerte con eso.
—Eso parece un desafío, Jailbird. Deberías saber que me encanta
un desafío.
Jailbird. Ah, así que ha vuelto a llamarme así. Supongo que no todo
ha cambiado, entonces.
—Entonces, ¿qué quieres ver? —pregunto, cambiando la pregunta,
tratando de ocultar mi decepción.
Sus ojos me valoran. Luego, se encoge de hombros; esos grandes
hombros suyos. —No me importa. ¿Qué estás viendo en este momento?
—Riverdale.
—¿De qué trata?
—De un grupo de estudiantes de secundaria que...
—Paso.
—¡Ni siquiera he tenido la oportunidad de decirte de qué trata! —
Me río.
—Me perdiste en “trata de estudiantes de secundaria”.
—Bien. Entonces nada de series sobre estudiantes —anuncio,
desplazándome por la lista—. Oh, ¿has visto Dexter? —le pregunto,
deteniéndome.
—No. ¿Es esa serie sobre el asesino en serie que es policía?
—Analista de salpicaduras de sangre, pero sí. No la he visto, pero
he oído que es increíble. Quiero verla desde hace un tiempo, pero soy
60
—¿Por qué?
—¿Por qué? —repite, levantando una ceja.
—Sí, ¿por qué? ¿Por qué te importa si algo me molesta?
Se ve sorprendido. Como si no estuviera realmente seguro de la
respuesta. —Me importa y ya.
Me río sin humor. —Buena respuesta.
—Puto infierno, Jailbird. —Levanta sus manos, irritado—. Porque
somos amigos; por eso.
—Pensé que tenía demasiado equipaje para ser tu amiga.
Frunce el ceño. —¿De qué estás hablando?
—Te escuché... en el gimnasio, hablando con Thompson sobre mí.
—¿Y? —Su cara no cambia. No hay rastro de culpa allí.
Entonces, ¿qué esperaba? Es de él de quien estoy hablando. No creo
que el chico sea capaz de sentirse culpable.
—¿Y? —Me río otra vez, y todavía no tiene rastro de humor—. No
me gusta ser el objetivo de ataque tuyo y de tu amigo.
—No eras ningún objetivo. Thompson estaba siendo un imbécil, y
yo solo trataba de callarlo.
—Hiciste un trabajo excelente con eso.
—Por el amor de Dios —responde—. Es solamente una charla de
vestuario. Eso es lo que hacen los chicos. No voy a pararme allí y decirle
cosas que le darán municiones para darme cuerda más tarde.
—Oh, bueno, eso está bien entonces.
—¡Deja de ser tan sensible!
—Vete a la mierda, Kincaid. ¿Alguna vez has pensado que tal vez
no es que yo sea sensible, sino que tú eres el imbécil insensible? —le
grito.
Empuja su mano por su cabello, agarrando las hebras. —Fue una
conversación irrelevante, y la estás sacando de contexto sin ninguna
razón. No hablé mal de ti. Solo expuse hechos.
—Sí, ¿qué habías dicho? “Así que, ¿en serio no la estás follando?” —
le digo, imitando una voz masculina—. “¿Te parezco estúpido?” Entonces,
eso es un hecho, ¿cierto? ¿Que alguien tendría que ser estúpido para
estar conmigo?
—¡Eso no es lo que dije!
—¡Acabas de decir que expusiste hechos! ¡Y ese fue uno de los
hechos que le dijiste a Thompson esta mañana!
—Lo estás sacando de contexto.
—No lo creo.
—¡Jesús! Mira, por eso evito a las mujeres como tú...
76
“Bye Bye Bye Bye” de NSYNC suena por los altavoces de la estación
de acoplamiento de mi iPod en mi sala de estar.
Debería estar haciendo yoga. Relajándome. Concentrándome.
Despejándome la mente. Pero no puedo.
Tengo demasiada ira dentro de mí como para intentar hacer yoga.
Así que ahora mismo estoy haciendo ejercicio en mi sala de estar
para deshacerme de la adrenalina que desgarra mi cuerpo, y así
relajarme lo suficiente como para hacer yoga.
Podría haber salido a correr para quemar la energía caliente, pero
no estoy segura de que no iría directo a un bar en este momento.
Cómo me las arreglé para llegar a casa sin entrar en uno fue un
maldito milagro.
¿Me detuve fuera de un pub y lo miré fijamente durante cinco
minutos?
Sí.
¿Entré?
No.
Y, por eso, merezco una maldita medalla.
Tenía tantas ganas de entrar. Habría sido tan fácil.
Pero no cedí al impulso, y eso es lo que cuenta.
En vez de eso, me alejé y volví a casa caminando a toda velocidad.
En el momento en que entré a mi apartamento, me quité la ropa y me
puse un sostén deportivo y pantalones cortos. Puse mi mesa de café
78
—Sí, ¡me salvaste el culo! Bien hecho. ¿Pero dónde diablos estabas
cuando te necesitaba después de que mamá muriera? Incluso antes de
su muerte, cuando las cosas estaban mal en casa. —Me golpeo el pecho
con la mano. Me arde la cara. No debería estar diciendo estas cosas, pero
no puedo detenerme—. ¡En el campo de fútbol! Ahí es donde estabas.
¡Donde siempre estás! Así que no finjamos que no lo hiciste por nada más
que la obligación y la mala prensa que podría traerte. Y no porque te
importe una mierda.
Sus ojos se oscurecen. —Me importa, Ari.
—Al igual que mamá.
Me mira como si acabara de abofetearlo.
Es un golpe bajo y lo sé, pero estoy enojada y herida, y ahora mismo
no me importa.
Tomo mi bolso del piso y salgo de su oficina, cerrando la puerta de
un golpe detrás de mí.
Me arden los ojos cuando bajo por las escaleras.
No llores. No llores.
No me detengo cuando llego al último escalón. Camino directo por
el vestíbulo y paso por el escritorio de la recepción donde Marissa, la
recepcionista, habla por teléfono. Me oculto el rostro detrás de una
cortina de cabello y salgo del edificio.
Afortunadamente, Patrick no está en el portón de seguridad, por lo
que no tengo que detenerme y hablar con él sobre por qué me voy
temprano.
Y sigo caminando cuando empieza a llover, y la ironía no se me
pasa por alto ahora mismo. Y supongo que no importará si lloro. Nadie
será capaz de notar la diferencia. Así que dejo que me caigan las lágrimas.
Tengo la intensión de detenerme en la parada del autobús, pero
sigo caminando cuando llego.
Y sigo caminando hasta la ciudad.
Y entro directamente al primer bar que veo.
87
15
Traducido por AnnyR’
Corregido por Tolola
Levanto mis ojos hacia su cara y veo una ceja levantada y una
chispa de humor presumido en su expresión.
Sabe que lo estaba mirando.
Mis mejillas se calientan.
Tomo otro sorbo de agua.
—Bueno... —digo.
—Bueno… —se hace eco.
—Lo siento.
—Ya lo dijiste.
—Sí. Quería decirlo de nuevo.
—Está bien. —Asiente.
No, “acepto tu disculpa, Jailbird”; ni “Estás perdonada. Lo entiendo
totalmente.”
La frustración me quema las mejillas.
—Te ves molesta. —Hay algo de humor en sus palabras.
—No estoy molesta. —Otro sorbo de agua.
—¿Estás segura?
—Segurísima.
—Bien. Porque sería un poco estúpido si te molestaras conmigo
después de lo que hiciste…
—¡Dije que lo sentía!
—Jailbird.
—¿Qué?
—Te estoy jodiendo.
Encuentro su mirada, la cual es mucho más suave, y me sonríe.
—Imbécil.
—Es verdad. —Sonríe—. Gracias por venir aquí y decirme todo eso.
Agradezco que seas honesta conmigo. Pero no vuelvas a mentirme. Odio
que me mientan. Incluso si es algo que crees que no querré escuchar,
prefiero escucharlo. Así que dímelo todo de ahora en adelante. ¿Vale?
Todavía es mi amigo. El latido de mi corazón feliz es una fuerza
palpable en mi pecho.
—Bien. —Sonrío—. Te lo contaré todo.
Hay un momento de silencio entre los dos.
—Así que, ese chico...
—Luke.
102
—¿Es tu padrino?
—Sí.
—¿Y ustedes no están...?
—No. ¡Dios, no! No está permitido. No es ético. Pero, incluso si no
lo fuera... no es mi tipo.
—Oh. Bien... ¿Quién es tu tipo?
Tú, aparentemente.
Mierda. Acabo de aceptar contarle todo, sin mentiras. Pero no
puedo decirle que él es mi tipo porque yo no soy el suyo; sería incómodo
y entonces definitivamente lo perdería como amigo.
Me encojo de hombros, una respuesta no comprometedora.
—Eh...hm... Chicos. —Se le levanta una ceja.
—¿Qué tipo de chicos?
Jesús. Se me está calentando todo el cuerpo. Mi cara debe ser del
color de un tomate ahora mismo.
—Los que no… beben.
—Yo no bebo.
—¿No bebes?
No sabía eso. No he estado en ningún lugar donde él podría beber.
Pero asumí que bebía. No sé por qué lo pensé. No es exactamente fanático
del alcohol.
Alcohólicos. Los estás confundiendo, Ari.
—No —dice.
—Bien. —Me quedo callada.
—Bueno. ¿Qué otras cualidades deben tener tu tipo de chicos?
—¿Por qué quieres saberlo? —Estoy evitando la pregunta porque
no puedo pensar en nada más que decir que no exponga mis sentimientos
por él.
—Tengo curiosidad.
—Sabes lo que la curiosidad le hizo al...
—Correré el riesgo. —Se encoge de hombros, y tiene una sonrisa
en los labios.
—Eh… —Me paso los dedos por el moño, tirando de él—. Solo
tienen que... no sé. Quererme. Tal cual soy. Con equipaje y todo.
Él asiente, su mirada sosteniendo la mía. —Tienes razón. Debería.
Comienzo a sentir el pecho apretado. Me froto con la mano sobre el
dolor.
103
—Bueno, no estés muy feliz por mí. Ella todavía no sabe cómo me
siento... y puede que no sienta lo mismo.
Sí, sentirá lo mismo. Créeme.
—Estoy segura de que sí. Deberías decírselo. —Casi me muerdo el
labio cuando digo eso.
¿Por qué dije eso?
—Tienes razón. —Asiente, todavía mirándome. En realidad, no me
ha quitado la mirada de encima una vez desde que comenzó toda esta
conversación—. Aunque es gracioso —continúa—, por lo que dije antes,
sabes, sobre cuál es mi tipo habitual. Bueno, esta chica es exactamente
lo opuesto a eso. Es morena. Muy bajita. Con una boca sucia. Tiene un
equipaje más grande que JFK. Sin embargo, compartimos el mismo gusto
en películas y música, bueno, aparte de NSYNC...
Inhalo con fuerza.
No puede estar refiriéndose...
¿Tenía razón Luke en que Ares podría verme como más que una
amiga?
Seguro que no.
—En realidad, se parece y suena muy parecida a ti.
Santa mierda.
—No… no… lo entiendo.
Él se aparta de la encimera, caminando hacia mí. Toma el vaso de
mi mano temblorosa, colocándolo en la repisa de la ventana. Luego, me
toma la cara entre sus manos, la inclina hacia la suya y me mira a los
ojos. —Entonces, déjame que te lo haga fácil. —Y se inclina sobre mí,
cubriendo mi boca con la suya.
105
18
Traducido por Jadasa
Corregido por Tolola
suya.
Emoción desenfrenada se mueve rápido por su rostro.
Me muevo sobre mis rodillas hacia él. Con la mano contra su pecho,
deslizo los dedos por las crestas de su cuerpo, como si estuviera trazando
un mapa hacia la tierra prometida.
Me toma la barbilla con una mano y me besa profundamente.
Envuelvo mi pequeña mano alrededor de su enorme pene. Está
caliente y duro, como nada que haya sentido antes. Doy un apretón firme.
Gime ese sonido torturado de nuevo contra mi boca.
Me alejo de su beso.
La forma en que me está mirando… es intensa. Hambrienta.
Nadie jamás me ha mirado así antes.
Como si solo me vieran a mí.
Bajo la cabeza y tomo su polla en mi boca, chupando la punta.
Suelta un tembloroso aliento cálido. —Dios, Ari.
Envuelvo la mano alrededor de la base de su pene, moviéndola de
arriba abajo, mientras tomo más él en la boca y comienzo a trabajarlo.
Lamiendo y chupando. Pruebo su salado líquido preseminal en mi
lengua, y me anima más.
Quiero hacerlo sentir tan bien como él me acaba de hacer sentir.
Sus dedos se enredan en mi pelo. La otra mano se burla de mi
pezón, rodándolo y pellizcándolo.
Gimo alrededor de su pene, y sus caderas se sacuden un poco,
dándome más de él.
—Mierda, Ari… eso se siente tan jodidamente bien.
Quito la mano de su polla y coloco ambas manos en sus caderas.
Dejo de moverme, con su pene todavía en mi boca, y lo miro fijamente,
diciéndole con los ojos que me folle la boca.
Su mirada se queda fija en mí. Aparta el cabello de mi rostro,
sosteniéndolo con su mano, y luego comienza a mover las caderas hacia
adelante y atrás, follándome la boca.
—Mierda… esto se siente tan bien… demasiado bien. —Continúa
bombeando su pene—. Necesito parar. —Se retira de mi boca—. Ponte
sobre tus malditas manos y rodillas… ahora, Ari.
Santa mierda. El Ares mandón está aquí, y me gusta un montón.
Me arrastro sobre mis manos y rodillas.
Agarra su billetera de mi mesita de noche y saca un condón.
Escucho la rotura del papel de aluminio. Entonces, está detrás de
121
mí.
Lo siguiente que espero sentir es su polla. Así que me sorprende
por completo cuando siento el aliento caliente de su boca en mi coño. Por
detrás de mí, su lengua se empuja en mi interior, su grueso dedo
presionando contra mi clítoris.
—Te vas a correr otra vez. —No es una petición, pero estoy más que
feliz de cumplirla.
Mis extremidades se sienten como gelatina. Apenas soy capaz de
mantenerme erguida mientras me folla con su lengua. Un dedo calloso
provoca mi clítoris.
Me corro en un instante. Estremeciéndome alrededor de su boca.
Este orgasmo es tan explosivo como el primero.
Cuando me recompongo, levanto la cabeza, mirándolo.
Está arrodillado detrás de mí. Con su pene en la mano. —¿Estás
lista para mí?
—Sí.
Pasa una mano por mi trasero mientras posiciona su polla en mi
entrada.
Siento el primer empujón cuando la cabeza de su pene me penetra,
extendiéndome.
—¿Estás bien? —verifica, su voz sonando tensa.
—Continúa —jadeo.
Y lo hace. Empujando cada grueso centímetro dentro de mí hasta
que estoy llena de él.
Está en todas partes. Dentro de mí, sobre mí. Y es todo lo que
podría desear.
Grandes manos me agarran las caderas mientras se retira y vuelve
a empujar lentamente.
—Más fuerte —le digo.
—No quiero hacerte daño.
—No lo harás. Te necesito. Por favor.
Su resolución debe romperse porque se retira y me penetra
rápidamente. La sensación de su pene más el delicioso sonido y el efecto
de su piel abofeteando la mía me hacen gritar en éxtasis.
—Más —ruego.
Y me da lo que quiero. Me folla con fuerza, y es primitivo. El sonido
de sus gruñidos roncos y guturales detrás de mí me impulsa.
—Joder, tan sexy —dice—. Podría follarte toda la noche.
122
—Sí. No pares.
Mis brazos ceden por debajo, mi pecho cayendo contra la cama.
Ares empuja mi trasero hacia abajo, por lo que quedo acostada en la
cama, y comienza a bombear dentro y fuera de mí por detrás. El ángulo
es delicioso, golpeando justo donde lo necesito.
Aunque no permanece así por mucho tiempo. Se retira, y de
repente soy volteada y levantada. Sobre su regazo.
—Móntame —ordena.
Bajo sobre su pene. La posición nos pone cara a cara.
Dios, es tan hermoso.
Envuelvo los brazos alrededor de su cuello. Se amolda a mi cuerpo,
agarrándome el trasero, mientras comienzo a montarlo.
Sus ojos son tan intensos en los míos que es difícil mirarlo; las
emociones que siento por este hombre se arremolinan dentro de mí como
un tornado en construcción.
Necesitando romper la conexión, cierro los ojos y lo beso,
montándolo fuerte y rápido en movimientos cortos y superficiales. El
borde de su pene se arrastra a través de mi clítoris.
—Eso es, nena. Móntame con fuerza. —Su mano le da una palmada
a una de mis nalgas.
Joder, eso es caliente.
Queriendo que lo haga de nuevo, lo monto más duro y más rápido.
—¿Te gustan mis manos en tu culo? —gruñe.
—Sí —jadeo.
Golpea la otra mejilla, haciéndome gemir.
—Mi chica sucia. —Me muerde el labio inferior, hundiendo los
dientes en él antes de lamer el aguijón de dolor.
Me muevo, envolviendo mis piernas alrededor de su espalda, y él
se hace cargo, agarrándome el culo, levantándome sobre su polla,
follándose contra mí.
—Frótate el clítoris —me dice—. Quiero ver cómo te tocas.
Bajo la mano entre nosotros y me paso los dedos sobre mi clítoris
hinchado.
—Joder sí, nena, eso es todo —gruñe—. Hazte venir. —Baja la
cabeza, tomando mi pezón en su boca, chupando.
Estoy abrumada de sensaciones. Llena de él. Con él. Queriendo
más. Teniendo suficiente. Mi mente es un revoltijo de sentimientos y
emociones.
—¿Estás cerca? —pregunta—. No me correré sin ti.
123
que hablan de su familia. O, bueno... de mí. —Me froto la cara con una
mano—. ¿Revelación completa?
—Por supuesto.
—Mi madre está muerta. Ella... se quitó la vida. La encontré yo.
—Jesús, Ari. —Presiona su mano contra mi mejilla, el pulgar me
roza el pómulo—. Siento que te haya pasado eso.
—Estuvo enferma desde que tengo memoria... trastorno bipolar. Mi
padre no podía manejarlo, así que no andaba mucho por aquí. La mayoría
de las veces éramos ella y yo. Cuando estaba animada, era genial. Pero,
cuando estaba deprimida... era difícil.
»Había estado estudiando para un examen en casa de una amiga
la noche que la encontré. Papá se había ido a un partido. Estaba colgada
en su armario.
Él inhala y yo cierro los ojos, odiando que todavía pueda ver la
imagen de ella allí.
—Ahí es cuando empezaste a beber.
Asintiendo, trago saliva. —Tomé mi primer trago antes de su
funeral. Hacía las cosas más fáciles, ya sabes. —Parpadeo, abro los ojos
y la mirada en su rostro casi me mata. Se preocupa por mí. Realmente le
importo—. Y, después de que ella muriera, papá nunca estaba en casa, y
yo estaba sola... y triste... y el alcohol me ayudaba. No me di cuenta de
que tenía un problema hasta el accidente. Así que, sí...
No me doy cuenta de que estoy llorando hasta que lo siento rozar
una lágrima con el pulgar.
—Te defraudó —dice con comprensión.
Supongo que nuestros padres nos defraudaron a los dos, solo que
lo hicieron de diferentes maneras.
Asiento y me muerdo el labio.
—Tu pelea con tu padre el otro día...
—Fue sobre ti. A él... no le gusta que vaya al trabajo contigo.
—Bueno, definitivamente no le va a gustar esto entonces.
Levanta la ceja, y me río.
—Tengo que decir que estoy un poco ofendido. Entiendo que eres
su hija, y nadie quiere saber que su niña está teniendo sexo con un
hombre. Pero siempre he tenido una gran relación con tu padre.
—No soy yo quién le preocupa.
Las cejas de Ares se juntan con confusión.
Suspiro. —Le preocupa que yo empañe tu reputación.
Su ceño fruncido se hace más profundo. —¿Dijo eso?
128
—Más o menos.
—Eso es una estupidez.
—No, de verdad... aunque lo odio, en realidad tiene razón. Mi
reputación está en el retrete. La tuya es... eres un gran tipo, Ares. Y estás
en el ojo público. Estar con alguien como yo le hará daño a eso.
—Te equivocas.
—Tengo razón, y lo sabes. Si fuera una persona cualquiera, las
noticias de lo que hice probablemente nunca habrían salido a la luz. Pero
soy la hija de tu entrenador, que fue acusada de conducir ebria y pasó
tiempo en rehabilitación. La prensa nos perseguirá. Te hará daño.
—No me importa.
—Debería. Es tu carrera. Solo creo que... es mejor que esto quede
entre nosotros por ahora.
—No.
—Ares...
—No me gusta mentir y no me gustan los secretos, maldición.
—Lo sé. —Le tomo la cara entre las manos—. Pero tiene que ser
así... por ahora.
—Hablaré con tu padre. RR.PP. puede manejarlo. Son muy buenos
cambiando las cosas para que se ajusten a la imagen pública.
—Mi padre no quiere que me suba a tu camioneta, Ares. Créeme;
no querrá esto. Y quiero que tengamos una oportunidad. Que nos
conozcamos bien antes de que otras personas... empiecen a interferir en
nuestra relación.
—No me gusta esto, Ari.
Mira para otro lado. Así que me subo encima de él, a horcajadas
sobre su cuerpo.
—A mí tampoco. Pero creo que es lo mejor por ahora.
Me mira fijamente. —No voy a mentir. Si alguien pregunta si
estamos juntos, les diré que sí. Y por supuesto que le diré a mi familia
que eres mía.
—De acuerdo —digo, coincidiendo.
—Y, en unas semanas, Ari, se lo diremos a tu padre.
—En unas semanas —coincido, aunque no creo que sea suficiente
tiempo para pensar cómo manejar a mi papá. Ni siquiera he hablado con
él desde nuestra pelea, excepto por ese mensaje.
Ignorar y fingir que no está pasando nada; así es como mi padre y
yo coexistimos.
—No quiero que nadie se interponga entre nosotros —digo en voz
baja.
129
Se sienta, nos pone pecho contra pecho, con una mano doblada
alrededor de mi nuca, sosteniéndome. —Nadie, y quiero decir nadie, ni
siquiera tu padre, se interpondrá entre nosotros. Estoy loco por ti, cariño.
Eso no va a cambiar.
—Yo también estoy loca por ti —susurro.
—Me alegra oírlo. —Me besa profunda y duramente, metiéndome
la mano en el pelo.
Siento su erección presionando en mi vientre.
—¿Ya vamos a por la segunda ronda? —Levanto una ceja.
—Definitivamente... —Un beso—. ¿Ari?
—Mm-hm.
—¿Recuerdas ese yoga que haces?
—Sí.
—Eso significa que eres muy flexible, ¿verdad?
—Ajá. ¿Por qué?
Una sonrisa se extiende por su hermosa cara. —Porque estamos a
punto de volvernos muy aventureros. Agárrate fuerte, nena.
130
22
Traducido por IsCris
Corregido por Tolola
***
a Leo.
Sus ojos vienen a los míos, y son casi negros. Saca la tarjeta de mi
mano y la aplasta en su palma.
Mierda. Está enojado.
—Kincaid. —Leo asiente, claramente consciente de quién es él, lo
cual, por supuesto, sería así porque es su trabajo saberlo. Sus ojos se
mueven rápidamente entre nosotros—. No tenía la intención de meterme
con nadie. No me di cuenta de que ustedes dos eran pareja.
—¿Qué? ¡No! ¡No somos pareja! ¡Eso es... es una locura! Somos
amigos. Buenos amigos. Solo está siendo sobreprotector. —Luego, golpeo
a Ares en el brazo, como si fuéramos mejores amigos, no amantes. Sí, en
serio lo hice. Dios, soy una imbécil. Pero parece que no puedo parar—. En
realidad, soy muy buena amiga de su hermana, Missy, y aquí está ella.
¡Missy! —Agarro su brazo y la jalo hacia mí.
Missy ahora me está mirando, confundida.
Leo tiene un ojo periodístico sobre mí.
Y Ares... no me atrevo a mirarlo. Pero puedo sentir su ira latiendo
a mi lado, como si fuera una entidad viviente que respira.
¿Qué demonios es lo que me pasa?
No quiero mentir, realmente no, pero este tipo es periodista, y no
puedo dejar que imprima cosas sobre Ares y sobre mí. Al menos no hasta
que haya hablado con mi papá.
Y todavía no estoy lista. Solo necesito tiempo.
Porque sé lo que dirá mi papá cuando descubra que Ares y yo
estamos juntos. Vi cómo reaccionó cuando acepté que me llevara, por el
amor de Dios.
Sé dónde está la prioridad de mi padre, y no es conmigo.
Hará lo mejor para el equipo, y que Ares no esté conmigo es lo
principal.
Sé exactamente lo que le dirá a Ares.
Y tengo miedo de que lo escuche... y finalmente recobre el sentido
y se dé cuenta de que mi padre tiene razón.
Que no soy la persona con la que debería estar.
Y luego me dejará.
138
24
Traducido por Gesi
Corregido por Julie
de él.
25
Traducido por Anna Karol
Corregido por Julie
de todos modos.
Ahora, solo hay una cosa que va a solucionar esto, espero… y es
decirle a mi padre sobre Ares y yo.
Y ruego a Dios que no sea demasiado tarde para arreglar las cosas
con Ares.
Supongo que, si es así, entonces no tengo que preocuparme de que
mi padre se meta en la cabeza de Ares y me deje.
Sería gracioso si no estuviera tan triste.
Subo las escaleras y me dirijo a la oficina de mi papá. Ares no está
aquí hoy. Ninguno de los jugadores, de hecho. Después de un partido, no
vienen por unos días.
Entonces, al menos me da la oportunidad de hablar con mi papá
antes de ver a Ares.
Llamo a la puerta de mi papá y la abro, asomando la cabeza. Está
en su escritorio, los ojos en la pantalla de su computadora.
—Hola, ¿tienes un minuto? —le pregunto.
Me mira. —Por supuesto.
Entro, dejo que la puerta se cierre detrás de mí y me siento frente
a él.
—¿Qué pasa? —pregunta, apartando su teclado y doblando las
manos sobre su escritorio.
—Estoy viendo a Ares. Me gusta. Estamos saliendo —digo con
soltura.
Aparte de una contracción en el rabillo de su ojo, mi papá no
reacciona. No hay nada, ni molestia ni ira. Solo una contracción del ojo.
—No mentí —continúo en el silencio—, cuando me preguntaste
hace unas semanas si lo estaba viendo… bueno, mentí. Dije que Ares y
yo no éramos amigos, y lo éramos, así que sí, mentí sobre eso, pero no te
gustaba que viajara con él, así que no quería decirte que era mi amigo
porque… bueno, sí. En fin, ahora es más. Me gusta. Mucho. Es bueno
para mí. —No es que lo merezca—. Él quiso decírtelo de inmediato, sobre
nosotros, pero no lo dejé porque me preocupaba cómo reaccionarías, que
te enojaras y tal vez… lo disuadieras de estar conmigo.
Veo el primer signo de reacción en su rostro desde que empecé a
hablar. Sus cejas se juntan en lo que parece consternación.
—¿Eso es lo que pensabas? ¿Que lo disuadiría de estar contigo?
Trago, con la garganta seca. —Sí.
—Jesús… —Se frota la cara con las manos—. Ari, sé que tal vez no
lo parezca… Sé que mis acciones pasadas te han dado razones para no
creer esto, pero nada o nadie es más importante que tú. Eres mi hija.
Vienes y siempre vendrás primero.
143
por haberle mentido sobre la cancelación y para decirle que Luke era mi
padrino. Es la primera vez que me besó.
Y aquí estoy de nuevo, caminando hacia su puerta para
disculparme. Solo que esta vez no me está esperando en la puerta.
Levanto la mano, llamo a su puerta y espero.
La puerta se abre, pero no es Ares quien contesta, es Missy.
—Hola. —Sonríe ampliamente, como si estuviera muy feliz de
verme aquí—. ¿Cómo estás?
—Estoy... bien, supongo —digo con un encogimiento de hombros y
una sonrisita—. ¿Está Ares por aquí?
—Está arriba, en el piso doce. Fue a nadar. —Ante mi confusa
mirada, dice—: Hay un gimnasio y una piscina para que los residentes
usen.
—Oh, está bien. Bueno, supongo que iré a verlo. Deséame suerte.
—¿Suerte? Pero no lo necesitarás. —Sonríe y me guiña un ojo.
Lo tomo como una buena señal, ya que conoce a su hermano mejor
que nadie y, si hubiera terminado conmigo, imagino que ella lo sabría,
¿verdad?
—Nos vemos luego —le digo. Luego me doy la vuelta para volver al
ascensor.
—¿Vas a venir a cenar esta noche, verdad? —pregunta, saliendo al
pasillo.
Me giro hacia ella, caminando lentamente hacia atrás. —Supongo
que eso depende de tu hermano.
—Ari, eres mi amiga. Vendrías aunque él no te quisiera allí, pero sí
quiere porque el testarudo está loco por ti.
Otra inyección de esperanza.
—Entonces te veré esta noche —le digo con una sonrisa.
Me doy la vuelta y me dirijo hacia el ascensor. Se abre en cuanto
pulso el botón. Supongo que nunca volvió a bajar. Entro y aprieto el botón
para el piso doce.
Salgo del ascensor y veo los carteles en la pared de afuera. Al
parecer, el gimnasio y el baño de vapor están a la izquierda. Piscina a la
derecha.
Sigo el letrero, me acerco a una puerta y la empujo para abrirla.
Me lleva directamente al área de la piscina. Hay una piscina olímpica
aquí. Hay ventanas de vidrio a cada lado, dando una hermosa vista de la
ciudad.
Y Ares es el único que está aquí, nadando a mucha distancia de
mí.
Me quito los tacones y me dirijo a la piscina, donde espero que
147
termine.
Golpea el otro extremo de la piscina y se detiene, con la mano en la
orilla, claramente tomándose un descanso.
Me quedo aquí, esperando a que me vea.
Gira la cabeza mientras se mueve para volver a nadar, y finalmente
me ve.
Mantenemos la mirada fija durante mucho tiempo.
Me pregunto si va a nadar hacia mí, pero no lo hace. Se queda ahí,
el idiota testarudo. Así que me trago el orgullo y camino a lo largo de la
piscina hasta donde está.
Me detengo ante él y me quedo mirando. Las gotas de agua se
aferran a sus pestañas y le corren por la cara. Su cabello oscuro está liso
por el agua.
Dios, es hermoso.
—Hola —digo en voz baja.
Con las manos sosteniendo la orilla, me mira. —¿Qué haces aquí?
¿No deberías estar en el trabajo?
Yo también me alegro de verte.
—Mi padre me dio el resto del día libre. —Me agacho ante él,
poniéndonos a la altura de los ojos—. Y estoy aquí porque me dijiste que
te llamara cuando resolviera mis problemas. Bueno, los he arreglado.
Pero pensé en venir a verte en persona en vez de llamarte.
—Mm. De acuerdo. —Asiente—. ¿Y exactamente cómo has resuelto
tus problemas?
—Le conté a mi padre sobre nosotros.
No me pierdo la sorpresa que le pasa rápidamente por los ojos. Él
dudaba que lo hiciera. Pero no puedo culparlo. No le di exactamente una
razón para que confiara en mí.
Hay una larga pausa antes de que diga algo. Y, cuando lo hace, es:
—Está bien.
—¿Está bien? —Frunzo el ceño.
—Eso es lo que dije.
—¿Y qué significa?
—Estoy bastante seguro de que tiene algunas definiciones en el
diccionario...
—Eres divertidísimo.
—Lo intento.
—Dios, eres un idiota.
148
—Eres gracioso.
Me toma la barbilla con la mano, inclinándome la cabeza hacia
atrás, quedando al nivel de mis ojos. —Hablo en serio. Eres increíble,
nena. Te van a amar.
¿Al igual que tú?
Sé que solamente llevamos juntos un poco, pero me siento bastante
segura de que estoy enamorada de este chico.
De acuerdo, no estoy bastante segura. Estoy segura.
Completamente enamorada de él.
Pero no tengo idea de si él siente lo mismo.
Y de ninguna jodida manera voy a decírselo yo primero. Solo voy a
esperar hasta que él lo diga… si alguna vez lo hace.
Dios, espero que lo haga.
—¿Adónde te has ido? —pregunta, mirándome cuidadosamente.
—A ninguna parte. —Fuerzo una sonrisa.
—Nena… sé que ya hablamos sobre esto… que aquí sirven alcohol.
Pero, si en algún momento es demasiado para ti, házmelo saber, y nos
vanos.
—Estaré bien.
—No lo dudo. Pero, en el pequeño caso de que no lo estés…
—Serás el primero en saberlo.
Presiona un suave beso en mis labios. —Entremos.
Me toma la mano y me lleva dentro del restaurante.
—¿Tiene una reserva? —pregunta el anfitrión cuando nos
acercamos.
—Sí. Bajo el apellido Kincaid —le dice Ares.
—El resto de su grupo ya está aquí. —Sonríe—. Síganme.
El anfitrión nos dirige a nuestra mesa, y mi estómago nada de los
nervios.
Los veo a todos sentados alrededor de la mesa. Missy ya está aquí,
hermosa como siempre, con un vestido azul claro. A su lado hay una
versión más joven de Ares, que tiene que ser Lo —increíblemente guapo—
y a su otro lado hay una morena impresionante, que supongo es Cam.
Junto a ella hay una versión más ligera de Ares, el cual solo puede ser
Zeus —dulce Señor, es guapo, pero no tanto como Ares, por supuesto—,
y junto a él hay un enorme chico rubio, que tiene que ser Kaden Scott.
También muy guapo.
Kaden no es de la familia, pero es como si lo fuera para Zeus y
Cam, y sé que Missy también es cercana a él.
155
—Me lo he pasado muy bien esta noche —le digo a Ares mientras
abre la puerta de su apartamento y nos deja entrar—. Tu familia es
increíble.
—Sí, están muy bien —dice, cerrando detrás de nosotros.
Missy y Lo se quedan con Zeus y Cam esta noche para poder pasar
un tiempo con los niños antes de regresar a la universidad.
—Aunque creo que voy a tener que cuidar de mi hermanito a tu
alrededor —dice Ares, acercándose mientras me quito los zapatos.
Mis pies presionan el suelo fresco, y casi gimo de alivio. Los tacones
altos son unos asesinos. —No seas tonto —le digo—. Lo te estaba
fastidiando.
—Sí, bueno, funcionó. —Envuelve sus brazos alrededor de mí y me
da un beso en la frente—. Eres mía.
—Y tú eres mío —digo en un bostezo.
—¿Te estoy aburriendo? —Se ríe.
—Nunca. Demasiada comida.
Me llené de comida. Estaba increíble. Casi tan buena como la
compañía.
Lo juro, estoy enamorada de su familia. Son impresionantes. Al
verlos interactuar, era como me imaginaba que habría sido para mí si
hubiera tenido un hermano o una hermana.
—¿Cama? —pregunta.
Asiento con otro bostezo.
158
***
¿Por qué?
—Ya voy —grito, con mi voz ronca. Me pongo de pie con la ayuda
del sofá. Todavía tengo mis zapatos puestos y la ropa de anoche.
Esto me recuerda mucho a los últimos ocho años de mi vida.
Pero no bebí nada.
Me quito los zapatos mientras me dirijo hacia la puerta y la abro.
La mirada en su rostro.
Asco. Disgusto. Enfado. Traición.
Él me está ocultando algo. Bajo la vista a su mano, confundida.
Sostiene mi celular.
¿Por qué tiene mi celular?
—Traté de llamarte toda la noche. —Su voz es fría y dura.
—¿Por qué tienes mi celular?
—Lo encontré aquí en el pasillo. Claramente, estabas tan hecha
mierda que ni siquiera sabías que lo habías perdido.
—Yo…
Me corta con un movimiento de su mano. —No quiero escucharlo,
Ari. —Me pasa para meterse en mi apartamento.
Cierro la puerta y me giro para enfrentarlo, descansando en la
puerta para apoyarme, sintiéndome como una mierda. —No entiendo.
¿Por qué estás tan enojado? —le pregunto suavemente mientras me
martillea la cabeza.
Él deja escapar una risa amarga. —¿Has visto tu estado? —Sus
ojos bajan al piso, y ve el vómito allí. Otra risa ácida—. Jesucristo. —
Sacude la cabeza, como si hubiera visto esta escena un millón de veces
antes.
Lo ha hecho.
—Estuve enferma anoche —le digo en voz baja.
—¿Es así como los niños lo llaman hoy en día?
—¿Qué? —digo, confundida.
—Estabas borracha, Ari.
—No. —Sacudo la cabeza—. Lo juro, no bebí. Tomé una Coca. Eso
fue todo.
—¡No me mientas! —ruge, haciéndome saltar—. ¡No puedes negar
esto, Ari! ¡Está por todo el internet! ¡Jesús!
—¿Qué? No entiendo.
Con mi celular aún en su mano, él toca la pantalla. Un momento
después, me lo entrega. Es un sitio web de noticias de chismes; un video
171
—¿Qué chico?
Sus ojos se oscurecen, impenetrables con furia. —El chico con el
que estabas flirteando sin parar.
—Leo. —Me muevo lejos de la puerta, hacia él, suplicándole con mi
expresión que me crea—. Pero no flirteaba con él. Me trajo una Coca Cola,
charlamos un poco. Pregúntale si no me crees.
—Leo, ¿el periodista?
—Sí.
Se ríe, y frunzo el ceño.
—¿Qué es tan divertido?
—Nada. —Me mira—. Ni una maldita cosa es graciosa sobre esto.
—No bebí… te lo juro.
Su mandíbula se aprieta, sus ojos lucen llameantes.
—Solo tomé una Coca Cola. Nada más. Luego comencé a sentirme
rara, así que fui al tocador, y yo… yo me sentí mal. Comprobé mi bebida
para asegurarme que no tenía alcohol, pero no pude oler nada. Igual me
sentía mareada. No podía caminar. No sé qué pasó. Alguien debió poner
algo en mi bebida. —Lentamente me doy cuenta.
Ares da un paso más cerca de mí. —Sabes… si me hubieras dicho
que tuviste una recaída, te habría entendido. Te habría ayudado. Pero…
no… no puedes admitirlo, ¿no es así? —Deja caer las manos a cada lado—
. Creí que eras diferente a mi padre. —Sacude la cabeza—. Pero son
iguales.
—¡No! —Hay consternación en mi voz—. Te estoy diciendo la
verdad.
—¡No te creo! —ruge.
Esas tres palabras son como un puñetazo en el pecho.
Y duelen muchísimo.
El silencio subsiguiente en la habitación es ensordecedor.
Mi garganta está llena de lágrimas.
—Te lo voy a preguntar una última vez. Te doy la oportunidad de
decirme la verdad. ¿Te emborrachaste anoche?
Trago las lágrimas y me rodeo con mis brazos. —No —digo en voz
baja, sacudiendo la cabeza. Porque no voy a mentir. Le prometí la verdad
siempre, y eso es lo que le estoy dando.
Él exhala un aliento áspero, pasándose la mano por el cabello.
Luego, comienza a cruzar la habitación, caminando a mi lado.
—¿A dónde vas? —No puedo ocultar el miedo en mi voz, y no quiero
hacerlo.
—Ya… he acabado.
173
—Ari, para eso son los padrinos… para eso son los amigos. Y somos
amigos. Y créeme cuando te digo que he tenido peores cosas en mi camisa
que lágrimas.
—¿Vómito? —digo.
Asiente, y yo me río a través de mis lágrimas.
—Gracias —le digo de nuevo, y esta vez le estoy agradeciendo la
risa justo cuando la necesitaba.
—Vamos —dice, poniéndome el brazo alrededor de los hombros en
un gesto amistoso—. Vamos a llevarte a casa, y luego vamos a averiguar
qué haremos al respecto.
—Está bien —le digo, y comenzamos a caminar por el pasillo.
—Pero hay una cosa en la que puedes confiar. El bastardo que te
hizo esto no se saldrá con la suya; eso es seguro.
178
33
Traducido por MadHatter
Corregido por Tolola
Salí de la subasta tan pronto como supe que algo andaba mal. Iba casi
consciente hasta cuando regresé a mi apartamento. No me desmayé
hasta que llegué a casa.
—Jesucristo. —Se sienta hacia adelante, poniendo la cabeza entre
las manos—. Esto es mi culpa. Te pedí que fueras a esa subasta.
—No es culpa tuya.
Me mira. —No habrías estado allí para que esto sucediera si yo no
me hubiera ido.
—Tenías un partido.
—Siempre tengo un partido.
—Papá... —Se me seca la boca.
—Sé que te fallé. Una y otra vez. Sé que lo hice mal, pero no podía
lidiar con tu madre en ese momento... cómo estaba... así que evité estar
en casa. No pensé en cómo te afectaría eso. Fui egoísta. Y, cuando ella
murió... debería haber estado a tu lado. La culpa me carcomía tanto; no
podía mirarte sin sentir vergüenza.
—Siempre pensé que era porque te recordaba a ella.
—No. Cristo, no. —Coloca su mano sobre la mía, agarrándola—. Te
pareces a ella. Eres hermosa, igual que tu mamá. Pero fue mi propia
vergüenza... Te fallé, Ari. Y, ahora, te he fallado otra vez.
—No me has fallado. —Le aprieto la mano—. La verdad: sí, me
fallaste en aquel entonces, cuando te necesitaba, y pasé muchos años
enfadada contigo.
—¿Es esa la razón por la que bebías? ¿Por tu madre?
Las lágrimas me amenazan en los ojos. —Parcialmente…
Cierra los ojos y deja escapar un suspiro. —Voy a solucionar esto
por ti. —Abre los ojos y me seca una lágrima de la mejilla—. Voy a matar
al hijo de puta que te hizo esto.
—No. —Sacudo la cabeza—. Voy a hacer esto de la manera
correcta. Voy a reportarlo a la policía.
—¿Puedo... ir a la estación contigo? —pregunta tímidamente.
Le muestro una sonrisa triste. —Me gustaría mucho.
—Y Ares... ¿ya has hablado con él? Salió del hotel sin avisar a nadie
que se iba. Supuse que había visto el video.
—Él, um... —Aparto la vista de mi papá, recogiendo mi café y
tomando un sorbo—. Vino aquí a primera hora de la mañana, antes de
que vaya al hospital. Había visto el video. Traté de decirle que no había
bebido alcohol, pero... no me creyó.
—¿Le has contado lo de la prueba de drogas?
Sacudo la cabeza y bajo la taza hasta la mesa.
181
nuevo a mi pintura.
Finalmente logré terminar la pintura de Ares y yo. Lloré todo el
tiempo.
Pero fue catártico, ¿saben?
La pincelada final fue como el cierre de ese capítulo en mi vida.
He considerado enviarle el cuadro, ya que le prometí que podría
tenerlo cuando estuviera terminado. Pero eso fue cuando aún estábamos
juntos, y ahora no lo estamos. No sé si todavía lo quiere.
Así que, por ahora, me aferro a él.
Aunque está en el armario de mi pasillo, porque mirarlo me da
ganas de llorar.
Y, hablando de cosas que me hacen querer llorar, pero más con
enojo… Recibí una llamada de la oficial Knight, que tomó mi declaración
sobre mi denuncia contra Leo. Dijo que habían hablado con él y, por
supuesto, negó cualquier delito. Y no pudieron ver las imágenes del
evento de esa noche, ya que no había una cámara en funcionamiento en
la barra. Así que, básicamente, se reducía a mi palabra contra la suya.
Ella se disculpó porque no había nada más que pudiera hacer. Me sentí
enojada, pero no era su culpa. Solo hacía su trabajo. Así que le di las
gracias por intentarlo y colgué.
Mi papá no estuvo feliz cuando se lo dije. Sus palabras exactas
fueron: —Eso es una mierda.
Entonces despotricó un poco, y yo lo dejé. Honestamente, es
agradable verlo mostrándome que se preocupa por mí, incluso si es
necesario que suceda una mierda para que comience a hacerlo.
¿Quiero beber?
Más que nada.
He tenido días malos, pero los he manejado.
Además de la pintura, he vuelto a mi yoga. Lo dejé un poco cuando
Ares y yo empezamos a salir.
Ahora que estoy soltera… trato de volver a mi vida antes de Ares,
pero no tan patéticamente desesperada.
Está bien, es un poco patético. Me reencontré con mi buen amigo
Netflix.
Aún tengo a Dexter ahí, esperando a que vea el próximo episodio…
pero no se sentiría bien, verlo sin que Ares esté aquí a mi lado. Entonces,
lo quité de mi lista.
Tal vez, algún día, pueda verlo sola.
Sin embargo, ese día no es hoy, ni pronto.
Aunque no soy una total perdedora todo el rato. He pasado mucho
tiempo con mi papá. Está bien, es lamentable. Pero creo que trata de
189
contrate.
—Mi mamá tiene una galería, sabes.
—Guau. ¿En serio?
—Sí. Es bastante nueva. Lo abrió hace dieciocho meses, pero está
bien y siempre está dispuesta a mostrar nuevos talentos. Y no discrimina
a las personas con ex adicciones. —Sonríe y yo sonrío en respuesta—.
Puedo organizarte una reunión con ella, mostrarle tu portafolio, ¿te
interesa?
—¿Que si me interesa? ¿Estás loco? —Me río—. Está tomando todo
de mí el mantenerme en mi asiento ahora mismo y no alcanzarte y darte
un abrazo.
Ríe. —Entonces, ¿debería tomar eso como un sí?
Asiento vigorosamente. —Puedes tomar eso como un sí enorme.
192
36
Traducido por Joselin
Corregido por Tolola
punto es?
Riendo, sacudo mi cabeza hacia él. —Cerdo. —Entonces, le
pregunto a mi papá—: ¿Qué tienes?
—No estoy seguro. Voy a echar un vistazo —dice, caminando a la
cocina, y me levanto para seguirlo.
—Tendré lo mismo que tú, nena —me dice Ares.
—Tiene sentido. Los cerdos comen cualquier cosa —bromeo.
Me agarra por la cintura, tirándome contra él. —Te comeré si sigues
así, y dudo mucho que quieras que te eche encima de la mesa del
comedor de tu padre.
Un escalofrío me recorre. Pongo mi mano alrededor de su barbilla,
el rastrojo de barba pinchando mi palma. —No. Pero puedes hacérmelo
en tu mesa de comedor cuando me lleves de vuelta a tu casa después.
Sus ojos se funden. —Puedes apostarlo.
Planto un beso casto en sus labios y luego me alejo. Me golpea el
culo mientras me voy.
Entro a la cocina y mi papá mira en el congelador, su mano derecha
se encuentra en la puerta abierta. Me doy cuenta de que su mano está
cortada en los nudillos.
—Oye, ¿qué te pasó aquí? —digo, acercándome y tomando su
mano.
¿Cómo no vi esto antes?
Porque sostenía sus cartas con la mano izquierda.
Y mi papá es diestro.
—Oh. —Retira su mano, apartando los ojos de mí—. Nada. Solo me
los golpeé. Ni siquiera puedo recordar cómo.
¿Eh?
Lo miro fijamente, preguntándome cómo diablos olvidó cómo se lo
había hecho. Si tuviera rasguños como esos en mi mano, estaría llorando
por ello durante días. Y no parece exactamente una vieja herida.
—¿La limpiaste? —le pregunto, sabiendo cómo es.
—Por supuesto que lo hice.
—Bueno. Bien... ten cuidado en el futuro.
Tomando el relevo de mi papá, hojeo, alcanzando el helado. Tiene
viruta de vainilla y chocolate con menta.
—¿Qué te apetece? —le pregunto.
—Chocolate con menta.
—Yo también. —Le sonrío.
204
No perdono la violencia, pero... él hizo eso por mí. Fue allí y dio una
paliza al tipo que me había drogado y lastimado porque... mi padre me
quiere.
Puede que no sea la forma ideal de mostrar tu amor a alguien. Pero
es la manera de mi papá.
—Papá... ¿Tú... golpeaste a Leo Parsons?
Sus ojos se deslizan a Ares y luego de vuelta a mí. Entonces, se
encoge de hombros. —Sí. Y lo haría de nuevo en un instante. Después de
lo que te hizo, el bastardo tuvo suerte de que no lo haya matado. ¿Y sabes
lo que encontré en su bolsillo? Una bolsa de esas jodidas píldoras que
probablemente planeaba usar en otra persona.
Lo miro con incredulidad, con la emoción nadando dentro de mí.
—Podrías haberte metido en problemas, papá.
—Necesitaba que le enseñaran una lección.
—Espera. Ella dijo que fueron un par de muchachos. —Mis ojos se
vuelven hacia Ares—. ¿Ares?
—Arianna.
—¿Fuiste con mi papá y golpeaste a Leo Parsons?
Mira a mi papá antes de mirarme. —¿Quieres la verdad?
—Siempre.
—Por supuesto que lo hice.
—Pero... ni siquiera estábamos juntos entonces.
—¿Y? —Se encoge de hombros—. Ese maldito te hizo daño. Así que,
lo lastimé. Varias veces.
Los miro a los dos, llena de tanto amor por ellos que podría estallar.
Se arriesgaron tanto por mí. Mi padre habría sido despedido sin lugar a
dudas y muy probablemente procesado. Lo mismo para Ares. Tal vez
habría perdido su contrato y hubiera sido procesado.
Mi labio comienza a temblar.
—Yo-yo... gracias. A ambos. Mucho. —Sé que les estoy dando las
gracias por darle una paliza a Leo, pero no sé qué más decir.
—No me lo agradezcas —dice mi papá con rudeza. Puedo escuchar
la emoción espesa en su voz—. Soy tu padre. Eso es lo que hacen los
padres. —Empuja su silla hacia atrás—. Necesito usar el baño.
Sale de la habitación y lo miro fijamente.
—Sabes que el entrenador se va allí para llorar. —Ares se ríe
suavemente.
—Mi papá no llora.
Ares me agarra, me saca de mi silla y me sienta en su regazo, su
mano grande ahuecando mi nuca. —Noticias de última hora: los hombres
206
lloran, nena.
—¿Lloraste por mí? —pregunto burlonamente.
—Un jodido río. —Me mira fijamente, y trago al ver la seriedad en
sus ojos.
Miro la puerta por la que acaba de pasar mi papá. —¿Crees que
debería ir a verlo?
—No —se ríe—. Dale un minuto. Deja que se quede con su hombría.
—Bueno. Es que… no puedo creer que ambos hayan hecho eso.
Darle una paliza a Leo de esa manera... por mí.
—¿Revelación completa? —dice, todavía mirándome a los ojos.
—Siempre.
—Créelo. Porque no hay una sola cosa que no haría por ti, Ari. Te
amo.
Presiono mis labios contra los suyos, besándolo. —Yo también te
amo.
207
Traducido por Miry
Corregido por GraceHope
***
—¿Eh?
Desliza los brazos alrededor de mi cintura, acercándome.
—Dijiste, si te casas conmigo. No me di cuenta de que estaba en
debate.
—No me di cuenta de que era una conclusión establecida.
Su frente se eleva. —¿Revelación completa?
Mis labios se curvan en una sonrisa. —Siempre.
—Sucederá, nena. Tal vez no hoy, mañana o la próxima semana.
Pero sucederá. Me arrodillaré y te pediré que seas mía para siempre.
Mi aliento se acelera. —Ya soy tuya.
—Bueno, llámame anticuado, pero quiero que sea oficial. Quiero
mi anillo en tu dedo y mis hijos en tu vientre.
Es mi turno para elevar la frente. —¿Tendremos hijos?
—Al menos cuatro —dice.
—¿Cuatro? —Casi grito, mis ojos se abren ampliamente. Pensé que,
cuando llegara el día en que tuviera hijos, tendría dos. Uno de cada uno.
—Dije, al menos cuatro.
—Dulce Jesús. ¿En qué trabajas, tu propio equipo de fútbol?
—Una vida, Ari. Trabajo por una vida contigo.
Mi corazón se abalanza y se sumerge.
—Lo quiero todo contigo... matrimonio, hijos, hogar, todo lo que
puedas imaginar.
Lo miro fijamente, sonriendo y pasando mis dedos por su cabello.
—Yo también lo quiero. No estoy segura de la cantidad de niños —Le
sonrío—, pero definitivamente quiero que mi vida sea contigo.
—Pondremos una marca sobre el número de niños para volver a
discutirlo más tarde, pero seguiremos practicando para hacerlos.
—Ahora, estoy de acuerdo con eso.
Me pongo de puntitas y lo beso. Sus dedos agarran la tela de mi
vestido en la espalda, su lengua se desliza en mi boca.
—Múdate conmigo —dice de la nada.
Me inclino hacia atrás, mirándolo a los ojos, preguntándome qué
demonios le ha pasado esta noche.
—¿Dónde está mi Ares, y qué has hecho con él?
Se ríe, y mi estómago se contrae de la manera más deliciosa. —Solo
observé a Zeus y Cam hoy... Siempre supe que te amo y que te quiero,
pero verlos hoy... quiero todo esto para nosotros, Ari.
Mis labios se curvan en la sonrisa más grande.
213