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¡Conviértete!

Estamos entrando en un período de fechas litúrgicas muy importantes que preceden la Semana
Santa. La cuaresma es uno de los tiempos fuertes de la vida de la Iglesia que nos prepara a
celebrar el misterio de la Pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
El Miércoles de Ceniza marca el inicio de los 40 días de Cuaresma, en los que la Iglesia convoca
a los fieles a la conversión y a la preparación para vivir los misterios pascuales. La palabra
'cuaresma' proviene del latín cuadragésima, es decir, 'cuarentena' y designa los 40 días.
Precisamente, la duración de 40 días procede de varias referencias bíblicas y simboliza la prueba
de Jesús de permanecer cuarenta días en el desierto (Mt 4, 1-11). También simbolizan los 40 días
que duró el diluvio (Gn 7, 12) y los 40 años de la marcha del pueblo israelita por el desierto (Ex
13, 17-18).
El acto de imposición de las cenizas que se realiza en este día cobra un sentido profundo. En sí
mismo, la palabra ceniza proviene del latín "cinis". En efecto, la ceniza representa el producto
de la combustión de un elemento material por el fuego. De manera simbólica, representa la
muerte, la humildad y la penitencia.

De acuerdo al Libro de Génesis, la ceniza representa el origen del ser humano: "Dios formó al
hombre con polvo de la tierra" (Gn 2,7). Eso es lo que significa el nombre de ‘’Adán’’. Y se le
recuerda enseguida que este es precisamente su fin: ‘’Hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella
fuiste hecho’’ (Gn 3, 19).

Por extensión, la ceniza representa la conciencia de la nada, de la nulidad de la creatura con


respecto al Creador, según las palabras de Abraham: ‘’Aunque soy polvo y ceniza, me atrevo a
hablar a mi Señor’’ (Gn 18, 27).

Al imponer las cenizas, el sacerdote expresa algunas de las frases extraídas de las Sagradas
Escrituras: “Conviértete y cree en el Evangelio” (Mc 1, 15); Acuérdate de que eres polvo y al
polvo volverás (Gn. 3,19). Se nos recuerda la necesidad de conversión que en el Tiempo de
cuaresma tenemos que reforzar.

El Miércoles de Ceniza está muy unido con la penitencia. En el mundo hebreo, esta se expresaba
durante la penitencia pública solemne en donde el penitente se cubría la cabeza de ceniza y se
vestía del paño llamado cilicio.

Para todos los cristianos, la Cuaresma adquirió un sentido penitencial casi 400 años después de
Cristo. A partir del siglo XI, la Iglesia en Roma impuso las cenizas como signo penitencial y de
conversión, desde la perspectiva del Antiguo Testamento.

En este tiempo de pandemia, que ha golpeado a toda la humanidad, estamos llamados a renovar
nuestro corazón con la gracia de Dios que se ofrece gratuitamente en este tiempo de gracia.
Aprovechemos el mensaje del papa Francisco, que nos invita a vivir una nueva experiencia con
Cristo.

P. Sébastien Bangandu, a.a.

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