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La visitante

Cuando me preparaba para vestirme la sentí llegar, mi respiración de una vez se cortó y
se empezó a volver más lenta aunque mi corazón al contrario se aceleró; quedé
petrificado; mis manos empezaron a moverse involuntariamente como si me dieran
leves corrientes eléctricas, y a los pocos segundos esas corrientes bajaban por todo mi
cuerpo acompañadas con un frío desolador que me helaba y me hacía sudar al mismo
tiempo, traté muy lentamente de terminar de vestirme, no quería encontrármela de frente
estando desnudo, esta vez no, así que armé todo el valor que pude para terminar de
ponerme mi ropa y esconderme en la esquina del armario y la cama, esa brecha que
consideraba segura, metí mi cabeza en mis piernas y traté de hacer el menor ruido
aunque mi cuerpo no dejaba de tintinear.

Escuché los pasos que subían la escalera y ya no solo temblaba yo sino la cama y el
armario en el que estaba, la vi entrar, era tan grande, y oscura que cubrió toda la
habitación de una sombra densa y pesada, sus brazos eran negros y largos, se enredaban
entre sí como mis auriculares en mi bolsillo y cada vez crecían más, crecían hasta tocar
las paredes y rasguñaban haciendo aquel asqueroso ruido que taladraba mi cerebro, me
tapé los oídos con mis manos y no aguanté más, grité, grité con todas mis fuerzas y sus
ojos amarillentos se fijaron en mí, se acercó tan rápido que no me permitió reaccionar
cuando ya estábamos cara a cara, jadeaba viéndome fijamente, sentía ese nauseabundo
olor que me provoca náuseas, babeando abrió su gran boca para devorar mi cabeza, pero
no sé cómo me escabullí por medio de su densa sombra, arrastrándome por el piso
llegué a la puerta y al abrirla me enredó con sus brazos apretando mi cuello, yo
intentaba zafarme y respirar a la vez, sentía que moría, sentía que era mi último día y
cuando ya estaba perdiendo las esperanzas, y cuando ya me iba a dar por vencido, saqué
mi último aliento para luchar contra ella y liberarme, corrí con todas mis fuerzas, baje
las escaleras casi cada cuatro escalones por paso, corrí con mucha prisa por el pasillo
hasta la puerta de salida, esta vez no mire atrás si me perseguía, esta vez huiría tan lejos
donde nunca más me encontrara, pero esta vez como las otras sabía que tendría que
volver a luchar con aquella visitante llamada ansiedad.

Hellen

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