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0 EL SIGLO DEL POPULISMO vinculaba de ninguna manera a la critica de un modo de produccién, De ahi la tentacién de ver a los regimenes popu tas nada mas que como reformismos equivocos, en iltima ‘ionarios, aliados de facto del gran © de entenderlos solo como un fendmeno de transi- lo que estos enfoques de los afios 60 resultan totalmente incapaces de comprender es especialmente el populismo contemporaneo. Porque lejos de ser la marca de un arcaismo, apunta mas bien ahora a un futuro tan brillante ‘como preocupante. A la vez, solo es posible captar su fuerza si se reconsidera su naturaleza sobre otras bases. El hecho que las sociedades contemporsneas se hayan convertido: sociedades de individuos que ya no pueden ser aprehendig solo en términos de clases, invita a pensar el populismo act el marco de las indeterminaciones que estructuran propia democracia. Esto, a su vez, conduce a releer con dispositive conceptual la historia del populismo latino: ricano. Y a considerarlo en su caracter de arcaismo pari jicamente devenido en precursor. 18. En su gran clisico, Politica y sociedad en una época de| 1968), Gino Germani propone no como una expresion de la di dicional y la sociedad moderna, Obsérvese que los recientes 4 Historia conceptual: el populismo como forma democratica En los capitulos anteriores hemos descripto algunas expe- riencias y momentos histéricos en los que podrian resonar ciertos rasgos caracteristicos de los populismos contemporé- de tales ecos del pasado, por muy ‘ne en si misma ninguna virtud iva. Es simplemente una invitacién a ampliar el marco indeterminaciones de la demo- Es desde esta perspectiva mas general, en si misma de una larga historia de la experiencia democratica, debe entenderse la esencia de los populismos, tanto en lo que los une como en aquello que los diferencia, lo hablamos de las indeterminaciones de la democracia I hecho de que las nociones que parecen fundarla la con mayor evidencia -las del poder y el puel 152 EL SIGLO DEL POPULISMO en primer lugar han permanecido abiertas a miiltiples inter- pretaciones, eventualmente contradictorias. El proyecto democritico hizo de lo politico un campo permanentemente abierto por las tensiones ¢ incertidumbres que lo sustentaban. Si ahora se lo considera como el principio organizador ineludible de cualquier orden politico justo, el imperativo que esta evidencia traduce fue siempre tan ardiente como impreciso. Fundadora de una experiencia de libertad, a democracia constituyé en todo tiempo una solucién pro- blematica al propésito de instituir una sociedad de hombres libres. En ella se enlazan desde hace mucho el suefio del bien y la realidad de lo impreciso. Esta coexistencia tiene la pecu- liaridad de no deberse principalmente al hecho de constituir tun ideal lejano en el que todo el mundo estaria de acuerdo, remitiendo las divergencias sobre su definici6n a los medios necesarios para realizarlo. La historia de la democracia no es solo la de una experiencia contrariada o la de una utopi traicionada. Lejos de corresponder a la mera incertidumbre pri sobre los caminos para su implementacién, el sentido fh tuante de la democracia es, de manera mas fundament parte de su esencia. Evoca un tipo de régimen que no cesado de resistir a categorizaciones irrebatibles. De a viene la particularidad del malestar que subyace en su ria. La procesién de decepciones y la sospecha de trai que siempre la acompafiaron han sido tanto mas vi cuanto que su definicién no lleg6 a concretarse nunc: fluctuacién hace de disparador de una bisqueda y una) tisfaccién que son al mismo tiempo dificiles de explical comprender la democracia hay que partir de esto: en entrelazan la historia de un desencanto y la de una i minacién. El avance del populismo en el siglo XI sei en esta historia problematica. Lo cual puede ser claramente si se recuerdan algunas de las aporias rantes de la democracia. HISTORIA APORIA ESTRUCTURANTE 1: EL PUEBLO INHALLABLE Al tiempo que se imponia la idea general de pueblo sobe- rano, la figuracién y la expresién de esa potencia anénima e imperativa no cesaban de ser discutidas. Desde el tiempo de las revoluciones fundadoras, el pueblo fue percibido como un amo indisociablemente imperioso y problematico, Por miil- tiples razones. En primer lugar, a causa de la oscilacion semantica entre las nociones de populus y plebs. Por un lado, |a vision objetiva y positiva de la generalidad social, el pueblo. cin como expresién de la raz6n piiblica y del interés gene- Por el otro, desde una perspectiva sociolégica mas ida, el espectro de la plebe amenazadora o de la multi- tud gobernada por las pasiones mas. apremiantes. En Francia, la discusi6n de la primavera de 1789 sobre el nombre que Alebia darse a la nueva asamblea surgida de la autonomizacion el Tercer Estado dio cabal testimonio de la dficultad de los untemporaneos al respecto. Muchas fueron las reticencias a eptar la propuesta de llamarla “Asamblea de los represen- ites del pueblo francés”.? “Una palabra apta para todo”, jo desde varios sectotes, mientras que Mirabeau, el pro x de la formula, daba marcha atris concediendo: “La bra ‘pueblo’ significa necesariamente tanto demasiado demasiado poco.” La propuesta alternativa de “Asam- Nacional” obtuvo entonces la unanimidad de los votos miti6 no profundizar en el tema del sujeto vivo de la racia. li de esa tensi6n entre plebs y populus, que podria w “arcaica” por ser de un orden casi predemocratico, \6 de plantear problemas la distincién entre pueblo. 3 en Le peuple introuvable. Histoire de la \ratique en France, op. ct 154 EL SIGLO DEL POPULISMO cuerpo civico y pueblo social. Mientras que el primero es necesariamente Uno, figura alternativa de una soberania antes encarnada en el cuerpo del rey, el segundo se manifiesta siem- pre como plural y dividido: solo existe en forma de grupos sociales diferenciados y de opiniones diversas. Sefialemos que esa distincién no ces6 de crecer en un mundo donde se ha descartado el ideal de unanimidad. El pueblo como totalidad, considerado en singular, se ha vuelto “inhallable”. Lejos de formar un bloque cuya sustancia se expresaria en la unani- midad, no existe sino en forma de diferentes manifestaciones sensibles, las del pueblo electoral, las del pueblo social, que podria calificarse también de “activo”, y del pueblo-principio, Cada una de ellas expresa una dimensién precisa del pueblo- cuerpo civico. El pueblo clectoral es el més simple de apreciar por cuanto, toma consistencia numérica en las urnas. Se manifiesta inme> diatamente en la divisién entre mayoria y minorias. Si embargo, es mucho mas inapresable que lo que este dato ai mético primario indica. La expresién electoral suele estar fu temente diversificada, declinando el pueblo-opinién numerosas etiquetas. La operacién electoral misma esta de representarlo por entero. Persiste, en efecto, una mai ausencia de los no empadronados y de los abstencioni distancia de los votos en blanco o nulos. Este pueblo el «sobre todo evanescente, y se manifiesta de una manera. tivae intermitente que fluctia al ritmo de los escrutinios. estas caracteristicas no parecen destinadas a priori a a la cabeza en cuanto expresién adecuada de la social, Ahora bien, sus titulos para ocupar ese rango’ De hecho, la prucba electoral permite cerrar las cont nadie puede discutir la materialidad de la cifra $1 cifra 49, Ademés, la fuerza de la eleccién se debe a sus raices en el reconocimiento de una forma de igual cal traducida por el derecho de todos de acudir a las sus resultados dividen, el procedimiento que la fur HISTORIA ass ‘Mientras que el pueblo electoral erige un poder que adopta episédicamente la forma de una mayoria, el pueblo social -el que toma la palabra, firma peticiones, participa en manifes- taciones, se compromete en asociaciones- aparece como una sucesién ininterrumpida de minorias, activas o pasivas. Es suma de protestas € iniciativas de todo orden, denuncia de situaciones vividas como infraccién de un orden justo, mani- festacién sensible de lo que conforma o disuelve la posibilidad de un mundo comin. Es un pueblo-flujo, un pueblo-historia, tun pueblo-problema. Este pueblo social es la verdad proble- rica del ser-juntos, de sus abismos y sus mentiras, de sus promesas y sus incumplimientos. En este aspecto puede ser considerado como una figura de la generalidad social. No lo instala en esta cualidad la unidad de un sentimiento, sino el entrelazamiento de los temas que componen el vinculo colec- tivo por él urdido. Se podria agregar que el pueblo de las ‘encuestas se manifiesta como su doble y su sombra a la vez, parte pasiva sumergida del pueblo activo que es visible a los r vida a ese principio, conservar lo que constituye el bien manera mas estructural y mas claramente piiblicz thos fundamentales. Estos derechos son, en el estricto lo del término, bienes ptiblicos no rivales: todos pueden iarlos sin que nadie esté privado de ellos.’ Constituyen iablemente la ciudadanfa del individuo como forma 156 EL SIGLO DEL POPULISMO de pertenencia a la colectividad, y la humanidad del hombre como reconocimiento de la irreductible singularidad de cada cual. En ellos se enlazan perfectamente el todo y las partes de la sociedad. Su respeto implica que todas las voces son escuchadas, que todos los margenes son tenidos en cuenta. El sujeto de derecho es por eso la figura misma de este pueblo: L reduce a lo esencial sus miltiples determinaciones, encar- nandolo de una manera en la que todos pueden reconocerse perfectamente. Este paso de la sociologia al derecho se siente tanto més necesario en el mundo contempordneo cuanto que las antiguas categorias descriptivas de lo social han perdido su pertinencia. La sociedad esta constituida cada vez menos por identidades estables: ahora son sobre todo principios de composicién los que determinan su naturaleza. Asi pues, el sujeto de derecho es hoy el hombre mas concreto que existe, Es la figura directamente sensible de todos aquellos que son discriminados, excluidos, olvidados. Se enlaza asi al recono: cimiento de las singularidades; cada individuo puede pr tarse en él. Lejos de remitir a una abstraccion, es él qui encatna ahora mas visiblemente la idea de comunidad polit Mis alli de la diversidad de estas figuras del pueblo sible, lo que no ces6 de exacerbarse es la tensidn enti principio politico de la democracia y su principio sociol6 en general. En rigor, la politica moderna confia el p pucblo en el momento en que su proyecto de emaneij conduce paralelamente a entender en abstracto lo social la especie de lo sagrado del individuo, ligado a la afin de los derechos del hombre. Su principio politico co potencia de un sujeto colectivo del cual el principio gico tiende a disolver su consistencia sensible y a re visibilidad. En un primer momento, la nocién de sol del pueblo se adapté muy bien a esa tensién, cuando taba a definir un principio de oposicién y dife frente al pasado (con la critica de la tirania y del a © en relacién con el mundo exterior. O incluso HISTORIA, estructuracién de la sociedad en clases claramente definidas la tornaba facilmente representable, como ocurrié con las sociedades industriales al modernizar las antiguas sociedades de corporaciones. La entrada en sociedades de individuos modificé los términos de esta legibilidad de lo social en la cual se enraizaba la idea tradicional de pueblo (véase el pue- blo de Hugo, Michelet 0 Proudhon). ¥ esto tanto mas cuanto que el imperativo de igualdad, requerido para hacer de cada cual un sujeto de derecho y un ciudadano en toda regla, implica considerar a los hombres de manera relativamente tracta. Todas sus diferencias y distinciones deben ser pues- a distancia para considerarlos solo en su comin y esencial cualidad: la de sujeto auténomo. Dicho con otras palabras, la sacralidad juridica del individuo lo que conduce a recha- ar por arcaica e insoportable cualquier aprehensi6n sustan- tial de lo social. Por esta raz6n, la sociedad democratica ‘entratia una critica permanente de instituciones que pudieran ncadenar a los hombres a una tinica naturaleza, haciéndolos itonces dependientes de un poder exterior a ellos. Si se con- ia poniendo en primer plano la asignacién a determinada nntidad (de raza, identidad sexual, etc.), es porque se la ibe como negacién de universalidad y del derecho a ser individuo cualquiera.4 Asi pues, todo se conjuga para que ieblo se haya desvitalizado en la democracia contempo- ., aun cuando la impresién de los ciudadanos de ya no poder sobre el curso de las cosas los incita a encontrar ino de una soberanfa mAs activa. s Pues, como alguien. Pero al cerrado en una categoria, ver negada EL SIGLO DEL POPULISMO. APORIA ESTRUCTURANTE 2: LOS EQUIVOCOS DE LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA Los equivocos en la implementacién de la soberania del pueblo derivan del hecho de que su poder no se ejerce de manera directa: pricticamente, solo puede adquirir forma mediatizado ¢ instrumentalizado por medio de procedimientos representa~ tivos. Esta constatacién fue central en la obra constitucional de los padres fundadores norteamericanos y franceses, para quienes la democracia se definia, remitiéndose a la Antigiiedad, por la existencia de un pueblo reunido en el foro capaz de ser al mismo tiempo legislador y magistrado, Pero esta evidencia’ aparente encubrié siempre una ambigiiedad mayor. Por un istema representativo fue considerado como un si io técnico determinado por una exigencia purat siones). Enfoque del que se desprendi semejante sistema no era sino un mal menor, el sustituto zado de un imposible gobierno directo de los ciudadanos constitu‘a, en términos absolutos, el sistema politico ideal, por otro lado, la instauraci6n de procedimientos represt vos estuvo relacionada también con una visién propia positiva de sus virtudes intrinsecas. El gobierno re fue considerado entonces como una forma politica ori especifica que definfa un tipo inédito de régimen, afiadi pues, una cuarta especie a su tipologia clasica.5 Est enfoques eran contradictorios por lo mismo que el representativo era entendido, en el primer caso, como ite de la democracia, ‘tuia mas bien una superacién o una limitacién de frontera entre ambas concepciones empez6 a desc ir imponiéndose la denominacién “democracia rept 5. Que distingufa la monarquia, la aristocracia y la HISTORIA 159 querian “terminar la revolucién” en Francia) y la democracia directa-inmediata. Es importante precisar esta distinci La visi6n del gobierno represent clectiva se declina en cuatro planos: En cuanto a la concepcion de la eleccién. Se la entiende 10 un mecanismo de seleccidn (término que aparece cons- Se emparenta con un proceso de seleccién y deteccién de cierto niimero de cua- incula, pues, con la idea de examen 0 concurs \demas frecuente advertir el paralelo establecido en el lo XIX, al hablar algunos de “eleccién cientifica o intelec- de pruebas. de una diferenci telectual y moralé en los dos continentes, a los términos jad”, “virtud”, “sabiduria”). Se entiende por tanto representantes forman una élite. Incluso los padres 's norteamericanos solian emplear al respecto la ristocracia natural” (impronunciable en Francia . Feaparecerd con Bona- No se luce de demandas sociales dispersas, sino que se lo cons- capaces sur le veto royal, Vers padres fundadores nor 160 EL SIGLO DEL POPULISMO truye a partir de una comprensién global de la situacién de la sociedad y sus necesidades en un momento dado. En el lenguaje de los federalistas norteamericanos, para especificar el vinculo representativo se utilizaba la formula “conoci- miento de los intereses generales de la sociedad” (Hamiltor ‘Al mismo tiempo, se ponian en primer plano las “variables de ligaz6n”: fidelidad, confianza, dependencia. - En cuanto a la naturaleza del gobierno representativo. De distinta naturaleza que el gobierno democritico, consti- tuye, como hemos visto, un tipo de régimen politico original. La democracia inmediata se opone punto por punto a esta concepci -En cuanto ala concepcién de la eleccién. Es considerada como una reproduccién. Juega aqui la idea de una represen- tacién-espejo tal como la definié Mirabeau al sefialar que la buena composicién de una asamblea debia ser “a la naci lo que un mapa reducido es a su extensi6n fisica; parcial completa, la copia debe tener siempre las mismas proporcit nes que el original”, En este caso, no puede compararse e el modelo del examen o el concurso, sino con el de la minacién de una muestra aleatoria |tirage aléatoire échantillon}. Aqui, a la elecciGn-seleccién de eminenci opone més bien el modelo del sorteo [tirage au sort] fu nalmente adaptado para reproducir algo del orden de lo} quiera, o el de la eleccién proporcional, destin: representar a la sociedad en sus diferencias. ~ En cuanto a la relacin representantes-represet Se constituye en base a una similaridad, a una pi ‘Esos elegidos son siempre vosotros”, escribia Nec! estigmatizar a los defensores de esta orientaci6ny Réflexions philosophiques sur 'égalité’ “y vosotros 7, Publicadas en 1793 en el anexo a su Révolution fra n (Ewvres completes de M. Necker, Paris, 1821, t. Xe HISTORIA 161 exactitud perfecta. Su interés, su voluntad son los vuestros, y ningiin abuso de autoridad por parte de estos nuevos her- manos gemelos os parece posible.” Al sefialar que el término ‘representante” daba entonces “la idea de un otro si mismo”, cl propio Necker destacaba la pregnancia de esta vision de una relacidn de similaridad. En Estados Unidos, el tema fue también un leitmotiv de la oposicién de los antifederalistas a Hamilton y Madison. Ellos también hablaban de una repre- sentacién sustancial que deberia ser “Ia verdadera imagen del 9s términos likeness, resemblance apatecian todo tiempo bajo sus plumas. - En cuanto a la epistemologia del interés general. Se ve este resultar de una experiencia compartida con la gente n, de una confrontacién directa con las expectativas les, de una simpatia con los suftimientos de la sociedad. En cuanto a la naturaleza del gobierno representativo. $e lo concibe en este caso como un equivalente funcional del al de una democracia directamente injertada sobre las sesidades y los sentimientos de la sociedad. Fisos dos tipos ideales no recortan dos campos 0 dos ideo- las opuestas, aunque hayan tenido sus respectivos y muy intérpretes. Marcan mas bien los dos polos de una ue hizo sentir sus efectos en todas partes, aunque ula caso de un modo especifico. El elector aspira a ser Wviduos que expresen sus expectativas y hablen in que se manifiesta también en la diferen- EL SIGLO DEL POPULISMO APOR[A ESTRUCTURANTE 3: LOS AVATARES. DE LA IMPERSONALIDAD Es propio de la democracia situar la voluntad general en el puesto de mando. Si la ley expresa esta voluntad general, es por ser producto del consentimiento de todos. Generalidad ¢ impersonalidad son los dos rasgos complementarios que la caracterizan, por un lado en su cualidad sustancial y por el otro en la forma del poder que ella ejerce. La democracia puede mandar sin oprimir porque se la considera estructu- ralmente objetiva, imparcial, desprendida de todo propésito interesado. Es el amo justo por excelencia, una potencia de orden que obliga a los hombres sin sojuzgarlos; ella obliga sin violentar ni humillar a quienes la obedecen. El reinado democratico de la ley esta por eso en las antipodas de lo que define a un poder personal: implica una despersonalizaci6n: radical del poder. Tras la caida del rey, esta fue la gran ide rectora de los revolucionarios franceses. De abi la central conferida a la instauracién de un poder ejecutivo colegi en las Constituciones de 1793 a 1795 (por eso el régil instaurado por la segunda Ilevé el nombre de “Director con un triunvirato a la cabeza del ejecutivo). Puede obset ademés que uno de los motivos decisivos para el enjui miento de Robespierre fue su pretendida intencién de aci rar él solo el poder convirtiéndose en rey. Y se rec también que la idea de formalizar un “presidente de Fi fue unénimemente rechazada tras la abolicion de la quia en agosto de 1792. 8. Acerca de este rumor revelador, véase Bronislaw Baczkoy pierre-roi ou comment sotir de la Terreue”, Le Débat,n* 38, de 1986, Un Robespierre que por otro lado no habia vacilado Yo mismo soy pueblo”, indicando su pretensién de encat en Marcel Gauchet, Robespierre, Uhomme qui nous divise le cit, p82). HISTORIA, 163 En es0s afios, la despersonalizaci6n del poder corria a la par con una desvalorizacién del ejecutivo, al tiempo que la produccién de las leyes por parte de una asamblea era con- sidetada como el ndcleo vital de una Repiblica democrética. Todo cambiara al finalizar el siglo. Para conjurar la impo- tencia parlamentaria y el desasosiego intelectual de este Periodo del Directorio, se buscar4, en efecto, una espada para resolver el problema constitucional y politico francés. Con la Constitucién del afio VII, redactada para salir de la crisis, a idea dominante era la necesidad de concentrar el poder en inos del ejecutivo. Paralelamente, sera revocado el principio personalidad. “Estamos cansados de las asambleas”, ird, lacénicamente, Bonaparte.? Madame de Staél "0 caracterizar en formulas que se hicieron célebres el impacto causado por el ascenso de Bonaparte al volver de Bgipto. “Era la primera vez, después de la Revolucion, que se escuchaba un nombre propio en todas las bocas”, escribi6. Hasta entonces se decia: la Asamblea constituyente ha hecho i cosa, el Pueblo, la Convens ahora solo se hablaba de hombre que debia ponerse en el lugar de todos y volver mnima a la especie humana acaparando la celebridad para lo, cimpidiendo que ningtin ser existente pudiera adq. jamas.”! Se describia asi la despedida dada de golpe al precedente de impersonalidad. lapoledn fue el primer jefe de Estado de la era democra- jue reivindicé para si una doble legitimidad: la consa- por las urnas, pero también la de cierta ca ilo por Patrice Gueniffey, Bonaparte, Paris, Gallimard, 2013, wlame de Staél, Considérations sur les principaux: événements EL SIGLO DEL, POPULISMO del don de personificacién”,"! 0 que habia sido capaz de “absorber en si una generacién entera”;!? de tal modo que un espectador de su ascenso exclamara: “Portdis nuestro nombre. Reinad en nuestro lugar.” Pero, después de su caida, la herejfa constituida por la idea de una personifica- cién del poder unira en una misma reprobacién a liberales, republicanos, socialistas y comunistas de todas las observan- cias. Con Madame de Staél, pondran en la picota “a un hombre elegido por el pueblo, que quiso poner su yo gigan- tesco en el lugar de la especie humana”.!4 En la izquierda, la impersonalidad tendra desde entonces un rostro, el del pueblo vivo. Se trate de muchedumbres revolucionarias 0 de mayorias electorales, sus formulaciones podran variar, per la perspectiva seguir siendo aquella cuyo sentido indic6 Michelet: “Las masas hacen todo [y] los grandes nombres hacen pocas cosas, |... los pretendidos dioses, los gigantesy Jos titanes [...] no engafian sobre su tamafio mas que alzai dose frandulentamente sobre los hombros del buen gigat cl Pueblo.”!5 Ese Michelet que citaba con gusto esta frase’ Anacharsis Cloots en su Appel au genre humain: “Fra curaos de los individuos.”!6 Expresin de la que'se hard mAs tarde Léon Gambetta cuando invite a sus contemps neos de la III* Reptiblica a desconfiar de las “personalid: excesivas”. r 11, Daniel Stern, Histoire de la Révolution de 1848, Paris, 1850-1853, 3, 12. Edgar Quinet, en el prefacio de 1835 a su poema Napolé 1B. Edgar Quinet, Napoléon, ed. de 1857, p. 296. Mas tarde renegara de estos primeros entusiasmos bonapartistas. 14, Considerations sur les principaux événements de la francaise, oP. citm p. 237. 15. Jules Michelet, prefacio a Histoire romaine (1839), completes, t. 3: 1832-1839, Paris, Flammarion, 1973, pe 33% 1s Michelet, Histoire de la Révolution frangaisey liotkeque de la Peiade’ HISTORIA 165 Al comenzar el siglo XXI, la importancia creciente del poder ejecutivo, con la consiguiente puesta a prueba de su responsabilidad, volvié a poner a la orden del dia el tema de la personalizacién del poder en una democracia.!” De manera simulténea, la crisis de la representacién devolvié fuerza y sentido a cierta demanda de encarnacién, De ahi la tension consiguiente con el imperativo hist6rico de impersonalidad . APORIA ESTRUCTURANTE 4: LA DEFINICION DEL REGIMEN DE IGUALDAD. La democracia no designa solamente un tipo de régimen politico: califica también una forma de sociedad. Hist6rica- re, el término se aplicé ante todo a esta segunda dimen- En Francia, la palabra “democracia” es utilizada en la iécada de 1820 para designar a una sociedad construida bre el principio de la igualdad de derechos. Era el término publica”, y no el de “democracia”, el que servia entonces a nombrar un régimen basado en la practica del sufragio versal y en el principio de la soberania del pueblo.!* jando Tocqueville describa la América de su época, enfa- bre todo el que se tratara de una sociedad de indivi- les en libertad y en dignidad y que, més alld de la ». Asi pues, el ideal democratico fue desde el comienzo ire este punto mis desarrollos en Le bon gouvernement, 2 El buen gobierno, Buenos Aires, Manantial, icistas de la época hayan podido 1a democracia aun cuando todavia no fuera fragio censitario. Véase Pierre Rosanvallon, 4 Pépoque moderne", La Pensée politig 166 EL SIGLO DEL POPULISMO el de la formaci6n de una sociedad de iguales tanto como el de la participacién de todos en el ejercicio de la soberania Siel sentido y las modalidades de ejercicio de esa sobera~ nia del pueblo fueron permanentemente controvertidos en los términos que expusimos en paginas precedentes, el debate sobre el alcance y las formas de la igualdad democritica fue mucho mis Aspero todavia. De hecho, las diferentes percep- ciones de la igualdad entraiian consecuencias materiales € institucionales mucho més importantes que las vinculadas a los modos de ejercicio del sufragio. Lo que est implicado en este caso es especialmente toda la cuestién del Estado de bienestar. Puede ser inmensa la distancia entre la simple igual- dad de derechos y la accesibilidad de las funciones pablicas a todos, ligadas a una concepcién restrictiva de la igualdad de oportunidades, y una aprehensién avanzada de lo que una sociedad de iguales significa.!? La referencia a un mismi ideal democratico puede remitir asf a toda una variedad regimenes de igualdad, simétricamente vinculados a perc ciones muy distintas de las desigualdades admisibles. LAS DEMOCRACTAS LIMITE: LAS TRES FAMILIAS Estas diferentes figuras de la indeterminacién sul la historia politica y social de la modernidad estructui Ja democracia como un vasto campo de exploraciones y rimentaciones, y alimentando simulténeamente los de algunos y las impaciencias de los otros. Esto ex, mis que el propio término “democracia” se haya de manera muy gradual para calificar el tipo de régi el cual convenia tender indiscutiblemente. No perte 19, Véanse mis desarrollos en La société des égawx, op. HISTORIA, 167 ejemplo, al vocabulario de los constituyentes franceses y de los padres fundadores del régimen norteamericano: para cali- ficar su ideal, ellos hablaban de gobierno representativo. La palabra fue considerada durante largo tiempo como proble- matica. Tenia primeramente para algunos una consonancia arcaica y remitia sobre todo a los libros de historia.2® Para los conservadores, evocaba més directamente el advenimiento de una toma del poder por las multitudes que los hacia tem- blar. En 1848, Frangois Guizot escribia que “el caos se esconde joy bajo una palabra: democracia”.*! Del otro lado, en la década de 1840, las que se impusieron en la exhortacién a vet un mundo organizado para el bien de la mayoria ron las referencias al socialismo, al comunismo 0 a la nstauracién de una Repablica. En rigor, solo con la llegada sufragio para todos se honr6 universalmente la palabra emocracia”.#2 Pero se la comprendié de maneras muy dife- fentes. Algunos querian limitar su alcance pues consideraban eel sufragio universal no habia sido mas que una concesién rigida a canalizar la violencia social y a servir de desahogo Ja impaciencia de las masas.2 Otros querian, a la inversa, gncler su dimensi6n estrictamente procedimental a la pers- iva de realizar una sociedad-comunidad, 1), Vase Pierre Rosanvallon, “Lhistoire du mot ‘démocratie’ & is Guizot, Dela démocraticen France, Pars, enero de 1849, Palabra soberana, universal”, proseguia “Todos los partidos La sy promesasinfnita. Emy habla a todas las pasiones” (pp. 9 y 12) srupos de extrema derecha come el de Accién tas que consideraban dea expresiones més detestables de la modern sobre este punto mis desarrollos en Le sacre di citoyen. i suffrage universel en France, Paris, Gallimard, 1992, 168 EL SIGLO DEL POPULISMO Se esbozaron en este contexto diferentes figuras que con- sideran la democracia en términos que permiten estabilizar los distintos tipos de expectativas o de temores a ella asocia- dos. Lo cual significa que la establecen en concepciones que suprimen sus indeterminaciones y a la vez ponen fin a los debates e interrogaciones sobre su realizacién, En este caso hay que hablar de democracias limite, hasta tal punto con- ducen a exacerbar de manera problematica ciertos rasgos en. detrimento de otros, al precio de un posible retorno de la democracia contra si misma, Al respecto se pueden distinguir tres grandes familias: las democracias minimalistas, las demo- cracias esencialistas y las democracias polarizadas, tuvo desde el siglo XIX defensores guiados por el temor al numero y que limi- co a la instauracién de un Estado de derecho. Pero solo en el siglo XX encontraron sus tedricos. En particular, Karl Popper y Joseph Schumpeter propusieron definiciones normativas de la democracia que le dieron sistencia. Karl Popper, el fildsofo de la sociedad abierta, convertira en defensor de una concepcién negativa dé democracia en su obra La sociedad abierta y sus ene (1945), irrigada por una reflexin sobre los origenes y ¢ dos del totalitarismo. Proponia aqui reemplazar la vieja i rrogacién de Platén y Rousseau, “gquién debe goberni por una busqueda de los medios que permitan evitar la lencia y la opresidn en los cambios de gobierno. “Reali democracia no quiere decir llevar al pueblo al esforzarse en evitar el peligro de la tirana”, escribiay 24. Karl Popper, La legon de ce siécle, Pa [trad. casts La leccin de este siglo, Buenos Ais 1998]. Citamos esta com muy representativos de la también su articulo “Si HISTORIA 169) verdadero problema de la democracia [..] consiste en impedir la dictadura”, decia a continuacion, es peligroso hacer como sila palabra “democracia” significara “poder del pueblo”.25 Al seftalar que el primer fin de la democracia es impedir la dictadura, Popper consideraba que las elecciones cumplian un papel de “tribunal popular” y no constituian el ejercicio directo de una voluntad. Schumpeter ird en el mismo sentido ensu obra Capitalismo, socialismo y democracia (1942). Tam- él denunciara como peligeosa la idea de “voluntad popular”.? Aplicando a la politica su visi6n de la economia, concebird la democracia como un sistema concurrencial en el que empresarios politicos operan sobre los votos para conse- guir poder de decisién.27 En estas condiciones, insistia, “demo- cracia significa tan solo que el pueblo tiene la oportunidad de aceptar o rechazar a los hombres que han de gobernarlo”.2* Acantonada por decreto en este limite, la democracia minima tuvo una innegable fuerza de seduccion en un mundo en que Jas vsiones de lo politico estaban sobredeterminadas en parte fantasma del comunismo. Su modestia aparecia como garantia de proteccién. Esta aprehensién mfnima-negativa de la democracia encon- si su formulacién comiin en el célebre aforismo de Winston ypper, La lecon de ce sidcle, op. city pp. 131 y 89. ntad del pueblo casi no es més que “un haz indeterminado Ios que se mueven en torno a répicos dados ya impresiones ‘ph Schumpeter, Capitalisme, socialisme et démocratie, 72, p. 334 [trad. cast Capitalismo, socialismo y demo- 325) “Método democritico es aquel sistema ica enel que los individuos ‘decidir por medio de una lucha de competencia por 170 EL SIGLO DEL POPULISMO. Churchill’ En la practica, corresponderé a un mundo en el que los “empresarios politicos” de Schumpeter adoptaran el rostro de notables y de partidos que confiscaran la soberania. © bien se degradara en formas de oligarquia democritica, a imagen de lo que sucedié en Estados Unidos, donde el dinero ;pasd a ser uno de los recursos esenciales de la accién politica. Alno concebir el Estado de bienestar como uno de los pilares constitutivos de la democracia, no se preocupard en construir una verdadera comunidad ciudadana y, en consecuencia, dejar abierta la puerta a la exploracién de otros limites. En cuanto a las democracias esencialistas, se basan en la denuncia de las mentiras del formalismo democrético. Por eso suelen ser calificadas de “democracias reales”. Criticas de las visiones individualistas-procedimentales que ponen el acento’ en la figura del ciudadano-elector, identificaron el ideal demo= ceritico con la realizacion de un orden social comunitario. “ establecimiento de la comunidad es el objetivo final de democracia”, dira Etienne Cabet, primero en exponer concepcién en su Credo communiste (1841).3° La democrs comunista de Cabet era definida como una forma de soci y no como un régimen politico, con lo cual desplazabs resolvia los problemas planteados por este titimo. Una de sociedad en la que se abolia la distincién entre soci civil y sociedad politica: “Todo trabajo es una fu piblica”, decia. Para él, la sociedad, en singular, era comunidad de vida y de trabajo, una comunidad “ut y fraterna”, que hoy se llamaria autoge Marx seguir sus pasos unos afios después, al reut perspectiva con una filosofia de la historia que al 29, “La democracia es el peor de los sistemas con excep los dems.” 30. Antes habia publicado Comment je suis commun desarrollara extensamente su concepcién en Dowze lettres iste & un réfornsiste sur la communauté, agosto de 1841, HISTORIA m la humanidad la posibilidad de realizar ese objetivo, También élinvitaba a borrar la distincién entre el individuo y el ciuda- dano, con el fin de que la sociedad fuera inmediata a si misma, “significndose la vida social directamente”, segtin su célebre formula.*! Para Marx, en consecuencia, la democracia politica 10 régimen, es decir, como sistema separado de organiza- cin y regulaci6n, estaba llamada a perecer, dependiendo la organizacién social de simples principios gestionarios, Si bien la definicién minima de la democracia procura ‘ducir las indeterminaciones constrifiendo de manera “rea- 1u definicién procedimental, este enfoque esencialista nplica el proyecto de una especie de resolucién por su diso- Jucion en una perspectiva utpica de lo social. Se basa en la jdea de que, en un mundo liberado del imperio de la merean- cia y de la explotaci6n capitalista, una buena organizacién dela sociedad podria hacer desaparecer los conflictos y divi- siones. En una sociedad semejante, el pueblo formaria un onjunto unido y homogéneo en el cual las diferencias serfan wente funcionales. En consecuencia, la formacién de la intad general no resultaria de una aritmética de preferen- as y opiniones individuales expresadas en el método elec- al. Ella seria la vida misma de una comunidad unida y iada en las antipodas de la visidn liberal clasica, la sociedad como un entrelazamiento complejo posiciones e intereses divergentes e igualmente legitimos. daria también resuelto el problema de la representacién, ulucirse totalmente la expresién de la vida social en el rivo de las situaciones. No habria entonces dife- re representaci6n y conocimiento social. Aunque sada en Critique du droit politique hégélien (1842), Pari » p- 71) rdenes y m2 EL SIGLO DEL POPULISMO esta forma de democracia limite parezca alejada de nuestro universo contemporsneo, en los siglos XIX y XX ella goberné. las esperanzas con la intensidad que sabemos. La historia demostré que esa utopia “se precipitaba”, en el sentido quimico del término, en totalitarismo, toda vez que se pretendia forzar la mano a las resistencias que la realidad ‘oponia para realizarla. Como sefial6 fuertemente Claude Lefort, el totalitarismo vuelve la democracia contra ella misma al prohibir la expresién de la divisién social en nom- bre de la necesidad de superarla. Impone de este modo por la fuerza la ficcién de un pueblo-Uno al que se supone per- fectamente representado por un Partido, encarnado a su vez por su jefe y permitiendo a este diltimo, que Solzhenitsyn maba el egdlatra, decir con toda firmeza: “La sociedad soy yo.”2 De manera tal que, en el caso soviético, al cumplir supuestamente el poder-sociedad la promesa de un pleno c« trol de su destino por parte de la colectividad, result6 el m: cruel de los poderes ejercidos sobre esta. Mas implacat incluso que un despotismo extremo, ya que, a diferencia este tiltimo, que no puede negar su exterioridad, él p ser la voz y el brazo de la sociedad. Las democracias polarizadas constituyen una tercera de democracias limite. A ella pertenecen los populi Estas democracias polarizadas se definen igualmente modo especifico de resolucién de las diferentes ca indeterminacién democritica: el de su absorcién en 32. Véanse las paginas que Claude Lefort dedica a esta’ ceg6crata en Un homme en trop. Réflexions sur peuple en France, op. ct. HISTORIA 173 de las dimensiones que las constituyen. El imperativo de repre- sentacién se cumple a través del mecanismo de identificacion ler, el ejercicio de la soberania por el recurso al refe- réndum, el cardcter democrattico de una institucién por la eleccién de sus responsables, la expresién del pueblo por su confrontacién directa con los poderes, sin intermediarios. Al ismo tiempo que la concepcién de la sociedad se reduce a una dicotomia elemental. Hay asi en este enfoque populista n doble mecanismo de simplificacién y radicalizacién que conduce a una polarizacién generalizada del marco y las lidades de la actividad democrética. En la tiltima parte de este trabajo desarrollaremos precisamente la critica res- pectiva. As{ como analizaremos las condiciones en las cuales este populismo puede derivar en democradura. Estos diferentes tipos de democracia limite permiten dis- tres figuras de giro radical: la oligarquia electiva, el ismo y la democradura. La identificacién de cada una invita ano amalgamarlas. Lo cual conduce, por ejem- 10 confundir democraduras con regimenes totalitarios, permite al mismo tiempo caracterizar fuerzas de atrac- 1c estos tipos limite pueden ejercer, con los paralelismos darian lugar. Sibien el gaullismo no es, claramente, smo en el sentido amplio del término que hemos jopuesto, cabe apuntar también ciertos rasgos suyos que n acercarlo a una concepcién polarizada de la demo- wwando De Gaulle dijo la famosa frase: “En Francia, epcién. Mas préximo a nosotros, si bien Emmanuel fon es menos todavia un populista, se caracteriza no lunte por cierta tendencia a querer gohernar en confron- este punto Lou De Gaulle en son frangaise, 174 FL SIGLO DEL POPULISMO tacién directa con el pais, atribuyendo escaso valor a la inter- vvencién de los cuerpos intermedios, Asi como hemos hablado de “populismo difuso”, una historia de esta forma politica de la polarizacién democratica invita también a tener en ccucnta el campo de gravitacion que constituye su atmésfera. Tl CRITICA InTRoDuUCCION 1. LA CUESTION DEL REFERENDUM 2. DEMOCRACIA POLARIZADA VS, DEMOCRACIA PLURAL 3. DE UN PUEBLO IMAGINARIO A UNA SOCIEDAD DEMOCRATICA POR CONSTRUIR EL HORIZONTE DE LA DEMOCRADURA: LA CUESTION DE LA IRREVERSIBILIDAD EL ESPfRITU DE UNA ALTERNATIVA (Conctust6n)

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