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Maestro, ¿qué hacía antes de iluminarse?

Acarreaba agua y cortaba leña.


¿Y cuándo comenzó el sendero del Zen?
Allí, el acarrear agua y cortar leña ya no significaban
nada.
Y ahora, ya iluminado, ¿qué hace?
¡Acarrear agua y cortar leña!

EL SENDERO DEL APRENDIZ: EL PRIMER UMBRAL Y EL VIENTRE DE LA BALLENA

Cuando atendemos al llamado de la aventura siempre debemos cruzar un umbral: tomar


una decisión. Cada umbral tiene su guardián y detrás del guardián está la oscuridad y la
incertidumbre del mundo desconocido. Parece que no debemos “torear” al guardián
(protector), pero sólo sacándolo de esos límites podremos cruzar el umbral.

Inexorablemente estamos llamados a tener una lucha contra nuestros miedos para vencer al
guardián del umbral y adentrarnos en el reino de la nueva experiencia. Este primer triunfo
nos da la confianza básica en nosotros mismos para seguir adelante y con las pruebas que
tendremos que superar.

Cruzar el umbral hace que parezca que hemos sido tragados por lo desconocido y que al
mismo tiempo hemos muerto en el interior del vientre de la ballena. El cruce del umbral es
una forma de auto–aniquilación; se tiene que morir para volver a nacer, hay que destruir
para que surja algo completamente nuevo. Los guardianes del umbral se encargan de
ahuyentar a quienes no son capaces de afrontar “los grandes silencios del interior”.

El sendero del aprendiz pasa necesariamente por lo que San Juan de la Cruz llamó “la
noche obscura del alma”. O el Libro de Job llama “el vientre de la ballena”. Para transitar
este camino necesitas la mano de un guía, que te muestre dónde habitan tales peligros.
¿Dónde se conjuran los monstruos? ¿Dónde habitan? El poeta–guía–maestro nos da una
señal: Ellos no podrán encontrarte “si no los llevas ya dentro, en tu alma, si tu alma no los
conjura ante ti”.

¿Estás ahora en el vientre de alguna ballena? ¿Cómo es? ¿Qué escuchas en ese silencio y
en esa soledad? ¿Cuál es la luz que necesitas encender?

Bienvenida/o al misterio, bienvenida/o a la incertidumbre. El viaje ya comenzó, has dado el


paso necesario para el tramo siguiente: la iniciación.

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