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LECTURA -ENTRENAMIENTO FUNCIONAL

El entrenamiento funcional está de moda. Cualquier persona ciertamente familiarizada con el


mundo del fitness sería capaz al menos de reconocer el concepto, quizás porque el entrenamiento
funcional es uno de los servicios más “ofertados y promocionados” por los centros deportivos.
Tomando como referencia el TOP20 fitness trends de la ACSM, la lista de tendencias en el sector
fitness más importante a nivel mundial, y que se publica como resultado una encuesta en la que
participan miles de profesionales del sector fitness podemos confirmar que el funcional o functional
fitness se ha consolidado como una de las tendencias fitness más populares de la última década.

Gran parte de la popularidad de este “concepto de entrenamiento” se debe al esfuerzo de marketing


realizado desde las principales asociaciones, marcas, y operadores del sector fitness. Puede que el
término entrenamiento resulte algo menos atractivo, ya que puede llegar a relacionarse con el
esfuerzo que supone, pero funcional es un apellido que vende sólo. Funcional es un adjetivo de
carácter positivo, que suena bien, que inspira a calidad, versatilidad, utilidad. Lo comprobamos en
la definición de Funcional aceptada en el diccionario de la RAE:
Aunque en la definición formal no se haga referencia, funcional es un término íntimamente
relacionado con el de entrenamiento, como podemos comprobar mediante una de las formas más
certeras y simples de conocer sobre cualquier cosa a día de hoy: “buscarlo el Google”

Pero ¿qué es en realidad el entrenamiento funcional? La ACSM (Academia Americana de Medicina


y Deportes) define el entrenamiento funcional como un método de entrenamiento de fuerza
orientado a la mejora de las capacidades funcionales del ser humano como el equilibrio, la
coordinación, fuerza, potencia y resistencia. Atendiendo a esta definición, podemos entender que
el entrenamiento funcional es una rutina de ejercicios orientada a la mejora de las capacidades
físicas que se solicitan en las actividades de la vida diaria de las personas como por ejemplo andar,
transportar cargas (como la compra), incorporarse de una silla o cama, subir escaleras, o manipular
objetos.
Sin embargo, cuando analizamos las actividades ofrecidas como entrenamiento funcional en los
centros deportivos podemos llegar a sorprendernos con el diverso y ambiguo catálogo de servicios
asociado: Gomas Elásticas, Kettlebells, Fitballs, BOSUS, , entrenamiento en circuito, en suspensión,
máquinas de poleas, sandbags, battling ropes, discos de colores, Crossfit,…decenas de términos que
se asocian con el término entrenamiento funcional, pero que difícilmente pueden ser sinónimos o
relacionarse directamente con el objetivo principal que hemos mencionado anteriormente.

Uno de los pilares fundamentales de esta filosofía es la apuesta por ejercicios en los que se entrenan
patrones de movimiento en lugar de músculos, como se prioriza en los métodos tradicionales de
entrenamiento en salas de fitness de los centros deportivos.

La funcionalidad del entrenamiento, por tanto, no puede vincularse directamente a determinado


material o un tipo de entrenamiento, sino que es consecuencia de la adaptación de esos recursos
materiales y metodológicos a las necesidades particulares de los sujetos y las cualidades que se
quieran mejorar.

Debemos diferenciar, por tanto, un entrenamiento funcional genérico, que es aquel orientado a la
optimizar las capacidades físicas determinantes para mejorar en los patrones de la vida diaria, y un
entrenamiento funcional aplicado a los deportes, que es aquel que persigue la mejora del
rendimiento en la disciplina deportiva practicada.

El entrenamiento funcional aplicado a los deportes Para aplicar el concepto de entrenamiento


funcional a los deportes seguiremos la definición de Mike Boyle, autor del libro El Entrenamiento
Funcional aplicado a los deportes (2017), y un experto y referente en el campo del entrenamiento
de fuerza y acondicionamiento físico.

En su primer libro Functional Training for Sports (2007), Mike define el entrenamiento funcional
como, "una serie de ejercicios que enseñan a los atletas a manejar su peso corporal en todos los
planos de movimiento, así como mejorar las cualidades relevantes para la competición.

En su libro de seguimiento, Avances en el entrenamiento funcional, continúa diciendo que". . . La


función es esencialmente propósito. El entrenamiento funcional, por tanto, no es más que un
entrenamiento con propósito ". Tomando la palabra de Boyle, podemos determinar que el
entrenamiento será funcional sólo si tiene un verdadero propósito, un significado, y la virtud de
hacer coincidir el ejercicio de entrenamiento con las demandas de rendimiento en aquella disciplina
o incluso gesto en el que se quiera mejorar, ya sea recorrer 100 metros lisos en el menor tiempo
posible, lanzar un objeto lo más lejos posible, o la resistencia a la fatiga en esfuerzos repetidos de
alta intensidad.

Teniendo en cuenta la gran variabilidad existente entre los indicadores que determinan el
rendimiento en las diferentes modalidades deportivas, no es posible contemplar un método de
entrenamiento funcional aplicable a todos los deportes, como sí que se puede contemplar hasta
cierto punto en otros tipos de entrenamiento de fuerza o incluso hipertrofia.

Los seres humanos vivimos en 3 dimensiones, nos movemos en diferentes planos de movimiento
de los que resultan infinidad de gestos motrices. A parte de esto, la complejidad para concretar un
entrenamiento funcional aplicado a un deporte está dificultada también por el hecho de que el
resultado de cualquier acción competitiva en los llamados deportes estocásticos o abiertos está
influenciada por muchos factores, y muchos de ellos incontrolables como el contexto, la reacción
de los oponentes, las condiciones atmosféricas, incluso el azar.

Preguntas muy interesantes que podemos hacernos cada vez que elegimos un ejercicio de nuestra
rutina de entrenamiento funcional es: ¿Contribuye el ejercicio o la rutina a mejorar mi eficiencia
biomecánica? ¿Se reproducen en los ejercicios patrones de movimiento similares a los de la
“competición”? ¿Ayudan los ejercicios a equilibrar ciertas compensaciones que se producen
naturalmente en deportes asimétricos y que pueden conllevar un riesgo lesivo? ¿Puede el
organismo del sujeto ejecutar en rangos óptimos de movimiento con la estabilidad adecuada?
Haciendo el entrenamiento más funcional

El concepto funcional asociado al entrenamiento deportivo se malinterpreta en muchas ocasiones


relacionándolo directamente con el principio de especificidad, entendiéndose por entrenamiento
funcional aquel que reproduce específicamente un patrón de movimiento idéntico al de la disciplina
en la que se quiere mejorar el rendimiento.

Pero el entrenamiento específico realmente sólo puede tener lugar en el contexto competitivo,
mientras que el entrenamiento de fuerza o acondicionamiento funcional está más orientado a
mejorar el rendimiento físico-deportivo, siendo una preparación física paralela.

Aunque a lo largo del curso puede que hagamos alusiones específicas a algún deporte en particular,
es importante comprender que muchos deportes comparten más similitudes que diferencias.
Acciones como esprintar, lanzar, golpear, saltar, o la agilidad en los cambios de dirección son
destrezas que determinan el rendimiento y el resultado en una amplia gama de deportes.

Rápido es rápido, independientemente de si estamos ante jugadores de fútbol o hockey hierba. De


hecho, el entrenamiento de la velocidad y la zona media o CORE se diferencia de forma mínima
entre deportes.

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