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Pablo, un joven limeño que desde niño admiraba las fotografías de las ruinas del Cusco, trabajaba como auxiliar de
contabilidad en una empresa. Pronto, por casualidad, llego el nuevo jefe de la oficina, quien al ver atrasado el
trabajo exigió al personal a trabajar de mañana, tarde y noche. Para estimularlos, a más del sueldo y sobresueldo,
oferto premiar con un viaje turístico de ida y vuelta de Lima a Cusco a quien acumule la mayor cantidad de horas
trabajadas. Pasaron los meses y se nivelo el volumen de trabajo. Se hizo el cómputo de asistencia. Pablo salió
agraciado.
El jefe mando a comprar dos pasajes aéreos al Cusco para viajar él y el premiado. Tenían que salir a las 5.00 am del
20 de junio. Llego el día, a las 4.15 en el aeropuerto el jefe buscaba muy afanoso a Pablo.
A las 4.45 llamaron insistentemente a Pablo, por los autoparlantes. A las 5.00 am en punto salió el avión. A las 5.02
am llegaba Pablo al aeropuerto, cuando el avión ya se hallaba en pleno vuelo. Perdió el valor del boleto y la ocasión
de conocer la Ciudad Imperial. Se hizo tarde, porque al momento de salir de su casa recién se acordó de llevar ropa
gruesa; mientras buscaba y llenaba su maleta pasaron los minutos. El, como siempre, confiaba en un margen de
tolerancia. Llego más tarde de la hora de partida. El debió estar en el aeropuerto cuando menos una hora antes para
cumplir los trámites pertinentes, como se lo habían advertido. No todos, ni en todas partes toleran la tardanza. La
hora es la hora.
Llego tarde, perdió el viaje aéreo. Se puso a llorar como un niño abandonado. Recién comprendió el valor de la hora
señalada. Se arrepentía de haber estado acostumbrado a la tolerancia. Ya tarde se convenció que ser impuntual es
consecuencia de un exceso de confianza, de insensatez y de vanidad. Advirtió que para el puntual la hora existe para
conocerla y coincidir con ella. Reconoció que la impuntualidad expresa un modo de ser y de existir. Los impuntuales
que llegan tarde a las citas con a acostumbradas disculpas merecen o una sonrisa de comprensión o de compasión.
Sin ellos, el mundo no estaría tan variado pero si proliferaran se instauraría el caos.
Desde aquella tardanza, desde aquella perdida del viaje, a Pablo jamás se le presento igual oportunidad 28 años
después, ya jubilado, murió sin alcanzar sus deseos desmedidos de conocer las maravillas de Machu Picchu ,
Sacsayhuaman, Ollantaytambo, Pisac, Quenco y todo el Valle Sagrado de los Incas.
Los impuntuales:
- Siempre ponen pretextos.
- Son desorganizados.
- No tienen voluntad.
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Institución Educativa Privada
“ San ta R osa de las A mé r i c as”
Al retornar a casa.
Al acabar el recreo.
A la hora de la misa.
Al llegar al cumpleaños de
un amigo.
ACTIVIDAD DE EXTENSION
1. Consecuencias de la falta de puntualidad.
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