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LECTURA N° 15
Aquel ratón de campo se aburría de lo lindo. Estaba harto de comer siempre frutas, verduras,
nueces y demás alimentos típicos del ambiente en que vivía. Como tenía cierta cultura, sabía que en
la ciudad se vivía de un modo más variado y divertido. Abundaban las golosinas, refrescos, pescados
suculentos y otras maravillas.
Sin dudarlo, resolvió dejar el campo e irse a la ciudad. Allí su vida podría tomar nuevos
rumbos.
A mitad de camino se encontró con un primo suyo que vivía en la ciudad. Extrañado de verte
allí, le preguntó:
-¡Uf! ¡No me hables! –Le respondió éste -¡Me marcho de la ciudad! Estoy harto de la
contaminación, el ruido, el tráfico y la comida de allí. Me estoy volviendo loco. No soporto aquello,
así que me voy a vivir al campo, donde todo es tranquilidad y aire puro.
Naturalmente, cada cual siguió su camino, en direcciones opuestas. Ninguno pudo convencer
al otro de su error. Como veis, nadie está contento con su suerte. Siempre vamos corriendo tras un
sueño.
RESPONDE:
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3.- ¿Qué valor está presente en este cuento?
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LECTURA N° 15
Dos avestruces habían entablado una profunda amistad y se querían mucho. Estaban juntas
a toda hora y no podían pasarse la una sin la otra. Sin embargo, había un problema entre ellas.
-¡Hoy tenemos que jugar a lo que yo quiera! –gritaba una, enojada.
-¡De eso nada, rica! Yo tengo más ingenio que tú para jugar, y por eso quiero ver qué tal nos
sale este juego que te voy a explicar! –respondía la otra rebelde.
Estas disputas eran diarias, pues ambas querían mandar e imponer sus ideas. Al terminar la
jornada, las dos volvían a sus casas muy enfadadas. No habían conseguido jugar a nada y, además,
cenaban de mal genio.
Al día siguiente, nada más encontrarse, se reconciliaban, pero sólo para volver a empezar
con sus discusiones, apenas un rato después.
Por fin, una de ellas tuvo una idea, poco después de la consabida e inútil reconciliación.
-Mira hoy no vamos a jugar ni a lo que quiera yo, ni a lo que quieras tú Es mejor que nos pongamos
a hablar seriamente, a ver si llegamos a un acuerdo.
Por primera vez no hubo enfrentamiento. Ambas hicieron examen de conciencia y
comprendieron que la única forma de arreglar la situación era jugar un día según quería la primera y
al día siguiente según el gusto de la segunda. De esta manera no habría problemas.
Al día siguiente pusieron en práctica esta idea, y nunca más volvieron a pelearse por asuntos de
juego.
La amistad, para mantenerse, necesita con frecuencia de un diálogo sincero y abierto. ¿Están de
acuerdo, amiguitos?
RESPONDE:
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2.- ¿Cómo solucionaron el problema?
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3.- ¿Qué valor está presente en el cuento?
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