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Dilemas económicos: Teorema de Arrow


Sobre la imposibilidad de un sistema de gobierno perfecto. 

Por Carlos Lever Guzmán · 21 marzo 2014

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No.282 /
junio
2022

El
desti
no
La imposibilidad de un sistema de gobierno perfecto  de
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Si bien el economista estadounidense Kenneth Arrow ganó el premio dade
s
Nobel de economía principalmente por sus contribuciones a la teoría
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del equilibrio general, lo cierto es que pudo haberlo ganado  3 veces CONTENI
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más si esto estuviera permitido. Uno de esos premios extra, sin duda,
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hubiera sido otorgado por su teorema de imposibilidad, que si bien fue D
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descubierto por Arrow cuando apenas estaba estudiando el doctorado, C
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probablemente sigue siendo el resultado matemático más importante Ó


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para las ciencias sociales, ya que con él empezó una área de estudio S
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completamente nueva para la economía: la elección social. Esta rama A
Ñ
A
busca analizar de manera matemática la toma de decisiones colectivas,
en particular, los sistemas de gobierno.

El teorema demuestra que hay límites importantes que impiden a los


sistemas de gobierno incorporar en su toma de decisiones las
preferencias de los ciudadanos de  manera coherente y cumpliendo con
algunas propiedades deseables. El teorema asume que los ciudadanos
tienen preferencias perfectamente bien formadas y racionales sobre
todas las decisiones que deben tomar los gobiernos y que el gobierno
tiene la información completa sobre dichas preferencias. Las
restricciones del teorema sobre la toma de decisiones del gobierno
serían todavía más difíciles de superar en un mundo un donde los
individuos no necesariamente tuviesen preferencias perfectamente
racionales sobre todas las decisiones de los gobiernos. Otros premios
Nobel de economía, Hayek y Hurwicz, persuasivamente argumentaron
que es imposible lograr que los gobiernos centralizados obtengan toda
la información que necesitan sobre las preferencias de sus ciudadanos.

En este contexto, Arrow se planteó la siguiente pregunta: ¿es posible


encontrar unas reglas de decisión colectiva de manera tal que cumplan
con la siguiente lista mínima de propiedades deseables? Deben ser (1)
transitivas; (2) independientes de alternativas irrelevantes; (3)
respetar el principio de Pareto; y, (4) no ser dictatoriales. Las reglas
deben además ser capaces de dirimir las diferencias de opinión y los
deben además ser capaces de dirimir las diferencias de opinión y los
conflictos de interés entre los individuos de manera tal que siempre se
logre tomar una decisión colectiva manteniendo la coherencia bajo una
amplia gama de circunstancias y bajo la participación de individuos
que potencialmente son muy heterogéneos.

Al pedir que se cumpla transitividad e independencia, Arrow buscaba


garantizar que las decisiones colectivas sean tan coherentes como las
que tomaría un individuo racional. Por un lado, transitividad dice que si
al elegir entre jugo de mandarina o de naranja elijo mandarina, y al
elegir entre jugo de naranja y de manzana elijo naranja, entonces
necesariamente también elijo el jugo de mandarina cuando tengo que
elegir entre eso y un jugo de manzana. Independencia de alternativas
irrelevantes quiere decir que la presencia de opciones que claramente
están descartadas no debe influenciar la decisión final. Por ejemplo, si
ya decidí que quiero ir al cine en lugar de a un partido de futbol, mi
decisión sobre cuál película ver no debe depender de qué equipos de
futbol están jugando en ese momento.

El principio de Pareto plantea que la sociedad nunca debería elegir una


acción de política si existe una alternativa que sea factible y que todos
los individuos consideran que es mejor. Este es un principio
fuertemente liberal en el sentido que considera que las preferencias
individuales son sacrosantas siempre y cuando no entren en conflicto
con las preferencias de algún otro individuo. No todos los sistemas de
gobierno del mundo lo respetan. Varios sistemas comunistas o
teocráticos tienen la premisa de que existen decisiones del Estado que
trascienden las preferencias de sus ciudadanos y por ello, por ejemplo,
trascienden las preferencias de sus ciudadanos y por ello, por ejemplo,
frecuentemente imponen (explícita o implícitamente) una restricción
para que no se pueda cambiar el sistema de gobierno incluso si los
ciudadanos unánimemente lo demandan.

Las tres propiedades anteriores pueden parecer demasiado poco


ambiciosas. Un grupo de personas hablando sobre los sistemas de
gobierno podría rápidamente construir una lista mucho más larga de
propiedades deseables. Ciertamente, en ningún lugar del teorema de
Arrow se menciona el derecho al voto o la importancia de garantizar
que haya medios de comunicación libres e independientes. Sin
embargo, garantizar que se cumplan las propiedades anteriores ya es
un reto importante. Una conclusión poderosa del teorema, que se
descubre hasta que se analiza su demostración, es que ¡solo los
sistemas dictatoriales logran cumplirlas! Bajo un sistema dictatorial,
la sociedad delega todas sus decisiones a un solo individuo para que las
tome como le parezca mejor. Es intuitivo ver por qué estos sistemas
cumplen con las tres propiedades, ya que si lo único que se busca de las
decisiones colectivas es que sean tan coherentes como las decisiones
individuales, claramente se puede lograr reemplazando la deliberación
colectiva por la de un individuo.

Arrow nunca creyó que su teorema se debía interpretar como una


validación de los sistemas totalitarios. Siendo un joven judío de Nueva
York que estudió en el City College justo antes de la Segunda Guerra
Mundial y que vivió los grandes debates del periodo de entre-guerras y
de la Guerra Fría sobre las ventajas y desventajas de los sistemas
totalitarios relativos a la democracia, concluyó que se debía incorporar
totalitarios relativos a la democracia, concluyó que se debía incorporar
el requisito adicional de que las decisiones colectivas no fuesen
dictatoriales.

Pero al requerir esto se obtiene un teorema de imposibilidad donde se


demuestra que ningún sistema de gobierno es capaz de cumplir con
todas la propiedades deseables. Ninguno. Ni la democracia, ni la
tecnocracia, ni los sistemas de gobierno sobre los cuales Hammurabi
reflexionó antes de escribir su código ni ningún otro sistema de
gobierno posible en el futuro.

La única manera de evitar este negativo resultado sería reducir la lista


de propiedades que se exigen de las reglas de decisión.
Desafortunadamente, todas las propiedades descritas anteriormente
han sido extensamente estudiadas y se ha descubierto que abandonar
cualquiera de ellas trae a su vez consecuencias negativas. Por ejemplo,
el principio de Pareto tiene una larga tradición en economía y es
considerado el criterio mínimo de bienestar que deben cumplir las
políticas públicas. La mayoría de los economistas nos cortaríamos un
brazo antes de renunciar a esta propiedad.

Abandonar la transitividad es problemático porque genera poder de


agenda. Esto significa que el individuo que decide el orden en el que se
toman las decisiones (por ejemplo, la agenda de votación en el
Congreso) tiene un poder desproporcionado para influenciar el
resultado. Esto fue descubierto desde el siglo XIX por el Marqués de
Condorcet quien demostró que los gobiernos basados en elecciones
fácilmente podían caer en este problema. El resultado, llamado la
fácilmente podían caer en este problema. El resultado, llamado la
paradoja de Condorcet, fue descubierto independientemente por Arrow
cuando estaba tratando de entender las virtudes de los sistemas
electorales, aunque posteriormente supo que Condorcet ya lo había
hallado. La paradoja hizo que Arrow empezara a sospechar que los
sistemas de decisiones colectivas tendrían problemas para tomar
decisiones coherentes, lo que eventualmente lo hizo formular su
teorema.

La independencia de alternativas irrelevantes resultó ser, desde el


principio, el supuesto más controversial, ya que si bien los individuos
racionales lo cumplen, no es obvio por qué se debería exigir para las
decisiones colectivas. La mejor defensa del supuesto es que está
intrínsecamente relacionado con los incentivos de los individuos para
querer revelar sus preferencias sin mentir. Aunque el teorema asume
que el gobierno tiene toda la información que requiere sobre sus
ciudadanos para tomar las decisiones colectivas, se sabe que en el
mundo real esto es difícil porque los grupos de interés tienen
incentivos a exagerar sus necesidades y a ocultar sus capacidades para
contribuir al bien común. Se puede demostrar que al abandonar el
supuesto de independencia es imposible garantizar que el gobierno
pueda obtener la información que requiere sin que esté distorsionada.  

Por lo tanto, varios de los que llevamos años acostumbrándonos al


teorema hemos llegado a la conclusión que hay que renunciar a exigir
un sistema de gobierno perfecto. Y aunque es imposible garantizar que
un sistema político funcione bien bajo todas las circunstancias, sí es
posible encontrar muchas oportunidades de mejora para
posible encontrar muchas oportunidades de mejora para
circunstancias específicas. El gobierno puede no ser perfecto, pero es
perfectible.

Aceptar este hecho también sirve para tener una visión menos cínica
de la política y los políticos. Si bien los problemas de corrupción,
polarización y parálisis siempre imponen retos importantes a las
sociedades, no está de más tener en mente que Arrow nos demostró
que tomar decisiones colectivas de manera coherente y respetando
criterios mínimos de bienestar es fundamentalmente difícil.

GOBIERNO KENNETH ARROW

Carlos Lever Guzmán

Gerente de Investigación Económica del Banco de México y profesor de Economía Política en el ITAM.
Doctor en economía en Stanford.

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