La crítica al dualismo que realiza De Brasi plantea que sus elementos generan divisiones y

jerarquías. Es necesario ir más allá de los conceptos “naturalizados” que se han instalado en la
sociedad como si hubiesen estado desde siempre y forman parte del sentido común. Estos
binarismos aparecen como ahistóricos dentro de la historia misma. El binomio más complejo
de analizar es el de subjetivo/objetivo. Se ha instalado el concepto de que lo objetivo
prevalece frente a lo subjetivo y que por ende “tiene más verdad”.

El problema de trascender las dualidades también es planteado por Fernández, principalmente

la dualidad individuo/sociedad. Para abordar esta cuestión Fernández plantea la importancia
de derribar las universalidades y particularizar, es decir singularizar estos conceptos
universalizados para dar cuenta de la diversidad y pluralidad de la producción de subjetividad.
Así plantea lo que llama “la caja de herramientas” que consiste en constructos tomados de
Derrida (deconstrucción), Castoriadis (elucidación crítica) y Foucolt (análisis genealógico).

Guatari y Rolnik hablan de la idea de subjetividad y proponen que en lugar de tomarla como
algo del dominio de la naturaleza humana, la subjetividad es algo de naturaleza industrial, que
es modelada, fabricada, recibida y consumida. Compara la producción de subjetividad con lo
que llama el sistema capitalísitico mundial integrado y hace referencia a Marx. Se plantea que
la producción de subjetividad es la materia prima de la evolución de las fuerzas productivas.
Este análisis es más radical de lo que proponía Marx. Para estos autores, la ideología
permanece en la representación, en tanto que la producción esencial del CMI además abarca
una modelización de comportamientos, interacciones sociales, percepción, memoria, etc.

En conclusión, para abordar los problemas sociales, los tres autores aportan la importancia de
trascender el concepto de subjetividad como opuesto al de objetividad y a su vez el binomio
individuo/sociedad. Desentrañando estas dualidades, singularizando y problematizando lo que
pareciera ser “verdadero” es lo que permite abrir nuevas teorías y prácticas para las disciplinas
humanistas.