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CAPITULO 2 LA LECTURA COMO PRIMER ESLABON DE LA ESCRITURA NARRATIVA PEDRO CARRERO ERAS Universidad de Alcala 2.1. LA LECTURA EN LA FORMACION DEL ESCRITOR La necesidad de escribir obras de ficcién puede comenzar a muy temprana edad. En la vida de muchos escritores es frecuente encontrar una vocaci6n literaria precoz. Los motives pueden ser muy diversos, pero lo que es indudable es que, sea cual sea a causa por la que un nifio o un adolescente comienza a escribir poemas, cuentos algtin otro tipo de obra literaria, lo cierto es que siempre hay libros a su alcance, es decir, siempre andan los libros y la lectura alrededor de él. Hay un proceso ini- cidtico que comienza, precisamente, con la lectura. Esa lectura encuentra su terreno abonado porque el futuro escritor ha podido acceder a los libros: en su propia casa, en la escuela o en la biblioteca vecina. O porque tiene amigos y parientes que le han ofrecido libros. Estas consideraciones las podemos hacer extensivas a cualquier tipo de escritura creativa, por ejemplo, la poesia. Probablemente, Luis Cernuda, siendo un chiquillo, empezé a sentir interés por la poesia cuando leyé a hurtadillas tres tomos de Gustavo Adolfo Bécquer que unas primas habfan prestado a sus hermanas, Tam- bién podriamos decir, en el caso de Cernuda, que se conjugan los dos factores: una circunstancia o determinismo familiar y una predisposicién natural, una sensibilidad especial del futuro escritor, Por su parte, Giacomo Leopardi tenfa a su disposicién la espléndida e inmensa biblioteca del palacio de sus padres en Recanati, que contaba con 16000 volimenes y que se fue enriqueciendo hasta alcanzar los 20 000 en 1883. Sabfa tanto ya, siendo un nifio, que sus preceptores se vieron obligados a confesar a sus padres que ya no tenfan més que ensefiarle. Claro est4 que para Leopardi aquello fue, al mismo tiempo, gloria y miseria, pues con tanta lectura su columna vertebral se deformé. Como sefiala Antonio Colinas (1985: 20): pEDRO CARRERO ERAS are a Giacomo Leopardi las puetas Je eS empl de re au suerte porque en ella matara tants y ae tas i geia porque prosresivamente CBfCOmi6 uso s, [A los diez atios el padre le cultura que seria su suerte ¥ $Y PT horas de soledad y aburiicnto- sus nervios, toda su salud. e adil escaso o nulo atractivo fisico provogg ria que ata tant situacion de soledad le lee ae al rechazo de posibles novias yy aoe de la humani dad, magnificos poemas como e| : bir, para fortuna y deleite i i mente, en lo que al defecto fisico se refiere, h; ae se titula «A se stesso». Probal em ay y hablar de esto en un ensayo que ea ya une predisposicitn a ma eslabon de Ja escritura narrativa no es, pres ¥ valorar la lectura come a de Leopardi es un caso que me parece apropiado citar muy Coreen quiz porque devord demasiados libros sin mantener |, aia ica’ ° porque los sillones de la biblioteca an precisamente, lo que hoy entenderfamos como ergonémicos. Todo esto nos permite ya anticipar que es conveniente que el lector y futuro escritor conjugue lo mas adecuadamente vida y literatura. Las motivaciones que explican la propensién a la lectura pueden ser muy varia- das. Alguien puede sentirse tentado a leer porque, por ejemplo, esa actividad le redi- me de su soledad, 0 es una forma de aislarse y de defenderse frente a un mundo hostil, Deberiamos decir: frente al mundo, que es hostil. La lectura se convierte, asi, en un asidero y en un refugio. Y como refugio cabe también interpretar la consi- guiente escritura. No ser extrafio que lo que escriba sea una visién amarga y critica de la realidad, pero también cabe esperar otro tipo de obra, por ejemplo, orientadaa la ironfa, el desenfado, el humor y la sdtira. De todas formas, elija los registros lite- rarios que sean, el escritor ser siempre un inconformista, 0, como dice Mario Vargas Llosa en su discurso del Premio Nobel, Elogio de la lectura y la ficcidn (2010: 2-3): ‘A su desgracia hab Lo quieran o no, lo sepan 0 n0, los fabuladores, al inventar historias, propagan la insatsfacci6n, mostrando que el mundo esté mal hecho, que la vida de la fantasta es més rica que la de la rutina cotidiana. Esa comprobacién, si echa rafces en Ta sensibilidad y !* conciencia, vuelve a los ciudadanos més dificiles de manipular, de aceptar las mentires quienes quisieran hacerles creer que, inquisidores ros vive! , entre barrotes, si " quisidores y carceleros viven ™ Otros regi . cién hacia i lectun y le coin Al motivaciones diferentes que explican la yer’ porque, aun habiendo sido feliz su Alguien puede sentirse tentado a leer ¥ escribit momento en que lee y escribe, se su infancia y adolescencia, aun siendo feliz ni la Iectura ni la escriture og wente: Con ello, mucho més realizado. Ba $$ cas ‘on, necesariamente, un refugio, sino una forma més vivir la vida en pleni 4 alberga un lectory paar tiene por qué ser amargura en los motivos av mes. Gi en la obra de muchos escritores s. La busqueda de la belleza por la bellez4 estt aprendi ; Por ejemplo, ; t aprendievon desde muy j6venes el latin a aquellos de los sighos xVIll Y uxt t los y a imitarlos, y el griego, y de ahi a leer a los clésieo™ LA MECANICA DE LA ESCRITURA CREATIVA: EN BUSCA DE UNA VOZ PROPIA 41 Sera arriesgado decir que los escritores consagrados han leido mucho. Hay quien Confiesa lo contrario, por ejemplo, Rafael Sénchez Ferlosio, pues ante la pregunta de un periodista (entrevista en 2015) sobre si fue un nifio muy lector, contesta: R.-Qué va, Me estorbaba lo negro. Antes de los veinte afios, yo habia leido poco mis que a Salgari (en italiano) y a la Baronesa Orkzy, entonces muy de moda. Julio Verne mas bien me cansaba. Me gustaba mucho Tremal-Naik, el amigo de Sandokan, que iba a todas Partes con un tigre. Pero he sido un lector tardfo, y nunca he dejado de ser un vago. A la Universidad iba sin cartera, con las manos en los bolsillos. En realidad, yo he lefdo muy Poco. Poquisimo. Ya no te digo si me comparo con Tomés Pollin o con Eugenio Gallego. Ellos lo han lefdo todo. Yo solo he lefdo unos cuantos libros, sobre los que he vuelto una y otra vez. Pero tampoco podemos creer a pies juntillas lo que dice Ferlosio: hay que tener en cuenta que su padre era escritor, los libros siempre estuvieron a su alcance y su cultura hace referencia a la lectura de muchos libros, no tanto a novelas (que le aburren y de las que desconfia), pero si a ensayos. Sabemos, ademas, que ha lefdo a Kafka, que es como decir que ha lefdo todo lo que hay de esencial en la narrativa del siglo xx. De cualquier forma, y cifiéndonos a la literatura de ficcién, seria raro encontrar aun narrador que no hubiera lefdo, al menos, unas cuantas novelas. Tras haber enumerado algunas de las motivaciones que pueden Ilevar a la lectura, es el momento de mencionar aquella que resulta més extendida, que es la busqueda de la evasi6n. A los de mi generacién —hablo de los aiios de Facultad—, muy preo- cupados por un tipo de literatura que pudiera cambiar o transformar el mundo, la evasi6n era como algo secundario. Buscar en la obra literaria la simple evasién nos parecia una frivolidad. Pero, afortunadamente, aquello ya es agua pasada, y ensegui- da abandonamos esa actitud discriminatoria, por lo que supimos apreciar cualquier obra literaria que tuviera la suficiente altura artistica, fueran cuales fueran sus moti- vos e intenciones, desde la llamada literatura comprometida a la que se instalaba en el arte por el arte o persegufa el simple entretenimiento. La lectura de obras de ficcién nos libera no solo porque esas obras estén desde el punto de vista artistico bien disefiadas y construidas, sino porque gracias a ellas vivi- mos otras vidas y otros ambientes que no son los nuestros. Sobre estas cuestiones han reflexionado criticos y autores abundantemente. Manuel Seco, académico y excelente lexicégrafo, describié hace muchos afios, con palabras muy acertadas, en su memoria de cAtedra de Instituto (1966: 30), lo que supone la lectura de obras de ficcién: En el lector, en el que recibe la obra literaria, 1a evasién es un hecho de experiencia cotidiana. Con la lectura tratamos de huir de los aspectos desagradables de nuestra exis- tencia -aunque sea con aspectos también desagradables de otra existencia fingida-, 0 de Tenar, ilusoriamente, los vacfos que encontramos en ella: de amor, de audacia, de poder, de riqueza, de aventuras, de sensaciones, de ideas. Como ya he apuntado anteriormente, la conexién entre vida y literatura debe estar presente en el proceso de la formacién del escritor. No solo se forma el futu- 42 PEDRO CARRERO ERAS: ro escritor leyendo, sino también viviendo, observando y, sobre todo, contrastando ficcién y realidad. Esta idea, tan consabida, la incluyo aqui porque he conocido a mas de una persona, tan embebida en la lectura y la literatura, que se movia por la vida desde la literatura. Sin llegar a los extremos de personajes literarios como don Quijote o Madame Bovary, hay personas tan enamoradas de los libros que su forma de enfocar la realidad est4 muy férreamente vinculada a ellos, con una intensidad, digamos, un tanto enfermiza, aunque, bien entendido este proceso, hay que reconocer que esa es también una forma de vivir. Que nuestra personalidad esta conformada por los libros que leemos eso también es evidente. Sobre este aspecto, y en la linea que sefialaba Manuel Seco, pero enfo- cAndolo més sobre la cuesti6n de la utilidad o inutilidad de la literatura y del arte en general, decia Andrés Amorés (1974: 36-37): La literatura no sirve para nada conereto, para nada que se pueda medir o definir con exactitud. No quita el hambre ni la sed. No da dinero. Pertenece al ramo perfectamente indtil de las Bellas Artes, como un cuadro de Picasso o una sinfonia de Mahler [...]. ¥ sin embargo... muchas de las cosas que son més importantes para mi, en mi vida conereta, no se pueden medir ni tienen directa traduccion ‘econémica [...]. Yo no seria lo que ahora soy si eliminara algunos libros que he lefdo. Estos libros forman parte de mi vida. Esas tiltimas frases de Amorés nos ofrecen una valoracién de la personalidad como el resultado, entre otros factores, de muchas lecturas. Lectura y vida (enten- diendo aqui vida como la propia experiencia que de la realidad obtenemos sin inter- mediarios) se conjugan continuamente, tanto si nos quedamos en casa como si damos tun paseo por nuestro entorno 0 si realizamos algin viaje por nuestro pafs o por el extranjero. Lo que leemos construye una visién especial en nuestros ojos y en nues- tra mirada. Nuestras lecturas conforman unas gafas especiales a la hora de observar tipos humanos, contemplar paisajes y juzgar acontecimientos. Es més: la aficién a Ia lectura (y en ello incluyo tanto las obras de ficcién como ensayos histéricos y cientificos) nos predispone a analizar con mayor profundidad y perspectiva lo que sucede a nuestro alrededor. En 1990 (1990: 114-115) escribfa yo lo siguiente sobre los beneficios de la lec- tura de obras literarias, y, en concreto, por lo que tiene como fuente de conocimientos generales y particulares de todo tipo (hist6ricos, sociales, geogréficos, cientificos, filos6ficos, etc.): El autor de este trabajo abrié por primera vez sus ojos al mundo de la Literatura -y al mundo que estaba més allé de su casa y de su barrio madrileiio- con las novelas de Emilio Salgari: con ellas empez6 a fraguarse un universo de geografia y viajes, a conocer distintas clases de razas humanas, a familiarizarse con la fauna y la flora de los paises exéticos. De Ia mano del novelista veronés viajé al Polo Norte en bicicleta y sure6 los procelosos mares infestados de piratas. Aunque esas novelas signifiquen, por encima de todo, ficcién y aven- turas, y estén imbuidas por el espiritu romantico del novelista; aunque esos libros no son ni una enciclopedia ni la realidad, y aunque su calidad literaria ~contemplada desde una pers pectiva adulta y eritica— no siempre nos satisface, es evidente que de su lectura se derivan ‘consecuencias beneficiosas, pues amplian ya el horizonte del nifio o del joven lector. He 1A MECANICA DE LA ESCRITURA CREATIVA: EN. BUSCA DE UNA VOZ PROPIA 43 aqu{ un ejemplo de informacién geogréfica, tomada al azar, solo con abrir uno de sus libros: «El Estrecho de Bismarck, en cuyas orillas contaba desembarcar la expedicién americana antes de emprender la marcha al Polo Austral, es una especie de canal que penetra en las tierras de Palmer y de Graham», Ya es la segunda vez que sale a relucir en este trabajo el nombre del novelista Emilio Salgari. Las novelas de Salgari fueron para mi, efectivamente, como un tram- polin para otras lecturas. De ellas pasé a las de Julio Verne, y recuerdo muy bien un momento de especial fruicin cuando estaba leyendo un pasaje de La isla misteriosa. Es una escena que he mantenido siempre en mi memoria, Me veo a mi mismo en una habitaci6n de un dtico en la calle Fuencarral de Madrid, enfrascado en la lectura, en la intriga de la historia, emocionado. Observo que las lecturas de los libros de Salgari estuvieron presentes en la infan- cia de otros escritores que pertenecen a generaciones anteriores a la mia. Es el caso de Ferlosio, antes citado, y también el de Luis Goytisolo, quien responde lo que sigue en una reciente entrevista (mayo de 2016): {P] ~{Qué libro le hizo querer ser escritor? {R] -Mis lecturas infantiles, Zane Grey, Emilio Salgari..., a eso de los 9 0 10 affos, En mi €poca, como en la de otros lectores, no habfa la hinchaz6n de informa- cién y comunicaci6n que existe en nuestros dias a través de distintos medios. Los libros no tenfan que competir ~porque no existian- con los medios audiovisuales de hoy, los videojuegos e Internet, sin olvidar la televisién, asi que nuestra aten- cién no estaba tan dispersa, por lo que quiz4 nos centrébamos mas y sacébamos todo el jugo posible de aquello de lo que disponiamos. No pretendo sentar como una verdad cientifica que entonces nuestra atencién era menos dispersa que la de los nifios de hoy, bombardeados como estan, a ritmo bastante trepidante, por toda clase de medios y soportes. Ni mucho menos me atrevo a afirmar que aquello era lo bueno y lo adecuado y que lo de hoy es lo malo y lo perverso. Tenfamos esas colecciones, como las de los libros de Salgari, Julio Verne y las aventuras de Los cinco, de Enid Blyton, unas aventuras que recuerdo que me hicieron pasar momentos muy deliciosos, como también recuerdo los momentos tan divertidos que me produjeron las aventuras de Guillermo el Travieso, de Richmal Crompton. Pero seria una injusticia no decir que, aparte de esos libros, teniamos también los cuentos radiofénicos, los tebeos y el cine. Todo eso disparaba nuestra imaginacién y ensanchaba nuestros horizontes. Por lo que se refiere a los cuentos radiof6ni- Cos, debo decir que hay sesudos estudios que demuestran que la misma historia, contada a través de la palabra (ya sea en directo 0 a través de las ondas radiof6- nicas) desarrolla mucho mis la imaginaci6n y la creatividad del nifio que contada @ través de lo audiovisual. Se han realizado experimentos: se pidié a un grupo de nifios que escucharan por la radio unos cuentos y que los dibujaran y también Se pidi6é que los dibujaran a otro grupo de nifios que vieron los cuentos a través de lo audiovisual. Los que los conocieron por este medio fueron en sus dibujos més fieles al original audiovisual, pero menos creativos; no fue asf en los dibujos de iy By ! i PEDRO CARRERO ERAS Jos que solo accedieron al cuento a través de la palabra, que fae creativos imaginativos. Cho mg Es muy probable que todas nuestras lecturas no nos sirvan para yy i nos impidan equivocarnos una y ‘otra vez y que no nos rediman de nuestra: 0 y servidumbres. Leer muchas novelas o yer mucho cine no es, een = Miseriag garantia de que, con ello, seamos mis sabios, ms listos o menos tontos. ay Una sctuar adecuadamente ante Ia infinidad de problemas que se nos van presen, Jo largo de nuestra vida. ent Pero, no obstante todas estas salvedades que se le pueden hacer a los efectos»; o menos beneficiosos de nuestras lecturas, lo cierto es que, retomando las pale de Amords, esos libros forman parte de nuestra vida y constituyen el primer ‘5 ras eslab6n para la creacién literaria. Ofrecen informacién y ayudan a eee sintaxis y a enriquecer nuestro Iéxico. En mi caso debo confesar que, en la abone. cida escuela (por parafrasear a Machado) no fue el estudio de la ortografia y de Ig gramética Jo que contribuy6 a un uso més correcto y adecuado de lenguaje escrita, sino mis lecturas. La lectura -se entiende: la lectura de obras bien escritas, ya sean de ficcion 0 no- es el mas adecuado proceso de inmersiGn para una mejor destreza en el uso tanto oral como escrito del mensaje. cho, g ue Pamos fando a 2.2. LA LECTURA COMO HABITO: UNA BREVE PINCELADA SOBRE EL MUNDO ACTUAL Alilegar a este punto no puedo dejar de hacer una reflexiGn sobre el estado actual del hAbito de la lectura. Para ello no voy a reflejar estadfsticas —sabido es que en nuestro pais se lee poco, sino a referirme a una simple constatacion personal. Antes del estirén que han experimentado las nuevas tecnologias y, en concreto, la telefonia movil, se vefa a la gente leer mucho ms en los transportes puiblicos. Y cuando digo gente me estoy refiriendo, sobre todo, a las mujeres. En el metro 0 en el tren, si habia diez mujeres, una buena parte de ellas tenfan un libro entre sus manos. Esa realidad contrastaba con los hombres, menos propicios a la lectura, y esa era una observacion en la que coincidfamos, en nuestras conversaciones, los profesores de literatura. Aho- rano yoy a discutir sobre si la calidad literaria de las obras que se lefan era adecuat : © no, si se trataba de best-sellers de mediana o baja calidad. Parto de la base ce que Es hecho de leer es siempre algo positivo, incluso aunque la obra en cuestion esté dentro © en los linderos de lo que en aquellos tiempos, sobre todo en aquellos tiempos, entendia como subliteratura. Contrastando con aquel panorama, en nuestros a pawns ofrece ante nuestros ojos, al entrar, por ejemplo, en un yagon oo lgo que me produce bastante desaz6n: casi todas las personas, tanto hom aja pales de diferentes edades, y tanto los que estén sentados como los gue ‘ que epee ae Sus manos el teléfono mévil, con el que guasapea eo nay lanizar el anglicismo whatsapp y cualquier término derivate juegan con alguna de sus aplicaciones Iidicas, Es decir, la actividad se ce" a 1A MECANICA DE LA ESCRITURA CREATIVA: EN BUSCA DE UNA VOZ PROPIA 45 todo, en juegos y guasap, pues no creo que sean muchos los que vayan leyendo algu- na obra de fiecién © no ficcién con el teléfono. Es una estampa robética, adocenada, que, como he dicho, me produce malestar, me chirria, por lo que yo, aunque tam- bién uso el guasap, para no sumarme a esa estampa procuro Hevar un libro y evito sacar de mi bolsillo y usar el teléfono movil salvo en alguna situaci6n especialmente urgente. Por supuesto que comprendo que mi actitud no deja de ser una mania, una deformacién profesional, y declaro que en modo alguno me siento superior a nadie. ‘Tampoco voy a entrar en mayores consideraciones sociolégicas ~porque serfa largo de contar- sobre la adiccién a las nuevas tecnologfas y su impacto en la formacién cultural y los habitos de lectura de las personas, sobre todo en los jOvenes, de cuya formaci6n depende en muy buena medida el futuro de un pais. De cualquier forma, las excepciones confirman la regla, por lo que también hay que reconocer que toda- via se sigue viendo a hombres y mujeres (mas a ellas que a ellos) leyendo libros en os transportes publicos, y algunos, en concreto, el libro electrénico, una modalidad que coexiste, sin desbancarlo, con el libro tradicional. 2.3. REFLEXIONES SOBRE LA ORIGINALIDAD Y LA INSPIRACION Puesto que estamos hablando de lecturas, ha Ilegado el momento de abordar el problema de la originalidad y de las influencias de los escritores. Si admitimos que la lectura es el primer eslabén de la escritura creativa debemos enfrentarnos al problema de la originalidad, que todo escritor busca, y es muy comprensible que as{ sea. Si las lecturas que hemos hecho forman parte de nuestra vida y conforman nuestra personalidad, es muy razonable que todo ese material aflore y esté presente, consciente 0 inconscientemente, en nuestras creaciones literarias, y tanto en lo que tiene que ver con el plano del contenido como con el plano de la forma. Temas y estilos que provienen de los libros que ha lefdo planean sobre el alumno de taller de escritura. Es un mecanismo de impregnacién, de «contagio», que tampoco debe arre- drar ni acomplejar al escritor en ciernes, ni conducirle a no leer nada con el fin de ser rabiosamente original. Ser original es algo muy relativo, y si repasamos los distintos movimientos y tendencias y escuelas de la Historia de la Literatura comprobaremos que casi siempre ha habido un canon, unas reglas, y unos maestros —maestros que, a su vez, habfan sido precedidos de otros maestros a los que el escritor debfa seguir. El diccionario de la Academia precisa bien el concepto de cldsico cuando se refiere al autor 0 a la obra que se tiene por modelo digno de imitacién en cualquier literatura © arte. La originalidad propiamente dicha hay que empezar a buscarla a partir del siglo x1x y del Romanticism, y es en el xx, y en concreto desde las vanguardias hist6ricas, con su busqueda de una rabiosa originalidad, donde verdaderamente se rompen los moldes tradicionales de los distintos géneros literarios, Son conocidos los versos en que el poeta romantico inglés John Keats (1795- 1821) se refiere al peso de las influencias de los escritores que le han precedido y que ha lefdo bien. Pero no se siente frustrado por ello, sino que lo asume gozosamente - 6): «jCudntos bardos duran el curso del tiempo! L.Jam ) a componer rimas / estos se mezclarén en mi mente tumultuosa; i6n, ningtin tudo disturbio / me ocasionan: es una pl se que habla de armonia, lo que significa que hay un reg mblaje de todos esos precedentes con lo que el PTOpio poeta ec su propia invencion y creacién. La evolucién literaria se Presentayy, alo largo del tiempo, donde el hecho de escribir es st -mAs ni menos que reescribir. eto para superar la obsesi6n por el problema de la Originalidad: no s bajo el sol (esta frase, no por manida, es menos cierta) Yesel pro. r el que, al tratarlos, confiere al texto literario su Valor, aunque se r de otros escritores. El alumno de taller de escritura deberd tener 1e, si bien los temas se repiten, es la forma de tratarlos la que los hace ‘cuestion afecta tanto al plano del contenido como al plano de la forma, no solo se refiere al uso del léxico y de las estructuras gramaticales 0 ala narrativa y el uso de los tiempos verbales —por citar ejemplos que tienen ‘con el plano de la forma-, sino también a la manera de escoger ciertos temas y de desarrollar un argumento con una determinada disposici6n de sus ingredientes, ofrecer 0 no informaci6n sobre distintos aspectos de los acontecimientos que configuran el relato, de caracterizar a los personajes, de emplear o no el flash-back _ Olaanalepsis o, por el contrario, de utilizar el Tecurso de la anticipacién o prolepsis, ‘ oo abierto 0 cerrado, y de muchos tantos otros procedimientos del arte Narrar, ~_Ninguna obra artistica, Por muy original e innovador que sea su resultado, surg de la nada. En la creaci6n literaria esté funcionando de forma mas o menos consci' te lo que otros autores han escrito, El alumno de taller de escritura es portador de uit Serie de lecturas literarias que sin duda han modelado su capacidad y sensibilidad panes Como todo lector, lo més probable es que tenga determinados gustos por © que a la narrativa se refiere e incluso Por ciertos subgéneros narrativos. También eae Suceder que en sus lecturas més recientes haya habido un autor, o dos aa an acaparado su ateneién como lector, por lo que es probable que a la hora nl tied aa ombinar los distintos elementos que configuran su relato, sea el an Pree forma consciente, se dé cuenta de que esos autores y esa as bee en él. Eso suele ocurrir en aquellos casos en que el lector eee peas el lectura sobre un determinado autor, hasta el punto de que €l ei epodenns SOR £2808 de auténtica imtoxicacicn, donde las abt de un determing et Pot decilo de algiina forma, del lector. El lector bees sce oan asian Puede convertir al escritor lefdo en un mito, ee | El problema de la origi si Petar Cuando ese lector se dispone a escribit. | siel escritor Ad suele ir unido a la eterna cuestign que tal s mace 0 $¢ ace. ¥ silo traigo, i ae Pre quien se pregunis oe aqui a colacién es porque no --jtura Mi i mismo antes de matricularse en un taller de esc" crit Posible miedo que pueda sentit eles! era PEDRO CARRERO ERAS endo, cuands ‘Mente / ACentery ultado de jem 1A MECANICA DE LA ESCRITURA CREATIVA: EN BUSCA DE UNA VOZ PROPIA 47 en ciernes sobre el problema de la originalidad: fuera miedos. Poco importa sentirse no un genio especialmente dotado para la escritura, como poco importa si legio- nes de escritores que nos han precedido han agotado hasta la exhaustividad temas y formas. El escritor no nace escritor, se hace escritor, y nunca viene mal recordar la tantas veces citada reflexién de Federico Garcfa Lorca al respecto: «Si soy poeta [...] lo soy por la gracia de la técnica y del esfuerzo, y de darme cuenta en absoluto de lo que es un poema». Todo lo dicho hasta ahora sobre la influencia originalidad no desdice para nada de las lecturas y el problema de la 1 objetivo principal de este capitulo tal y como esta enunciado. La lectura, ~que exige, evidentemente, menos esfuerzo que el ejer- cicio de la escritura-, es el punto de Partida del escritor, ya sean las lecturas cronolé- gicamente anteriores o simulténeas al hecho de escribir. Para ser mas precisos: todo buen escritor de obras de ficcién debe enfocar la lectura de obras de ficcién como un hecho de formacién permanente, tanto en el plano puramente intelectual como creativo. El ejercicio de la escritura creativa y, en concreto, de la narrativa, debe ser cons- tante, y esto es algo que debe asimilar muy bien quien, sin haber escrito nada de ficcién hasta el momento, frecuenta los talleres de escritura, Debe acostumbrarse a enfrentarse a la pagina en blanco, a ese enorme vacfo que experimenta cuando debe desarrollar un tema que el profesor le ha propuesto porque, sin relacién directa ya con el taller de escritura, desea escribir un relato cuyo asunto y argumento surjan de su propia inventiva. Sobre el también eterno tema de la inspiracién decfa yo no hace mucho a este respecto (2012: 221): la inspiracién no surge como si procediera directamente de una musa o por aliento divino. La inspiraci6n hay que provocarla también, hay que motivarla, La inspiracidn es cuestién [..J de esfuerzo, y en este sentido es muy conveniente tanto el ejercicio de observacin de la realidad como el de tomar notas en el momento en el que algtin asunto del que somos espectadores 0 algiin tema sobre el que reflexionamos nos parece idéneo para un cuento 0 un relato, Es decir, esa inspiracién la podrfamos definir como inspiracién trabajada. Por Supuesto, no tiene por qué ajustarse siempre a la realidad, pues puede ser producto de una reflexién 0 de un hallazgo que nos traslada a un mundo de fantasfa con el que Queremos configurar nuestro relato. De cualquier forma, para lograr esos hallazgos, ya sea para construir un mundo verosimil o inverosimil, 0 la fusién de ambos, el escritor en ciernes debe estar siempre al acecho. 2.4, EL MAYOR EJERCICIO DE LIBERTAD Cualquier arte exige su esfuerzo (recordemos que Lorca hablaba de esfuerzo), ¥, Como es bien sabido, en lo que a la escritura se refiere, el material artistico que Se debe moldear y trabajar es el lenguaje, ese mismo «rebelde, mezquino idioma» al que se referfa Bécquer en una de sus mas famosas rimas. En ese esfuerzo, en esa j j i 48 PEDRO CARRERO ERAS lucha que nos obliga a bregar con las palabras, no hay que olvidar artistico es un ejercicio de libertad, libertad que en otros 6rdenes di practicamente imposible conseguir en su estado puro, por estar Mediatizad, dicionada o recortada. La actividad del artista, del creador ~y siempre que 4°°™ sometido a una barbara censura y la consiguiente autocensura, como ca esté reeimenes totalitarios- es una de las pocas actuaciones humanas en las que se ue tjercer hasta el méximo la tan anhelada libertad. Por ejemplo, en cl plano nara “precisamente en esa maravillosa soledad del escritor ante la pagina en blanco.) autor puede construr a su antojo el mundo, escogiendo para su relato épocas, liga personajes y acciones, y haciendo del destino de los personajes lo que considere may oportuno conforme a sus fines expresivos y estéticos. Para ello no necesita ponerse de acuerdo con nadie (salvo que la obra estuviera escrita en colaboracién con otra per. Sona como suele decirse, al alimon-, o tuviera que seguir al dedillo los dictémenes las intrusiones de un editor implacable): el escritor solo necesita estar de acuerdo y conforme consigo mismo en lo que al resultado de su proyecto artistico se refiere. La soledad del escritor, como la soledad del lector, le distancia de los condicionamientos a los que nos somete el mundo que nos rodea. En el desarrollo del ejercicio de la creacidn literaria, dentro o fuera de un taller de escritura, 1a obra de ficcién debe sr, asf, concebida y realizada con absoluta libertad, sin pensar si después se publicaré 0 no, sin pensar en las modas, en los gustos del puiblico 0 en los intereses crematisticos de las editoriales, o sin pensar si obtendré o no un premio literario. que todo hecho le la Vida resuli, 2.5. OBSERVACION FINAL: ELOGIO DE LA LECTURA Y DE LA ESCRITURA Sabiendo muy bien que escribo para convencidos, no cabe extenderse demasiado en algo que resulta obvio. Sin embargo, la realidad desmiente esa obviedad: ni los habitos de lectura estén tan extendidos como seria deseable ni la literatura en general —incluida su ensefianza— goza de la necesaria consideracién en un mundo en el que cada vez se valora més lo positivo y lo rentable, y en el que las humanidades, precis mente, han sufrido una merma considerable en los planes educativos. Soy consciente de que los profesores de literatura somos propensos a este tipo de lamentaciones, que dejan un sabor un tanto rancio, Pero yo no habria decidido terminar este capitulo de esta manera si no hubiera lefdo, justo cuando estoy concluyendo este trabajo, un at culo publicado en la revista fnsula en el que se habla de la literatura como experienc” del conocimiento de lo humano, de su complejidad, como algo que interes® y = opone- a la ciencia positiva, pues complementa sus resultados, y es algo bene ici so en el mundo actual, en un mundo que es definido, en ese mismo articul. Of la sociedad del rendimiento. Su autora es Julieta Piastro, profesora de la Uni dad Ramén Llull de Barcelona. Las consideraciones y conclusiones de este ey, valoran la importancia de la literatura y, en concreto, de la narrativa de fice! alguna forma coinciden con las opiniones de profesores y criticos que : arriba, Me interesa reproducir estas palabras del estudio de Piastro (2016: 12) 1A MECANICA DE LA ESCRITURA CREATIVA: EN BUSCA DE UNA VOZ PROPIA 49 La literatura es una experiencia de conocimiento y un recurso de inteligibilidad de lo humano. Dicha experiencia puede proporcionar una mayor comprensién de los procesos subjetivos que intervienen en toda accién humana [...} El hecho narrativo tiene un valor especitfico en la comprensién de los fenémenos socia- les y de los acontecimientos hist6ricos, pero también una repercusién sobre ellos y en esa ‘medida no es ni inocente ni carente de ideologfa {..] La literatura puede hacer visible lo invisible, puede hacer gritar las voces acalladas de la historia, y de esa manera nos permite penetrar en lo més intimo y oculto de lo humano, logrando asf que hable el silencio, Efectivamente, la literatura no es algo ni indi! ni inocuo: una narracién no solo es ese espejo que paseamos a lo largo del camino, por citar la famosa frase de Stendhal, sino que también influye en la sociedad y repercute en las formas de comportamiento de innumerables legiones de lectores. Y cuando hablo de comportamientos del lector, no es que me esté refiriendo a respuestas sociales de envergadura provocadas por algu- na determinada obra literaria (que también las ha habido y no es cuestién de citarlas aqui, aunque sf lo hice en mi citado trabajo sobre la funci6n y el cardcter especifico de la literatura), sino a respuestas mas subjetivas e intimas: una forma de ver e interpretar el mundo y en concreto una comprensién de la naturaleza humana que coincide con los acontecimientos y personajes de un relato. Por ejemplo, en relacién con uno de los temas eternos de la literatura, como es el del amor, Sobre esa cuestién, y escogiendo un caso entre miles, me referiré a la novela El amor en los tiempos del célera, de Gabriel Garcia Marquez, que estoy ahora releyendo y que devoro con mayor fruicién que la primera vez que lo lef. Y qué sucede? Que a diferencia de esa primera vez —desde la que ya han pasado varias décadas~ me siento més inmerso en el entramado de los per- sonajes y de los acontecimientos. Los comprendo mejor y me identifico mas con ellos y su mundo, por muy mégico y exstico que sea. Y algo més: miro hacia atrés 0 miro hacia mi alrededor y esos personajes -Juvenal Urbino, Florentino Ariza, Fermina Daza y otros que tienen un papel mas o menos secundario— se alzan, en medio de sus amores y desamores, y en su lucha contra la vejez y la muerte, como figuras que estin mucho mis all del personaje de papel, y observo en ellos correspondencias y coincidencias con la condicién humana de la propia realidad del dia a dfa, de todas las épocas, de todos los tiempos. He ahf otra caracterfstica esencial de las grandes obras literarias, como de las grandes obras de otros géneros artfsticos: que no llevan fecha de caducidad. Que pueden ser leidas y comprendidas con la misma pasién en los siglos venideros Y que asf vencen ellas mismas al desamor, a la vejez, a la enfermedad y a la muerte. Bibuiocraria Amon6s, A. (1974), Contestacién a la encuesta realizada entre varios profesores y recogida en el libro Literatura y educaci6n, Madrid: Castalia. CaRkeko Eras, P, (1990), «Reconstrucci6n de una conferencia: funci6n y cardcter especifico de la Literatura», Cinquantenario Liceo laliano. Madrid: Liceo Italiano. — (2012) El arte de narrar. Taller de escritura narrativa, Valencia: Tirant Humanidades. 50 PEDRO CARRERO ERAS Coxtnas, A. (1985, 2." ed.), Leopardi. Gijén: Jticar. GoyrisoLo, L. (2016), Respuestas a una entrevista i 7 each (2016), Resp' publicada en Babelia (1 Pais, 21.95 Kears, J. (1997), Poesia Completa, ed. bilingiie, tomo I. Barcelona: Ediciones > : Prastma, J. 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