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Estos son héroes “atormentados”, y si lo pongo entre comillas es por una razón; la
tercera vueltita, por así decirlo, del uso de la ausencia de luz en el héroe fracasado es la sátira
tan ácida que se destila. En el momento en que Mimi y Little Bob se reconcilian un foco,
como venido del cielo, ilumina a Little Bob que sonríe como un niño, como todo “muy
Disney”, como si fuera el final feliz de un cuento de hadas. Lo que se destila de aquí es una
crítica feroz hacia la sociedad blanca europea. Este señor va como alma en pena por una
pelea que ha surgido por una “nimiedad” (él mismo lo dice) y justo él es la llave para
conseguir el dinero que pueda hacer que Idrissa, un joven inmigrante que está viviendo una
tragedia real, se reencuentre con su madre en Londres. Ese final feliz es un sinsentido en ese
momento de la peli, al igual que es un sin sentido negarse a dar el concierto hasta que su
problema de blancos heterosexuales europeos no se resuelva. Por cierto, otro elemento,
repito, “muy Disney” que utilizó con la mayor “mala leche” del mundo fue en el final de
Ariel, no se puede ser más ácido; el “Somewhere over the rainbow” del Mago de oz
justamente cuando esta extraña familia recién formada está huyendo a México.
Justamente, en esta última, en esa escena sale a la luz una de las grandes virtudes de
Kaurismäki: la economía lingüística. Aunque más que economía es efectividad; menos es
más y lo consigue. Lo primero que vemos al inicio de esta escena es la ventana, de ahí la
cámara hace un travelling hasta colocarnos enfrente de los personajes y una vez acabada hace
el movimiento inverso; así parece que ya nos predispone a ver una obra aislada y única que
no es una pieza de un todo, sino un todo en sí. La estructura de la conversación es:
presentación, background y amor eterno. En apenas 42 segundos la conversación deriva de se
presentan por primera vez a “ Te irás mañana y no volveré a verte (Irmeli). No, esto es para
siempre (Taisto). Muy bien (Irmeli)”. Cada línea de diálogo de toda esa conversación tiene
entidad propia, detrás de cada una se esconde una historia y de esta manera el diálogo se
vuelve algo efectivo con el menor número de palabras. El resto de la historia de cada uno está
justamente en lo que no dicen o en los ecos de la frase, como por ejemplo “No tengo amigos
(Taisto). Todos tenemos amigos (Irmeli). Soy de pueblo (Taisto). Eso lo explica todo
(Irmeli)”. Además la virtud de estas líneas es el juego con los clichés, y creo que en esta
película los usa muy bien. El caso es que aplica, como en esta última escena, los clichés en
personajes tan peculiares en su forma de actuar y reaccionar que los vuelve algo diferente. Es
como si el cliché fuera un rayo de luz que al atravesar estos personajes prisma se dividiera y
cambiara por completo, al modo de una rarificación.