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La regulación de este procedimiento general ha de quedar disociada para disciplinar la

intervención de jueces y secretarios judiciales y la denotarios y registradores cuando


cualquiera de ellos intervenga como administrador de expedientes de jurisdicción
voluntaria. Esta distinción descansa en la evidencia de que tanto su intervención en los
expedientes que gestionan, como la infraestructura con que cuenta cada uno, son tan
diferentes que demandan una regulación especial. Sin embargo esto no ha de
intepretarse sólo como mera coexistencia de procedimientos jdiciales y extrajudiciales
para solventar cuestiones idénticas, sino como la consagración legal de la internativa
que se ofrece al ciudadano de acudir con este tipo de cuestiones ante uno u otro
administrador.

Por evidentes razones se sistemática legislativa, la regulación del procedimiento que


aplicarán notarios y rgistradores cuando el interesado opte por solicitar su
interv3nción, se se regula en esta Ley, sino que se remite a lo que prevea en este
punto la Ley Notarial e Hipotecaria. Así, las especialidades que figan en varios de sus
títulos sólo se aplican por un secretario judicial.

La ampliación de los sujetos a los que esta Ley permite administrar o gestionar los
expedientes de jurisdicción voluntaria merece especial detenimiento. El marco
constuticional en el que se desenvuelve la tutela judicial no supone ningún obstáculo
para racionalizar el sistema, redistribuyendo entre jueces y secretarios judiciales las
competencias hasta ahora asignadas al órgano jurisdiccional y desjudicializar aquellos
supuestos que competen a otros profesionales.

La proximidad entre ambas esferas de la jurisdicción excede de lo meramente formal y


se extiende a la aplicación al procedimiento voluntario de principios que rigen el
contencioso, con lad aptaciones qu denandan las características que les definen. Así se
ha considerado apropiado un reforzamiento de los principios dispositivo y de
paortación de parte en el procedimiento voluntario, atenuación del control judicial y
aproximación de las posiciones.

La figura de parque nacional en España está cerca de cumplir cien años de historia,
porque se contempló en mil nmovecientos dieciséis la selección de un elenco de
parejas excepcionales para la conservación de sus valores naturales y el disfrute
respetod e la sociedad. Tras casi un siglo de indudables transformaciones en mútiples
ámbitos, la esencia de la figura de parue nacional, permanece inaltaerada en cuanto a
la excepcionalidad y simbilismo que contiene, aparte de su riqueza natural, un
reconocimiento social generalizado y unos valroes estéticos, culturales, educativos y
científicos destacados. Es por ello que su conservación merece una preferente
atención y la declaración de interés general de la nación.

En este sentido, la impliación del Estado en su protección al más alto nivel, por ley de
cortes Generales, ha sido la clave de que, a pesar del tiempo transcurrido, podamos
disfturar actualmente de la selección que constituye hoy en día los Parques
Nacionales.

El régimen jurídico destinado a garantizar la protección de los espacios naturales


inciado en el año señadado ha sufrido diversas modificaciones como corresponde a la
evolución de nuestra sociedad y a los cambios en la organización administrativa del
Estado, pero ha mantenido inalterado el objetivo declarado de garantizar que las
futuras generaciones puedan disfrutar como legado.

La presente ley desarrolla y actualiza, sobre los pilares que constituyen la esencia de
los espacios citados, el modelo existente basado en su configuración en los Paruqes
Ncaioales, entendida como el sitema integado por aquellos
Competencias administrativos de las comniades autónomas en todos los casos y de lo
que éstad sipongan en particular para los montes catalogados de utilidad pública.

Son los propietarios de los montes los que primero y ma´s directamente se
responsabilizan de su gestión sostenible. Para garantizar tal gestión, la ley pretende
dar el impulso decidido de la ordenación de montes, a través de instrumentos para la
gestión como los planes descrático, proyectos de ordenación de montes, planes
técnicos o figuras equivalentes, paando a ser uno de los elementos clavde de la nueva
legislación.

Por sus titularidad los montes indiscutiblemente son públicos o privados, pero son
bienes que cumplen una clara función social y por tanto están sujetos al mandato
constutcional según el cual estas leyes delimitan el derecho ya l mismo tiempo la
función social de la propiedad. En el caso de los montes catalogados de utilidad
pública, la ley opta por su declaración como dominio público, siendo el dominio
público forestal con estos montes junto con los restantes montes afectados a un uso
como servicio público. Así, se da el máximo grado de peteneencia e inte3gridad al
territorio público foestal de mayor calidad. Al mismo tiempo, abre la posibilidad a la
utilización del dominio úblico foestal por los ciudadno s para usos respetuosos con el
medio natural.

El catálogo de Montes de Utilidad Pública es un servicio público, de gan tradición


histórica en la regulación jurídica de los montes públicos en Españe instrumento
fundamental esu protección, permanece y se refuerza en la ley. En primera instancia,
homolgado su régimen, que ya era de cuasí dominio úblico, con el de los bienes
plenamente demaniales. En segundo lugar, al ampliar los otivos de catalogación, en
concreto, se han añadido aquellos que más contribuyen a la conservación de la
diversidad biológica, y en particular, aquellos que constituan oformen parte de
aquellos espacios naturales rpotegios o espacios o de la red europea Natura. También
se refuerza en términos equivalentes la figura de los montes protectores y su resgistro,
cuya declaración se activa con incentivos de carácter económico.

Concede una especial relevancia, la ley, a un aspecto funamental para la definición de


la política forestal, como es el de la información. Se trata de cómo establecer los
mecanismo para disponer de una información foestal actualizada y de calidad para
todo el territorio español sobre la basede critoerrios y metodologías comunes. Esta
información se coordinará y plasmará en la Estadísitc aforestal española. Entre cuyos
obstejtivos reslta el de facilitar el acceso del ciudadno a la información sobre los
aspectos relacionados con el mundo forestal.

Esta ley cosntata la necesidad clra de la planifiación forestal a escala general,


consagrando la existencia de la Estrategia forestal española y el Plan forestal. En este
ámbito, la novedad más importante de la ley la constiuyen los planes de ordenación de
los recursos forestales. Pasan a configurarse como instrumentos de planifiación
forestal de ámnbito comarcal integrados en el marco de la ordenación del territorio,
con lo que la planifiación y gestión forestal se conectan con el decisivo ámbito de la
ordenación tertiorial.

Por lopo que cocinerne a los aprovechamientos forestales, la ley incide con claridad en
la importancia de que los montes cuenten con sus comrespondientes instrumento de
gestión, de tal manera que para montes ordenados o, en su caso, includios en el
ámbito de aplicación, el Estado se limitará a comprobar que todo el aprovehcamiento

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