Está en la página 1de 6

CONSIGNA: Lean: El movimiento feminista y la construcción de marcos de

interpretación: el caso de la violencia contra las mujeres; de Ana de Miguel, en Mujeres


en Red. El periódico feminista. En: http://www.mujeresenred.net/spip.php?article7.
Realicen un análisis crítico breve y sintético de dicho artículo.

Filosofa, investigadora y educadora feminista, Ana de Miguel Álvarez, nacida en Santander en


el año 1961, “es una de las eminencias del movimiento feminista en España, con más de 20
años dedicados a la investigación para esclarecer el origen de la desigualdad de género y
conocer los nuevos mecanismos que permiten que el patriarcado continúe «asfixiando» a la
mujer en el siglo XXI”1. Doctora en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid.
Profesora Titular de Universidad, Área de Filosofía Moral y Política, Universidad Rey Juan
Carlos de Madrid, es Directora del curso Historia de la Teoría feminista, Madrid, Instituto de
Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense desde enero 2005 sucediendo en
la dirección del curso a la filósofa y teórica feminista Celia Amorós.
Una de las contribuciones básicas de su pensamiento consiste en la reconstrucción de una
genealogía feminista.
En la actualidad trabaja sobre el feminismo como movimiento social y su construcción de
nuevos marcos teóricos de interpretación de la realidad. A este respecto, ha distinguido entre
las políticas de redefinición de la realidad y las políticas reivindicativas. Sus últimas
publicaciones se centran en la búsqueda de claves para comprender cómo se reproduce la
desigualdad sexual en las sociedades formalmente igualitarias, especialmente entre los
jóvenes, sobre el marco teórico de la violencia de género y sobre la prostitución como
"escuela de desigualdad humana"2 . Sus premios, Libros, artículos y publicaciones se detallan
en https://es.wikipedia.org/wiki/Ana_de_Miguel.
Entre sus publicaciones se encuentra el artículo objeto de este análisis “El movimiento
feminista y la construcción de marcos de interpretación: el caso de la violencia contra las
mujeres” que fuera publicado en la Revista Internacional de Sociología, Vol. 61, No 35 del año
2003, pp. 127-150.
Este articulo, analiza los movimientos sociales desde los enfoques constructivistas y
culturales, identificándolos como creadores de nuevos marcos de interpretación de la realidad
e investigando la influencia de esta acción sobre el cambio social. Su finalidad, dice la autora,
es la de contribuir a la comprensión de la influencia del movimiento feminista sobre los
cambios que afectan las relaciones entre hombres y mujeres y sus posiciones diferenciales en
la sociedad.
El papel del movimiento feminista en la redefinición y deslegitimación de la violencia contra las
mujeres afirma Ana de Miguel, ha aportado una nueva explicación de las causales de
violencia haciendo público lo privado y calificando el drama privado como un problema social.
En este nuevo marco interpretativo, tienen un papel destacado las feministas académicas a
través de sus investigaciones feministas y de género.
La autora proporciona un análisis valioso de los nuevos enfoques sobre movimientos sociales,
la perspectiva feminista y la redefinición de la violencia contra las mujeres que contribuye con
su tesis a movilizar a la sociedad frente a este problema social, político y global.

1
http://www.resumenlatinoamericano.org/2018/03/22/entrevista-a-la-filosofa-feminista-ana-de-miguel-almodovar-nos-ha-
amaestrado-para-pensar-que-ser-puta-es-maravilloso/
2
https://es.wikipedia.org/wiki/Ana_de_Miguel
El artículo se estructura bajo tres títulos más una conclusión.
En la primera parte se aborda el tema de “los nuevos enfoques sobre movimientos
sociales” desarrollados en las últimas décadas, entre ellos, la autora enumera el de la
movilización de recursos, que prima los factores organizativos, el de la estructura de la
oportunidad política, que se centra en aspectos de la coyuntura política, y los agrupados en el
rótulo de constructivistas explicando que, en estos últimos a su vez, confluyen enfoques
interaccionistas, culturales y cognitivos; es decir, aquellos en que han primado las preguntas
en torno a los procesos de interacción y elaboración de significados por los que los
movimientos sociales definen su identidad, su ideología y sus reivindicaciones no como algo
obvio y evidente en sí mismo sino que el proceso por el que un colectivo social llega a definir
como injusto y objeto de cambio social una situación generalmente legitimada por la tradición
cultural y costumbre, contribución más que importante de los movimientos al cambio social.
La autora toma como punto de partida la reciente y comprensiva definición de los movimientos
propuesta por Laraña, desde una posición constructivista, que enfatiza los elementos
culturales y cognitivos de los movimientos. Según esta, los movimientos son una forma de
acción colectiva “1) que apela a la solidaridad para promover o impedir cambios sociales; 2)
cuya existencia es en sí misma una forma de percibir la realidad, ya que vuelve controvertido
un aspecto de ésta que antes era aceptado como normativo; 3) que implica una ruptura de los
límites del sistema de normas y relaciones sociales en el que se desarrolla su acción; 4) que
tiene capacidad para producir nuevas normas y legitimaciones en la sociedad” 3
En base a esta definición, la autora trata en este trabajo el papel central de la teoría, el
conocimiento y la construcción de nuevos marcos de interpretación en el movimiento
feminista, defendiendo primero la tesis de que la redefinición de la realidad o praxis cognitiva
(la subversión de los códigos culturales dominantes) es, junto con las políticas reivindicativas
y de igualdad, una de sus prácticas fundamentales que posteriormente incidirán en el cambio
social. Luego, para ejemplificar estas tesis, se expone el caso de la violencia contra las
mujeres refutando la explicación hegemónica de que los malos tratos se deben a un corte
biologista, psicologista o individualista. Sin embargo, la encuesta que expone,
“Eurobarometro” (1999), pone de manifiesto que los europeos aun a esa fecha, siguen
identificando como causales de la violencia contra las mujeres en primer lugar el alcoholismo
y luego la adicción a las drogas.
El producto final señala, es público y visible con campañas y respuestas sociales, políticas y
legales que devienen de un largo proceso de redefinición de la violencia de género donde el
drama personal pasa a ser un problema social desarrollado en sociedades formalmente
igualitarias y con políticas públicas de igualdad, en las que las mujeres han logrado mayor
protagonismo en todas los niveles del espacio público.
En la segunda parte, “la perspectiva feminista y los estudios de género” se comienza
describiendo la teoría feminista como una teoría crítica de la sociedad. Señala que la teoría,
nos permite ver cosas que sin ella no vemos, una realidad distinta a la que percibe la mayor
parte de la gente y frente a esto explica, que el movimiento feminista tiene que afrontar que
muchas mujeres no aceptan una visión feminista de la realidad.
La teoría feminista viene a cuestionar la realidad patriarcal, donde esto puede analizarse
como una sucesión de pasos o momentos teóricos y prácticos, colectivos e individuales. En
un primer momento se define una situación como problemática, injusta e ilegítima. En un
3
Laraña, E, “La construcción de los movimientos sociales” Madrid, 1999, Alianza Editorial. PP 126-7.
segundo momento habría que encontrar las causas de esta situación, sean culturales,
económicas, etc., o establecer lo que se ha denominado la atribución de la responsabilidad. Y
en un tercer momento el feminismo ha de ser capaz de articular propuestas alternativas,
difundir también la conciencia de que es posible cambiar la sociedad y, universalizar esta
conciencia, desarrollar la imaginación feminista suficiente como para hacer irrenunciable esa
sociedad nueva, para mostrar cómo todos los seres humanos se beneficiarán del cambio. El
fin de este proceso, dice la autora -si es que tiene fin, tiene como resultado lo que se ha
denominado la liberación cognitiva 4, la puesta en tela de juicio de principios valores y actitudes
aprendidos e interiorizados desde la infancia y, el paso a la acción, tanto individual como
colectiva socavando la doble reproducción del sistema patriarcal, dentro y fuera de las
personas, en el espacio privado y en el público, para romper la dinámica de refuerzo mutuo
entre las prácticas de la vida cotidiana y las macroestructuras económicas, políticas e
ideológicas constituyendo una identidad colectiva feminista, un “Nosotras” que efectúa dos
formas de intervención sobre la realidad, deslegitimando el entramado conceptual patriarcal o
la redefinición de la realidad y el activismo en torno al conjunto de reivindicaciones que de ahí
se deriva5.
Concluyendo este apartado, señala que las reivindicaciones de las mujeres son el resultado
visible y final de intensos procesos colectivos de elaboración de nuevos marcos de injusticia.
A continuación, Hacia un nuevo paradigma: rupturas conceptuales, señala como en los
años sesenta resurge con fuerza el movimiento feminista, trayendo consigo un legado crucial
comenzando así una lenta pero imparable transformación del conocimiento 6, emprendiendo lo
que Betty Friedan denominaría el viaje apasionado hacia su liberación. Por el lado teórico
indica que la publicación de dos clásicos del feminismo como son Política sexual de Kate
Millett y La dialéctica de la sexualidad de Sulamith Firestone contribuyeron decisivamente a
desbrozar el camino abierto en su día por la obra pionera de Simone de Beauvoir, “El segundo
sexo”, destacando que sólo cuando las mujeres se constituyeron en sujetos de investigación
es cuando entraron a formar parte del cuadro, cuando se constituyeron, también, en objetos
de investigación.
Por lo tanto, afirma que el reto de las nuevas teorías y las investigaciones de género será
crear conceptos capaces de captar y hacer visible la especificidad de la situación de las
mujeres en todos y cada uno de los momentos y lugares de la vida social, política, económica,
cultural, artística, deportiva, etc., e identificar los mecanismos sociales por los que tiene lugar
la desigualdad sexual.
Continúa su artículo indicando como la teoría feminista ha logrado introducir su visión de la
realidad hegemónica del conocimiento y la mayor parte de las disciplinas humanísticas y
sociales apoyándose en dos conceptos, el de género y patriarcado para un nuevo marco
de análisis, logrando así que la “ciencia normal” abandone el terreno de la “naturaleza” para
explicar -u ocultar- la situación social de las mujeres.
Respecto a las prácticas de redefinición en torno a la dicotomía público-privado afirma
que numerosas investigaciones señalan la estrecha conexión entre el sistema patriarcal y la
organización social de dos espacios distintos y jerarquizados donde se desarrolla la acción
social. Son el espacio público -mercado de trabajo, educación, ideología patriarcal, etc.- y el

4
McAdam, “Political Process and the Development of black Insurgency. 1982. Chicago. University of Chicago Press.
5
Miguel Álvarez A. de.”Hacia un Nuevo Contrato Social”. 2002. en J.M. Robles (coord.). El reto de la participación.
Movimientos y organizaciones: una panorámica comparativa, Madrid, Antonio Machado E.
6
Harding, S. Whose Science? Whose Knowledge? 1991. Ithaca. Cornell University Press.
espacio privado marcado por las relaciones entre varones y mujeres en el marco de la familia,
las relaciones amorosas y la sexualidad.
La desigualdad en la esfera pública, fuente de recursos y poder, ha dado lugar a nuevas
reivindicaciones destinadas a romper ese techo de cristal pero este enfoque que ilumina la
exclusión de las mujeres del espacio público, deja en la sombra las interacciones de varones y
mujeres en el espacio privado. Y continua diciendo que, frente al estereotipo de que las
mujeres no trabajan, las nuevas investigaciones han puesto de relieve la cantidad de horas de
trabajo con cargas físicas, psicológicas y morales -al cuidado de niños, mayores y enfermos-
que pueden extenderse durante las veinticuatro horas del día, y sin vacaciones, llevando a
redefinir el “no trabajo” como “la jornada interminable”. El análisis de la esfera privada también
ha arrojado luz sobre la denominada “doble jornada laboral” que padecen las mujeres que se
han incorporado al trabajo asalariado.
Concluyendo que mientras la desigualdad en la esfera privada continúe reproduciéndose, la
igualdad en la pública es una vana quimera. Frente a esto, subyace así la idea de conseguir
dotar de universalidad lo que el sistema patriarcal ha considerado y quiere seguir
considerando como valores y actividades femeninas.
Por otro lado, añade que gracias al trabajo pionero de Susan Brownmiller, que analiza la
violación como una estrategia de dominación por medio del temor que infunde a todas las
mujeres7, se sentaron las bases para que hoy se redefina el fenómeno como terrorismo
doméstico y también para solicitar la intervención pública o del Estado, vía derecho penal y
asistencia social, en áreas de la vida tradicionalmente consideradas privadas o personales.
Estas rupturas conceptuales dice la autora, son el producto y encuentran un correlato político
en la continua y creativa práctica militante de las redes del movimiento feminista y en otras
acciones políticas más visibles e institucionales, difundidas por los medios de comunicación,
como las Conferencias Mundiales sobre las mujeres y las Declaraciones de Derechos de las
mujeres como la Declaración de Atenas de 1992 y la Declaración de Pekín de 1995 que son el
resultado de los pactos entre mujeres de diferentes países, culturas e ideologías, pero que
han llegado a constituirse en un sujeto colectivo que ha expresado su voluntad de firmar un
nuevo Contrato Social para poner fin a la adjudicación de espacios, identidades y funciones
sociales según el sexo que conforma la base de las democracias actuales, terminando con el
orden simbólico y la identificación patriarcal de lo masculino con lo humano y lo femenino con
lo específico de las mujeres.
Por último, en la tercera parte la autora desarrolla lo que llama “el proceso de redefinición
de la violencia contra las mujeres: de drama personal a proceso social”. Partiendo de
que la violencia contra las mujeres no es, una realidad nueva y que sólo recientemente, y en
relación con la mejora generalizada del status de las mujeres, la violencia doméstica ha
dejado de considerarse un “problema personal” para considerarse como un “problema social” 8.
Señala que hasta hace poco tiempo, la explicación académica y popular de los malos tratos a
las mujeres se consideraba algo natural.
En relación a esto, indica que actualmente las explicaciones sociológicas y feministas sobre el
uso de la violencia contra las mujeres han resaltado dos factores causales: El primero el del
proceso de socialización diferencial de los sexos donde al varón se lo identifica con lo
masculino con la fuerza y la violencia. Y el segundo apunta a la persistencia de las

7
Brownmiller, S. Against our Will. 1976. Harmondsworth, Penguin Books.
8
Ferrer, V. y Bosch, E. “La voz de las invisibles”. 2002. Madrid. Cátedra. “La violencia de género: de cuestión privada a
problema social”. 2000. Revista de Intervención Psicosocial, vol. 9, nº 1.
definiciones sociales que representan las relaciones entre los géneros como relaciones de
subordinación, de propiedad que pueden llevar al uso de la violencia como medio de
restablecer la satisfacción de las expectativas sobre el comportamiento femenino.
Así pues, señala que la violencia es un medio efectivo de control social sobre el
comportamiento de las mujeres y eficaz para retenerlas en el espacio que le asignó el
patriarcado: el espacio privado.9
Indica que nuevos estudios muestran otra perspectiva sobre la violencia contra las mujeres:
donde los datos dan cuenta que la violación por parte de extraños se produce sólo en la mitad
de los casos denunciados, por lo que parece probarse que una parte significativa del total de
las mujeres asesinadas lo son a manos de maridos, ex maridos y novios y ex novios, no
precisamente desconocidos.
Finalmente analiza bajo el título la irrupción de las víctimas y el debate en torno al
derecho penal, la deslegitimización de la violencia contra las mujeres y su
reconceptualización como problema social gracias a los nuevos marcos de interpretación
desarrollados por los movimientos feministas en pos del avance hacia sociedades más
igualitarias. El descubrimiento de la relación entre la sociedad patriarcal y la victimización de
las mujeres supuso la aparición del debate en torno al uso del derecho penal como
instrumento de cambio social progresista y feminista.
Y con base en una encuesta “Eurobarómetro” de 1999, pone de manifiesto que la opinión
pública eligió para combatir la violencia doméstica contra las mujeres primeramente el castigo
a los agresores, y luego la aplicación más dura de las leyes existentes. Este renovado debate
tiene entre sus protagonistas al movimiento feminista, pero puede también contextualizarse en
el marco más amplio de una relativamente novedosa y sorprendente concepción del derecho
penal por parte de los nuevos movimientos sociales donde parece existir cierto consenso
sobre la necesidad de ampliar y endurecer los tipos penales y exigir una contundente y severa
aplicación de la ley por el ejemplar valor simbólico del castigo, ya que aquellas conductas que
no están penadas no parecen especialmente graves. Esto supone la asunción de una nueva
jerarquía de valores y actuaciones en que el peligro y la protección de las víctimas se han
situado, en el primer lugar de la misma.
Finalmente, la autora concluye, que el éxito de las recientes y continuas movilizaciones
solicitando medidas urgentes y contundentes contra la violencia a las mujeres a dependido de
la existencia de dicha violencia, su aumento, y de la forma en que el movimiento feminista ha
llegado a enmarcar esta violencia y del proceso de difusión y aceptación de este nuevo marco
interpretativo donde primeramente la violencia se definió como producto del sistema de
dominación patriarcal, y paso seguido se puso en marcha una estrategia criminalizadora del
agresor y una dura crítica al olvido de las víctimas por parte del sistema penal.
El movimiento feminista tiene como objetivo explícito poner fin a una de las desigualdades
más universales y longevas de las existentes. Pese a ello, señala la autora que uno de los
problemas actuales es el de poder hacer visible e injusta esta desigualdad para la mayor parte
de la opinión pública más aún en sociedades que han puesto fin a la práctica totalidad de las
desigualdades formales. Frente a ello, señala que las últimas campañas contra la violencia de
género pueden interpretarse, siguiendo la terminología de McAdam, como una oportunidad
cultural para difundir el feminismo, una plataforma para dramatizar ante la opinión pública una
contradicción manifiesta entre un valor cultural cada vez más aceptado como es la igualdad

9
Maqueira, V. y C. Sánchez (comps.) “Violencia y sociedad patriarcal”. 1990. Madrid. Pablo Iglesias.
sexual y su falta de concreción real como muestra el recurso al uso de la violencia para
controlar el comportamiento de las mujeres10.
El artículo de la Doctora Ana de Miguel Álvarez, nos ayuda a entender el porqué de la
violencia contra las mujeres a partir de la teoría, mediante la construcción de marcos de
interpretación de la realidad, donde el movimiento feminista ha presentado el problema, el
cual se sostiene en un componente estructural donde se enfatizan las relaciones de poder que
históricamente existen gracias a las desiguales entre hombres y mujeres propias de una
sociedad patriarcal.
Este análisis de la autora, desde una perspectiva cognitiva y cultural, tiene como fin el
conocimiento (que nos nutre y libera 11) que es resultado de un proceso colectivo, de
interacciones sociales dentro de los movimientos, plurales y cambiantes y en continua disputa
interna y externa. La redefinición de la realidad, las movilizaciones y reivindicaciones han
permitido hacer visible e intolerables la violencia patriarcal llevando a la agenda política
internacional la problemática de la violencia contra las mujeres.
El objetivo del artículo, según expresa la autora es el de “contribuir a una mejor comprensión
de la influencia del movimiento feminista sobre los cambios que afectan las relaciones entre
hombres y mujeres y sus posiciones diferenciales en la sociedad”. Este se logra gracias a una
lectura amena, accesible y que da cuenta de una minuciosa labor de búsqueda, de consulta,
de una revisión bibliográfica en distintas fuentes aportando además datos de encuestas por
parte de la autora. Sumado a esto, su experiencia y entendimiento del tema y su constante
inquietud cognitiva contribuyen indefectiblemente a generar nuevos saberes que partiendo de
un marco teórico de interpretación y redefinición de la realidad, aportan al estudio de la
violencia contra las mujeres cuyo paso fundamental ha sido el de hacer público lo privado,
asistiendo al cambio social donde la sociedad “mire” de otra manera y ofrezca protección a las
víctimas.
Finalmente es de importancia destacar que dentro del análisis feminista de la sociedad actual,
Ana de Miguel Álvarez es una referente indiscutida. Y cierro con una frase de ella a la que
adhiero.

“El saber es el único embrión de libertad posible” 12

10
McAdam D. “Cultura y movimientos sociales”. 1994, en E. LARAÑA y J. GUSFIELED (eds.), Los nuevos movimientos
sociales, Madrid, CIS.
11
Reflexión propia.
12
https://revistainnovamos.com/2017/10/25/ana-de-miguel-alvarez-el-saber-es-el-unico-embrion-de-libertad-posible/

También podría gustarte