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En el antiguo Testamento

Samuel era un jovencito inseguro, pero el Señor se comunicaba con él. Gracias al consejo de un
adulto, abrió su corazón para escuchar el llamado de Dios: «Habla Señor, que tu siervo escucha»
(1 S 3,9-10). Por eso fue un gran profeta que intervino en momentos importantes de su patria. El
rey Saúl también era un joven cuando el Señor lo llamó a cumplir su misión (cf. 1 S 9,2).

Salomón, cuando tuvo que suceder a su padre, se sintió perdido y dijo a Dios: «Soy un joven
muchacho y no sé por dónde empezar y terminar» (1 R 3,7). Sin embargo, la audacia de la
juventud lo movió a pedir a Dios la sabiduría y se entregó a su misión. 

En el Nuevo Testamento

Jesús, el eternamente joven, quiere regalarnos un corazón siempre joven. La Palabra de Dios nos
pide: «Eliminen la levadura vieja para ser masa joven» (1 Co 5,7). Al mismo tiempo nos invita a
despojarnos del «hombre viejo» para revestirnos del hombre «joven» (.cf. Col 3,9.10). Y cuando
explica lo que es revestirse de esa juventud «que se va renovando» (v. 10) dice que es tener
«entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándose unos a
otros y perdonándose mutuamente si alguno tiene queja contra otro» (Col  3,12-13). Esto significa
que la verdadera juventud es tener un corazón capaz de amar. En cambio, lo que avejenta el alma
es todo lo que nos separa de los demás.

La Palabra de Dios dice que a los jóvenes hay que tratarlos «como a hermanos» (1 Tm 5,1), y
recomienda a los padres: «No exasperen a sus hijos, para que no se desanimen» (Col 3,21). Un
joven no puede estar desanimado, lo suyo es soñar cosas grandes, buscar horizontes amplios,
atreverse a más, querer comerse el mundo, ser capaz de aceptar propuestas desafiantes y desear
aportar lo mejor de sí para construir algo mejor. Por eso insisto a los jóvenes que no se dejen
robar la esperanza, y a cada uno le repito: «que nadie menosprecie tu juventud» (1 Tm 4,12).

Si has perdido el vigor interior, los sueños, el entusiasmo, la esperanza y la generosidad, ante ti se
presenta Jesús como se presentó ante el hijo muerto de la viuda, y con toda su potencia de
Resucitado el Señor te exhorta: «Joven, a ti te digo, ¡levántate!» (Lc 7,14).

Cita bíblica

‘Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor,
espíritu, fe y pureza.’

1 Timoteo 4:12

Reflexión: Este versículo bíblico nos anima a no menospreciar nuestra juventud, sino a ser
ejemplos de fe y pureza para los demás. Podemos aprender que es importante ser un buen
modelo a seguir para los demás y que siempre debemos tratar de vivir una vida de fe y pureza.

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