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Cambio de Roles.

Mi respiración cada vez es más lenta, puedo escuchar su llanto frágil y sus
lágrimas mojan mi estómago. Siento cómo la sangre fluye por mi cuerpo hasta
llegar a las sábanas blancas de la cama en la que estoy amarrada, tengo un
presentimiento de que pronto descansaré de toda esta tortura. De alguna manera
disfruté estos años, y tengo claro de que no volveré a ver a aquel chico de ojos
tiernos de la cafetería que estaba enfrente de la escuela, ni volveré a sentir que la
brisa del mar atraviesa mi cuerpo hasta golpearme y hacerme retroceder por su
gran fuerza. Mis ojos se cierran de a poco y no hago el intento de volver a abrirlos,
la sensación de estar muriendo me da un satisfacción que no había sentido antes.
Su respiración es lenta, zzmis ojos se humedecen y mi pecho se oprime, tengo la
leve intuición de que sospecha de mi preocupación por perderla. La sangre de su
cuerpo está haciendo una mancha gigante en las sábanas que me costará por lo
menos tres días sacarla de la cama y debería comenzar por soltarla por lo menos
un poco para que no queden marcas de la cuerda en sus muñecas flacas y débiles.
En la televisión transmiten un programa de matinal con el enunciado de “los gays
son una peste” y escucho como un tipo con aires de intelectual habla sin parar
sobre las patologías psicológicas que se esconden detrás de la “peste gay”
haciendo énfasis en la esquizofrenia, pero personalmente considero que miente.

A las siete de la mañana abrió sus ojos, dando jadeos se levantó de la cama y fue
directo al baño donde percibe que sus dedos tienen pequeños rastros de sangre
seca. Luego, se dirigió a una habitación que había en el subterráneo de la casa, en
donde se encontraba un cuerpo pálido de una muchacha de alrededor 15 años.
Sus brazos eran delgados y pálidos, su pelo es corto y está rasurado por los lados,
las facciones de su rostro son esqueléticas. Los moretones en sus extremidades y
los cortes en sus brazos resaltan entre colores opacos y sombríos y en la cama
había un manchón de sangre que provenía desde sus genitales. La sangre aún
estaba húmeda ya que manchó la mano del hombre. Suena el timbre del citófono
de la cocina, y en paralelo golpean fuerte la puerta de la entrada. El hombre se
acomoda sus anteojos, se arregla su corbata y enseguida abre la puerta, en la que
había una mujer que portaba en sus manos una identificación que enseña al
hombre, él la invita a pasar y ella sin más preámbulo entra a la casa. La mujer
recorre la casa mientras anota en su libreta pequeñas frases con un bolígrafo
negro, hasta llegar a la habitación del sótano donde se encontraba la muchacha y
pide al hombre que relate el suicidio de su hija, y el llanto y la voz entrecortada del
hombre llena el sonido de la habitación.

Los varones se miran a la cara para decir las verdades y tu no me miraste eres
traicionera y no entiendo como siendo tan doble cara puedes dormir e irte tan
tranquila y tú me orillaste a hacer esto por ser un iluso no es necesario que me
culpes por amarte locamente el abuso es un acto natural del hombre y no supiste
satisfacerlo estoy tan decepcionado de ti y yo sé que lo peor de todo es que te
conozco tanto porque saliste de mí que trato de comprender y entenderte ya que
este mundo es tan hipócrita y yo te seguiré esperando en este mismo lugar para
quedarme contigo porque yo te eduqué hasta el punto de enamorarme de ti y me
derrumbo como los dominós en fila recordando cuando te toqué lentamente
acaricié tu espalda y sentí el calor de tus manos rozándome con ese dulce jadeo
que salía de tu pequeño y frágil cuerpo dejando escapar mis orgasmos y secretos
más íntimos y nos escapamos al cielo tu y yo en esa noche donde cumplías tus
inocentes doce años pero algo fallaba porque no eras de mi gusto yo necesitaba
más de ti y solo decidiste irte eres cobarde.
El sonido de la puerta resonó en el bar e interrumpió nuestra conversación.

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