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Margarita Remón Raillard

Université Stendhal (Grenoble III)

LA NARRATIVA DE CÉSAR AIRA:


UNA SORPRESA CONTINUA E ININTERRUMPIDA

La obra de César Aira es una de las más prolíficas e innovadoras de la


literatura argentina actual. A pesar de haber comenzado a escribir en los
años 70, la mayor parte de su obra, unos cuarenta títulos, es producida
durante los años 90. Se trata de una literatura fin de siglo marcada por el
signo de la continuidad y la transformación. El ‘continuo’, concepto mayor
de la obra de Aira, aparece a través de tramas que ponen de manifiesto un
movimiento cíclico que implica un retorno a una situación inicial. ‘Caos’,
‘catástrofe’, ‘confabulación’ e ‘indeterminación’ son también palabras
claves en una obra en la que, a menudo, el fin del mundo (o de la Argentina)
es el telón de fondo de peripecias que mezclan la extravagancia y la frivoli-
dad. La literatura de César Aira es también una literatura del procedimien-
to. Este aspecto se manifiesta a través de un juego incesante entre teoría y
anécdota.

César Aira (Coronel Pringles, 1949) ocupa un lugar privilegiado dentro de la


narrativa argentina actual. Su obra, sin duda una de las más prolíficas e inno-
vadoras, no deja de causar perplejidad ya que su escritura se hace cada vez
más huidiza e inclasificable.
César Aira comienza a escribir en los años 70. Su primera novela, Morei-
ra (1975) se centra en la figura de este gaucho malo y constituye su versión
de la novela Juan Moreira de Eduardo Gutiérrez. Durante los años 80, Aira
dedica un conjunto de novelas y un cuento a la temática tradicional argentina:
la pampa, el gaucho, la frontera con los indios…. Se destacan entre ellas
Ema, la cautiva (1981), el cuento El vestido rosa (1984), El bautismo (1991)
y Las ovejas (1984). Por otro lado, en los años 80 también producirá dos
novelas ‘excéntricas’, Una novela china (1987) y Canto Castrato (1984), ya
que las tramas se sitúan en la antigua China y la Europa barroca respectiva-
mente. Durante este periodo la obra de Aira aún puede ser calificada de
‘razonable’ puesto que todavía no se caracteriza por esa resistencia al enten-
dimiento que va a marcar al resto de su obra. En efecto, los años 90 son el
escenario de la explosión airana. Más de treinta títulos son publicados durante
esta década, siendo éstos lo esencial de su obra, no sólo por el número sino
por lo denso y complejo de su sistema que no deja de desplegarse un poco

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más conforme aparece otra publicación. A su vasta obra de ficción hay que
añadir una serie de ensayos de gran importancia. La obra ensayística de Aira
es inseparable de su obra de ficción ya que la complementa. En ensayos
dedicados a otros autores como Copi o Alejandra Pizarnik, Aira desarrolla su
propia teoría sobre la literatura que se halla transcrita en sus ficciones. Cum-
pleaños (2001) es un breve ensayo autobiográfico en el que Aira, al cumplir
los cincuenta años, realiza un balance de sus propias concepciones. De este
cuestionamiento personal surgen pautas teóricas para la comprensión de su
obra.
La complejidad de la escritura de Aira reside así en un juego de vaivén
incesante entre la teoría y la anécdota. Su obra funciona como una transposi-
ción de pensamientos heterogéneos: las teorías de diversos filósofos como
Leibniz, Nietzsche o Deleuze comparten el espacio textual con las teorías de
Lévi-Strauss, la obra novelística de Raymond Roussel o la creación artística
de Marcel Duchamp. Tal densidad teórica, aunada a la propia teorización de
Aira, puede resultar paradójica dado el carácter frívolo e/o insensato de las
tramas de las novelas: guerras de gimnasios con chinos que se transforman en
gigantes y cerebros en peceras que se transforman en liebres, monjas maléfi-
cas que urden un complot fabricando cyborgs, escritores célebres clonados,
una mujer que se transforma en abeja gigante, un juego de palabras entre dos
payasos de circo que abarca la totalidad de una ficción, un pollo listo para ser
horneado que resucita y asesina a una madre y a su hijo, un manual de autoa-
yuda para personas que no son fotogénicas, un intelectual deprimido porque
su seminario sobre el ensayo no tiene inscriptos mientras que el mundo se
acaba por el congelamiento de la atmósfera… por sólo mencionar unos ejem-
plos al azar. Sin embargo, en la obra de Aira, las cosas no son lo que parecen.
Al escribir historias disparatadas, Aira contrasta con otros grandes nombres
de la literatura argentina. Por ejemplo, la muy seria Respiración artificial de
Ricardo Piglia, considerada por la crítica como un hito de la literatura argen-
tina de los años 80, se sitúa en los antípodas con respecto a la obra de Aira.
De hecho, dentro del ámbito literario argentino se suele hablar de dos bandos:
‘los de Piglia’ y ‘los de Aira’.
La perplejidad que puede causar hoy día la obra de César Aira se puede
comparar con la que, en otra época y por otras razones, causó la obra de
Manuel Puig. Sin embargo, el desconcierto que pueda causar Aira no impide
que haya adquirido un papel de liderazgo y que se haya erigido en referencia
entre los escritores de la joven generación, la que constituirá la producción
literaria argentina de este milenio.
Se trata de una literatura fin de siglo marcada por el signo de la continui-
dad y la transformación, ambas presentes tanto a nivel formal como a nivel
temático. El continuo, concepto mayor de la obra de Aira, aparece a través de
tramas que ponen de manifiesto, de diversas formas, un movimiento cíclico
que implica el retorno a una situación inicial. ‘Caos’, ‘catástrofe’, ‘confabula-
ción’, ‘indiferenciación’, ‘combinatoria’, son también palabras claves en una
obra en la que, a menudo, el fin del mundo (o de Argentina) es el telón de
fondo de peripecias que mezclan, como ya lo hemos señalado, la extravagan-

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