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Grecia en 15 días: el viaje

imprescindible para conocer


el país heleno
 Un itinerario de dos semanas para visitar Meteora, el
yacimiento de Delfos, la península del Peloponeso, la
vida de Atenas y las islas de Mykonos y Santorini
Las Cariátides del Erecteion, en la Acrópolis de Atenas. Grecia. pixabay.com / rygrech
Roberto Ruiz
28 de junio de 2022 22:28h
Actualizado el 29/06/2022 05:30h
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Dedicarle 15 días a Grecia puede ser suficiente para


hacerte una buena idea de la riqueza cultural, natural y
gastronómica que el país heleno ofrece a lo largo y
ancho de toda su geografía. Con ese número de días
podrás pasar por Atenas, por Meteora, por Delfos, por
el Peloponeso y por alguna de las múltiples islas griegas
para tener al menos una primera toma de contacto. Si
dispones de más tiempo, mejor, porque podrás viajar
más relajadamente o añadir alguna parada más. Y si
solo tienes una semana, entonces tendrás que centrar
mucho el tiro para sacarle todo el partido posible a una
zona concreta. Por lo que si tienes dos semanas y
quieres recorrer algunos de los hitos más importantes
de Grecia, esta guía te puede ser de ayuda para
organizar el itinerario de tu viaje de manera realista.

Para este viaje de 15 días por Grecia lo mejor es


disponer de tu propio coche de alquiler, es la única
forma de unir todos estos destinos en solo dos
semanas. Siempre, además, teniendo en cuenta que
necesitarás algún avión o algún ferry para llegar a las
islas. En la ruta que te sugerimos hemos dejado Atenas
para el final aunque también podrías visitarla nada más
llegar, pues lo normal es que llegues al país a través de
su aeropuerto. Con un mapa por delante y el calendario
de tus vacaciones en la mano, echa un ojo al plan que
te proponemos para ver qué tal te cuadran estos días
por los lugares más bonitos e interesantes de Grecia.

Meteora y sus monasterios

 2 días

Los monasterios de Meteora se han convertido en un potente reclamo


turístico en Grecia. pixabay.com / Tasos Lekkas

Meteora forma uno de los paisajes más singulares y


llamativos de Grecia. Aquí, en estas montañas que en
un tiempo fueron parte del fondo marino, seis
monasterios griegos ortodoxos desafían la ley de la
gravedad sobre las rocas desde hace casi siete siglos.
‘Μετέωρα’ (Meteora), que significa ‘suspendido en el
aire’, es considerado Patrimonio de la Humanidad por la
UNESCO desde 1989 y sus monasterios comenzaron a
construirse en el siglo XIV como refugio ante los
numerosos ataques del Imperio Otomano. Todos siguen
en activo y todos se pueden visitar, por lo que puedes
elegir entre los de Gran Meteoro, Santísima Trinidad,
Varlaam, Roussanou, San Esteban y San Nikolaos
Anapafsas. Cuando vayas ten en cuenta la tabla de
días de cierre y horarios para saber cuáles podrás
visitar y cuáles no.

Delfos, el ombligo del mundo clásico 

 1 día

El Tholos del Santuario de Atenea Pronaia, la imagen más conocida de


Delfos. Roberto Ruiz

En tu viaje de Meteora al Peloponeso tienes una parada


obligatoria en Delfos. No necesitarás más de una
jornada y eso que aquí has de visitar tanto las ruinas
como el museo que se encuentra a su lado. No hace
falta haber vivido en la Grecia Clásica para haber oído
hablar del Oráculo de Delfos, y es que aquí durante
siglos se predijo el futuro a través del dios Apolo y era
considerado el centro del mundo. En tu visita pasarás
por tres espacios diferentes: la zona arqueológica del
Santuario de Apolo, el Museo Arqueológico y la zona
arqueológica del Santuario de Atenea Pronaia. En
ningún caso te saltes el museo, te será fundamental
para entender la importancia de Delfos y en él se
recogen las piezas de mayor valor recuperadas entre
las ruinas.

Peloponeso, la historia de Grecia 

 4 días

El teatro de Epidauro, en el Peloponeso. Roberto Ruiz


A la península del Peloponeso le podrías dedicar más
de una semana. Es más, se merecía un viaje para ella
sola, pero si comprimes los puntos más importantes
podrás visitarla en cuatro días. Para empezar, para
llegar a ella deberás atravesar el canal de Corinto, y
una vez en la península tienes por delante tres visitas
básicas: Corinto, Micenas y Epidauro. Y otras
opcionales según te organices con el tiempo:
Akrocorinto, Nemea, Mystras y Olimpia. El yacimiento
de la antigua ciudad de Corinto debe ser tu primera
parada, un lugar que vivió su máximo apogeo entre los
siglos VII y V a.C., cuando ya era una de las mayores
potencias de Grecia. En Micenas viajarás mucho más
atrás, a un periodo que comprende entre los siglos XVII
y XIII a.C, y que es de vital importancia para conocer la
historia de Grecia. Mientras que en Epidauro el
verdadero protagonista es su teatro, del del siglo IV
a.C. y excepcionalmente bien conservado. De las visitas
opcionales tanto Akrocorinto, una fortaleza que vigila
Corinto desde las alturas, como Nemea, del siglo IV
a.C. y donde destaca un importante templo a Zeus, te
pillan de paso. Mientras que Mystras y Olimpia exigen
mayores desplazamientos, por lo que es posible que
debas decantarte por solo una de ellas si solo vas a
dedicarle cuatro días al Peloponeso.

Mykonos y Santorini, las islas imprescindibles 

 5 días

La isla de Santorini, en Grecia. pixabay.com / Russell Yan

Las islas de Grecia son tantas y tan diferentes que


podrías dedicar un viaje de 15 días a solo ir de una a
otra. Pero si tienes dos semanas para todo el país al
menos hay dos, las más famosas, que deberías incluir
en tu itinerario: Mykonos y Santorini. Aunque no hayas
estado antes en Grecia seguro que has oído hablar de
ellas, síntoma de que cuando vayas las encontrarás
extremadamente concurridas a no ser que vayas en
temporada baja. Para llegar a Mykonos deberás partir
desde Atenas y puedes ir tanto en ferry como en avión
¿La diferencia? Que en avión tardarás 45 minutos y en
barco de 2,5 horas a 5, dependiendo de la velocidad del
barco. Una vez en Mykonos podrás ir de playa en playa,
recorrer el centro de Chora, conocer los famosos
molinos de la isla, pasear por Little Venice y visitar el
antiguo puerto de Mykonos.

Después, la mejor manera de ir de Mykonos a Santorini


es en ferry, que tiene una duración de entre 2 y 3
horas. Aunque sea tu primera vez en Santorini seguro
que recordarás haber visto alguna postal de sus casas
blancas impolutas con cúpulas azules que se asoman al
mar. Aquí te esperan Oía, donde puedes vivir alguna
puesta de sol inolvidable, la aldea de Firostefani, la
población de Fira,  Pyrgos, Megalochori o las ruinas de
Akrotiri. Para terminar tu visita isleña, de Santorini a
Atenas vuelves a tener la opción del avión y del ferry, y
teniendo en cuenta que el trayecto en barco puede
demorar de 4 a 7 horas, quizá prefieras decantarte por
volar menos de una hora.

Atenas, el Partenón y mucho más 

 3  días

El Partenón, en la Acrópolis de Atenas. Pexels / Tom D'Arby

Y llegamos a Atenas, uno de los platos fuertes del viaje.


Pero no piense que aquí hay que ver el Partenón y ya,
porque la ciudad, además de otros muchos hitos
arqueológicos de gran importancia tiene un ambiente
en sus calles y unos museos que no deberías pasar por
alto. No lo vamos a negar, la Acrópolis de Atenas es
uno de los lugares más turísticos del mundo, y el
Partenón su templo más famoso, pero también aquí
encontrarás el Erecteion con sus Cariátides, los
Propileos, el templo de Atenea Niké, el teatro de
Dioniso Eléuteros y el odeón de Herodes Ático. Junto a
las ruinas se halla el Museo de la Acrópolis de Atenas,
que es de visita absolutamente imprescindible. Entre
ambas cosas ya tienes para todo un día.

Después, aprovecha tus días restantes en Atenas para


visitar al menos el empleo de Zeus Olímpico, el Ágora
Antigua y el Ágora Romana. Así como el Museo
Arqueológico de Atenas, donde hay piezas de todo el
país, la Plaza Sintagma, el Estadio Panatenaico y
barrios como los de Psiri, Monastiraki, Anafiótica o
Plaka, en los que la vida no cesa y donde encontrarás
algunos de los mejores restaurantes de la ciudad.

Todo lo que necesitas saber


para visitar la Acrópolis de
Atenas
 Las claves para descubrir el Partenón, el templo más
importante de la Grecia Clásica
La Acrópolis de Atenas, en Grecia. pxhere.com
Roberto Ruiz
11 de enero de 2022 22:45h
Actualizado el 12/01/2022 05:30h
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La Acrópolis de Atenas es sin duda uno de los lugares


más turísticos del mundo, y quien dice la Acrópolis, dice
el Partenón. Nadie se quiere perder el que fue uno de
los templos más importantes de la Grecia Clásica, o lo
que queda de él, y cómo allí, en lo alto, resiste el paso
del tiempo junto a otros edificios no menos
importantes. 

Si Atenas es el centro de cualquier viaje a Grecia que


se precie, la Acrópolis es entonces el centro del centro
de cualquier viaje a Grecia que se precie. Sí, en el país
heleno hay infinidad de paradas interesantes. Desde el
Monte Olimpo hasta el Peloponeso, pasando por
Meteora y Delfos, sin olvidar sus espectaculares islas.
Pero si hay que elegir un solo sitio, un solo punto
imprescindible en este país mediterráneo que cuenta su
historia, su cultura, su gastronomía y su presente como
un libro abierto, muchos lo tienen muy claro: ese lugar
es la Acrópolis de Atenas. 

Si quieres visitar la Acrópolis te vendrá bien tener en


cuenta unas cuantas cosas antes de emprender tu
viaje. Quizá quieras saber qué es la Acrópolis, qué hay
en ella, por qué es tan importante, cómo se compran
las entradas, cuál es el mejor momento para visitarla,
cuánto tiempo necesitas o si has de visitar algo más
para conocerla y comprenderla mejor. Por lo que si
estás justamente en esa situación, toma buena nota,
que lo que te vamos a contar te puede resultar muy
interesante. 

La Acrópolis de Atenas, en Grecia. pxhere.com

Qué es la Acrópolis de Atenas

Sin saber lo que es, con solo verla pensaríamos que es


esa parte elevada de Atenas que sobresale sobre el
resto de la ciudad. Y efectivamente eso es lo que
significa su nombre: ἄκρος, akros ('extremo, cima') y
πόλις, polis ('ciudad'), por lo que la podemos entender
como  la ciudad alta. Eso hace que sea el lugar ideal
para defenderse y donde ubicar los lugares de culto.
Aunque la actividad en esta elevación se remonte a
varios milenios atrás, lo que hoy vemos en ella
pertenece al siglo V a.C., cuando Pericles reconstruyó lo
que había destruido el ejército persa de Jerjes. Se
levantaron varios templos y otros edificios civiles que
se mantuvieron en bastante buen estado hasta que en
el siglo XVII llegó la dominación otomana. Sin
embargo, los mayores destrozos tuvieron lugar durante
el asedio de Atenas en 1687 por parte de los
venecianos. 

Qué hay en la Acrópolis de Atenas

Además del Partenón, en la Acrópolis de Atenas hay


muchos otros edificios con los que maravillarse
imaginando cómo fueron muchos siglos atrás. Estos son
los principales que encontrarás a tu paso y en los que
sin duda merece la pena detenerse.

 Partenón

Es el templo griego por antonomasia. Fue construido


entre los años 447 a. C. y 432 a. C., sus arquitectos
fueron Ictino y Calícrates, y Fídias el escultor que
dirigió las obras. Es de orden dórico, mide casi 70
metros de largo y casi 31 de ancho, con columnas que
superan los 10 metros de alto. Sus frontones estaban
ricamente decorados, así como su friso interior de 160
metros de longitud y sus 92 metopas, de las que solo
se conservan 19. En su interior albergaba una gran
estatua de Atenea Pártenos de 15 metros de altura, de
oro y marfil. El templo ha sido saqueado numerosas
veces y sufrió un gran destrozo durante el asedio
veneciado, cuando hacía de polvorín y un cañonazo lo
hizo saltar por los aires. Además, en 1816 el embajador
británico en Constantinopla, Thomas Bruce Elgin,
decidió quitar la mayor parte de la decoración
escultórica que quedaba del monumento y trasladarla a
Inglaterra para venderla al Museo Británico.

 Erecteión

Es el templo del rey Erecteo, consagrado a Atenea y


Poseidón. Su construcción tuvo lugar entre el año 421
a.C. y el 406 a.C. Es de orden jónico y su pórtico de las
Cariátides es lo que lo hace especialmente
característico. En él seis esculturas de 2,3 metros con
forma de mujer hacen de columnas y soportan el
entablamento. Las que vemos en el templo son copias y
de las originales cinco están en el Museo de la Acrópolis
y una en el Museo Británico. 

El Partenón, en la Acrópolis de Atenas. Pexels / Tom D'Arby

 Propileos

Los Propileos formaban la gran puerta monumental que


daba acceso a la Acrópolis. 

Se comenzaron a construir en el 437 a.C., sus


columnas son de orden dórico y aquí merece la pena
fijarse en su gran techumbre, sostenida por enormes
vigas de mármol. 

 Templo de Atenea Niké

El templo de Atenea Niké queda a la derecha de los


Propileos, como si flotara en el aire. Lo que vemos es
una reconstrucción del siglo XIX, pero el original se
terminó de construir en el 420 a.C. para conmemorar el
triunfo de Atenas en la batalla de Salamina.

 Teatro de Dioniso Eléuteros


Fue el mayor teatro de la antigua Grecia, se encuentra
a los pies de la Acrópolis y al datar su construcción
inicial al siglo VI a.C. es considerado el teatro más
antiguo del mundo. Llegó a tener una capacidad de
hasta 17.000 personas.

 Odeón de Herodes Ático

También se encuentra a los pies de la Acrópolis y de


hecho, cuando entramos en ella, es cuando tenemos las
mejores vistas de este edificio originalmente cubierto
destinado a las audiciones musicales. Fue construido en
el año 161 d.C. por orden del cónsul romano Herodes
Ático y en él, hoy en día, cada año se celebra
el Festival de Atenas. 

Las Cariátides del Erecteión, en la Acrópolis de Atenas. pixabay.com / rygrech

Cuándo visitar la Acrópolis de Atenas

Te recomendamos encarecidamente que, si puedes,


evites por todos los medios el verano. Primero, porque
el número de turistas que puedes encontrar en un sitio
como la Acrópolis puede resultar cuanto menos
agobiante. Y segundo, porque las altas temperaturas
del verano, unidas a los índices de humedad, pueden
resultar del todo asfixiantes, especialmente en las
horas centrales del día. Por eso la primavera o el otoño
son estaciones mucho más propicias para lanzarse a
conocer la capital griega, así como cualquier otra parte
del país. 

Información útil sobre entradas y acceso a la


Acrópolis de Atenas

La Acrópolis de Atenas tiene dos accesos, uno principal


y otro lateral. Tanto en uno como en otro encontrarás
taquillas en las que adquirir la entrada correspondiente,
que tiene un precio de 20 € de abril a octubre y de 10 €
de noviembre a marzo. Si lo prefieres, también
puedes comprar tu entrada online en la web
oficial. Si la idea es visitar más de un sitio
arqueológico en Atenas, existe una entrada combinada
que además de la Acrópolis incluye lugares como el
Ágora griega, el Ágora romana, Kerameikos, la
biblioteca de Adriano, Lykeion o el Olympieio por un
precio de 30 €, y que tiene una validez de cinco días.

Como para acceder a la Acrópolis hay que superar un


desnivel importante existe un ascensor que facilita la
subida a quienes la visitan en silla de ruedas. No está
permitido entrar con carritos de bebé, pero existe un
servicio de consigna gratuito donde además, si se
desea, se proporciona una mochila para portear a los
más pequeños. Es importante tener en cuenta que
ahora, en tiempo de pandemia, la subida y la bajada se
hace en un solo sentido, por lo que conforme
avancemos no podremos volver sobre nuestros pasos.
Calcula que en visitarla tardarás entre dos o tres horas,
si vas con calma. En caso de duda, aquí tienes más
información oficial.

El Odeón de Herodes Ático. pxhere.com

El imprescindible museo de la Acrópolis de Atenas

Una vez que hemos visitado la Acrópolis es


fundamental entrar a conocer su museo, que se sitúa a
solo 300 metros de ella. Junto al Museo Arqueológico
Nacional de Atenas es uno de los más importantes del
país, e incluso del mundo. Conviene dedicarle alguna
hora que otra pues en sus tres plantas de exposición
vamos a encontrar auténticas joyas de la arqueología
griega. Recoge los elementos más importantes de la
Acrópolis, incluidas cinco de las seis cariátides del
Erecteion, así como todo lo que se conserva en Grecia
del Partenón, dispuesto en su formación original y
representando con una copia lo que se encuentra en
Londres. Durante la temporada de verano tiene un
precio de 10 € y de 5 durante la de invierno, su entrada
es independiente al de la Acrópolis y no está incluida en
el ticket combinado. Las entradas las podemos comprar
tanto en la taquilla como de forma online. Y sí, es tan
imprescindible como la propia Acrópolis de Atenas.

El Peloponeso, un viaje a la
historia de Grecia
 Las antiguas ciudades de Corinto, Nemea, Epidauro,
Micenas, Mystras y Olimpia nos llevan desde el siglo
XVII a.C. hasta la Edad Media
El teatro de Epidauro, en el Peloponeso. Roberto Ruiz
Roberto Ruiz
12 de diciembre de 2021 23:04h
Actualizado el 13/12/2021 05:30h
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Viajar al Peloponeso, en Grecia, supone conocer la


historia del país heleno desde el siglo XVII a.C. hasta
nuestros días. En esta península se concentra gran
parte de los restos mejor conservados de antiguas
ciudades y civilizaciones que dieron forma al país.
Supone una visita imprescindible para conocer los
orígenes de Grecia ya que en unos pocos días
podremos recorrer lugares como Corinto, Nemea,
Epidauro, Micenas, Mystras y Olimpia.

Todo viaje que te lleve al Peloponeso estará


acompañado además de un buen número de atractivos
que van más allá de las piedras y las ruinas. Allí
también encontrarás ciudades con encanto como
Nauplia y su fortaleza de Palamidi, llamativas
formaciones naturales como el barranco de Lousios,
pueblos amurallados como el de Monemvasia o playas
de arenas blancas como las de la isla de Elafonisos. Y
todo, si viajas por tierra desde Atenas, tras contemplar
y cruzar una de las mayores obras de ingeniería del
mundo: el canal de Corinto.

Una vez en el Peloponeso la historia de Grecia te espera


con los brazos abiertos. Aunque podría ser
recomendable hacer una ruta siguiendo un orden
cronológico, en realidad lo más lógico es ir visitando
conforme nos desplazamos por la península siguiendo
un orden geográfico, por lo que nuestra primera parada
está clara: el yacimiento arqueológico del antiguo
Corinto.

El yacimiento de la antigua Corinto

Empezar visitando la antigua ciudad de Corinto es


comenzar por todo lo alto. Aunque la zona había sido
habitada desde el neolítico, la ciudad alcanzó su
máxima expansión en el siglo VII a.C. y en el siglo V
a.C. era una de las tres mayores potencias de Grecia.
Jugó un papel fundamental contra los persas y en el
año 146 a.C. fue parcialmente destruida por los
romanos, quienes se asentaron en ella en el 44 a.C. y
comenzó a vivir un nuevo periodo de prosperidad. 
Como verás nada más llegar, el sitio arqueológico está
dominado por el templo de Apolo, del que aún quedan
intactas varias columnas monolíticas, y una de las
primeras paradas la haremos en el museo, donde
comprobaremos que aquí la cerámica jugó un papel
fundamental. Continuaremos bordeando diferentes
construcciones, tanto griegas como romanas, en un
área donde se concentraba la vida comercial, social,
religiosa y cultural de la ciudad.

Los restos de la antigua ciudad de Corinto, en el Peloponeso. Roberto Ruiz

La fortaleza de Akrocorinto

A solo unos minutos se encuentra Akrocorinto, una


fortaleza inexpugnable situada en la cima de la
montaña que vigila la antigua ciudad de Corinto y por la
que han pasado infinidad de civilizaciones. Los pocos
restos que quedan son de época medieval, pero eso sí,
para acceder a ella deberás atravesar ni más ni menos
que tres enormes murallas. Por ella han pasado desde
griegos en el siglo VI a.C. hasta romanos, bizantinos,
francos, venecianos y otomanos ya en el siglo XVIII,
cuando ya volvió a manos griegas. 

Los restos de Nemea

A media hora de Corinto se encuentra Nemea, un


pequeño yacimiento datado en el siglo IV a.C. en el que
destaca un importante templo a Zeus. Es interesante
hacer aquí una parada, aunque sea rápida, para visitar
tanto las ruinas como su museo, donde aprenderemos
sobre la ciudad y sobre los juegos deportivos que aquí
se celebraban. No muy lejos aún se conserva el
estadio, otro de los grandes atractivos del yacimiento,
donde entre 415 a.C. y 271 a.C. se disputaban cada
dos años diferentes competiciones deportivas.
La Puerta del León, en Micenas, en el Peloponeso Roberto Ruiz

La historia de Grecia en Micenas

Cuando visitemos Micenas no solo vamos a hablar de


una ciudad, sino de toda una civilización. Es uno de los
yacimientos más importantes del Peloponeso pues aquí
viajaremos mucho más atrás, a un periodo que
comprende entre los siglos XVII y XIII a.C, y de vital
importancia para conocer la historia de Grecia, por lo
que es considerado Patrimonio de la Humanidad por la
UNESCO. Teniendo en cuenta que hablamos de un
lugar que tiene unos 3.500 años no podemos esperar
que se mantenga gran cosa en pie, pero sí veremos las
murallas, los círculos de tumbas y la Puerta del León, la
entrada principal a la fortaleza que conserva una gran
piedra sobre el dintel con dos leones esculpidos. El
museo es fundamental para comprender la importancia
de Micenas y también llama poderosamente la atención
el Tesoro de Atreo, o tumba de Agamenón, rey de
Micenas.

El teatro de Epidauro

Epidauro, o Epidavros, es otro de los platos fuertes de


nuestra ruta por el Peloponeso. Aquí el protagonista es
su teatro, del siglo IV a.C. y excepcionalmente bien
conservado. Te recomendamos contemplarlo tanto
desde arriba como desde abajo y comprobar su
sorprendente acústica, pues incluso desde la última fila
se pueden oír los susurros que tienen lugar en la
escena. Tuvo capacidad para más de 12.000 personas y
es símbolo del teatro clásico de Grecia, tanto que sirvió
de modelo para otros muchos teatros. Hoy en día cada
verano sigue acogiendo uno de los festivales de teatro
más importantes de Grecia. Si continuamos nuestro
camino veremos que el yacimiento cuenta además con
los restos de un templo a Asklepios, un estadio
deportivo y un tholos, un edificio columnado circular.
Además del correspondiente museo, claro.

La antigua Mystras, en el Peloponeso. pxhere.com

La fortificación bizantina de Mystras

Mystras no tiene nada que ver con todo lo que hayamos


visto en el Peloponeso hasta ahora. Se trata de una
fortificación bizantina muy cercana a la ciudad de
Esparta. Fue fundada en el siglo XIII y por ella pasaron
bizantinos, turcos y venecianos, y cada uno de ellos
dejaron aquí su huella. Está construida en la ladera de
una montaña y se compone de diferentes niveles, por
lo que conviene empezar desde arriba e ir bajando para
ver edificios como el de Villehardouin, la iglesia de
Hagia Sofía decorada con frescos, la iglesia de Agios
Nikolaos, el palacio de los Déspotas, el Convento de
Pantanassa también ricamente decorado, el Monasterio
de Perivleptos, la Catedral de Agios Dimitrios y otras
iglesias como las de Agios Theodoros y Agios
Aphentiko.

Olimpia y la historia de sus juegos

Como ya te hemos contado en la antigua Grecia se han


celebrado festividades deportivas en varios sitios, pero
si hay una que todos conocemos por haber trascendido
hasta nuestros días esa es la celebrada en Olimpia. Fue
una importante polis griega en el noroeste del
Peloponeso, con un santuario dedicado a Zeus y
directamente relacionada con el monte Olimpo, la
morada de los dioses. En ella se comenzaron a celebrar
en el año 776 a.C. los Juegos Olímpicos cada cuatro
años, es decir, cada olimpiada. 
Cuando visitamos el yacimiento de Olimpia es
fundamental recorrer su museo, así podremos ponernos
en situación y admirar algunas de las piezas mejor
conservadas de la antigüedad. Después podremos
pasar por lo que queda del gimnasio, la casa de los
sacerdotes y el taller de Fidias, el recinto de Zeus, el
templo de Hera y, cómo no, por el estadio de Olimpia,
posiblemente el espacio más famoso por la importancia
que llegó a alcanzar en su momento.

Un viaje a Delfos, el “ombligo”


del mundo clásico
 El Oráculo de Delfos, además de predecir el futuro, fue
una importante herramienta política para las ciudades
griegas
El Tholos del Santuario de Atenea Pronaia, la imagen más conocida de
Delfos. Roberto Ruiz
Roberto Ruiz
6 de febrero de 2022 21:57h
Actualizado el 07/02/2022 05:30h
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No hace falta haber vivido en la Grecia Clásica para


haber oído hablar del Oráculo de Delfos. El lugar que
durante siglos predijo todo tipo de futuros a través del
dios Apolo. Y aunque en Grecia en aquel tiempo eran
muy dados a la mitología, en este caso estamos ante
una historia real. Tan real que incluso hoy, casi 3.000
años después, podemos visitarlo y conocer lo que para
los griegos en aquel momento era considerado el
ombligo del mundo.

Delfos es uno de los lugares más notables que visitar


en Grecia. En su momento fue considerado el centro del
mundo y, como entonces, hoy en día sigue viajando
hasta allí un gran número de personas cada año. Quizá
no para saber su futuro, pero sí para conocer en
persona uno de los escenarios considerados Patrimonio
de la Humanidad por la UNESCO más importantes del
mundo.

Los restos del Templo de Apolo, en Delfos. Roberto Ruiz

Pero… ¿Qué era el Oráculo de Delfos?

Entrar a descifrar el funcionamiento del oráculo puede


ser un poco complejo, pero para comprender su
importancia es necesario tener claro en qué consistía.
Se encontraba en un gran santuario dedicado a Apolo,
el dios que hacía de asesor para prever el futuro y fue
consultado desde el siglo VIII a.C. Su fama se extendió
rápidamente, de modo que no solo acudían a él
multitud de peregrinos de a pie, sino también
embajadas de ciudades en busca de consejo político.
De este modo, lo que dijera el oráculo podía ser la base
perfecta para ratificar leyes, constituciones, fundar
nuevas ciudades y colonias o emprender o no
campañas bélicas. Por lo que aunque Delfos no tuviera
un papel político, sus palabras sí se podían usar como
tal.

En la práctica, y a grandes rasgos, en el Oráculo de


Delfos entraban en escena una Pitia, o Pitonisa, y un
sacerdote. En primer lugar, el consultante se
entrevistaba con ella para hacerle llegar sus consultas.
Después, la Pitia se purificaba en la fuente Castalia,
proveniente de un arroyo cercano, y realizaba ofrendas
a Apolo. Ella se adentraba en el santuario dedicado al
dios, se sentaba en un trípode situado sobre una grieta
en la tierra por la que emanaban ciertos gases y allí
recibía la inspiración, en una especie de trance que le
hacía profetizar y dar respuestas que eran
interpretadas por el sacerdote. A veces las conclusiones
eran tan ambiguas que se podían tomar como más
interesasen al consultante. 

Maqueta de la antigua Delfos, con el Santuario de Apolo en la parte


superior. Wikimedia Commons / Nanosanchez

Una visita a Delfos, el lugar del oráculo

Mucho ha cambiado Delfos desde que entró en


decadencia entre los siglos I a.C. y el III d.C. con la
ocupación romana, pero los trabajos de recuperación
arqueológica nos permiten hacernos una buena idea de
la magnitud de lo que aquí acontecía. El yacimiento se
encuentra junto al nuevo Delfos, Δελφοί en griego,
junto al monte Parnaso y a menos de dos horas y
media en coche de Atenas. Para visitarlo hay que tener
en cuenta que vamos a encontrar tres espacios
diferentes: la zona arqueológica del Santuario de Apolo,
el Museo Arqueológico y la zona arqueológica del
Santuario de Atenea Pronaia. 

El Tesoro de los Atenienses en la vía de acceso al Santuario de


Apolo. Roberto Ruiz

 Zona arqueológica del Santuario de Apolo

Este es el espacio de la antigua Delfos, donde se


encontraba el Santuario de Apolo y el Oráculo de
Delfos. Es decir, el lugar más importante de este viaje.
Accederemos a él recorriendo la Vía Sagrada, que a lo
largo de unos 400 metros nos llevará hasta el Santuario
de Apolo. Primero atravesaremos el Ágora Romana y
ascenderemos dejando a nuestro paso diferentes
estructuras, como pequeños templos, conocidos como
tesoros. Estos tesoros eran regalados por algunas
ciudades, o incluso por particulares, en agradecimiento
al oráculo para guardar en su interior sus donaciones.
Son numerosos, como el Tesoro de los Sicionios, el
Tesoro de los Sifnios o el Tesoro de los Atenienses, que
es el único reconstruido. 

Pasaremos también junto al ónfalo (ὀμφαλός), la piedra


que representaba el ombligo u origen del mundo según
la mitología griega y cuyo original se encuentra en el
museo. También en el museo veremos la Esfinge de los
Naxios, que estaba situada sobre una columna de 12
metros de altura que encontraremos conforme sigamos
nuestro ascenso.

El Santuario de Apolo de Delfos, en Grecia. Roberto Ruiz

Iremos viendo diferentes ruinas a un lado y otro, todas


debidamente documentadas y con paneles
informativos, y llegaremos al Templo o Santuario de
Apolo. El edificio a lo largo de los siglos fue construido y
destruido en diferentes ocasiones, a veces víctima de
incendios y terremotos, y su final definitivo llegó en el
año 385 d.C., cuando Teodosio I prohibió los cultos
paganos.

Muy cerca se encuentra el teatro de Delfos, del siglo IV


a.C., en buen estado de conservación y que tuvo
capacidad para 5.000 espectadores. Y un poco más
alejado el Estadio, del V a.C. y con capacidad para
6.500 personas, donde se llevaban a cabo los Juegos
Píticos y también eventos musicales. La entrada a la
zona arqueológica del Santuario de Apolo tiene un
precio de 12 €, o de 6€ del 1 de noviembre al 31
de marzo e incluye también el acceso al museo.

En primer término el ónfalo, la piedra que representaba el centro del


mundo. Roberto Ruiz

 El Museo Arqueológico

Es fundamental visitar el Museo Arqueológico de Delfos


y es muy importante además hacerlo después de visitar
la zona arqueológica del Santuario de Apolo. En él
podremos ver las mejores piezas recuperadas del
yacimiento, además de una maqueta que nos pondrá
en situación. 

Es sin duda uno de los mejores museos arqueológicos


de Grecia. Veremos vasijas de bronce, figurillas,
estatuas, esculturas arquitectónicas de los templos y
los tesoros, así como obras de arte menores hechas de
materiales preciosos como oro, plata y marfil. Hay
piezas que van desde el siglo VII a.C. hasta el II d.C.,
ya en periodo romano, y su visita sigue un orden
cronológico a través de 14 salas. En ellas destacan
piezas como la Esfinge de Naxos, un león alado con
cabeza femenina en mármol; el friso del Tesoro de los
Sifnios, la columna de las danzantes, el grupo
escultórico de Cleobis y Biton y, con especial
protagonismo, el Auriga de Delfos, que hecho en
bronce conmemora una gran victoria en los Juegos
Píticos del año 478 a.C.

La Esfinge de Naxos, en el Museo Arqueológico de Delfos. Roberto Ruiz

 Zona arqueológica del Santuario de Atenea


Pronaia
Y aunque lo dejemos para el final, este es un lugar que
no deberíamos pasar por alto. Se encuentra a unos 500
metros de la zona arqueológica del Santuario de Apolo,
al otro lado de la carretera y en un nivel inferior de la
colina, por lo que si no lo buscamos, igual podríamos
dejarlo olvidado. Además, de camino a este recinto,
pasaremos por la fuente Castalia, la utilizada por las
Pitonisas. 

La entrada al yacimiento del Santuario de Atenea es


gratuita y en él veremos el templo de Atenea Pronaia,
el Tesoro de Massalia y el Tesoro Dórico, cuyos restos
no van más allá de las plantas de los edificios. Pero
también aquí se encuentra una de las estructuras más
famosas de Delfos, un Tholos, o construcción circular
del año 380 a.C., formado por 20 columnas dóricas en
su exterior, más 10 corintias en su interior, de las que
han sido reconstruidas tres. Su silueta es tan
representativa de Delfos que se cae en el error de
pensar que este era el lugar del oráculo, pero que no lo
fuera no justifica que nos vayamos sin verlo porque su
imagen, con el valle al fondo, es de las que se quedan
grabadas en la memoria.

Meteora, el lugar donde los


monasterios flotan en el aire
 Rozando los límites de lo imposible, seis monasterios
griegos ortodoxos se asoman al abismo sobre las rocas
de Meteora desde hace casi siete siglos
Meteora se encuentra a unas cuatro horas en coche de Atenas. Roberto Ruiz
Roberto Ruiz
14 de noviembre de 2021 21:25h
Actualizado el 15/11/2021 05:30h
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Hay un lugar donde los monasterios desafían a la


gravedad y parecen flotar en el aire. En Meteora, en el
centro de Grecia, unos cuantos monasterios centenarios
aguantan el paso del tiempo encaramados a la roca,
como queriendo no saber nada del mundo que les
rodea. Porque si la palabra griega ‘Μετέωρα’ (Meteora)
significa ‘suspendido en el aire’, estas obras maestras
de la arquitectura no pueden encajar mejor con su
nombre.

Las impresionantes rocas de Meteora se levantan sobre


las llanuras de Tesalia fruto de la erosión hasta alcanzar
alturas de más de 600 metros sobre el nivel del mar. Y
aquí, seis monasterios griegos ortodoxos siguen en
activo acogiendo a un pequeño grupo de monjes y
monjas que mantienen su recogimiento en medio del
aire. El mejor lugar posible para conseguir un
aislamiento absoluto y encontrar la iluminación
espiritual lejos del bullicio terrenal.

Esta unión de la grandeza de la naturaleza y el ingenio


del ser humano ha hecho que Meteora sea considerado
Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1989
y se haya convertido en uno de los grandes atractivos
turísticos de Grecia tras la Acrópolis de Atenas.

Hasta 1920 no se facilitaron los accesos a los monasterios de


Meteora. pixabay.com / Anestiev

La historia de los monasterios de Meteora

Los primeros que llegaron a Meteora para utilizar sus


acantilados fueron los monjes ermitaños cristianos
ortodoxos. Las numerosas cuevas del lugar les dieron
tranquilidad y aislamiento desde los siglos IX y X, y
entre finales del XI y comienzos del XII se estableció
una estructura monástica llamada la skete de Stagoi.
Pero en realidad los monasterios no comenzaron a
construirse hasta el siglo XIV como refugio ante los
numerosos ataques del Imperio Otomano. 
Fue entre 1356 y 1372 cuando Atanasio Koinotivis
del monte Athos fundó el monasterio del Gran Meteoro
y a finales del siglo XIV, buscando refugio ante el
avance turco, la vida monástica en las alturas se volvió
una necesidad. En el siglo XVI, en pleno apogeo de
Meteora, se contaban hasta un total de 24 monasterios,
de los cuales hoy solo seis siguen en activo, cuatro
masculinos y dos femeninos. 

El acceso a los monasterios era deliberadamente


complicado, para superar el desnivel era necesario
emplear escaleras de mano y cuerdas, usando sistemas
de tornos y poleas para subir tanto víveres como
personas que se veían colgando sobre el abismo. No
fue hasta 1920 cuando se facilitaron los accesos
esculpiendo escaleras en la roca y se construyeron
puentes de conexión. 

Los bosques de Meteora se llenan de colores en otoño. Roberto Ruiz

Los seis monasterios de Meteora

Hoy seis monasterios siguen activos en Meteora y todos


permiten visitas, tanto de turistas como de peregrinos.
Del primero al último, todos desafían a las alturas
desde estas enormes masas rocosas que un día, hace
millones de años, fueron parte del fondo marino. 

 Monasterio Gran Meteoro

También conocido como el Santo Monasterio de la


Metamorfosis, el Gran Meteoro es un monasterio
masculino, el más grande y antiguo construido en
Meteora. Fue fundado por San Atanasio de Meteora en
la primera mitad del siglo XIV y hoy es el mejor museo
que puedes visitar para conocer la vida monacal en
Meteora. Destaca por sus frescos, por mostrar la
bodega y las despensas de los monjes, así como por la
sacristía donde se guardan los cráneos de numerosos
monjes que han vivido allí. Para acceder a él hay que
subir una escalera de 300 escalones.

 Monasterio de la Santísima Trinidad

El monasterio de la Santísima Trinidad fue construido


en 1488 por un monje llamado Dometios, pero hay
fuentes que sitúan sus orígenes en 1362. Es uno de los
monasterios más fotografiados de Meteora y las vistas
que ofrece son posiblemente las más bellas del lugar.
Destaca la iglesia principal del monasterio, construida
en el siglo XV y decorada con frescos en 1741, y es de
gran interés la capilla de Timios Prodromos, de forma
circular y con la cúpula excavada en la roca
completamente decorada con pinturas de 1682. Para
llegar a él hay que subir 145 escalones. 

 Monasterio de Varlaam

El monasterio debe su nombre al primer ermitaño que


habitó la roca en el siglo XIV, Varlaam, pero la historia
del monasterio que vemos hoy día comienza en el siglo
XVI. Es fundamental visitar su iglesia y sus pinturas,
pero como curiosidad es interesante ver el antiguo
sistema de poleas donde se puede ver la red utilizada
por los primeros monjes para traer víveres y gente, así
como el enorme barril de roble con capacidad para
12.000 litros de agua. La escalera que nos lleva a él
tiene 120 escalones.

Los monasterios de Meteora se han convertido en un potente reclamo


turístico en Grecia. pixabay.com / Tasos Lekkas

 Monasterio de Roussanou

No está muy claro, pero es probable que su nombre


provenga del primer habitante de la roca. Desde lejos,
es uno de los más bonitos de Meteora, asomándose en
solitario al valle. Sus comienzos se remontan al siglo
XIV y la iglesia, pintada por uno de sus monjes, es de
finales del XVI. Sufrió graves daños durante la Segunda
Guerra Mundial y desde 1988 acoge a una comunidad
de monjas. Una escalera de 210 escalones nos lleva
hasta él.

 Monasterio de San Esteban

Es con diferencia el monasterio más accesible de todos


ya que es el único de Meteora en el que no hay que
subir escalones y accedemos a él a través de un
puente. La vida en la roca se remonta al siglo XII pero
lo que vemos hoy se comenzó a levantar en el XV. De
esa fecha es la iglesia antigua, que se utiliza
exclusivamente para uso religioso de las monjas,
mientras que la iglesia nueva, de 1798, sí está abierta
al público. Sufrió graves daños durante la Segunda
Guerra Mundial y la consiguiente Guerra Civil Griega.

 Monasterio de San Nikolaos Anapafsas

El inicio de la vida monástica en la roca de Anapafsas


se sitúa en el siglo XIV. A esta fase pertenece la capilla
de San Antonio, en cuyas paredes aún existen restos de
frescos, pero el resto del monasterio fue renovado en la
primera década del siglo XVI. Al ser limitado el espacio
sobre la roca el monasterio creció en vertical, piso
sobre piso. En la entrada se encuentra la Iglesia de San
Antonio y la cripta, donde en su día se guardaban los
códigos y las reliquias del monasterio. La escalera que
nos lleva a él solo tiene 100 escalones, pero son
agotadores.

Escaleras talladas en la piedra hoy se lo ponen fácil a los visitantes. Roberto


Ruiz
Unos consejos para visitar los monasterios de
Meteora

 Horarios y días de cierre

Si vas a viajar a Meteora para visitar sus monasterios


te vendrá bien tener en cuenta unas cuantas cosas de
antemano. Por ejemplo, has de saber que los
monasterios no abren todos los días. Cada uno tiene
sus días de cierre y su propio horario, por lo que te
vendrá bien echar un ojo a la tabla de horarios antes de
programar tu viaje. Además, las horas y los días de
visita varían de invierno, del 1 de noviembre al 31 de
marzo, a verano, del 1 de abril al 31 de octubre.

 Museo de Historia Geológica de Meteora

Por otro lado, te puede resultar muy útil e interesante


visitar el Museo de Historia Geológica de Meteora, que
se encuentra en el pueblo de Kastraki. En él aprenderás
mucho de rocas y minerales, pero sobre todo de la
formación de Meteora y de cuál ha sido el proceso
geológico que ha dado lugar a semejantes pináculos. La
entrada es gratuita.

 Precio de la entrada y código de vestimenta

Cada monasterio cobra una entrada de 3 euros y todos


exigen unos requisitos de vestimenta a quienes los
visitan. Las mujeres han de vestir una falda que llegue
a taparles las rodillas, incluso si llevan pantalones
largos. Si no es así en la entrada suelen facilitar telas
que hacen esa función. Los hombres han de vestir con
mangas y pantalones largos.

Varios miradores se asoman a Meteora para poder contemplar sus


monasterios. Roberto Ruiz
 Los imprescindibles miradores

Para apreciar la grandiosidad de los monasterios de


Meteora hay que detenerse en algún que otro mirador,
solo así podremos ser conscientes de cómo retan a la
gravedad. En la carretera en la que se encuentran los
monasterios hay varios miradores habilitados en los
que podemos parar de forma segura y detenernos a
hacer fotos tranquilamente. Si además lo haces
coincidiendo con la puesta de sol, mejor que mejor.

 Cómo llegar a los monasterios

Lo más cómodo es hacerlo con nuestro propio vehículo.


Así podremos dedicar el tiempo que queramos a cada
monasterio y parar en los miradoras tantas veces como
queramos. Aunque hay que tener en cuenta que los
espacios para aparcar en los monasterios son reducidos
y en temporada alta se puede complicar mucho
encontrar un hueco. También se pueden visitar en un
tour organizado, o contratando un transporte privado.
Se puede, incluso, alquilar bicicletas para hacer el
recorrido a golpe de pedal, o caminando, pero aunque
los monasterios se concentran en una misma carretera
en un tramo de unos ocho kilómetros, no hay que
menospreciar las distancias.

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