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GEOMETRÍA SAGRADA Y RELACIONES

“La Flor de la Vida aplicada al arte de las relaciones”

Por Juan Pablo Uribe

Director Escuela Biosíntesis

La Geometría Sagrada es un lenguaje que nos invita a relacionarnos coherentemente

con la vida. Es un código de lectura muy particular. Cuando definimos la vida, estamos

acostumbrados a relacionarla con un código binario: las cosas son buenas o malas. Este

código entre el bien y el mal ha sido una experiencia que nos ha servido hace varios

milenios como una experiencia evolutiva. Nos ha servido para gestionar un código

relacional entre los seres y sus acciones. Pero lamentablemente se ha transformado en

una jaula para la próxima evolución del hombre. La cualificación extrema entre estos

dos parámetros nos ha hecho entrar en el prejuicio incitando a dividir la vida en

fenómenos buenos o malos. Desde aquí han surgido lamentablemente la intolerancia y

los fanatismos. Hijos de religiones fundamentalistas los herederos de la supuesta verdad

se han arrojado a guerras fratricidas carentes de sentido y aprendizaje.


La Geometría Sagrada entonces, nos sirve para entrar en un código de observación

neutro consciente. Cuando observamos cualquier poliedro podemos distinguir qué lado,

vértice o unión está «correcto» o «incorrecto». Palabras como: proporción, relación,

equilibrio, coherencia, asimetría o simetría se aplican para analizar las distintas

geometrías. No podemos decir qué lado es bueno o malo, cuál es mejor que otro, o cuál

es más verdadero. En la descripción misma de sus formas la cualificación normal que

realizamos a diario desaparece, para encontrarnos con un lenguaje neutro y científico.

Esto nos sirve para entrar en esta visión neutral del alma.

Para la Geometría Sagrada las relaciones son coherentes, simétricas o proporcionadas.

Las acciones son contextualizadas o descontextualizadas. Mirar las relaciones humanas

desde este aspecto es poder abordarlas desde un lenguaje más apreciativo y menos

«moral». Entrar más a la observación sin juicios que en la cualificación excesiva y

prejuiciosa. Con este código podemos analizar de mejor manera nuestras relaciones que

justamente son tan difíciles de ver cuando estamos en medio de todo ese caudal

emocional que nos arrastra con ellas. Cuando pedimos a nuestros pacientes que

observen un poliedro por un momento y que lo relacionen con la visión que tienen dentro

de sí de sus familias, ellos pueden ver y darse cuenta dónde está la desproporción en sus

familias y con una actitud desapegada poder ver las soluciones que nos propone la vida

para llegar a la máxima coherencia.

Cuando podemos realzar esta condición de observación neutra consciente gracias a la

Geometría, podemos ver que toda relación es un acto energético, una conexión que
consiste en re- cordar (volver a pasar por el corazón) a los demás en presente.

Relacionarse es conectar con la imagen virtual del otro que vive en mí, dentro de mi

corazón.

El mundo tal como lo conocemos es un constructo cuántico recreado y cualificado por

nuestras emociones. La arquitectura cuántica de lo real es un entretejido de emociones

que surgen de nuestras relaciones. En una geometría compleja tal como un poliedro, los

vértices son puntos que representan «seres». Los vectores de unión son las relaciones.

Las líneas son representaciones de uniones entre diferentes seres. Son símbolos de

flujos emocionales. La arquitectura de todas las cosas depende de la armonía y

coherencia entre estos flujos. La emoción es la línea que crea la realidad geométrica.

Entonces se nos transfigura la Geometría Sagrada. Ya no sólo son vectores, trazos,

intersecciones y puntos. Sino que representan las interacciones emocionales entre los

seres del Universo. Es el tejido relacional de lo que «Es». Por esto decimos que la

Geometría Sagrada no sólo son patrones de organización de la información lógica, sino

que también emocional/relacional. En lo práctico, podríamos sentir esta geometría

relacional cuando percibimos el campo de nuestras relaciones.

Si observáramos y nos dispusiéramos a «sentir» las armonías y desarmonías

relacionales, podríamos percibir las aristas y vértices que están en su lugar o no. Algunos

muy alejados del centro y otros muy cercanos a éste o entre ellos. Para poner orden a

nuestras relaciones y así afectar la arquitectura relacional, nuestra actual tendencia es ir

a la superficie y entrar a tratar de dialogar exteriormente con nuestras relaciones. Mi


problema con mi hermano se arreglará hablando con él. Pero esto muchas veces tiende

a forzar los vértices a tomar distancia o acercarse. Las relaciones muchas veces tienden

a friccionarse y a desgastarse. Antes de un diálogo verdadero yo tengo que comprender

una ley básica relacional que es una de las tantas lecciones de la Geometría Sagrada.

La verdadera mecánica de la vida nos invita a realizar un movimiento interior primario.

Coger eso vértices (seres) y ponerlos en el centro del corazón. Dejar que ese paso por el

punto cero renueve la información. En términos prácticos, primero efectuar una acción,

poner esos seres en nuestro corazón primero y agradecer por su relación, sea positiva o

negativa. Coger la enseñanza que nos ha dado esa relación, apreciar los regalos de una

información o aprendizaje emocional. «Sentir» y luego llegar a una conclusión final.

Sólo así renovamos nuestra geometría relacional. Primero uno se conmueve con un

movimiento interior del corazón (diálogo interno) y transforma esas imágenes interiores

de nuestras relaciones, y luego uno se mueve hacia el exterior cuándo sea necesario

(diálogos externos). Esto hay que realizarlo continuamente porque somos parte de una

realidad geométrica relacional dinámica y orgánica.

Todas las cosas poseen un campo. Tanto como sean reales como imaginarias. Esto es lo

que llamamos la carga diferencial cuántica. Una partícula real está rodeada por un

campo electromagnético, pero un objeto imaginario, como identidad imaginaria, ya es

un campo electromagnético. Este campo es la «carga» que posee el objeto. La carga es

el contenido informacional/emocional del objeto, es lo que genera la cualidad de su

campo. Son las cualidades del campo lo que genera la «realidad» que nos rodea. Esta
cualidad es el contenido tanto emocional como mental que anexamos a las cosas. La

carga es realmente lo esencial. De eso nos alimentamos, es eso lo que genera la

diferencia entre las cosas. Ese es el límite. Todo, modificable según la consciencia. Este

es el elemento clave para diferenciar las cosas en este mar cuántico de posibilidades.

Trabajar en la carga es trabajar en lo cualitativo. Y de eso depende lo tangible, lo

cuantitativo. Carga es el campo, campo es lo real. Partícula u onda es una dualidad sin

importancia. El campo es todo y su cualidad es la carga. Nuestras relaciones dependen

de las emociones con las cuales vemos el mundo. Quieres correctas relaciones? Trabaja

en la correcta visión del mundo. Es así que la Geometría Sagrada es una herramienta

perfecta para trabajar este campo relacional.

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