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TROTSKY EL HOMBRE EN LA ENCRUCIJADA

Enrique Ceja, junio 2022.

Hace casi 82 años, el 21 de agosto de 1940 fue asesinado León


Trotsky, el revolucionario ruso, un hombre cuya vida se asocia a la
lucha por la democracia y el socialismo. Junto con Lenin, encabezó la
Revolución rusa de octubre de 1917.

Trotsky sufrió una persecución implacable por parte de Stalin, fue


exiliado en Kirguistán, después la GPU, la policía secreta soviética lo
llevó a la isla turca de Prinkipo, después tuvo una breve estadía en
Francia, pero fue nuevamente trasladado, esta vez a Noruega.
Finalmente en 1937, gracias trámites hechos por Lázaro Cárdenas y
Diego Rivera entre otros llegó a México. Aquí fue asesinado por
Ramón Mercader, alias Jacson o Monard, agente de la GPU.

La puesta en escena de la obra de Flavio González Mello, Trotsky el


hombre en la encrucijada, es una buena oportunidad para recordar a,
en palabras del director Mauricio Jiménez, “uno de los hombres más
brillantes de su época”. González Mello es un autor que destaca las
cualidades de convivencia del teatro sobre las redes sociales y la vida
virtual. No rehúye la recreación de eventos históricos de México en su
trabajo dramatúrgico. Esta obra es ejemplo del profundo
conocimiento que tiene sobre lo que escribe, además es capaz de dar
su versión sobre los hechos y personajes que presenta, el suyo es un
teatro que obliga a la reflexión.

De Jiménez recuerdo con mucho afecto otra puesta en escena suya


(quizás de sus primeras) que se escenificaba en la escalera del Museo
del Carmen de la CDMX (y que después vi en alguna edición del
Festival Cervantino, en las escaleras de la Universidad de
Guanajuato). Lo Que Cala son Los Filos, se llamaba ese experimento,
una narración muy poco convencional de la Conquista, en la que
Mauricio interpretaba a Hernán Cortés. El espacio elegido resultaba la
mar de interesante. Cuerpos contorsionándose violentamente,
actores acróbatas, con un sobresaliente Manuel Poncellis. Un trabajo
con una gran fuerza juvenil, un arriesgue, con actores audaces.

La cita es en la sala Emilio Carballido del Teatro del Estado. Al


entrar, a telón abierto, nos encontramos con una escenografía de
madera, un entramado de tres niveles con tres cuadros separados en
el nivel inferior, todo el dispositivo escenográfico es rodante lo que
permite cambiar durante la obra de ámbitos, tiempos, lugares. Al
fondo veremos aparecer y desaparecer los murales de Diego. A lo que
asistimos es a uno de los últimos ensayos antes del estreno, a
propósito de la escenografía, es complicado su uso por parte del
elenco, parece un obstáculo antes que una ayuda, aún están
midiendo tiempos en los recorridos y eso genera un poco de angustia
entre quienes nos encontramos como espectadores.

Al inicio de la corrida, caigo en cuenta que nos vamos a echar un


clavado a una época importantísima de nuestro país, a nivel político y
cultural, a reencontrarnos con personajes entrañables, indispensables
de las letras, la plástica, las ideas.

Y así ocurre efectivamente, durante los tres actos vemos desfilar al


protagonista, León Trotsky, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros,
Frida Kahlo, André Bretón, Salvador Novo. Disfrutamos de la
recreación de las puyas constantes entre Novo y Rivera, batallas de
ingenio verbal entre dos gigantes de la cultura que se nos muestran
como dos genios en busca permanente del reconocimiento, reflejo
también del machismo exaltado de la época (aún más que en el
presente). También la aventura entre Frida y Trotsky en menoscabo
de Diego Rivera. Esto me parece muy importante, que Frida tenga el
affaire con Trotsky, un hombre sumamente importante en la
construcción de la izquierda a nivel mundial, pinta de cuerpo entero
a la élite artística mexicana, a la llamada vanguardia, ávida de poder
político.

Las coreografías son parte importante de todo el asunto y los actores


se muestran bastante acertados para ser uno de sus últimos ensayos
generales, se nota el trabajo arduo en especial en los bailes de tap.
También los actores se atreven a cantar y el resultado es muy
decente, adaptado a sus capacidades vocales, no son cantantes, son
actores cantando. Buen trabajo de Patricia Ivison con todo el elenco,
también como todo, en proceso.

Me gustaría hablar más del texto de Flavio, pero siendo muy honesto
me perdí la mayoría del tiempo. Las más de las veces la música
sobrepasaba las voces y esto ocurría también durante las canciones,
sólo lograban rescatarse los coros de algunas cuando el colectivo
juntaba esfuerzos, esto debido a que no portaban los micrófonos que
seguramente usarán durante las funciones, otra desventaja de que
sea un ensayo.

Sin embargo sí logra distinguirse un trabajo de dirección de actores


cuidadoso, se adivina el rigor. Insisto que aunque es un ensayo
general antes de un estreno, con ajustes por hacer, ya se perfilan
personajes interesantes. Freddy Palomec se ve seguro en el personaje
de Trotsky con tendencia a mejorar. Karina Meneses interpreta a
Siqueiros y consigue dibujar un personaje muy completo, creíble.
También es notable el trabajo de Alba Domínguez como ese Novo
procaz, retador, Juana Ma. Garza también me pareció sobresaliente,
otras buenas actuaciones en Paty Estrada como Usigli. Que las
actrices interpreten personajes hombres me parece un acierto más
del director, contra una época en la que ellas eran vistas como un
apéndice de sus parejas, algo que afortunadamente estamos
superando. El resto del reparto se muestra homogéneo y convencido
de lo que está haciendo.

Mención aparte me merece el ensamble de músicos dirigido por Hugo


Artigas, todos miembros de los grupos artísticos de la UV. Por ahí
distinguí a Javier Cabrera del Orbis Tertius en percusiones, al piano
el maestro Leo Corona de la Xalli Big band, a la misma Paty Ivison del
coro UV en la voz. Todos recreando las composiciones musicales de
Leoncio Lara, el famoso Bon de los Enemigos del Silencio, banda
ochentera de rock mexicano, quien ya ha hecho música para películas
como Las Sufragistas, La Leyenda de la Llorona, Rudo y Cursi, entre
otras.

El trabajo de la producción de Dinorah Medina y David Ike es


sobresaliente, del stage manager Yoruba Romero, importante por la
gran cantidad de cambios de vestuario, entradas, etc, apuntalados
por Eglantina González que comienza a ser habitual en las
producciones de teatro de nuestro xalapeño domicilio. La
escenografía de Jesús Hernández logra un impacto visual en el
espectador, espero logren dominar los tiempos de recorrido. La
adición de Jerildy Bosch en el vestuario es garantía. Imposible no
hablar del incansable equipo del teatro, guerreros.

Me parece que una vez estrenada Trotsky, el hombre en la


encrucijada, será un éxito para Compañía de Teatro de la UV. Estoy
seguro que ya para el estreno estarán resueltos los problemas para
evitar que los músicos cubran las voces de los actores y pueda
disfrutarse el texto planteado por Flavio González Mello y hacer así
una crítica más precisa de lo que ocurre en el escenario.

Comparto lo dicho por Mauricio Jiménez apoyado por las ideas de


Trotsky de que los sueños y utopías no se acaban, sino que
permanecen, el montaje de esta obra nos ayuda a afianzarlo entre
los directores mexicanos que deciden arriesgarse y mostrar a Trotsky
como él lo ve, entre bailes, música y canto: “como un personaje
histórico cuyo discurso sigue vivo y lo seguimos haciendo manifiesto,
por ejemplo, con esta puesta en escena…”

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