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Alabanza y acción de gracias

El Salmo 48:1, nos dice: "Grande es el Señor, y digno de ser en gran manera alabado." La alabanza es
algo vocal, algo que expresamos verbalmente. La alabanza debemos darla en proporción a la persona
de Dios. La acción de gracias también es verbal. Toma toda la grandeza universal de Dios y la hace
específica para nuestro caso particular. Mire lo que Pablo dijo: "Por nada estéis afanoso, sino sean
conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias"
(Filipenses 4: 6).

Adoración
Adorar no es cantar himnos o coros; adoración no es una declaración como recitar "el credo" o
enumerar los atributos de Dios. Las expresiones vocales tienen que ver con la alabanza y la acción de
gracias; la adoración es un asunto de nuestra actitud reverente hacia Dios. La acción de gracias y la
alabanza son vocales, es decir, que salen de nuestra boca; la adoración es la actitud espiritual con la
cual nos acercamos a Dios.

Petición
la oración no es solamente pensar en lo que necesitamos y pedirlo. Orar es descubrir el propósito de
Dios revelado en la Escritura y luego pedir que ese propósito se cumpla en nosotros. Miremos otra vez
Juan 5: 14 -15: "Y esta es la confianza que tenemos en él, que, si pedimos alguna cosa conforme a su
voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que
tenemos las peticiones que le hayamos hecho." Lo importante no es solamente pedir, sino pedir y
recibir. Sin embargo, tome nota de esto: Recibir no es lo mismo que tener. Recibir es aceptar; tenerlo
es la experiencia que le sigue. La experiencia real de tener aquello por lo que hemos orado quizá
requiera de un tiempo de espera, pero por fe recibimos lo que pedimos en el momento en que
oramos.

Intercesión
La intercesión es una de las artes más elevadas de la vida cristiana; uno de los instrumentos más
difíciles de tocar. Requiere mucha práctica, mucha destreza y mucha madurez.

Interceder significa literalmente "mediar." El intercesor es alguien que hace de mediador entre Dios y
las personas por las que ora. Génesis 18 nos cuenta la historia de la visita del Señor y dos de sus
ángeles al hogar de Abraham que fue un notable cuadro de hospitalidad. Abraham les ofreció agua
para lavar sus pies; mató un carnero para que comieran y charló con ellos bajo la sombra de los
árboles. Luego el Señor comenzó a descubrirle el propósito de su visita: iba a descender sobre las
ciudades malvadas de Sodoma y Gomorra para investigar la situación y actuar en consecuencia.

Esa es la posición del intercesor. Abraham estuvo delante de Dios y le dijo: "Señor, espera un
momento. No vayas todavía. Tengo algo que decirte." En cierto sentido él detuvo al Señor. Y luego
comenzó un tiempo de regateo. Abraham le pidió al Señor que perdonara las ciudades si podía
encontrar en ella cincuenta justos, luego bajó a cuarenta, y así siguió disminuyendo la cantidad hasta
que el Señor convino en perdonar a Sodoma si encontraba en ella diez personas justas.

Cuando el pecado de alguien ha causado una brecha con Dios, el intercesor se para frente a Dios y le
dice:
"Señor, me estoy poniendo en medio. Tu golpe no puede caer sobre él a menos que caiga primero
sobre mí."
Esta no es la única forma de intercesión, pero es la máxima. El intercesor centra su atención en Dios.
No se enfoca en el problema ni en lo que el ser humano puede o no puede hacer. Cuando no se
encuentra un intercesor dentro del pueblo de Dios, ello es señal de nuestra irresponsabilidad ante Dios
y ante nuestros congéneres humanos.
Pero en la intercesión debemos aceptar responsabilidad por los pecados de otros. Eso fue lo que Job
hizo con sus hijos e hijas cuando le dijo a Dios: "Voy a ofrecer este sacrificio por si acaso ellos han
pecado." Y se levantaba temprano en la mañana para hacerlo.
Primero, un intercesor debe tener una convicción absoluta de la misericordia de Dios, pero también
debe estar absolutamente convencido que Dios juzgará a los malos. No hay lugar para una religión
aguada que piensa que Dios es demasiado amable para juzgar el pecado.
Cualquiera que piense así no califica para ser intercesor. Un intercesor debe tener una visión tan clara
como el cristal, de la absoluta justicia de Dios y la certeza de
que ella es inevitable.
Segundo, debe tener un profundo interés por la gloria de Dios. Por eso -recuérdelo bien- Moisés
rehusó dos veces la oferta de ser el predecesor del pueblo más ilustre de toda la tierra. Dijo Moisés:
"Oh Dios, eso no sería para gloria tuya. ¿Qué dirían los egipcios de tu carácter?"
Tercero, creo que tal persona debe tener una íntima familiaridad con Dios. Un intercesor es alguien
que puede estar delante de Dios y hablar con él con la mayor franqueza, aunque con reverencia.
Y finalmente, ser intercesor necesita osadía y determinación. Si usted quiere serlo debe estar
dispuesto a arriesgar su vida. Aarón fue este tipo de intercesor cuando tomó el incienso y se interpuso
entre la plaga que Dios había enviado y el pueblo que Dios pretendía destruir con ella (ver Números
16: 42 - 48).
Súplica
El siguiente instrumento en la sinfonía de la oración es la súplica.
La súplica es algo difícil de hacer para algunas personas. Cuando usted suplica, es un suplicante, y hay
sólo una cosa que pide: misericordia. Y a menuda la misericordia está ligada a la intercesión.
Miremos dos pasajes que describen lo anterior. Zacarías 12: 10 (NKJV) es una profecía dirigida a Israel.
El Señor dijo: "Y derramaré sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalén el espíritu de
gracia y de súplica."

Note el orden de los elementos: primero gracia, luego súplica. Si usted dice: "Dios, quiero acudir a ti
con esta súplica," el Señor va a responder: "No puedes hacerlo, no te he dado la gracia." Realmente no
se puede elevar a Dios oración de algún valor sin su gracia. Si no se inicia en la gracia de Dios, carece
de valor.
La carta a los hebreos fue escrita, por supuesto, para creyentes judíos. "Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro" (hebreos 4:16). Dios está sentado en un trono, pero es un trono de gracia. ¿Y para qué
acudimos allí? Para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Si usted tiende a
sentirse abrumado por una situación particularmente grave y piensa que ya no hay nada que hacer,
entonces escuche lo que dice el Señor: "El tiempo de necesidad es el tiempo de venir a mí."
Mandato
El instrumento de mandato nos lleva a un área diferente: a hablar con seguridad y autoridad.
Josué capítulo 10 es un buen punto para comenzar.
Esa es la oración de mandato dirigida al Señor. Un ejemplo en el Nuevo Testamento es el incidente
de la higuera que Jesús maldijo.
Note que hay aquí dos maneras de usar las palabras de mandato. Una es hablar a las cosas en nombre
de Dios; la otra es hablar a Dios en nombre de las cosas. Jesús no oró por la higuera, y tampoco le oró
a la higuera, lo cual hubiera sido idolatría. Le habló a la higuera en nombre de Dios. Esto no fue una
oración. Sencillamente le dijo lo que debía hacer, y la higuera lo hizo.
La Escritura afirma que nosotros podemos emplear hoy esas palabras de mandato. La Escritura afirma
que nosotros podemos emplear hoy esas palabras de mandato. Santiago 5:16 -18.

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